lunes, 8 de octubre de 2012

DEMOCRACIA ¿A DÓNDE VAS?

 
Andan preocupados los partidos que concurren a las próximas elecciones por el drástico descenso de intención de voto en las encuestas. Una preocupación que debería ser mayor y menos egoísta si son capaces de entender que el problema no va a ser cuántos votos habrán perdido cada uno de ellos en las urnas, sino cuántos votos van a perder las urnas.
Día a día, sondeo a sondeo, queda claro que los ciudadanos han dejado de confiar en los partidos que, hasta hace apenas unos meses, polarizaban a la gran mayoría del electorado. Porque si en las últimas generales el PSOE, a consecuencia de la gestión de la crisis, se vio abandonado por muchos de sus votantes, esos que marcan la diferencia y otorgan o niegan las mayorías, en las próximas, al PP le va a ocurrir otro tanto y quizá más estrepitosamente.
Habrá que ver si ese desapego de los votantes al PP y al PSOE, que no parece levantar cabeza, se va a traducir en un apoyo a otras fuerzas políticas, marginadas hasta ahora por los votantes y por la injusta ley D'Hont, instaurada para estabilizar la entonces joven democracia española y responsable de ese bipartidismo que, a la postre, ha llevado a la fosilización del sistema.
Esa fosilización, ese bipartidismo casi obsceno, ha servido mientras los tiempos han sido de bonanza, pero, ahora, cuando ya no queda harina que repartir, autovías, hospitales o nuevas líneas de AVE que inaugurar, todo es mohína y desapego hacia esos gobiernos y, también, esos representantes que tan poco parecen haberse interesado por sus votantes.
Los ciudadanos tienen derecho a la desconfianza, porque ninguno de los gobiernos, autonómicos o de la nación, les avisaron, mucho menos, les protegieron de la crisis que se les venía encima. Ninguno de esos gobiernos hizo lo más mínimo para cambiar las reglas e impedir que los obscenos beneficios de algunos durante la bonanza económica fuesen a parar a la sociedad, perdiéndose en inversiones meramente especulativas y, quién lo sabe, probablemente se han convertido en munición contra la deuda que ahora nos asfixia.
Los ciudadanos ven que la mayoría de las leyes perjudican al más débil -no hay más que reparar en los desahucios cada vez más cotidianos y cada vez menos selectivos- y que nadie hace nada para remediarlo. Quizá por ello, en el mejor de los casos, los ciudadanos van a dar su voto a formaciones que, como Izquierda Unida o UPyD tienen como bandera el estar apañas contaminadas por el poder. Está claro que u buen susto a los autores del desastre sería bueno, pero ¿sería la solución? Me temo que no y creo que haría falta algo más. Sería necesaria una nueva fuerza capaz de articular con garantías todo el descontento y todas las buenas iniciativas, que las hay y muchas, de los movimientos ciudadanos del 15-M y 25-S. Yo, desde luego, si se dan esas garantías, estaría dispuesto a darles mi voto.
Sería bueno que esas voces entrasen en el Parlamento y lo hiciesen con posibilidades de comenzar a cambiar las reglas del juego. Sin embargo, la experiencia me dice que en ríos revueltos como éste son los marios conde y similares quienes echan sus redes al río y acaban llenando su cesto. Espero, por nuestro bien, equivocarme, pero no estoy seguro. Lo cierto es que la democracia se tambalea y está en trance de caer por tierra o tomar impulso y avanzar. Ojalá sea esto último lo que ocurra, aunque cada vez tengo menos esperanzas.
 
 
Puedes leer más entradas de "A media luz" en http://javierastasio2.blogspot.com/ y en http://javierastasio.blogspot.es y, si amas la buena música, síguenos en “Hernández y Fernández” en http://javierastasio.blogspot.com/
 
 

No hay comentarios: