viernes, 11 de noviembre de 2011

ESPERANZA MANOSTIJERAS


¡Lamentable! Precisamente en los tiempos en que el paro y la crisis económica son los problemas que más preocupan a los españoles, y los madrileños, aunque un tanto especiales, también son españoles, la Comunidad de Madrid ha recortado un 22% el capítulo dedicado al empleo en los presupuestos para el próximo año.
Esperanza Aguirre no lo dice, pero estoy seguro de que debe pensar que los parados son unos vagos que no aceptan cualquier trabajo o unos ambiciosos que no están dispuestos a emplearse por los sueldos de miseria que pretenden ofrecer sus amigos de la CEIM. Y tiene razones para pensarlo porque apenas hay parados en su familia o entre sus amistades.
Se dice pronto. Casi tres de cada cuatro euros destinados al fomento del empleo o a la asistencia a los que no lo tienen, formación incluida, desaparecen de los presupuestos del gobierno madrileño, el mismo que, no hace tanto, se gastó un millón de euros en colocar la primera piedra de una faraónica Ciudad de la Justicia que, ahora, y nunca mejor dicho, duerme el sueño de los justos.
Por más que lo intento no logro explicarme cuál es el secreto para que esta Esperanza Manostijeras de la Puerta del Sol, soez, pendenciera y deslenguada, reciba tantos votos de los madrileños. No será por su gestión de los servicios públicos que usan los madrileños, porque la sanidad y la educación públicas se deterioran a ojos vista. Quizá sea esa actitud zarzuelera de llegar a las manos y tirarse al moño del rival. Aunque puede que esté equivocado y lo que la hace tan apetitosa para los madrileños a la hora de depositar el voto sea ese temblor de voz y esa lágrima fácil que, muy de vez en cuando y siempre ante las cámaras, dedica a su familia o a su salud.
Cuánto daría porque la Manostijeras de la Puerta del Sol, consciente del peligro que supone para sus conciudadanos,  para no hacerles daño, se retirase como el tierno Eduardo Manostijeras de Tim Burton se escondía en el desván de la casa abandonada. Pero eso sería pedir demasiado, porque, muy al contrario, lo que ha hecho Esperanza Manostijeras ha sido rodear de vallas metálicas la fachada de la sede de su gobierno para protegerse de una hipotética ira de aquellos a los que hace daño.

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