viernes, 23 de marzo de 2012

REHENES ALLA TURCA


Ayer, qué casualidad, nada más enterarme de que Telefónica había contratado a los cónyuges de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría y el diputado socialista Eduardo Madina, vi un interesante documental sobre la vida de Dracul el Empalador, el sanguinario tirano de Transilvania en el que está inspirado el personaje de Drácula.
Os preguntaréis qué tienen que ver las decisiones de Telefónica con la vida de un tipo tan delirante que, al menos eso se cuenta de él, tenía el cuajo suficiente como para almorzar al pie de las estacas en las que agonizaban sus enemigos, empalados vivos. Pues bien la relación entre unos y otros es que ambos fueron tomados como rehenes:
Me explico: Dracul, hijo del tirano del mismo nombre que, durante años, frenó la progresión de los turcos en Europa, fue víctima de la estrategia de los turcos que obligaba a los adversarios con los que firmaba pactos y treguas a enviar a sus hijos a Estambul, como garantía de que el acuerdo iba a ser respetado.
El que luego sería conocido como El Empalador sufrió en la capital otomana todo tipo de abusos y vejaciones, incluida la sodomización por parte de sus guardianes, lo que, según sus biógrafos más generosos podría justificar su crueldad. Sin embargo, finalmente fue devuelto a Transilvania que gobernó con una crueldad y arbitrariedad extrema.
No quiero decir con ello que la esposa de Madina o el marido de la vicepresidenta puedan llegar a convertirse en sádicos empaladores, lo que me hace asociar la situación actual con la vida del tirano es el hecho de que Telefónica, al igual que los turcos, los ha tomado como rehenes, porque ¿quién puede creer que, a partir de ahora, uno y otra no van a ver con mayor simpatía a la empresa en la que trabajan sus parejas?
Fina estrategia de una empresa privada heredera de un monopolio público que ha tenido y tiene a sus clientes empalados con una serie de tarifas y condiciones inéditas en el resto de Europa, sin que, desde el gobierno -los sucesivos gobiernos- se la haya metido nunca en cintura. Fina estrategia que, sobre el papel, es incontestable, pero que se parece mucho a esa reserva de sillones, generosos en sueldo, de determinados consejos de administración para hermanos, cuñados o cónyuges de altos cargos o a los millonarios fichajes de ex presidentes o ex altos cargos, no se sabe muy bien si para agradecer favores, para obtener información y contactos privilegiados o, quién sabe, tomarlos como rehenes.

Y eso, en tiempos en los que lo habitual es ser despedido y lo extraordinario obtener un puedto de trabajo, duele y escuece como debe doler y escocer que te metan una estaca por donde podéis imaginaros.


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