lunes, 5 de septiembre de 2011

LA VERDAD... AUNQUE NOS DUELA


Se comportan nuestros representantes como los malos estudiantes ante los exámenes ante los exámenes de septiembre. Se engañan y tratan de engañar a sus padres, con cara de haber hecho bien el trabajo, tratando de apurar unos días de tranquilidad antes de que los profesores dicten su sentencia.
Tenemos la sensación cada vez más clara de que caminamos hacia el desastre y de que el país que nos depara la nueva legislatura nada va a tener que ver con el que conocemos. Es cierto que más de cuatro millones de parados y sus familiares saben ya demasiado bien de qué les estoy hablando, pero también es cierto que otros muchos españoles aún no le han visto las orejas al lobo.
En apenas dos meses comenzará una campaña electoral a sangre y fuego, pero, mientras llega, el PP se verá obligado a quitarse en comunidades autónomas y ayuntamientos la piel de cordero y el optimismo sin sentido que ha venido "vendiendo" a sus votantes, porque, después de la fiesta de las grandes obras y las inauguraciones o las promesas de bachilleres de excelencia, la dura realidad de los recortes y los despidos.
Estoy seguro de que las cuentas, sobre el papel, salen, pero, cuando se raciona el consumo de gasolina hasta dejarlo en unas gotas, el coche se para o, cuando menos, no sube las cuestas. Eso sin reparar en que toda la austeridad desplegada sobre la ciudadanía parece hacer una excepción con los salarios de quien las decide.
Desde el PSOE, o al menos desde el Gobierno, tampoco nos han dicho nada de la gravedad de lo que está pasando. Aún tengo congelada en mi retina la imagen final del último pleno, el que permitió la aprobación de la reforma de la Constitución, con un PP exultante y un PSOE deprimido por el triunfo de su propuesta. Os aseguro que yo estoy igual; deprimido.
Dicen los psicoanalistas que para salir de la depresión hay que conocer su origen y eso es lo que se nos está negando hasta ahora.
Nadie enseñó en la pasada campaña electoral ni una sola de esas terribles cartas que guardaban en la manga y sólo deseo que no pase lo mismo en la próxima. También deseo -y lo deseo con todas mis fuerzas- que alguno de los candidatos me dé motivos para votarle. Es más, me gustaría que me los diese el candidato socialista y que, luego, fuese consecuente con esas promesas.
Acabo de escuchar a Rubalcaba decir que va a modificar el impuesto sobre el patrimonio a la vez que piensa crear otro específico para la banca, un impuesto con el que piensa recaudar dos mil quinientos millones de euros que, asegura, destinará a la creación de empleo.
Ya iba siendo hora de que el PSOE volviese a la izquierda. Por ese camino, podemos llegar a entendernos.

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