miércoles, 22 de febrero de 2012

RENCOR INTERESADO


A la diputada Rosa Díez le cuadra a la perfección una frase que he escuchado muchas veces de labios de Iñaki Gabilondo, una frase que dice más o menos esto "Así como hay gente que busca una solución para cada problema, hay otra que busca un problema para cada solución".
Acabo de asistir a través de las ondas al debut de Amaiur en la sesión de control al Gobierno, interpelando al presidente Rajoy sobre sus planes para solucionar "el conflicto vasco" y he de decir que no ha sido más que una liturgia en la que tanto el diputado vasco como el presidente han lanzado con la mayor serenidad sendos mensajes para tranquilizar a los suyos... y no ha pasado nada.
Frente a eso, ayer, horas antes de este bautismo de la coalición en el pleno. Esa especie de Agustina de Aragón digna de mejor fin en que quiere convertirse la "tránsfuga" socialista, pidió desde la soledad de su grupo la ilegalización de la formación vasca. Y en esa soledad se quedó, porque su propuesta sólo contó con los votos de sus fieles.
Creo que lo que en realidad pretendía la diputada Díez era forzar a los populares a sumarse a su intransigencia o, en caso contrario y como sucedió, convertirse en el refugio de quienes no acaban de entender que lo que necesita este país, antes de vengarse de ETA por el dolor causado, es acabar con eta para que deje de causar dolor.
Afortunadamente, el cálculo miserable de la portavoz de UPyD propició todo lo contrario que no fue otra cosa que un acuerdo prácticamente unitario de las fuerzas parlamentarias para alcanzar el fin definitivo de la banda, algo que a nadie se le escapa será más fácil si Amaiur sigue siendo un interlocutor al que el Gobierno, en este caso Rajoy, pueda pedir, como ha pedido hoy desde la tribuna del Congreso, que medie ante los terroristas para que conseguir la disolución de ETA.
No sé cuánto tiempo tardará el partido de Díez en entrar en crisis. No sé cuánto tardarán los ciudadanos y sus propios militantes, llenos de buena voluntad, en verle el plumero a la ex consejera de Turismo vasca. Lo que sí tengo claro es que las contradicciones en que cae por su afán de hacer de cada asunto un banderín de enganche al que sumar a todos los descontentos que en el mundo son acabarán por ponerla frente al espejo con todas sus miserias.
Negar que el partido de Rosa Díez es un buen ejemplo de marketing político sería tan absurdo como creer que está llamado a perdurar.
El rencor y el victimismo venden tanto como las burbujas de los refrescos, pero hay muchos refrescos con burbujas y no todos se venden.

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