sábado, 15 de octubre de 2011

LISTAS Y PROGRAMAS


No sé si es que quiero verlo así o, sencillamente, que es así, pero me parece muy significativo que el candidato socialista haya enseñado, si no todas, sí las cartas más vistosas de su programa,  mientras, de los planes de su rival apenas sabemos nada, salvo la configuración de las listas que va a presentar y el significado que, para consumo interno, van a tener las mismas.
La interpretación que me permito sobre este hecho es la de que el PP está repartiendo las notas de la pasada legislatura y que, con ellas, el taimado don Mariano premia o castiga, más que los méritos, el comportamiento de sus compañeros de partido, especialmente su actitud frente a su liderazgo tras la su segunda derrota frente a Zapatero. Así, entre los suspensos más sonados, está Gustavo de Arístegui, que se dio demasiada prisa en alinearse frente a Rajoy hasta que se celebró el Congreso de Valencia. En el lado de los aprobados estaría Gallardón que, pese a haber suspendido las matemáticas -las cientas no son lo suyo- ha permanecido calladito en su carísimo pupitre, y eso que Esperancita, siguiendo los pasos de su admirado Mourinho, no ha hecho otra cosa que meterle el dedo en el ojo.
Las listas tienen también, por qué no negarlo, un claro efecto de reclamo que el PP no ha dejado pasar. Quizá por ello no faltan en ella personajes conocidos, a veces demasiado y a veces a su pesar, como la atleta Marta Domínguez, objeto de los excesos policiales y/o mediáticos que echaron, al parecer injustamente, su prestigio por los suelos. También hay, cómo no, sonoros apellidos de alguna de las grandes familias de la política española, tales como Calvo Sotelo o Senillosa.
Frente a estas listas con letras de neón, estaría el programa que, si se cumple, y suponemos que votamos para que se cumpla, es lo que realmente marcaría las diferencias entre unos y otros partidos. Pero, como digo, del programa del PP, poco o nada sabemos. Otra cosa es el de los socialistas, del que, poco a poco, vamos sabiendo algo.
Resulta curioso comprobar cómo se critica ese programa, tildándolo de oportunista y demagogo, por su descarado tinte izquierdista. Es entonces cuando yo me pregunto si no es positivo que un partido que tradicionalmente ha sido refugio de la izquierda posibilista -centro izquierda, lo llaman- corrija el rumbo y se resitúe en la estela de las asptraciones de su electorado. De ese programa se dice que se disfraza descaradamente con alguna delas reivindicaciones del 15-M, yo me limito  arecordar a quienes dicen eso que muchos de quienes nos solidarizamos con las acampadas y nos manifestamos con ellos habíamos votado y, algunos, votarmeos al PSOE.
Evidentemente es izquierdisrta quitarle privilegios a la iglesia católica que, en España, lleva siglos haciendo de su capa un sayo. Evidentemente lo de obligar a la banca que ofa ofrecer hipotecas en las que la entrega de la vivienda salde el impago está muy cerca de las demandas del 15-M. Lo mismo ocurre con la corrección de l
No sé si es que quiero verlo así o, sencillamente, que es así, pero me parece muy significativo que el candidato socialista haya enseñado, si no todas, sí las cartas más vistosas de su programa, mientras, de los planes de su rival apenas sabemos nada, salvo la configuración de las listas que va a presentar y el significado que, para consumo interno, van a tener las mismas.
La interpretación que me permito sobre este hecho es la de que el PP está repartiendo las notas de la pasada legislatura y que, con ellas, el taimado don Mariano premia o castiga, más que los méritos, el comportamiento de sus compañeros de partido, especialmente su actitud frente a su liderazgo tras la su segunda derrota frente a Zapatero. Así, entre los suspensos más sonados, está Gustavo de Arístegui, que se dio demasiada prisa en alinearse frente a Rajoy hasta que se celebró el Congreso de Valencia. En el lado de los aprobados estaría Gallardón que, pese a haber suspendido las matemáticas -las cuentas no son lo suyo- ha permanecido calladito en su carísimo pupitre, y eso que Esperancita, siguiendo los pasos de su admirado Mourinho, no ha hecho otra cosa que meterle el dedo en el ojo.
Las listas tienen también, por qué no negarlo, un claro efecto de reclamo que el PP no ha dejado pasar. Quizá por ello no faltan en ella personajes conocidos, a veces demasiado y a veces a su pesar, como la atleta Marta Domínguez, objeto de los excesos policiales y/o mediáticos que echaron, al parecer injustamente, su prestigio por los suelos. También hay, cómo no, sonoros apellidos de alguna de las grandes familias de la política española, tales como Calvo Sotelo o Senillosa.
Frente a estas listas con letras de neón, estaría el programa que, si se cumple, y suponemos que votamos para que se cumpla, es lo que realmente marcaría las diferencias entre unos y otros partidos. Pero, como digo, del programa del PP, poco o nada sabemos. Otra cosa es el de los socialistas, del que, poco a poco, vamos sabiendo algo.
Resulta curioso comprobar cómo se critica ese programa, tildándolo de oportunista y demagogo, por su descarado tinte izquierdista. Es entonces cuando yo me pregunto si no es positivo que un partido que tradicionalmente ha sido refugio de la izquierda posibilista -centro izquierda, lo llaman- corrija el rumbo y se resitúe en la estela de las aspiraciones de su electorado. De ese programa se dice que se disfraza descaradamente con alguna de las reivindicaciones del 15-M, yo me limito a recordar a quienes dicen eso que muchos de quienes nos solidarizamos con las acampadas y nos manifestamos con ellos habíamos votado y, algunos, votaremos al PSOE.
Evidentemente es izquierdista quitarle privilegios a la iglesia católica que, en España, lleva siglos haciendo de su capa un sayo. Evidentemente lo de obligar a la banca a ofrecer hipotecas en las que la entrega de la vivienda salde el impago está muy cerca de las demandas del 15-M. Lo mismo ocurre con la corrección de las escandalosas SICAP y otros regalos fiscales que, con la consigna de "café para todos" repartieron migajas a quienes menos tienen y panes y pasteles a los privilegiados de siempre.
Si eso es izquierdoso, quiero que sepáis que me gusta. Y, si pensáis que podían haberlo hecho antes, recordad que rectificar es de sabios. Yo, por ejemplo, votaba al PCE y dudaba en hacerlo a IU hasta que llegó Julio Anguita.
as escandalosas SICAP y algunos regalos fiscales que, con la consigna de "café para todos" repartieron migajas a quienes menos tienen y panes y pasteles a los privilegiados de siempre.
Si eso es izquierdoso, quiero que sepáis que me gusta. Y, si pensáis que podían haberlo hecho antes, recordad que rectificar es de sabios. Yo, por ejemplo, votaba al PCE y dudaba en hacerlo a IU hasta que llegó Julio Anguita.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todavía sigues pensando que hay programa? será el del FMI y la CEOE.