lunes, 30 de abril de 2012

HOOLIGAN ENTRE LOS HOOLIGANS


Lo ha vuelto a hacer. Una vez más, Esperanza Aguirre ha demostrado ser el personaje más pendenciero de la política española y eso que “haberlos, haylos” y, por cierto, muchos. Otra vez, se ha puesto a los mandos de la apisonadora para aplastar, al menos para intentarlo de boquilla, cualquier asomo de rebeldía o, simplemente, de protesta contra las injustas medidas del Gobierno y, de paso, para pisar algún que otro callo entre los suyos.
A qué viene, me pregunto, envolverse en la bandera para decir lo que dijo ayer en el congreso de su partido en Madrid ¿Acaso no son también españoles los millones de parados, los jóvenes marginados del trabajo, la universidad y la sanidad, los docentes que se han quedado en la calle, los padres de los niños que se amontonarán en las escuelas, los pensionistas enfermos que tendrán que anticipar al Estado de su escuálida pensión una parte del importe de sus medicamentos o los jóvenes que están comenzando a buscar su futuro en el extranjero?
Son españoles, pero no son grandes de España. No son privilegiados que, como ella, no tienen que plantearse cómo va a ser el futuro de sus hijos o cómo serán sus últimos años de vida. A ella no le afecta, porque es "rica de familia" y sus hijos lo seguirán siendo. Pertenece a esa casta de los que siempre han ido a caballo y lo han mirado todo y a todos desde arriba. Pero sabe ser también, como la mayoría de los señoritos, malhablada y descarada, pendenciera y marrullera, como el más hooligan de los hooligans. Y lo ha demostrado de sobra.
Resulta curioso, o quizá no tanto, ver como superpone a su política neo liberal, la de "mi única patria, el dinero" los colores de la bandera. Debe ser algún gesto a prendido de sus mayores, duques, condes y barones, a los que siempre les ha ido bien con ella. Pero también es un modo de tocar a rebato para que todos aquellos a los que movilizaba el PP en la oposición apoyen, sotanas incluidas, las medidas más injustas medidas que se han tomado en este país en los últimos tiempos.
Pero el discurso de Aguirer es doble, porque, bajo el disfraz del apoyo incondicional a Rajoy, le está diciendo que ella tiene más arrestos que él, al tiempo que se está postulando para ser el recambio que siempre ha querido ser, cuando el castillo de naipes en que se ha embarcado el presidente se venga abajo con estrépito. Si yo fuese Rajoy, desde ayer estaría mucho menos tranquilo, porque, con amigos como Aguirre, para que quiere enemigos.


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domingo, 29 de abril de 2012

LA DERRAMA DE MONTORO


Quien vive en una comunidad de vecinos seguro que alguna vez ha tenido que enfrentarse a la quiebra de la caja común o, cuando menos, a la necesidad de inyectar dinero para hacer frente a los pagos habituales y, muchas veces, a necesarias reformas. Pues bien, ese microcosmos que, al fin y al cabo, es una comunidad de vecinos sirve para explicar de alguna manera el universo económico de un país.
En todo país, especialmente en España, hay "vecinos" al corriente de pago y otros, los morosos, que no lo están. Pero también hay, especialmente en los edificios grandes y antiguos, vecinos de muchas categorías. Los hay que viven en lo que se ha llamado siempre "el principal", el más cómodo cuando no había tanto tráfico y tampoco ascensores. Están luego quienes viven en las plantas, digamos, más normales, y quienes viven en buhardillas y apartamentos resultantes de la división especulativa de viviendas más grandes. Pero también hay quienes, a nivel de calle o en cualquiera de los pisos, tienen negocios y despachos abiertos al público.
No sería justo, y no lo es, que todos esos vecinos pagasen una mensualidad para los gastos de la comunidad igual o parecida, porque no todos disfrutan de los mismos metros cuadrados ni todos sacan beneficio de su propiedad. Por eso, se suele equilibrar ese recibo a pagar, adecuándolo a esas circunstancias. Pero no siempre es así y eso es lo que está pasando en nuestro país.
Hay quien pretende que las buhardillas que, en ese edificio imaginario que podría ser España, ocupan jubilados, pensionistas, parados y enfermos se queden sin el ascensor del Estado de Bienestar que les permite bajar a la calle de la vida y subir hasta el penoso fin de mes. Pero, claro, a los del principal, a los del bufete de abogados, los comercios de lujo que dan a la calle y al dentista del Primero B no les apetece nada pagar ese ascensor que no necesitan. Los vecinos más "pudientes" son partidarios de no gastar un céntimo gastar en cosas que ellos consideran innecesarias. Eso, si no amenazan con cerrar el piso y marcharse, dejando a la intemperie al resto de vecinos.
Sin embargo llega un momento en el que, hasta para hacer frente a lo imprescindible, es necesario meter más euritos en la caja de la comunidad. Es entonces cuando aparece la temida derrama. Ese gasto extra con el que hacer frente a las deudas y los costurones que hay que hacerle al edificio. En el caso de nuestro ejemplo, España, la derrama va a ser el incremento del IVA, pero al encargado de anunciarla, que había jurado una y otra vez que nunca haría una, le dio miedo la palabra y decidió inventarse una: la "componderación" que, por mi parte, colocará junto a su "Alamín".
De lo que no habla, ni en verso ni en prosa, es de meterle mano al patrimonio de los del principal, ni de cobrarles el recibo a los sumergidos del sótano, ni, mucho menos, de hacer que paguen más quienes se están llevado una pasta por los boyantes despachos y negocios que tienen en el edificio.


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sábado, 28 de abril de 2012

TONTOS ÚTILES



Como tontos útiles. Supongo que es así como se habrán sentido los miembros de las Asociaciones de Víctimas del Terrorismo que tanto pareció antes defender el PP, al comprobar, después de su entrevista con el ministro del Interior, que sólo fueron uno más de los arietes, quizá el más desgastado, que utilizó el PP en su acoso al gobierno de Zapatero.
Vaya de antemano mi solidaridad con su dolor y mi comprensión para con si ira, aunque nunca podrán contar con mi apoyo en su pretensión de dar su visto bueno a cualquier camino que se emprenda para encontrar una solución que permita poner fin de una manera digna que no resulte inaceptable para la otra parte, ahora que ETA ha dado un paso tan importante para la paz, como parar su actividad terrorista sin condiciones previas.
No quiero decir con esto que me pongo del lado de las víctimas y en contra del Gobierno, no. Más bien al contrario, creo que cualquier paso que dé Interior en este sentido, si es que éste lo ha sido, no sólo será positivo, sino que quizá llegue tarde. Y es que lo anunciado por Fernández Díaz en Luxemburgo -otra vez un cambio en la política del PP se hace fuera de nuestras fronteras- no es exactamente una novedad, salvo en lo relativo a la petición de perdón, sino más bien un intento de desviar el debate de lo que realmente preocupa de fronteras para adentro que es la situación económica.
Porque en ese aspecto sí que ha habido tontos útiles. Exactamente todos aquellos que dieron su voto al PP creyendo que, con sólo darle el gobierno a Rajoy, el panorama económico se iba a volver como un calcetín, todos quienes creyeron que, con los populares al frente del país iban a bajar el paro y el déficit sin tocar los impuestos, la sanidad, la enseñanza, las pensiones o el sueldo de los funcionarios.
Ya hemos visto de lo que han sido capaces en sólo cuatro meses. No sólo ha crecido el número de parados, sino que éste se ceba especialmente en los jóvenes, y eso después de una reforma laboral que, a la espera de lo que diga el Tribunal Constitucional, ha devuelto los derechos de los trabajadores a los tiempos del franquismo, si no mucho más atrás. Y es que los principales agentes de la destrucción de empleo han sido, con sus impagos, la paralización de inversiones y el despido de trabajadores interinos, las propias administraciones.
También han sido tontos útiles los que creyeron a Rajoy cuando aseguraba en campaña que no subiría los impuestos, algo que repetidas veces, antes y después de llegar a la Moncloa y que en más de una ocasión calificó de barbaridad y ocurrencia. Qué dirán el año que viene, cuando, si no lo hace antes, Rajoy les suba el IVA. Y qué decir de los pensionistas que han visto como, primero vía IRPF y ahora con el medicamentazo, a la espera de la subida del IVA, ven caer día tras día el poder adquisitivo de su paga.
También los miles de jóvenes que, no sólo ven que sus empleos no llegan, sino que ven cómo están siendo expulsados de la Sanidad Pública y de la Universidad, mientras los que, tan afortunados como frustrados, se ven empujados a la emigración como lo fueron los españoles de dos generaciones atrás. A cambio, el Gobierno que se ve incapaz de engañarles por más tiempo, opta por la ley y el orden, pretendiendo para la calle el silencio del pánico a la Policía y echando d menos para las redes sociales el descaro de la censura de China y el resto de dictaduras, árabes o no.
Por lo visto, los únicos beneficiados han sido le iglesia, con sus obispos, orondos y despegados del país real, los ricos de toda la vida, que seguirán viendo intacto su patrimonio, y los de ahora mismo que, con negocios oscuros, cuando no directamente de la corrupción y otras formas de delincuencia, han obtenido el premio gordo de la amnistía fiscal.
Demasiados tontos útiles, para que lo sigan siendo por mucho tiempo. Es tal el memorial de agravios y mentiras que, si figurasen en un contrato, con una firma al pie, o si, como los folletos publicitarios, obligasen, salvo error de impresión, Rajoy y todos sus cariacontecidos ministros tendrían un serio problema legal que podría dar con sus huesos en la cárcel, porque, hay que decirlo ya, han estafado a todos aquellos tontos útiles que les dieron su voto para abrir el camino de salida a la crisis.

Hasta el Financial Times y alguna agencia de calificación son capaces de ver lo que no ve o no quiere ver el Gobierno: que, así, vamos camino de graves problemas de inestabilidad social. Y, si no, al tiempo.


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viernes, 27 de abril de 2012

ERA LA BANCA, ESTÚPIDO


Era la banca, estúpido. El problema de España no era la "rigidez del mercado de trabajo, a mí me despidieron antes de la reforma. Tampoco lo era el exceso de gasto de las distintas administraciones. Mucho menos lo era el Estado de Bienestar que casi fugazmente han disfrutado algunos españoles: la sanidad para todos, las pensiones o la ayuda a la dependencia que, en la práctica, apenas llegó a ser efectiva. Mucho menos lo eran la enseñanza obligatoria y gratuita hasta los dieciséis, las universidades, las becas o la investigación científica y el gasto en I+D. El problema era, y ahora que no tienen más remedio lo confiesan, la banca, la codiciosa e imprudente banca española.
La solución hubiese sido impedir el excesivo "monocultivo" inmobiliario en el que se han revolcado los bancos españoles, rebozándose en compra de suelo, promociones ahora inviables e hipotecas imposibles de asumir por quienes las suscriben. Ha sido una delirante huida hacia adelante, en la que los bancos pretendieron "trincar" de arriba, de abajo, por detrás y por delante.
Han invertido el dinero de sus depositantes en el aire de la burbuja inmobiliaria, comprando suelo, dando crédito a promotores y, además, dándoselo en hipotecas sobrevaloradas a quien jamás podría devolvérselas, para que comprasen los pisos que saturaban el mercado, pisos de los que esos bancos ya habían trincado.
Para esa borrachera especulativa no bastaba con los fondos de la banca española. Había que salir al mercado exterior a "comprar" dinero para poder prestarlo. Así una y otra vez, hasta que la máquina se rompió, dejando a quienes tomaron las hipotecas sin trabajo o con los sueldos recortados, a las pequeñas empresas sin crédito para pagar las nóminas a sus empleados y las deudas a unos proveedores a los que les está pasando lo mismo en un círculo vicioso e infernal.
La banca, eso sí, ha encontrado el silencio cómplice de los dos gobiernos testigos de esta crisis, porque silbar y mirar para otro lado parecía la consigna. Los partidos tiene deudas a veces inconfesables con la banca y a los gobiernos les ha venido muy bien que compraran su deuda. De ese modo, lo que debería haber sido la solución se ha convertido en el problema, porque todas las medidas que se han tomado, todas las inyecciones de capital que se han venido haciendo han acabado como acaban las joyas de la familia en manos de un ludópata o un yonqui, desapareciendo por el sumidero de su adicción.
La banca tiene una parte importante de sus fondos bloqueados en el sector inmobiliario y no valen lo que dicen que valen. De paso, trampean y engañan a quienes les confían su dinero con productos tóxicos, por no decir delictivos.  Sin embargo, ahí siguen, haciéndose los tontos y repartiendo dividendos como si nada hubiera pasado. Lo peor es que gran parte de las ayudas que reciben o del dinero que toman en condiciones ventajosas del BCE, lo vuelven a inmovilizar y no fluye como debiera. Así nos va.
Hoy hemos amanecido con nuestra deuda a dos escalones del bono basura. Y aquí nadie parece decir nada. Cualquier otra noticia parece más interesante que las pesadas y reiteradas malas noticias de la economía. Tampoco lo dice, tampoco lo ha dicho, más bien al contrario, un señor al que le pagan, le pagamos, todos los españoles para que vigile la banca y a los banqueros.
Miguel Ángel Fernández Ordóñez estaba ocupado y preocupado por todo aquello que no le incumbía, gasto, mercado laboral y todos los etcéteras que queráis añadir. Y yo ahora puedo decir, el consuelo de tonto que me queda, "era la banca, estúpido".


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jueves, 26 de abril de 2012

EL "ALAMÍN" DE MONTORO



Nadie puede ser más ridículo que aquel que pretende dar lecciones a los demás y, mientras lo hace, evidencia lo poco que sabe. Le acaba de pasar a nuestro -perdón, quise decir "su", porque un tipo así nunca puede ser nuestro- ministro de Hacienda que en un lance del debate de Presupuestos, intentó citar a Winston Churchill, paradigma de los conservadores que han sido y serán, tal y como acostumbraba a hacer Fraga, y lo hizo, como también acostumbran los políticos, "tirando" de librito de frases célebres o de discurso escrito por algún colaborador, algo de lo que sabe mucho, así como de las tarifas que se pagan por ellos, Jaume Matas que, pobrecito, acaba de salvarse del desahucio de su palacete de Palma. Leía el ministro sus notas y, a la hora de hacer la cita, nos dijo que Churchill la pronunció tras la batalla de El Alamín. Sí, dijo El Alamín, en lugar de decir EL Alamein, nombre de sobra conocido por quien ha leído dos libros, visto tres películas y seguido cuatro documentales sobre la Segunda Guerra Mundial o sobre la geografía de Egipto.
Es entonces cuando me planteo que, si los conocimientos de Historia de Cristóbal Montoro están así de hilvanados, por qué no puede ocurrir otro tanto con lo que sabe de Economía o, lo que es peor, sobre la situación real de la economía y la sociedad española. Si nos atenemos a lo que está asando desde que él y sus compañeros llegaron al Gobierno, parece que no sabe mucho ni de una ni de otra materia.
Lo mismo está ocurriendo en el resto de Europa, donde gobiernos neoliberales y serviles gobiernan desde la ideología con criterios estrictamente contables, sin empatizar con la sociedad que está sufriendo como no lo hacía desde la Segunda Guerra a la que quiso referirse ayer Montoro. Son como esas acémilas enganchadas a una noria, condenadas a seguir una y otra vez el círculo, vicioso, que les impone el amo.
Resulta paradójico, y evidencia la falta de sentido común de estos dirigentes, que, ahora que ya nos tienen a sus pies y sin un euro que gastar, caigan en la cuenta de que ya no podemos comprar sus coches, sus frigoríficos y sus lavadoras y que eso enfría su economía.
Es el signo de los tiempos. La economía especulativa llevada a los extremos en que la está llevando una mujer, educada en la Alemania Oriental, paraíso de los planes quinquenales, y reconvertida al capitalismo más duro, no puede tener otros resultados que los que estamos viendo.
El trabajo ha dejado de ser un bien en sí mismo. Las fábricas ya no valen lo que producen, sino lo que se puede sacar por ellas en una operación de venta o absorción meramente especulativa. Los derechos adquiridos en la construcción del Estado del Bienestar, argullo nuestro y envidia de otros países han pasado, de la noche a la mañana, a ser presuntamente insostenibles y, por tanto, dignos de ser desguazados, aunque la experiencia demuestre que la otra sanidad, la privada, es mucho más cara, en especial socialmente.
Reino Unido ha entrado en recesión, A Alemania comienzan a pesarle los pies, Francia parece harta del dúo Merkozy, Holanda se ha quedado sin gobierno. Y Grecia, Portugal, Irlanda, Italia y nosotros mismos estamos como estamos.
¿No será que Montoro y el resto de ministros del ramo en Europa saben tanto de Economía como de El "Alamín"?

miércoles, 25 de abril de 2012

PÍO,. PÍO, QUE YO NO HE SIDO



Si no fuese terrible, casi podría resultar enternecedor escuchar al ministro de Hacienda culpando a los socialistas del pasado y a las comunidades autónomas de lo que pueda ocurrir en el futuro. Era como esos niños que, con churretones de chocolate en la cara y las manos pringosas, niegan habérselo comido, aunque a mí me recordaba a esos defensas -Pepe, por ejemplo- que parecen entrenar, no sólo cómo quitarse de en medio al contrario, sino el gesto, manos abiertas y a la altura de los hombros, que equivaldría a un "si yo no he hecho nada" de quien, en la infancia, ha sido sorprendido en una travesura.
Ahora bien, pensar que son como niños, inocentes en esos rudimentos de malicia, sería muy generoso. Saben muy bien lo que hacen y saben que, en lo que hacen, no está la solución a los graves problemas que vive España, pero lo hacen. Y lo hacen echando un sistema que, hasta ahora, mal que bien, nos ha servido y que, si puede llegar a resultar inviable, es porque no está dotado de recursos suficientes, porque unos y otros, por el afán de arañar votos, sea cual sea el coste, han ido bajando los impuestos hasta llegar al absurdo, defendido por Zapatero, de que hacer tal cosa era de izquierdas.
El Gobierno y el partido que lo sostiene se van a quedar solos en la defensa de estos presupuestos tan duro como injustos. Tienen la mayoría absoluta que le dieron una gran mayoría de españoles creyendo, al menos eso quiero pensar, en las mentiras y silencios de Rajoy, y los van a sacar, porque les sobran los escaños. Pero esta situación va a degenerar en una ciclogénesis explosiva, como esa "Petra" que hoy azota el norte de España, de la que no sabemos ni cuándo ni cómo se va a manifestar.
De un plumazo van a excluir del sistema sanitario no sólo a los inmigrantes sin papeles, algo injusto, moralmente reprobable y sanitariamente peligroso por el riesgo que supone dejar fuera de control determinadas epidemias, sino que también, y no sé como no hay ya protestas en las calles, a los jóvenes que superen los veintiséis años y aún no hayan cotizado por no haber tenido un empleo "legal".
No me explico, insisto, cómo no se ha destacado más este aspecto de la reforma del sistema, porque los jóvenes que han terminado sus estudios y no han encontrado un trabajo con derecho a Seguridad Social, porque lo único que les ofrecen son las prácticas y becas con las que muchas empresas se permiten adelgazar sus plantillas, van a tener que cuidar mucho su salud o tendrán que buscar un médico particular, porque, para el Gobierno, pasarán a tener la misma consideración que quienes, cada vez menos, llegan a España ilegalmente.
Llevo mucho tiempo dándole vueltas al asunto y creo, con Maruja Torres, que nada de esto es fruto de la improvisación. Creo que la crisis es una soga que alguien nos ha puesto al cuello para dejarnos sin aliento y aturdidos mientras los de siempre nos dejan en pura pelota. Esos jóvenes a los que, desde los medios controlados por los de siempre, se machacón con el apodo de "generación nini" porque ni estudian ni trabajan -lo primero porque no han podido o han terminado sus carreras y lo segundo porque no encuentran dónde hacerlo- están ahora en la calle, expuestos a la gripe y cosas peores. Y el coste de su salud correrá a cuenta de sus padres o se tendrán que buscar la vida.
Quizá lo persiga esta exclusión del sistema de estos jóvenes sea chantajearles para que acepten cualquier contrato basura para poder utilizar el sistema sanitario, porque lo que han venido pagando sus padres religiosamente cada mes.
Montoro podrá culpar a quien quiera, pero lo que han hecho con nuestra sanidad lo han hecho a conciencia y van a conseguir que a la España que dejen, después de este sueño de justicia social interrumpido de golpe, no la va a conocer, para mal, ni la madre que la parió, que diría Alfonso Guerra.
Eso sí, seguirán canturreando eso de "pío, pío, que yo no he sido".


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martes, 24 de abril de 2012

A LA CALLE, QUE YA ES HORA



Hace apenas unos meses me hubiera indignado con quien se atreviese a poner en cuestión los resultados de unas elecciones democráticas. Ahora, sin embargo, he de reconocer que me cuento entre la legión de quienes creen que hay que hacer algo más que esperar a que, dentro de cuatro años, nos llamen otra vez a las urnas. Eso, si nos llaman, porque esta gente parece dispuesta a todo.
Lo que digo no es caprichoso. Tampoco el resultado de un calentón. Lo que ocurre es que, en apenas cuatro meses, el Partido Popular ha incumplido con esmero todos y cada uno de los compromisos que hizo en campaña, procediendo a la poda abusiva del Estado de Bienestar y quién sabe -lo de RTVE es muy preocupante- si del mismo sistema democrático.
Llegaron al poder haciendo creer a quien quiso creerles que iban a acabar con la crisis con su mera presencia y, por el contrario, no sólo no han acabado con ella, sino que, desde que están en el gobierno, todos los indicadores económicos han ido a peor. Paro, déficit, deuda, prima de riesgo, reactivación del crédito... todo se ha venido aún más abajo si cabe. Y no parece que las cosas vayan a cambiar a corto o medio plazo.
Estamos secuestrados por el poder económico, oscuro y siniestro, que ha colocado a sus peones en los puestos clave de los gobiernos y que se permite decirnos, con subidas y bajadas bursátiles, si le gustan los resultados electorales de Francia o no. Y yo, que para algunas cosas soy muy primario, me digo: si a los mercados no les gusta que haya un socialista en la presidencia de Francia, es por ahí donde hay que ir.
Ojalá los españoles pudiésemos, como los franceses, decir, de aquí a dos semanas, lo que nos parecen quienes nos, a cambio de nada, nos están recortando los derechos que tantos años y tantos sacrificios nos ha costado conseguir. Hoy se ha sabido que, por ejemplo, Valencia, paradigma del caos caciquil y derrochón del PP y, ahora, de su contrapartida del tijeretazo y tente tieso, pretende poner en la calle nada menos que a cinco mil funcionarios. O lo que es lo mismo, una penitencia hecha de aspavientos y gestos para la galería, para hacerse perdonar los escándalos del pasado.
Mientras tanto, nadie coge por los cuernos el toro del desastre bancario en que vive España. Y nadie lo hace, porque les tienen y nos tienen secuestrados. Los bancos nos engañaron haciéndonos creer que, domiciliando nóminas, pensiones y recibos, íbamos a ser más libres. Luego nos convencieron de que podíamos tener una casa o un coche mejores que los que teníamos, a cambio de "comprar" sus créditos y sus hipotecas. También, sin el menor escrúpulo, se quedaron con nuestros ahorros, inmovilizándolos en "productos financieros" llenos de trampas -perdón, de letra pequeña- que ha dejado a más de uno con dos palmos de narices al comprobar que ha perdido el control sobre los mismos. Y, todo, sin que nada ni nadie les cante las cuarenta o los ponga en cintura.
Se ha dicho que el problema de España está en la construcción y la crisis inmobiliaria y no es cierto. El problema de España es la banca, esa banca que ha comprado dinero fuera, para prestárnoslo con intereses nada cómodos, a devolver en plazos inverosímiles, hasta que el sistema ha reventado y el gobierno, los gobiernos, han comenzado a echar dinero público en el agujero que han creado, como quien echa agua en un cesto. Dinero que tiene que comprar fuera y que deja de fluir hacia quienes no son banca ni grandes empresas, dejando a los ciudadanos, esos que votan, sin trabajo, sin estado de bienestar y sin derechos.
La izquierda -partidos y sindicatos- tienen claro que la batalla no puede estar ya en las Cortes y que hay que darla en los tribunales -en el Constitucional, en concreto- y en la calle. Y yo estoy de acuerdo. Por eso y porque creo que las pasadas elecciones están viciadas por el engaño del PP, otra vez hoy me suenan esperanzadores y necesarios los versos del ingeniero poeta Gabriel Celaya: "A la calle, que ya es hora..."


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lunes, 23 de abril de 2012

Y SI FUESE EL COMIENZO DE ALGO

Como con el Real Madrid y la liga, aún es pronto para cantar el necesario triunfo de la izquierda en las presidenciales francesas, pero no cabe duda de que ambos ya están llamando a la puerta. A la espera de los resultados de la segunda vuelta que recolocarán los votos de la izquierda no socialista y los que se llevó casi por sorpresa el ultraderechista Frente Nacional, parece que Angela Merkel se ha quedado sin pareja de baile en Europa y eso no puede ser más que una buena noticia para todos los europeos, especialmente para los denostados ciudadanos del sur, angustiados por tener que pagar las cuantas de una banca que, ella sí, ha hecho negocio muy por encima de sus posibilidades, endeudándose en el exterior y haciéndonos creer que nos era posible vivir mejor, mientras nos sacaban los higadillos.
Que un socialista llegue a la presidencia de Francia después de tantos años y armado de un proyecto de redistribución del coste de la crisis no puede ser más que una buena noticia.
La frialdad, el carácter implacable y, por qué no decirlo, el desprecio hacia los derrochadores del sur de la canciller alamana no tendrá ya el acompañamiento de palmas de Sarkozy, al que los franceses, y ya era hora, parece que que le han visto el plumero.
Era más que ingenuo pretender que los europeos que han tumbado gobiernos de todos los colores para sustituirlos por otros que, por desgracia, no han hecho otra cosa que decir "si señora" a toso los deseos de Merkel o de quien quiera que esté detrás de ella, sin que las cosas mejorasen, sino todo lo contrario.
Parece claro que las cartas de esta partida estaban mal dadas y que ha llegado el momento de repartir de nuevo. La responsabilidad de Hollande, si gana la segunda vuelta, va a ser mucha, porque va a ser el espejo en el que se miren quienes en la Europa del euro creemos, estamos convencidos, de que otra política económica es posible.
Por eso lo de ayer no hace sino traer esperanzas de que el triunfo de la izquierda sea el comienzo de algo más grande.


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domingo, 22 de abril de 2012

SIN TESTIGOS


Me preguntaba ayer en facebook qué pretende el PP, porque, si en cuatro meses ha sido capaz de llevar a cabo todos los recortes que ha puesto en marcha, recortes económicos y, lo que es más grave, en los derechos de los ciudadanos, debe ser porque no tiene unas elecciones como horizonte. Y no es que sea yo partidario del "pan y circo" que no lo soy, ni del populismo de, por ejemplo, Hugo Chávez o Cristina Fernández de Kirchner, pero entre la barra libre y el ayuno que pretenden imponernos hay todo un mundo.
Lo que están haciendo, deprisa y corriendo y sin anestesia, es una salvajada que tendrá consecuencias en la calle y, sobre todo, en la opinión pública. Naturalmente, eso no se les escapa y, por ello, trabajan en la solución. Mejor dicho, en su solución.
El vocacional ministro de la porra anda ya tomando y planeando medidas que sacuden los cimientos de nuestra constitución. Pretender poner candados a las redes sociales, para impedir la convocatoria de concentraciones que deriven en actos violentos, perseguir penalmente, con prisión preventiva, la resistencia pacífica y la desobediencia a la autoridad o suspender la libre circulación de ciudadanos que consagra el tratado de Schengen no son más que una muestra de sus intenciones. Unas intenciones nada tranquilizadoras, por cierto.
Eso, en cuanto a la calle, en cuanto a la opinión pública, como diría el Aznar más tejano ya "están trabajando en ello", No les basta con la "prensa amiga". Tampoco, con la prensa dócil y asustada. Ni tan siquiera con las televisiones autonómicas, convertidas en enormes y carísimos versalles, de los que ahora quieren desprenderse en beneficio de los amigos de siempre. Ahora quieren cargarse y de hecho se han cargado el único medio que, por ley y en la práctica, estaba siendo objetivo y que a algunos ministros, como, por ejemplo, Cristóbal Montoro, no les gusta nada y no han tenido el menor reparo en decírlo públicamente.
Estoy hablando, claro, de Radio Televisión Española, sometida a un estatuto que hasta ahora la había dejado al margen de las servidumbres de la publicidad y el Gobierno. Pues el gobierno de las prisas también tiene solución para eso: reformando la ley hasta hacer innecesario el consenso necesario hasta ahora para nombrar a su responsable y dejando fuera, expulsando, del Consejo de RTVE a los sindicatos.
Ese es, punto por punto, el plan de ruta que ha seguido hasta ahora en Madrid Esperanza Aguirre y no hay más que ver el estado de salud de la democracia en la Comunidad de Madrid o ver cualquier programa de su ruinosa Telemadrid para saber de lo que hablo. Una televisión que para sí la hubiese querido el mismo Franco, con unos presupuestos inversamente proporcionales a sus índices de audiencia, en la que las escaletas se deciden en despachos ajenos al ente.
También aquí se expulsa, siempre que se puede, a los sindicatos que, con sus más y sus menso, si no menos dóciles que los partidos, si tienen, al menos, intereses distintos de ellos. No hay más que ver en cómo ha degenerado la contratación de algunos cargos directivos, con la vuelta de los hijos y los cuñados de un modo que envidiaría e mismísimo Cornelio Nepote.
Siempre se ha hablado de la díscola Esperanza Aguirre y, sin embargo, el gobierno presuntamente presidido por Rajoy está recorriendo, paso a paso, el camino recorrido por la condesa. Los sindicatos son testigos incómodos y, por lo tanto, se les expulsa de los órganos que toman o supervisan las decisiones.
Es lógico. Cuando uno tiene pensado cometer un crimen, nada mejor que hacerlo sin testigos.


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sábado, 21 de abril de 2012

DE TIROS, ELEFANTES, LIEBRES Y COTOS

Hace un rato leía esto en el muro de una amiga en facebook: "El Sr. Rajoy es un pusilánime, gris y aburrido". Habrá que piense que es una simpleza falta de ingenio y, sin embargo, dice mucho de lo que, si algo o alguien no lo remedia, nos espera a los españoles en los próximos años. Nunca, al menos en democracia, ningún gobernante de los que lo han sido en este país se ha mostrado más gris, más aburrido y más falto de coraje. Ni siquiera Leopoldo Calvo Sotelo que tuvo el arrojo de sentar ante un consejo de guerra, si no a todos, a gran parte de los responsables del intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.
Rajoy es otra cosa. Rajoy, al que, como todo el mundo sabe, le falta el valor suficiente para enfrentarse a su propia verdad y que, de vez en cuando, necesita "clandestinizarse", es incapaz de hacer frente por derecho y en tiempo a los graves asuntos de estado que pasan por sus manos cada día. No hay más que ver, para comprobar lo que escribo, lo que "nos" ha ocurrido esta semana dentro y fuera de nuestras fronteras.
Aturdidos por caderas reales, tiros en los pies y expropiaciones a empresas casi españolas, que no de los españoles, nos han amputado una parte importante de lo conseguido en las tres últimas décadas. De un plumazo, han borrado la esperanza de muchas familias españolas de que sus hijos algún día puedan salir del bloque en que se hacinan, mediante la educación pública y gratuita. Los zarpazos del ministro Wert han dejado a nuestros hijos sin miles de profesores y amontonados en las aulas y, con la subida de tasas, las universidades han dejado de estar al alcance de todos.
Por si fuera poco, previamente restaron cuatro cafés de dos euros o seis periódicos, si no son de fin de semana, al presupuesto de los pensionistas, además de, ayer lo supinos, sacar de la asistencia sanitaria primaria a los inmigrantes sin papeles, una irresponsabilidad que puede llevar a la vuelta de enfermedades casi olvidadas, amén de ser una injusticia innegable.
Recortes, recortes y más recortes que, pilotados desde Berlín y Bruselas que, sin embargo, no aplacan a ese "cuarto Reich" que son los mercados y que ya no sé si trabajan para Merkel o si Merkel trabaja para ellos. Lo contaba ayer en la Cadena SER muy gráficamente Felpe González, quien, con sus luces y sus sombras, ha sido, quizá, el último gran estadista español, recurriendo a la imagen de un galgo, España, corriendo en el canódromo, al que ponen la liebre casi al alcance de sus fauces para que redoble el esfuerzo de los recortes, y, cuando los hace, vuelven a ponérsela más lejos para que siga corriendo, creyendo que puede alcanzarla. Pero la liebre es mecánica y la controla un ser perverso que volverá a acercársela para que redoble los recortes y volverá a alejársela para que siga corriendo hasta que, como Grecia y Portugal, reviente.
Pero... volvamos al asunto que, al parecer, más ha preocupado al Gobierno y los medios: Repsol y la expropiación de YPF que, según el poco avispado e imprudente, aunque monárquico, según el mismo se proclama, ministro Margallo ha sido un tiro en el pie de Argentina. Un tiro en el pie al que España ha contestado renunciando al biodiesel barato con que alimenta su industria, lo que encarecerá los costes en momentos de recesión y no deja de ser un tiro al pobre elefante en que se ha convertido España.
Pero no os preocupéis. Con una prensa cogida por los huevos -perdón, pero es tan gráfico- de sus enormes deudas, unas televisiones autonómicas teledirigidas desde las sedes gubernamentales y una T´VE que va a dejar de ser el remanso de objetividad en que se había convertido con la cacicada aprobada ayer por el Gobierno, no nos vamos a enterar de nada. Salvo que vayamos a la farmacia, mandemos a nuestros hijos al colegio o a la universidad, cojamos el metro en Madrid o, simplemente vayamos a la compra. Mucho me temo que, en unos meses, TVE va a volvera  ser un coto en el que, como en Telemadrid, Canal Sur y Canal Nou, solo cacen los que mandan.
Ay, Felipe de mi vida, cuánto te echamos de menos -a ti y a Kohl- al menos algunos.


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viernes, 20 de abril de 2012

IDEOLOGÍA


Como una maldición bíblica, antes o después y por más que se practique el disimulo, acaban por aflorar los esqueletos que cada uno de nosotros guardamos en los armarios. Nos pasa a todos y le está pasando, cada vez más al PP, al que, en cuanto abre el ropero, le asoman los huesos blancos y fríos de su ideología.
Le pasó el miércoles al líder del Partido Popular del País Vasco, el otrora sensato Antonio Basagoiti, a quien, para descalificar al lehendakari que su propio partido sostiene, no se le ha ocurrido otra cosa que decir de él que "tiene menos títulos académicos que Homer Simpson", como si hoy en día tener título, salvo que sea nobiliario, sirviera para algo.
Pese a que ayer, visto el panorama y que hasta el líder del PNV salió en defensa de Patxi López, trató de quitar importancia a la burla vistiéndola de broma, lo que le ocurre a Basagoiti es que lleva muy mal que el hijo de un sindicalista, el histórico Lalo, que abandonó la carrera de Ingeniería Industrial para ser diputado, esté, por mor de las urnas democráticas, en un puesto que un licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto, hijo de una familia de banqueros y descendiente del fundador de Iberdrola y del Banco Hispano Americano querría sin duda para sí.
A estos del PP les pasa que no soportan que la democracia nos iguale a todos y que, pese a la cuna y los "títulos", el hijo de un obrero pueda llegar a presidir un gobierno. Quizá por ello Freddy Krueger Wert lanzó ayer su motosierra contra quienes, con esfuerzo, acuden desde los barrios obreros a las universidades. La subida de tasas, de hasta un 70%, y las restricciones a las becas no sólo constituyen una injusticia, sino que supondrá una marcha atrás de varias décadas en la composición del tejido social de este país.
La educación es la única arma de que disponen las clases populares para superar el escalón que les separa de la casta de los escogidos. Hasta ahora, mal que bien, con más esfuerzo, compatibilizándolo muchas veces con un trabajo mal remunerado y ayudándose de becas, lograrlo era posible. Desde ayer, y de un plumazo, el ministro Wert ha truncado ese sueño en muchas familias que, ya desde la más tierna infancia, verán a sus hijos condenados a una educación de segunda, de la que sólo podrán escapar con mucho más esfuerzo que los que estudian en los selectos colegios "de curas y monjas" que pagamos pero no disfrutamos todos, y contando con la ayuda de los profesores que sobrevivan al acoso de las tijeras.
Y mientras tanto, el Metro de Madrid, de cuyo consejo previamente se ha expulsado a los sindicatos, anda "colocando" a hijos y cuñados en puestos bien remunerados pese a que carezcan de preparación y experiencia. Cualquier día nombran presidenta honorífica y eterna de la compañía a doña Carmen Polo de Franco, más conocida por "la Collares".
Otro tanto ocurre con la Sanidad: hospitales limpios, bonitos y tranquilos, sin esperas ni agobios para los ricos y congestionados y decrépitos para quienes no pueden pagarse un seguro privado o, por las razones que sean, no quieren hacerlo. Está claro que quieren volver a aquel Seguro Obligatorio de Enfermedad y a la Beneficencia del franquismo para la mayoría y el lujo y el negocio de la sanidad privada para quienes se la puedan costear, aunque tengan que arruinarse por una enfermedad.
Este es el pastel que nos preparaba y nos escondía Rajoy. Un pastel que, como casi todos, tiene una guinda y esa guinda la acaba de poner el PP gallego que considerará a los embriones miembros de la unidad familiar para que dicha familia pueda acceder a ayudas sociales como la consideración de familia numerosa. Algo que no me parecería mal si se redujese a apoyar a la mujer embarazada, sin meter en danza al "nasciturus". Claro está, todo se sabe, que la decisión está inspirada por los grupos "pro vida" de gran influencia en la actual Xunta.
Ideología. No justicia social, sólo ideología. Yo me pregunto ¿Cómo será el Libro de Familia "y si el embarazo se malogra? ¿Habrá que devolver lo recibido? Son rancios, muy rancios. Pero tan peligrosos como rancios.

El fatasma de la ideología ya está fuera del armario del PP y no es otro que esa ideología basada en su idea equivoca y falsa de que son mejores, más listos, más católicos y justos que nosotros. El problema es que demasiada gente les creyó y votó el 20-N creyendo que era como ellos y que ellos, por tanto, iban a defender sus intereses ¡Qué equivocados estaban!

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jueves, 19 de abril de 2012

EL CUARTO REICH


El asunto sobre el que hoy escribo lleva semanas rondándome la cabeza y de antemano os advierto que nada tengo contra el pueblo alemán, ni siquiera contra su gobierno que, como los de otros países europeos, es un mero instrumento de un nuevo partido hegemonista que, pese a no manifestarse como tal, se ha infiltrado en más de un gobierno y ha conseguido empaparlos de su ideológica simplista e insolidaria, orientando sus decisiones hacia el desmantelamiento del estado de bienestar en el sur y redirigiendo los beneficios de esta "liquidación por reforma" hacia los especuladores de siempre que hoy protegen su anonimato bajo la camisa parda de lo que llaman "mercados".
Monti, Guindos, el gobierno griego, el presidente del Banco Central Europeo y los responsables de Economía de diversos gobiernos europeos han tenido o tienen mucho que ver -cuando se entra en una secta nunca se sale del todo- con la fría e inhumana banca de inversión y mucho me temo que se estén comportando como lo haría una raposa al frente de un gallinero, racionando el grano a disposición de las gallinas y zampándose una o dos de vez en cuando.
No sé en qué momento se pudo haber parado lo que nos está pasando. Supongo que el momento clave fue aquel en el que se tomó la decisión, en España y en el resto de países, de reformar la constitución, renunciando al derecho a administrar el déficit. Zapatero estaba al frente del Gobierno y, en contra de la opinión de una parte significativa de su partido, tomó la decisión, con la cobertura del PP que faltó para otras cosas. De modo que, en este asunto, difícilmente puede el PP hablar de "herencia socialista".
Desde que todos estos tipos de la camisa parda y los correajes de los mercados están "situados· en los órganos de decisión de Europa, se ha producido la invasión (intervención) de Gracia, Portugal e Irlanda y se ha instalado en Italia un gobierno títere -o tecnócrata, como prefiráis- que obedece como un autómata las consignas del "partido". En España, no han hecho falta invasiones ni "golpes de Estado", porque el Gobierno, elegido por una mayoría de votantes que creyó en sus mentiras, ha abierto las fronteras a las "panzerdivisionen" de Goldman Sachs y compañía.
Estamos encerrados en guetos en los que se busca nuestro exterminio, o nuestra docilidad para ser esclavos de las multinacionales, aún no lo sé, abandonándonos a nuestra suerte, sin comida, agua, escuelas o medicinas
Poco importan el paro, el hambre o la salud de los ciudadanos. En opinión de este nuevo partido nazi, sin eslóganes sin insignias, son demasiados y llevan demasiado tiempo viviendo por encima de sus posibilidades, tienen la culpa de lo que está pasando, se han creído eso de la democracia y la igualdad y, ellos, se han encargado de recordarnos que tal cosa es imposible: el pan es para los chorizos.
El IV Reich cabalga triunfante y arrasará Europa como la arrasó la pesadilla soñada por Hitler. Nos queda el consuelo de que, entre las ruinas, surja un nuevo Núremberg para juzgar a los responsables.



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miércoles, 18 de abril de 2012

SOLUCIÓN FINAL



Vivimos demasiado. Lo decía abiertamente en una reciente nota el FMI, pero lo vienen pensando desde hace tiempo nuestros dirigentes, especialmente algunos: vivimos, nosotros, no ellos, demasiado y no sólo eso, además somos muy caros.
Ese mundo "feliz" que pretenden los neoliberales que se han hecho con el poder en Europa, "cracks" de la Economía que actúan como mercenarios o como esos futbolistas galácticos a los que no les importa el color de la camiseta del equipo en que juegan, sino sus cuenta de resultados, en ese mundo, insisto, no hay lugar para la solidaridad, la justicia social o la compasión. Todo lo que cuesta y no produce no es eficiente y, por lo tanto, sobra.
Quienes vamos teniendo edad y achaques como para haber dejado de creer en el mito de la inmortalidad que camina de la mano de la juventud hemos amanecido sobresaltados por la noticia filtrada en Méjico de que los pensionistas tendrán que pagar un diez por ciento de los medicamentos que consumen, hasta un tope, según versiones, de 10 o 18 euros. Y os aseguro que los pensionistas, para muchos de los cuales, ocho o dieciocho euros suponen no llegar a fin de mes, consumimos muchos medicamentos: nada menos que el 80% del total. A cambio, se nos dice que los apenas 250.000 españoles que ganan más de cien mil euros al año tendrán que pagar el 60% de su consumo en farmacia, en tanto que el resto de los mortales, incluidos los parados, habrán de abonar el 50% de sus recetas.
Es injusto, cruel e injusto, porque cualquier experto en salud -ojo, he dicho en Sanidad, no en gestión de la Sanidad- sabe muy bien que cualquier traba que se imponga a esa parte más vulnerable de la población que son, en primer lugar, los enfermos, pero, también, los pensionistas y los parados, demasiados por desgracia., acabará expulsándoles del sistema y del hábito sanamente adquirido de acudir a la consulta y seguir los tratamientos apropiados cuando la enfermedad es incipiente y, por tanto, más fácil y más barata de combatir.
Si las cosas se hacen como parece que se pretende hacerlas, aumentarán los ingresos hospitalarios y, con ellos, el gasto sanitario. Del mismo modo que se deteriorará la salud general del país, volverán epidemias olvidadas y una sola de ellas, la gripe que nos visita más de una vez al año, causará estragos.
¿Será eso lo que pretenden el Gobierno y sus asesores? Parece como si quisiesen acabar de una vez por todas con toda esa morralla humana que arrastra sus pies cansados por los ambulatorios, con sus problemas renales, respiratorios o cardiacos. Es una especie de solución final para podar las ramas secas de la población.
Lo curioso es que esta medida va a ser de difícil y cara ejecución. Para ponerla en práctica, va a ser preciso rehacer unos cuantos millones de tarjetas sanitarias que habrán de ser además mucho más complejas y caras -se habla ya de un coste de 900 millones de euros- y, además, se va a obligar a los enfermos crónicos a adelantar el pago de aquellos medicamentos cuyo importe exceda del tope mensual establecido.
A partir de ahora, no sólo va a ser dolorosos estar enfermo, también va a ser caro y complicado. Sería más humano que a los ciudadanos que, pese a haber cotizado y pagado nuestros impuestos durante años, hemos dejado de ser eficientes y rentables, se nos metiese en vagones de ganado para llevarnos a esas duchas de las que nunca se regresa. Eso, o tener la decencia de ahorrar en lo que hay que ahorrar y subir los impuestos a quienes hay que subírselos. Pero eso sería pedir demasiado, porque está claro -no hay más que ver su comportamiento en el asunto Repsol YPF- que el poder gobierna para los poderosos y no para los ciudadanos.


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martes, 17 de abril de 2012

LA ESCUELA Y REPSOL


Resulta enternecedor comprobar con qué interés se apresta el Gobierno a defender los intereses de Repsol en Argentina, ahora que le ha sido expropiada la petrolera que compró a precio de saldo cuando a aquel país le iban las cosas como a nosotros ahora. No sé qué delirio trasnochado, románticamente solidario e izquierdista ha podido llevarme a pensar que es más trascendente para los ciudadanos y debería preocuparle más el futuro de la escuela pública en nuestro país. El caso es que lo pienso y por ello creo que Rajoy y sus ministros, y cada día más, se empeñan en demostrar que anteponen los intereses de unos pocos a los de la mayoría, entre la que se encuentran, también, bastantes de sus votantes.
Hablan los ministros de inseguridad jurídica para la empresa y sus accionistas y olvida la que supone para quienes pagan sus impuestos, esperando, a cambio, la prestación de unos servicios públicos y de calidad. Pero no sólo hablan los ministros que, al fin y al cabo, lo hacen como parte afectada, de sobra sabemos en qué consejos de administración acaban los ministros cuando se " jubilan". También lo hacen la prensa y sus sesudos expertos, a los que parece no preocuparles que los niños españoles vayan a hacer un viaje atrás en el tiempo que les depositará en aulas abarrotadas con profesores agotados y mal pagados, como en los mejores tiempos del franquismo.
El impresentable ministro Wert que, como bufón de tertulia, cumplía su función ha entrado en escena como un Freddy Krueger, armado de su motosierra gore y dispuesto a despedazar un sistema del que, con sus más y sus menos, podíamos sentirnos orgullosos.
Ayer, recubierta de azúcar, nos dio a tragar la almendra amarga de los recortes que ha decidido para la escuela pública, insistiendo cínicamente en que aumentar las horas lectivas de los profesores y el número de alumnos por aula no va a afectar directa, indirectamente y no sé cuantos adjetivos lubricantes más a la calidad de la enseñanza. Todo, insistió el ministro, en aras de la eficiencia.
Y ahí está la trampa, porque para estos neoliberales del egoísmo ser eficaz es ser barato, sea cual sea el resultado.
Quienes han hecho los cálculos hablan de que podríamos volver a los cuarenta alumnos por aula de tiempos ya superados y de que podrían llegar a cien mil los profesores que no viesen renovados sus contratos, algo que, pese a lo que diga el ministro y más en un sector en el que la interinidad es crónica, se traduce en cien mil despidos. Una circunstancia que tendrá como consecuencia que no se cubran las bajas y a que un profesor tenga que hacerse cargo de dos clases o cosas peores.
En fin, que lo que propone el ministro y está dispuesto a cumplir, haciéndose trampas en el solitario de la ley, me recuerda mis tiempos de párvulo y alumna de primaria. Tiempos en los que la figura del maestro era más que respetada, tiempos en los que los alumnos venían más o menso educados y poco consentidos de casa y tiempos en que la autoridad, autoritarismo en algunos casos del maestro, era ley que, en ocasiones, se acompañaba con varas y palmetas.
Hoy, encerrar a más de una treintena de chavales inquietos y respondones, armados de móviles y "plays", excitados e incitados por un cine más que violento, sin los códigos de honor que, mal que bien, incorporaban las "películas del oeste", puede llevar a la desesperación de muchos profesores, cuando no, y eso sería mucho peor, al pasotismo.
Cuando se pretende convertir un supermercado moderno y limpio con precios asequibles en un "todo a cien", lo primero que muere es la calidad del producto, amén de la higiene y las garantías. Y a eso vamos al "todo a cien" para quien no pueda pagarse las Mantequerías Leonesas.
Por eso me mosquea que la prensa esté más ocupada y preocupada por el futuro de Repsol y sus accionistas que por el de la educación de los españoles del futuro.


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lunes, 16 de abril de 2012

MARTILLAZOS EN EL PIE


Decía mi abuelo que lo mejor para calmar un dolor de muelas es un buen martillazo en el pie, porque el dolor en el pie ayuda a olvidar el de las muelas. Nunca me atreví a probar tal remedio, aunque, a la vista de los efectos balsámicos que están teniendo en el deterioro de la imagen del Gobierno, por un lado, el accidente del rey mientras mataba elefantes en Botsuana y, por otro, la escalada de tensión entre España y Argentina a propósito de una presunta nacionalización de los yacimientos de Repsol, creo que el abuelo tenía razón: el dolor de muelas y lo que lo genera permanecen, pero los nuevos dolores acaban diluyéndolos.
Digo esto porque, pese a que el deterioro de la imagen del Gobierno en sus primeros cien días ya está medido y resulta desolador. Nada menos que ocho puntos es lo que ha caído el respaldo que tendría de los ciudadanos, mientras que la aceptación de Rajoy y sus ministros cae estrepitosamente por debajo del aprobado. Los recortes, las subidas de impuestos y servicios, los despidos y las desinversiones decididas desde el Gobierno no son salvas, como lo eran las andanadas que lanzaba el PP desde la oposición, no. Las decisiones que se toman en el Consejo de Ministros o en los consejos de gobierno de las autonomías, llevan metralla y la metralla está causando demasiadas heridas como para ignorarlas.
Porque los trabajadores están comenzando a decir basta a que les multipliquen las horas y la tarea y les restan en la nómina a final de mes, mientras los empresarios mantienen, si no aumentan, sus beneficios. Los usuarios de la Sanidad comienzan a cansarse del deterioro en instalaciones y atención que comienza a evidenciarse. En los colegios públicos también se nota la falta de profesorado y la falta de recursos para material y, por ejemplo, comedores.
Eso, aquí dentro. Porque fuera de nuestras fronteras las cosas no van mucho mejor. Esta semana nos la jugamos, se la juega el Gobierno, en dos subastas de deuda y no parece que la cosa pinte nada bien. Y menos, si quienes han de comprar nuestra deuda tiene noticias de los excesos del monarca. No podemos ser optimistas, porque, entre unos y otros, nos han dejado atados de pies y manos a los pies de los especuladores.
Un panorama negro, muy negro, que sería aún más negro para la deteriorada imagen del Gobierno, de no haber recibido los martillazos de la caída real y la guerra de Repsol YPF, porque, cuando el agua llega al cuello, siempre es bueno echar mano del enemigo exterior o contar con alguna bufonada para distraer la atención.
Lo que no me contó mi abuelo es que, al final, una vez pasado el dolor en el pie, permanece el de las muelas y quedan, además, los daños del martillazo


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domingo, 15 de abril de 2012

CONDUCTA INAPROPIADA


Escribió Nicolás Maquiavelo hace más de cinco siglos en su "príncipe" que la virtud fundamental de quienes reinan y gobiernan debe ser la prudencia. Por eso, no estaría de más que entre las lecturas que alivien la larga convalecencia del nuestro figurase un ejemplar de la obra del florentino, porque el rey Juan Carlos, sobrado como como está de munición y oras cosas, parece que anda escaso de tan necesaria virtud para quien ostenta la jefatura de un estado con más de cinco millones y medio de parados.
Resulta horrible y nada estético ver al monarca posando delante del cadáver del animal que minutos antes sumaba seis toneladas, o más, de vida. Resulta grotesco ver como alguien -¿o ha sido la propia agonía del gigante?- ha colocado su cabeza, para tomar la foto, aplastada contra un árbol, con la trompa doblada sobre sí misma, entre los colmillos, en una mueca horrible que difícilmente voy a poder olvidar.
Pero tanto o más horrible resulta saber que el real capricho de matar un elefante cuesta entre treinta y cuarenta mil euros, una cantidad a la que habría que sumarle los gastos de desplazamiento, con la que se podrían pagar los 426 euros de ayuda durante un año a al menos diez parados de larga duración. Cómo se puede ser tan burdo. Cómo pueden sonar ahora sus compungidas palabras de Nochebuena pidiendo ejemplaridad. Cómo suena su improvisación ante los jóvenes becarios en Barcelona.
Eso, por no hablar de lo imprudente de estar en medio de África, en un país sin garantías de seguridad ni sanitarias suficientes para cualquier mortal, pero más para quien, últimamente, no goza precisamente de buena salud y además ha de estar localizado para firmar leyes y decretos urgentes, más en los tiempos que corren, sin que el Gobierno, no hablemos ya de la opinión pública, haya sido informado de la exótica excursión.
Habrá quien todavía pretenda que se nos respete y no se nos compare con Grecia, pero me temo que va a resultar una misión imposible, con un jefe de gobierno que huye de la prensa, pálido y asustado, después de anunciar que se va a "cepillar" una parte importante del tesoro nacional que son la Sanidad y la Enseñanza públicas y con un jefe de Estado que va a partirse la cadera al culo del mundo y a escondidas, mientras su país y quienes viven en él las pasan cautas.
Siempre había sentido por el rey cariño y respeto, porque soy de los que piensan que en momentos cruciales resultó clave para España. Pero se los estoy perdiendo, porque todo lo que está ocurriendo en los últimos tiempos en torno a su imagen y la de la institución que encarna me lo pone muy difícil.
Si el rey o quienes le aconsejasen en aquellos momentos clave resultaron muy oportunos para este país, hace tiempo que el rey, al menos éste, tiene ya poco que darnos, porque, como le escuché hace tiempo a Antonio Gutiérrez, hablando de Marcelino Camacho, "no se puede pretender tener razón por haberla tenido". Al rey, a la casa real, sólo les queda una salida: pedir disculpas a todos los ciudadanos por haber tenido una conducta que, como la de Urdangarín, ha resultado tan inapropiada.


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