lunes, 9 de julio de 2012

A VECES...




A veces -qué digo a veces, casi siempre- la felicidad consiste en algo tan sencillocomo una conversación pausada y tranquila o en un dejarse llevar por el tiempo sin tratar de doblarle el brazo a lo único que, por definición, es implacable.
Las más de las veces no hace falta mirar para ver. Basta con sntir, basta con presentir, basta con percibir una presencia amiga o con escuchar la respiración de quien dormita cerca y sonreír o, por qué no, en llorar calladamente.
Demasiadas veces olvidamos que es, precisamente en esas pequeñas cosas, donde está la felicidad que tanto buscamos. Demasiadas veces nos lanzamos por el tobogán de la vida con la mirada puesta en el final, sin ser capaces de disfrutar de cada uno de esos instantes que, vertiginosamente, hacemos pasar a nuestro lado.
A veces hay que parar el reloj, suicidarnos de esa vida inútil que nos arrastra y arrastramos y renacer más sabios, con un alma nueva, más pausada, más predispuesta a la felicidad, en el banco de un parque, paseando al atardecer por una playa o mirándonos en esos ojos que nos acogen sobre una sonsrisa.
A veces nos ciega una niebla sucia que, con sólo pararse y respirar hondo, acaba levantando.
A veces, muchas veces, nos creemos demasiado importantes y acabamos complicándolo todo.

1 comentario:

Marisa dijo...

La vida es mucho más sencilla de lo que imaginamos, pero la mirada del vecino, el ridículo "sentido del ridículo", la seguridad del sentimiento borreguil, el silenciar nuestros pensamientos bien por comodidad bien por falta de tiempo (¡?!), el no verbalizar ideas bien por falta de interlocutor bien por falta de ¡¿ganas?!, todo ello hace un tótum revolútum del cual sale al rescate el Corte Inglés de turno para hacerte sentir mejor, porque ya estamos en verano...

Un saludo.