miércoles, 24 de agosto de 2011

HOMBRE RICO, HOMBRE POBRE


La actualidad que, como cada día, me ha servido la radio esta mañana me ha traído a la memoria el título de aquel culebrón televisivo de los setenta, "Hombre rico, hombre pobre", basado en la novela de mismo título de Irving Saw. La serie contaba la historia de dos hermanos, a los que la vida lleva por caminos muy distintos, a Rudy por el del dinero y el poder y a Tom, por el del trabajo y la mala suerte.
Me he acordado de este "Amar en tiempos revueltos" de entonces, porque todo lo que en cuentan las noticias me lleva a pensar que la suerte, la justicia y, ahora, la Constitución son distintas para ricos y pobres. Bastará con comprobar el empeño que se pondrá en cumplir el  mandato del déficit y el que se está poniendo en hacer otro tanto con los que hablan del derecho a un puesto de trabajo o a una vivienda digna.
Parece incontestable que nos caeré encima la hipoteca que nos imponen los mercados para limitar en nuestra constitución el déficit del Estado. Una norma aparentemente lógica que, sin embargo y como advierte Llamazares, podría traer de la mano la amputación del Estado de Bienestar, porque la norma impedirá en época de vacas flacas tomar recursos para asistir a parados, incapaces o jubilados, en tanto que nada dice de que los ricos repartan lo suyo cuando las vacas estén orondas.
Hasta en el ámbito de los países los hay ricos y pobres, pero no ricos en recursos, sino ricos en valores, porque, mientras los titulares las grandes fortunas francesas o norteamericanas piden a sus gobiernos que les suban los impuestos, aquí, en la España alegre y confiada, los ricos guardan su silencio de siglos y a lo más que llegan es a hacer donaciones a quienes construyen su autopista al cielo, eso sí, convenientemente desgravables y pagadas, finalmente, por todos, aunque prefiramos construir ese cielo aquí, en vez de fiarlo a fabulaciones más o menos exitosas.
De ricos y pobres es también el último capítulo de una historia que comenzó en un carísimo hotel de Manhattan. Una historia que tenía como personajes una caperucita negra y un lobo blanco y salido. No sé si todos, pero al menos yo llegué a pensar que allí las cosas eran distintas y que ese tipo que, sin el uniforme de director del FMI, parecía tan despreciable y tan poca cosa acabaría pagando sus abusos sobre esa camarera que tuvo el valor de denunciarle.
Pero no. El dinero de Strauss Kahn y su consentidora esposa, sus abogados y sus detectives, han podido con lo evidente, minando la credibilidad de la denunciante, aunque el relato de la inmigrante era, no sólo verosímil, sino, además, coherente con el pasado del energúmeno. Espero que, al menos, algo de la "pasta" desplegada por semejante inmoral llegue a los bolsillos de tan vilipendiada trabajadora.
Tenía razón Saw en su melodramática historia. Hagan lo que hagan, crean en lo que crean, los ricos serán siempre ricos y los pobres pobres. Y, si eso es lo que ocurre con quienes tienen la misma cuna, imaginaos lo que ocurrirá con quienes nacen en palacios y pisitos de cuarenta metros cuadrados.

2 comentarios:

Jorge de Lorenzo dijo...

El depredador se ha convertido en un ángel (la gracia de la manipulación). Nunca lo consideré presunto pero hay que respetar las leyes. Pero creo que DSK si no cura su adicción no tardará en darnos nuevas sorpresas.

Axel dijo...

y... ¿para qué las va a curar? Después de lo que hemos visto este personajillo tiene carta blanca para pisar la calle y pisotear lo que y a quien quiera.