jueves, 19 de enero de 2012

¿EL ALGUACILDOR ALGUACILADO?


Os aseguro que yo también pensé que hay horas a las que los ministros de Hacienda nunca deberían conceder entrevistas, porque luego pasa lo que pasa.
Ayer fue Cristóbal Montoro o alguien de su departamento quien cometió el error de aceptar la invitación de las Cadena SER a esa hora en la que, pee a que ya están puestas las calles, que diría un castizo, todavía no lo están las ideas -las buenas ideas, las claras- en las cabezas de algunos ministros.
A falta de otra respuesta, al señor Montoro, que cada día gana peso político o al menos lo parece, frente a su colega Luis de Guindos, se le ocurrió proponer como medida para el control del gasto en las administraciones públicas penalizar a quienes gasten más de lo que ingresan las entidades que controlan.
A uno, que a esas horas también anda despegándose las sabanas, se e aparecieron entonces las caras -duras- de Jaume Matas, Carlos Fabra, Francisco Camps y unos cuantos más de uno y otro color, que también los hay, y le confortó pensar que acabarían con el traje a rayas, aparcados por un tiempo a la sombra, en lugar de imaginármelos en su palacete, limpiando sus retretes con escobillas de a tres mil euros. Pero fue sólo un momento. Luego pensé en el hecho de que este país ya tiene leyes de sobra para perseguir a los chorizos, por muy investidos de autoridad que están cuando se les pilla con la mano en la caja, y en que los ciudadanos tienen la potestad, aunque demasiado a menudo renuncian a ella, de apear de los cargos a los despilfarradores, aunque se lo gasten sin dolo.
Mi segundo pensamiento, alumbrado ya por el efecto tonificador de un café y unas tostadas es el de que, de preparar una reforma de ese tipo, el encargado de hacerlo sería el, hasta hace unas semanas, alcalde de Madrid, ciudad endeudada donde las haya, especialmente desde que el hoy ministro de Justicia, con cuentas pendientes que habrán de pagar, por ejemplo, mis nietos, si es que llego a tenerlos y deciden quedarse a vivir en Villa Botella, con su calle Manuel Fraga y todo.
¿Cómo sería esa Ley Gallardón? ¿Estaría llena de excepciones como la de gastárselo en comprar y acondicionar el palacio del príncipe de Cenicienta para sede del ayuntamiento? ¿Quedaría al margen un alcalde que llenase de árboles secos las orillas de un río sin agua al que le ha puesto playa? ¿Tendría bula el alcalde que cobra dos veces la recogida de basuras y luego no paga a las concesionarias del servicio porque se ha gastado la pasta en otra cosa?
Demasiadas excepciones para que la ley fuera justa o demasiado estricta una ley que acabaría con el ministro de Justicia entre rejas. Mucho me temo que todo sea un farol o un apagón matinal de las luces del ministro de Hacienda y que nos quedaremos sin ver al alguacilador alguacilado.

No hay comentarios: