sábado, 5 de mayo de 2012

DERROCHE POLICIAL



Una vez más, ante la página en blanco y echando un vistazo a la actualidad, sólo soy capaz de arrancar con la convicción de que algunas decisiones del Gobierno, si no fueran tan ofensivas e injustas, rozarían el ridículo más trágicamente jocoso.
Cómo es posible que un país que las está pasando canutas se convierta en el anfitrión del guateque más caro de cuantos son posibles en esta Europa abatida y renqueante. No me lo explico. No hubiese sido mejor llevarlo a Berlín o a cualquier balneario de Suiza, cerca de donde, al fin y al cabo, acaban nuestros euros.
No sé, tampoco me interesa tanto saber, de qué provincia española procede el secretario de Estado de Seguridad, señor Ulloa, pero, por su amor a los desfiles y los disfraces, tal parece que provenga del Alicante que se perfuma de la pólvora de los arcabuzazos, mientras escucha sus explosiones y el arrastrar de pies de los desfiles de moros y cristianos.
En algo así han convertido a Barcelona esta semana, en un Alcoy de anchas avenidas en el que los disfrazados prefieren el azul marino el negro antes que el colorido de los uniformes de las distintas comparsas. Un derrochador despliegue policial, entre ocho y nueve mil, a cargo de distintos cuerpos, por tierra mar y aire, en los tejados y en las cloacas, con el levantamiento de fronteras olvidadas que, al final, como balance final, no ha obtenido ningún resultado, porque no ha habido detenidos y los únicos incidentes registrados han sido los provocados por los mismos policías por su exceso de celo con la peligrosa prensa, testigo, incómodo siempre, de sus excesos.
Cuando, ayer, el secretario de Estado del ramo se puso al alcance de la prensa, se negó a revelar el único dato que podía interesar a un país que sufre cada día un nuevo zarpazo de las tijeras de sus gestores. Se limitó a compararlo con el de acontecimientos deportivos y a asegurar que fue menor que el despliegue policial de la pasada huelga general.
Por el contrario, ese mismo servidor público -al fin y al cabo es lo que es Ignacio Ulloa- se permitió aseverar ante los frustrados informadores que "sólo con seguridad vamos a conseguir salir adelante de esta situación crítica que atraviesan España y Cataluña".
"Sólo con seguridad". Acabáramos. Eso mismo es lo que pensaba aquel militar corto de talla y sanguinario que mantuvo a este país esposado y amordazado, amén de detenido en el tiempo durante cerca de cuarenta años. Al final, como la realidad es tozuda, no le sirvió de nada, porque, pese a que murió de manera miserable y encarnizada a manos de su yerno, su proyecto se deshizo como un azucarillo en el agua, antes de que su cadáver llegara a enfriarse.
Resulta más que sospechosa esta obsesión del PP por la seguridad. Sin ir más lejos, yo fui testigo del innecesario despliegue policial que se dispuso para la concentración de periodistas del jueves ¿Esperaban acaso que acabásemos a hostias entre nosotros o lo que temían es que los propietarios de los medios, no contentos con explotarnos y despedirnos, quisiesen agredirnos?
Es lo que tienen. Para ellos, la seguridad a defender no es la de los ciudadanos -que se lo pregunten, si no, a Baltasar Garzón- sino la de eso que llaman Estado o patria, según el escenario, pero que, al fin y al cabo no es más que el montante de sus intereses.
Por último y como de economía y eficiencia se trata, mal ejemplo nos ha dado el señor Ulloa, teniendo durante días, a pensión completa, en Barcelona a esos ocho o nueve mil policías, mossos d’Esquadra y guardias civiles, sin que se tenga noticia de que, sin detenciones, complots desbaratados o incidentes resueltos, haya servido para nada.
En fin un derroche policial y más en tiempos de penurias y recortes.



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1 comentario:

Marisa dijo...

"Efectivos" órdenes de prioridades...
Un saludo.