viernes, 8 de junio de 2012

ESPERONANZA AGUIRRE



No. No es un error tipográfico. No me he confundido al escribir el nombre de la presidenta madrileña. Simplemente, con esa deformación de su apellido, he querido subrayar la que, a mi juicio, es el principal rasgo de su carácter, junto a, eso sí, una mala leche y un desprecio de proporciones bíblicas a la democracia y la convivencia Esa característica que la define como nada es el populismo perverso y un tanto fascistoide que tanto me recuerda a Chaves, Castro o Perón y sus herederos.
Lo viene demostrando a cada momento. Si se descubre que hace trampas en las cuentas, se inventa la polémica de los silbidos al himno. Si los sindicatos le molestan, los convierte en vagos paniaguados, todos liberados, a costa de sus compañeros. Si de lo que se trata es de recortar salario y derechos a los funcionarios, los tilda también de vagos y de mentirosos. Sabe muy bien que, en una guerra, lo primero es lo primero y el primer paso es criminalizar al adversario y sabe también que lo importante no es no tener la culpa sino tener a quien echársela.
La última jugada ha sido la de mantener entretenidos a la prensa y el "populacho" con su inviable, y lo sabe, propuesta, robada por cierto a UPyD, de reducir a la mitad el número de parlamentarios a elegir en la Asamblea de Madrid
Sabe de sobra que esa cortina de humo es un desiderátum imposible, porque, para llevarla a cabo habría que modificar el Estatuto de Autonomía y, para ello, tendría que ponerse de acuerdo con catorce diputados de otros grupos distintos al PP y, ahora, sin Tamayo y Sáez, le va a resultar mucho más difícil.
Es otro de esos McGuffins que tanto le gustan y a los que nos tiene ya acostumbrados, con el que esconder el recorte de más de un tres por ciento en el sueldo de los ciudadanos, el cierre de centros de salud, la retirada de la vacuna del neumococo o el cobro por la utilización de tramos de carreteras que hasta ahora eran gratuitas.
Esperonanza tiene el mismo descaro que tiene la presidenta argentina, digna heredera de su marido y del general fascista que dejó tocada para los siglos el sentido común y la capacidad de autocrítica de los argentinos. A Esperonanza le encanta sacar de vez en cuando mendrugos con los que entretener a los perros, mientras esconde en su nevera raciones de suculenta carne con la que regalarse y regalar a los de su cuerda.
No sé cuánto van a tardar los madrileños en darse cuenta de lo que les pasa. No sé en qué momento se cansarán de asistir, aplaudiendo como focas, al deterioro de lo público en Madrid, pero ya va siendo hora de que lo hagan. Su problema no es que piensen que Doña Esperonanza va a solucionar sus asuntos, su problema es que creen que la presidenta es uno de ellos. Y no, la presidenta vive en un palacio, tiene a todos sus hijos colocados, también a sus cuñados, y juega al golf, mientras, a ellos, cada vez les es más difícil llegar a fin de mes.


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3 comentarios:

Marisa dijo...

Esperanza Aguirre Gil de Biedma, condesa de Murillo y grande de España, es de esa clase de políticos y personas versados en el arte de arreglar un problema creando otro.


Un saludo.

Marisa dijo...

Perdón, Esperonanza bla, bla, bla y grande de bla, bla, bla.
Política concienciadísima con las necesidades de bla, bla, bla, bla, grandes de bla, bla, bla...

Anónimo dijo...

Esta mujer, es déspota, vulgar y populachera, por el orden que se prefiera.
Desgraciadamente, esta vulgaridad permanente le resulta atractiva a muchísima gente que se identifica con esta forma de hablar, en plan "bocazas".
Y además, hasta me parece mala persona.
Con sus enemigos debe de ser "fina", no hay mas que escucharla cuando abre la boca, que es casi siempre, porque otra de sus cualidades es la incontinencia verbal.
¡Una pena!

Saludos. Ana.