lunes, 31 de diciembre de 2012

ROMPER LA BARAJA

 
 
Supongo que a nadie sorprendo a estas alturas si me confieso de izquierdas o, eufemísticamente hablando, progresista. Lo he sido siempre y creo que si he llegado a serlo ha sido de modo casi instintivo. Me cuesta mucho causar daño de manera consciente a nadie y, si caigo en la cuenta de que podría causarlo escapo como puedo se la situación. Sé también que soy severo en mis críticas, a veces muy duro, pero también procuro ser ecuánime y no me importaría defender al mismo diablo si fuese atacado injustamente.
Pero volvamos al principio. Soy de izquierdas y lo soy por todo eso y por oposición a todas esas arbitrariedades e injusticias a las que es tan dada la derecha de aquí y del otro lado del Atlántico. Sin ir más lejos, la derecha norteamericana, los republicanos, de los que tanto ha aprendido nuestro PP, empeñado en sumarse al Tea Party, quieren terminar el año humillando al presidente Barak Obama, reelegido hace apenas dos meses, haciéndole pasar por el aro de sus imposiciones so pena de hundir la economía y la sociedad norteamericanas y las del resto del mundo occidental, poniendo en marcha el perverso mecanismo del "precipicio financiero", con tal de conseguir su propósito.
En España ya no necesitan humillar al progresismo, porque bastante humillado está ya, y porque, de momento al menos, anda muy alejado del poder. Tanto que apenas ocupa algunos escaños en el Congreso y no están todos en las bancadas del PSOE. Ya se encargaron los mismos socialistas, si no de humillarlo, si de deprimirlo y, naturalmente, el Partido Popular con esa oposición suicida que practicó eso tan carpetovetónico de "si no mía, de nadie".
Soy consciente de que, en la política norteamericana, hay grandes fortunas e intereses inconfesables en un partido y el otro. A veces apoyan simultáneamente a republicanos y demócratas. Tampoco hay que ignorar que la política norteamericana tiene un importante componente religioso y moral, moralista, dicho, que impregna transversalmente a los dos partidos e influye en mucha gente humilde. Algo que también se repite en España.
Lo que ignoran los votantes, o quieren ignorar algunos de ellos, es que todos esos señuelos que se manejan en periodo electoral, desaparecen una vez conseguido el voto y caen las máscaras para dejar al descubierto las caras de los grupos de poder. Aquí en España y en Madrid más concretamente, lo estamos viendo, porque gobiernos votados por la mayoría suficiente para cambiar las leyes, las están cambiando, no en favor de esa mayoría social que les votó, sino en beneficio de una minoría elitista que es capaz de desmantelar "a la republicana" todo el andamiaje que sostiene el difícil equilibrio social que permitió sacar a España de un atraso de décadas al que, de nuevo, nos quieren arrojar.
Ese es su juego. Romper la baraja en cuanto la partida está equilibrada. Lo suyo es ganar siempre, con soberbia, altivez y desapego. Ganar, a costa de lo que sea, porque, lo tienen claro, su cuna les saca siempre a flote.
 
 
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domingo, 30 de diciembre de 2012

REFLEXIÓN

 
 

Hoy hay poco de lo que hablar. En las redacciones, que se quedan "en cuadro", quienes quedan de guardia están pendientes fundamentalmente de los sucesos o imprevistos como lo ha sido la nacionalización de las filiales de Iberdrola en Bolivia, porque en estas fechas el país se paraliza para todo lo que no sea despedir a este año maldito. Es el tiempo de hacer resumen y de analizar.

Por eso, me permito sugeriros a cada uno de vosotros que hagáis vuestro propio resumen y vuestro propio análisis de éste, sin duda, peor año de vuestras vidas -se sufre más cuando se pierde que cuando, simplemente, no se tiene- y para ello os sugiero que repaséis los datos de este estudio que publica EL PAÍS y que mide el valor que los españoles dan hoy a cada una de sus instituciones. Es sin duda un buen punto de partida para ver en qué ha cambiado el PP España y vuestra vida.

Seguro que después de la reflexión, la lista va a ser larga y el cabreo supino. Si es así, enhorabuena, porque cabrearse es infinitamente más sano y más útil que deprimirse.
 
 

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sábado, 29 de diciembre de 2012

FUNDIENDO A NEGRO

 

Ayer no tuve valor para "tragarme" en directo la comparecencia de Mariano Rajoy en la Moncloa, comparecencia con preguntas, pero sin respuestas, y creo que hice bien, porque, pasadas apenas unas horas, la comparecencia ni siquiera aparece en las portadas de los digitales medianamente fiables.

Lo malo es que me temo que a quien menos le importa lo efímero de su discurso -me atrevería a decir que, incluso, esa futilidad le satisface- es al propio Rajoy, empeñado en pasar por el gobierno como si de una bailarina se tratase, de perfil y de puntillas.

Andaba yo en éstas y pensando en el negro futuro que nos pinta este señor que ocupa La Moncloa porque así lo quisieron algunos irresponsables, a los que guardo cada vez más rencor, cuando he escuchado a Peridis rememorar un viejo chiste que contaba Felipe González, situándolo en México, aunque valdría también aquí y ahora. Un chiste en el que un dirigente del PRI, durante una visita de esas que hacen los políticos, presumía ante su auditorio de haber hecho escuelas, hospitales y carreteras, cuando una voz le increpó desde el fondo gritándole ¡Menos realidades y más promesas!

Así estamos, huérfanos de promesas, pobres ya de esperanzas. Por eso, lo último que podíamos esperar de quién se dice líder político es que, encima, reclame de nosotros los ánimos que el mismo es incapaz de darnos.

Nada reseñable ha quedado de ese encuentro con la prensa, salvo esa triste sensación de congoja y depresión que transmiten el escenario, la figura y el mismo tono del presiente. No puede ser que tras doce meses terriblemente duros, nos pronostique seis meses más de dolor y ajustes, esta vez sobre las pensiones, para, muy a lo lejos pintarnos eso que los papagayos bilingües de la economía dieron en llamar "brotes verdes" y que tanto criticó el PP en su día.

Y eso que la cortedad de miras de don Mariano no nos puso tras la pista de lo que puede ocurrir en los Estados Unidos por ese gesto tan solidario de los republicanos que prefieren arrojar la economía norteamericana al precipicio, y con ella la de todo el mundo occidental, con tal de poner en aprietos a Obama.

No sé cuál era la intención de Rajoy compareciendo ayer ante la prensa, pero para decir lo que dijo, creo que podría habérsela ahorrado. Me inclino a pensar que se limitó a cumplir una liturgia para desaparecer hasta nuevo aviso. Dudo mucho que pretendiese iluminar el negro futuro de tantos millones de españoles que hace sólo un año no podían imaginar que todo fuese a peor,

De omento, como los trabajadores de Telemadrid, ayer l presidente llevó la pantalla de nuestro futuro a negro.

 
 
 
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viernes, 28 de diciembre de 2012

BARATO BARATO

 
 

Desde la tarde ayer y gracias a un pleno tan poco apasionante para quienes hacían la propuesta como para que un par de ellos perdiese el tiempo y nuestro dinero jugando con sus teléfono y su iPad, la privatización progresiva de los hospitales y los centros de salud que hemos pagado los madrileños y, a cambio, han servido a todo el que lo ha necesitado en Madrid, es ya posible.

A la hora de explicar por qué lo han hecho, no quieren, no saben o, simplemente, mienten. Es cierto que los hospitales y los centros de salud madrileños pueden funcionar mejor, pero también es cierto que el problema de la sanidad madrileña lo es mucho de falta de recursos y no tanto de gestión. Yo que, para mi desgracia, soy un usuario pertinaz de la sanidad pública en Madrid noto la ausencia de medios y sé cuál es la causa. La causa es ese egoísta que muchos llevamos dentro, capaz de votar a quien le acaricie la oreja contándole que paga demasiados impuestos y que, si les da su voto, que es lo único del ciudadano que les interesa, acabarán bajándoselos. Lo que no le dicen es que a él se lo bajarán un punto, mientras ellos se los bajan unos cuantos más. Y, como, en un mundo en el que la política también vive del marketing, la bajada de impuestos es un argumento infalible, hay líderes de la izquierda -dios si existiese los confunda- que se permiten decir gilipolleces tales como que "bajar impuestos también es de izquierda".

Sin impuestos no hay dinero y, cuando no hay dinero, las estructuras se tambalean. Ojalá todos los que han aplaudido la bajada de impuestos y los que han practicado la "ingeniería" y han tirado de "asesoría", a la hora de hacer su declaración de la renta, echasen cuentas y viesen que todo lo que han perdido en recortes de servicios, copagos, eliminación de pagas, bajada de salarios, precarización de empleo y precarización de su empleo para quienes lo conserven, ha superado con creces todo lo que, presuntamente, se han ahorrado en impuestos. Seguro que, si pudiesen, darían marcha atrás y corregirían su voto y su actitud hacia la hacienda pública.

Ahora, estos señores del "cuanto peor mejor" han visto la brecha por la que introducir la cuña de la privatización que acabará resquebrajando el sólido servicio de la salud pública -sólido por quienes trabajan para él y por el prestigio que, pese a la escasez material, tiene entre sus usuarios- y, así, convenientemente troceado malvendérselo a sus amigos que siempre sabrán ser generosos a la hora de sentarles en sus consejos de administración.

No sé cómo acabará esta historia, ni si será posible que otro gobierno que ojalá llegue pronto, será capaz de revertir esos hospitales que nos están quitando de las manos a sus verdaderos titulares que somos los ciudadanos. Lo que sí sé es que en el mundo de las privatizaciones, las externalizaciones, las contratas y las subcontratas, los servicios se deterioran porque el dinero se va escurriendo por las rendijas que quedan en cada escalón del sistema y el lucro de todos los intermediarios sale de los salarios de los trabajadores y las prestaciones de los usuarios. Y siempre con la presencia de todos los amiguetes que se cuelgan de la teta de la madre administración, todos los que o deterioran el servicio o dejan de prestarlo, despiden a sus trabajadores o les rebajan el salario a la mitad, eso, cuando no se quedan con las cotizaciones de la seguridad o se llevan "la música" a otra parte. Pero, eso sí, si pasa algo, no se te ocurra pedir responsabilidades, porque es entonces cuando empieza el peloteo con la patata caliente de las mismas. Y eso tiene nombre y apellidos, Esabe, la limpieza del metro de Madrid, Diviertt y las que queráis buscar en todos los niveles de la Administración.

Lo que acaban de posibilitar con la sanidad de Madrid acabará pareciéndose en algún momento a lo ocurrido en el Madrid Arena, cuya gestión, para rentabilizar el recinto, dicen, estaba parcialmente externalizada en la práctica y adjudicada a un tipo, Miguel Ángel Flores, que únicamente ponía sus amistades en el ayuntamiento y subcontrataba, con la complicidad de algún que otro responsable municipal, la seguridad, el control de accesos, los servicios médicos y todo lo demás, ante las narices de un ayuntamiento que ni oía, ni veía, pero callaba,

Todo barato barato y rentable, sobre todo para algunos. No para las cinco jóvenes muertas ni para los enfermos que, si lo suyo es grave y caro, serán derivados a otros hospitales, cien por cien públicos, que, como los colegios públicos de algunos barrios se llenan de alumnos "difíciles", verán aumentar su cuota de enfermos "complicados", hasta hacerlos inviables, forzando eso que estos canallas que nos gobiernan usan como argumento para defender la gestión de algunos, no todos, los hospitales puesta en manos de sus amigos.

 
 

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jueves, 27 de diciembre de 2012

ABUSAR DE LOS DERECHOS

 
Resulta curioso oír hablar de derechos a quienes históricamente se han encargado de arrebatárselos a la sociedad una y otra vez y con quien, cuando no le queda otro remedio que convivir con los de los demás, los de todos, siempre le vienen grandes, siempre excesivos. Lo de regular, evidentemente a la baja, el derecho a la huelga de los trabajadores es una cuenta vieja cuenta del "tea party madrileño" que, ahora que ve que aun conservando todo el poder, pierde popularidad a borbotones, tiene prisa por saldar.
El espíritu ultra liberal y la mentalidad de empresa del gobierno de la Comunidad de Madrid, tan lejos de sus obligaciones para con los ciudadanos a los que dicen servir, casan muy mal con las únicas herramientas que les quedan a los trabajadores para defenderse de las arbitrariedades que siempre, pero más en tiempos de crisis, les toca sufrir. En esto, Ignacio González no hace más que seguir la plantilla de comportamiento que ya dejó establecida su antecesora y todavía jefa en el Partido Popular, Esperanza Aguirre.
Por eso, también en esto, quiere cambiar las reglas de juego Ignacio González -me sigo negando a nombrarle sólo por el apellido, porque en la política española ya hubo un González y nada tiene que ver con él- está empeñado en desmontar y vender lo que nos resta de Estado de Bienestar en el tiempo que le dure la presidencia sobrevenida tras la renuncia de Esperanza Aguirre, que nunca ha dicho que no vaya a volver a lo que considera su finca, una vez hechas las incómodas e impopulares reformas.
Después de una larga campaña contra los sindicatos, emprendida ya por Esperanza Aguirre, y a la vista de que las protestas y huelgas en sectores vitales para los ciudadanos, como la sanidad o el transporte, o en Telemadrid, clave para el autobombo del gobierno, Ignacio González ha comprobado que, pese a las molestias que causan a los ciudadanos, los trabajadores cuentan con la simpatía de los ciudadanos, entre otras cosas porque lo que se juegan unos y otros es vital, no ya para los mismos trabajadores, sino para todos los ciudadanos.
Por eso, el presidente madrileño se empeñó ayer en cargar otra vez contra los sindicatos y el derecho a la huelga. Por eso habló de abusos, por eso él, que ve a los pacientes como unidades de negocio y a los transportes como instrumentos de propaganda electoral a traspasar después a amiguetes, por eso, él que se quedó sin poder televisar su mensaje de navidad, habló de regular el derecho de huelga.
Pues que sepa el señor don Ignacio González que los trabajadores en huelga están pagando con su salario los días en que hacen huelga y que sepa también que, una vez reconocido por la Constitución como lo está, el único abuso contra el derecho de huelga que cabe es el de recortarlo como pretenden.
Quizá lo que querría Ignacio González es un rebaño de corderos que desconcertados y asustados se dirijan al matadero. Yo prefiero a los trabajadores defendiendo lo que es suyo y es de todos y el PP nos quiere arrebatar.
 
 
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miércoles, 26 de diciembre de 2012

SE CONFUNDIÓ DE AÑO O DE PAÍS

 
 
Cuando a las nueve de la noche del lunes apareció el rey sentado en el filo de la mesa de su despacho fue tanto el impacto que produjo en mí esa falsa puesta de escena -de profesor "colega" que luego suspende como el que más, según mi hija- que me costó dios y ayuda concentrarme en un mensaje que tuve la sensación de haber escuchado ya otras veces.
La verdad es que, para lo que dijo en él, bien podía haberse limitado a reunir en una comida a los líderes de los partidos y habérselo contado en ella, porque no creo que ese mensaje ensayado, repetido y montado y corregido una y mil veces lograra interesar a los parados, los enfermos, los desahuciados, los jóvenes licenciados que no ven otra salida que la emigración, los pensionistas, los funcionarios recortados y estafados por el gobierno, los estudiantes y enseñantes en todos los niveles, los inmigrantes sin papeles y ahora sin médico, los médicos y todo el personal sanitario, los comerciantes que han tenido o tendrán que echar el cierre de sus comercios en cuanto acaben estas fiestas sin paga que dejarán sus estanterías llenas y sus cajas vacías.
Tampoco habló de sus asuntos y tiene más de uno pendiente. Se limitó, como los constructores de las catedrales y los masones a incluir en la puesta en escena una serie de símbolos que, horas después, nos explicaron en el telediario. Un ejemplar "de trabajo" de la constitución otro de glosa de la misma por expertos constitucionalistas, la "foto de familia" de las celebraciones del segundo centenario de "la Pepa" en el oratorio de San Felipe Neri en Cádiz, la foto del heredero y su familia, la de las dos infantas sin sus polémicos maridos, en vigencia o no. En fin, no había fotos de sus cacerías en Botsuana, ni de la mansión del señor Urdangarín, ni de ninguna de las amigas del monarca.
Creo que el rey podía haber aprovechado la ocasión para acercarse más a la gente y sus problemas y que acercarse no es sólo ponerse a este lado de la mesa en esa ridícula y forzada postura. Podía haberles dado esperanzas a esos jóvenes, pero, claro, a él, aparte del de sus hijas y sus yernos, sólo le preocupa e futuro de su hijo y éste, al menos de momento, tiene el puesto de trabajo asegurado desde la cuna.
Creo que lo poco que insinuó en su mensaje sobre el proceso en que está embarcada Cataluña fue demasiado si, como hizo, ignoró absolutamente la corrupción en lo público, la mala gestión de la banca y las cajas y las estafas y los abusos que se han producido en el seno de las mismas. Tampoco señaló con su real dedo a quienes se llevan su dinero y a veces el nuestro a Suiza -a lo mejor hubiese molestado a algún familiar o a algún amigo- o a otros paraísos fiscales, problemas éstos que, si no les azuzan desde los medios, preocupan más a los españoles de lo que les preocuparía una bastante incierta secesión de Cataluña.
Por terminar, el rey se equivocó de año, porque no nos habló de este infame 2012 a punto de concluir, o de país, porque la España de la que habló se parece más a la españa de papel que desfiguran cada mañana en las redacciones y las tertulias que a la españa real en la que están sufriendo como nunca la mayoría de los españoles.
 
 
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lunes, 24 de diciembre de 2012

¿ESTADOS PARALELOS?

 
 
No ahora, sino desde hace tiempo, se escucha con demasiada frecuencia y también, por qué negarlo, con demasiado retintín que "España es un estado garantista en exceso". Determinar quién lo dice es de mucha ayuda para saber por qué lo hace. Lo dicen, lo escriben y lo dan a entender todos aquellos para los que, precisamente, esas garantías se convierten en obstáculos, rémoras, frenos y todo lo que se nos pueda ocurrir a la hora de conseguir sus objetivos.
Nada de garantías. Los jueces no hacen otra cosa que alargar los procesos, buscarle tres pies al gato y producir sentencias que, no hay más que leer los periódicos, son en ocasiones escandalosas. Eso de las garantías es para que los listos se escurran por las rendijas de las leyes. Así que seamos prácticos y actuemos dejando a los jueces al margen.
Eso es lo que, al parecer, está ocurriendo en determinados rincones de nuestra Policía, porque, a pesar de lo que nos zurran -demasiado a menudo últimamente- es nuestra y sirve, o debería servir, para que responsabilidades como las que están aflorando en la tragedia del Madrid Arena salgan a la luz, pero siempre de la mano del juez.
Ahora, decía, como lo cuenta EL PAÍS en si edición de hoy, hay policías dispuestos, también al parecer, a investigar por su cuenta a políticos, periodistas, jueces y fiscales catalanes, a los que se ha indagado en España y fuera de ella, que, curiosamente, están o han estado enfrente del actual gobierno. Según la información, elaboran, a base de refritos de informes existentes, con datos falsos o inventados, y siempre a espaldas de los jueces, dosieres con presuntos informes policiales que hacen llegar a distintos medios de comunicación, hasta que, al final, alguno con menos escrúpulos o intereses más torticeros que los demás acaba por publicarlos.
Es lo que ocurrió con el famosos "borrador" lanzado contra Artur Mas y la familia convergente, o sea, los Pujol, sobre su implicación en el caso Palau. Un informe que, evidentemente, resultó tan oportuno como interesado y que pese a su trascendencia en la campaña electoral catalana, el Ministerio del Interior y el Gobierno en general no tuvieron el más mínimo interés en desmentir.
Los datos que publica hoy EL PAÍS son tan elocuentes que resultaría más que chusco que el ministro Fernández Díaz, procedente de la política catalana, no saliese a dar la cara, garantizando que va a poner todo su empeño en desenmascarar esa oscura trama.
Dudo que lo haga, aunque me gustaría estar equivocado. Porque aquí todo vale si sirve para un propósito y parece que en algunos estamentos se da por bueno, desde estas oscura fontanería a la imagen de un general de la Guardia Civil recuperando Cataluña para una España que vuelva s ser, si no libre, si al menos una y grande.
Todo esto me da mucho miedo, como me da mucho miedo que el ministro del Interior dé órdenes a la Policía para identificar a todo bicho viviente presente en el escenario de concentraciones y protestas, para multarle, sin más miramiento, con una multa de 600 euros -el equivalente al sueldo de mucha gente y más si es joven- que sólo podrá reclamar si abona una tasa de 700, con el riesgo de que el castigo por estar en el sitio equivocado a la hora equivocada se convierta en 1.300 euros más la minuta de los abogados.
Esto recuerda preocupantemente al estado de excepción de los regímenes autoritarios, en los que "los guardias" tienen toda la autoridad y acaban siendo juez y parte. Es como no podía ser de otro modo una perversión burda de la democracia, en la que, con el silencio del mayor partido de la oposición, entretenido en lamerse las heridas y en hacer penitencia y ejercicios espirituales, se cambian las reglas del juego sobre la marcha, unas veces por Fernández Díaz, otras por Gallardón, para garantizarse la más absoluta impunidad.
Como no podía ser de otro modo es un método más a la brava que el florentinismo del primer ministro italiano, Mario Monti, que sin haberse presentado a ninguna elección pretende seguir al frente del gobierno sin presentarse tampoco a las próximas.
¿Son o no estados paralelos que presagian lo peor? Un nuevo fascismo de guante blanco, por ejemplo.
 
 
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domingo, 23 de diciembre de 2012

EL ENEMIGO EN CASA

 
 
Es lo que tienen los mercenarios: no guardan fidelidad sino a sí mismos y al dinero. No sé si todo el Real Madrid, pero al menos Florentino Pérez, ese señor que lee los discursos que el escriben como un colegial leería una redacción para el Día de la Madre, así lo quiso. Y lo están pagando, tanto él, como quienes creen realmente en el club más ganador de este país.
Traer a Mourinho y a sus malas maneras al Real Madrid ha sido como meter al enemigo en casa y no hacían falta muchas luces para verlo. Bastaba con mirar cómo había dejado los equipos por los que había pasado hasta entonces: arrasados, sin estilo, sin futuro y con los socios, los jugadores, la prensa y los directivos cabreados todos contra todos. Esa es su habilidad más reconocida: desatar tormentas y desaparecer indemne por el ojo del huracán con su botín a cuestas.
Personalmente creo que tiene mucho de desequilibrado, de inadaptado social, que, ya de adolescente, salió por la puerta de atrás del instituto en el que cursaba sus estudios sin poder terminarlo por haber agredido a uno de sus profesores. Eso fue lo que le echó en brazos del deporte, donde, durante algún tiempo y desde papeles secundarios, fue ascendiendo hasta colocarse bajo los focos para mostrar el peligroso histrión que lleva dentro.
Está claro que lo único que le gusta a Mourinho es ganar y a ello se dedica en cuerpo y alma, pero tiene unos cuantos defectos. El principal es el de que o bien no sabe o bien no quiere asumir sus responsabilidades y, en cuento puede, las descarga sobre todos o parte de sus jugadores, lo ha hecho en varias ocasiones y la verdad es que, con una prensa entregada y ciega, al frente del Madrid le ha servido hasta hace bien poco. Otro defecto es el de que carece de paciencia, entre otras cosas, porque sabe que, sin títulos, su caché se deteriora. Pero el que quizá sea el peor de todos sus defectos es que no siente respeto por nadie, a veces de manera enfermiza. Y ese es un defecto difícil de curar cuando se vive rodeado de aduladores incapaces, no ya de corregir sus errores, sino que, además, le cubren y apoyan cuantas veces haga falta, porque en ello les va la confianza del tirano y, también, el pan de sus hijos.
Mourinho apenas ha sido rentable para el Real Madrid, porque su contrato caro y por mucho tiempo tiene a su presidente atado de pies y manos hasta el punto de tener que defenderle cuando su conducta o sus resultados son indefendibles. Por si fuera poco, lo que se ha hecho, en lugar de obligar a José Mourinho a adaptarse a las características y necesidades del club que le paga, ha sido adaptar el club a los caprichos del portugués, eliminando a todos los que o no le gustaban o nos e sometían a su tiranía, hasta el punto de que se ha hecho con todo el poder, incluso el de la voluntad del presidente, al que parece tener abducido para sus fines. Raúl, Valdano y alguno que otro más han sido sus víctimas.
Lo de ayer en Málaga sería duro y vergonzoso para alguien con algo más que ambición por el dinero y que tuviese pensado quedarse en el Real Madrid la temporada que viene. Perdió ante el entrenador al que sucedió despreciándole en público de la manera más infame y, ahora, vive la humillación de sentir el aliento de quien, con una plantilla muy inferior a la suya y bastante menso dinero, está a sólo dos puntos en la clasificación.
Pero, además, Mourinho ofendió ayer a los madridistas dejando sentado en el banquillo al personaje más indiscutible del Real Madrid, Casillas, alineando a un portero sin bregar y a un cojo como Pepe, que ayer lo estaba. Tengo claro que, anoche, Mourinho quería perder, porque no aguanta ni un minuto más en una liga en al que un "desconocido" -supongo que ya se habrá enterado de quién es Tito Vilanova- le saca dieciséis puntos.
Mourinho quiere que le echen para no perder ni un céntimo de su contrato y está haciendo lo posible para que así sea. Ofendiendo a sus jugadores, secuestrando periodistas para abroncarles, inventándose alineaciones imposibles, despreciando a la cantera y gran parte de la plantilla para llenar el equipo de jugadores de su cuadra o la de su representante -ya no se sabe quién es quién- y despreciando e insultando a quienes le rodean.
Ahora mismo, a Mourinho sólo le queda la fidelidad de los descerebrados de la peña ultrasur y, claro, la de sus portugueses con el no menos ultrasur, Pepe, al frente. Ayer escuché en la radio un tuit de un oyente que resumía a la perfección la presente actitud de Mourinho. "Sólo le falta -decía- empujar a Di Stefano por las escaleras".
Quizá ya lo esté pensando.

sábado, 22 de diciembre de 2012

POR QUÉ SANIDAD Y NO DEFENSA

 
 
Recordando una pate de la conversación que ayer mantuve con mi amigo Rodolfo, acabo de caer en la cuenta de que no recuerdo el nombre del ministro de Defensa y, cuando he tratado de encontrarle una explicación al asunto la he hallado en un hecho incontestable: es, de todos, quizá el menos conocido porque es el que tiene menos conflictos y porque el "servicio" que administra es el que, al menos en apariencia, menos recortes ha sufrido.
Ya sé que no es exactamente así, pero lo parece y, a veces, son más importantes las apariencias que la realidad misma. Lo que sí es cierto es que, contrariamente a lo que ocurre en otros sectores, en ese departamento, muchos de los servicios que hasta ahora estaban externalizados -limpieza de algunas dependencias, por ejemplo- están volviendo a ser obligación de la tropa, que para eso está entrenada para obedecer sin quejarse.
Y, ahora, partiendo del dato de que no recuerdo el nombre del ministro, aunque sí el de que uno de su secretario de Estado, que creo que es de quien dependen las compras de armamento, es el miembro del gobierno con más patrimonio, volvamos a la conversación con mi amigo. Me decía Rodolfo que no veía clara la necesidad de la existencia de un ejército y más, ahora que, para nuestro país, no parece existir una amenaza al uso que la justifique. Cuando yo, un poco por hacer de abogado del diablo y un poco porque realmente así lo creo, le recordé esas otras funciones para las que está preparado y se entrena el Ejército, por ejemplo la intervención en catástrofes naturales, Rodolfo me habló de que, para eso, podría existir algo así como la Guardia Nacional de que disponen los estados de la Unión.
Pero claro, en ese momento se me vinieron a la cabeza las imágenes de George Bush pilotando uno de los cazas de la Guardia Nacional de Tejas o la de las tropas interviniendo como antidisturbios contra la propia población, por ejemplo en las protestas contra la Guerra de Vietnam o contra los defensores de los derechos civiles para la población negra del sur en los sesenta y se me quitaron las ganas de tener una de esas guardias nacionales.
Una vez irresuelto ese asunto ambos nos preguntamos por qué se considera tan irrenunciable el presupuesto en Defensa y no ocurre otro tanto con los de Educación y, especialmente, Sanidad. Está claro que ni nosotros ni quienes nos gobiernan tenemos una respuesta razonable para eso. Cómo decirle, si no, a quien, como Paquita, entrevistada por Gonzo en el Intermedio, tiene que quedarse sin comer algún que otro día para poder hacer frente al copago de las medicinas que necesita diariamente, que uno sólo de los cazas de nuestra fuerza aérea cuesta tanto como el centro de salud en que la atienden. Cómo explicarle qué pintamos, gastándonos el dinero que nos hemos gastado y nos gastaremos en Afganistán hasta después de 2014, si ese es un avispero removido en su día por los Estados Unidos para minar a la Unión Soviética y convertido después en refugio de un terrorismo que si nos ha salpicado y nos puede salpicar es, fundamentalmente, por ser aliados de los EE UU.
Preguntas difíciles de responder ahora que se recorta y se trocea para su venta la sanidad de todos. Es entonces cuando uno cae en la tentación de plantearse por qué, a la hora de privatizar no se privatiza algo aparentemente tan poco útil y rentable cono la Defensa, para, segundos después, abandonar entre sudores fríos la idea.
 
 
 
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viernes, 21 de diciembre de 2012

LO PÚBLICO Y LO PRIVADO

 
 
La derecha de este país tiene la conciencia de que todo lo público se despilfarra y lo privado tiende a la buena gestión y no me extraña que así sea, porque hay todo un pasado que les da la razón, más si miran en su entorno, porque muchas de las grandes fortunas que hoy tienen a sus vástagos en las filas del PP, el único partido visible d la derecha, tejieron sus fortunas con los hilos que iban soltando de lo público.
Quién no ha oído hablar alguna vez del dinero amasado por algunos en torno al hambre de los años posteriores a la guerra civil. Quién no ha oído hablar del estraperlo, de los abastos, del cemento de las obras públicas, de toso aquello que escaseaba o se hacía escasear para beneficio de unos pocos. Quién no conoce alguna historia de familias cuyas fortunas subían como la espuma, mientras el hambre y la enfermedad asolaban al resto de la población.
Quién no ha escuchado historias de enchufes en los ministerios, de hijos de papa que, ya desde muy pequeños, correteaban por el negociado de su padre, porque sabían que esos pasillos y esos despachos eran parte de las propiedades de la familia. Quién no sabe de lazos de sangre y alianzas familiares fraguadas entre esas paredes y de negocios, suministros o licencias de importación otorgadas a tíos, primos y cuñados.
Todo esto pasaba en tiempos de la dictadura, cuando atreverse a denunciarlo en algo más que un chiste de cafetería podía costar muy caro. Sólo al final de la vida del dictador, que para su mal había colocado al inútil de su yerno en el hospital al que le llevaron a mal morir, algunos periodistas se la jugaban hablando de matesas, redondelas y soficos en revistas que pasaban más semanas secuestradas que en los kioscos.
Llego la democracia, llegaron los sindicatos libres y, con el "enemigo" metido en casa, seguir con ese ritmo se hizo difícil y arriesgado, así que las grandes fortunas comenzaron a hacer sus negocios fuera de la Administración, aunque conservando dentro de los ministerios a la mayor parte de esos buenos amigos dispuestos a, de vez en cuando, proporcionar algún que otro pelotazo.
Y, hablando de pelotazos, llegó la especulación inmobiliaria, las recalificaciones, el ladrillo. Con buena información y algún que otro regalo a tiempo, el dinero siguió fluyendo como hasta entonces. Lo malo es que, con el cemento, llegaron los advenedizos, los nuevos ricos, sin clase, con los que había que compartir los partidos de golf y los negocios y lo que había sido un club cerrado, en el que la sangre y la casta eran tarjeta de visita, se llenaron de patanes de esos de fajo de billetes en el bolsillo. Y, por si fuera poco, lo del cemento se ha acabado y por mucho tiempo. Así que el dinero polvoriento y aspero del negocio del ladrullo ha buscado otros negocios y los ha encontrado.
Regresemos al presente. Desde hace un año y nunca como ahora, la derecha de este país, la de casta y la de los patanes, ha tenido tanto poder y tiene apenas dos o tres años para aprovecharlo, A eso es a lo que se están dedicando allá donde la candidez, irresponsabilidad o el consentimiento consciente de muchos, demasiados, ciudadanos les han dado la mayoría absoluta. Y están llenando con toda frialdad el saco del botín: hospitales, televisiones, trenes... todo vale si se le sacan unos cuartos o se lo sacan los amiguetes que luego sabrán ser generosos.
Y así ha sido con el silencio resignado de los ciudadanos, con el silencio de los corderos que, pese a que sospechan que les llevan al matadero, callan o a lo sumo balan lastimeramente. Este país ha pasado por mucho. Y de tanto pasar ha aprendido a callar, pero este país tiene un defecto que es virtud: se cabrea muy de vez en cuando, pero cuando se cabrea, se cabrea como nadie.
 
 
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jueves, 20 de diciembre de 2012

EL HERPES DE LASQUETTY

 
 
Ayer se reunió Rajoy con militantes del PP madrileño en Arganda. Hizo bien, porque de vez en cuando, y más en estas fechas, es bueno dejarse ver en casa de los amigos y familiares para sentir la sensación de que, todavía, alguien te quiere. Al pobre Rajoy no le salen las cosas, tampoco a sus ministros ni a quienes ejercen el poder autonómico desde las filas de su partido. Las cañas de antaño se han tornado en lanzas y cada vez que se dejan ver fuera del blindaje del Palacio de La Moncloa, los parlamentos, los ministerios o la Casa del Correo de la Puerta del Sol, en el caso de Ignacio González, sus oídos, acostumbrados al halago o, como mucho, a los tacos y las intrigas de Esperanza Aguirre, tienen que soportar coplas, pareados o insultos de grueso calibre dirigidos a su persona.
Se supone que aguantar eso de vez en cuando es soportable, pero tener siempre al pie del despacho un coro de protestas, bocinas, pitos y petardos puede llegara a ser molesto. Puede, incluso, hacer mella en la salud de quien las oye cada minuto. No hay más que ver al consejero de Sanidad Fernández Lasquetty, en quien, como si de justicia poética se tratase, ha hecho presa un enorme y molesto herpes labial que deja claro el calvario por el que está pasando. Poco consuelo, pero bastante para quienes nos jugamos tanto con semejante tahúr que, por lo que se ve, va de farol y con las cartas marcadas.
A alguien que realmente pretendiese el bien común, se le haría insoportable tanto ruido y tan poco agradable a su alrededor. La sanidad pública madrileña se ha convertido en el paradigma de la lucha de los ciudadanos por el Estado de Bienestar. No es de extrañar que Lasquetty haya quedado por esa infección, siempre latente en nosotros, que vive agazapada hasta que nos sorprende con un exceso de estrés, falta de sueño, o las defensas bajas.
Y no le va a ir mucho mejor cuando capee este temporal, si es que llega a capearlo, porque quedará marcados para siempre por "vender" nuestros hospitales, del mismo modo que Lamela se quedó con la "gloria" de haber acusado poco menos que de acabar con la vida de sus enfermos terminales a todo el personal de urgencias del hospital Severo Ochoa de Leganés.
El agravio que pretende el PP para los ciudadanos madrileños -todos, antes o después, acabaremos siendo usuarios- a cuenta de la privatización, total, parcial o mediopensionista, es tan grande que ha provocado la movilización ciudadana más amplia y más transversal de la historia reciente de este país. La gente sabe muy bien lo que perdería si pierde los hospitales y los centros de salud en que les atienden con criterio de servicio público y no de negocio privado.
¿Por qué no nos cuenta el consejero que algunos de los hospitales que dicen haber hecho en Madrid, convenientemente inaugurados de acuerdo con el calendario electoral, los estamos "copagando", es decir pagándolos de nuevo, porque el convenio firmado por las empresas gestoras con la Comunidad de Madrid no da para material, medicinas, personal, comedor y limpieza y, sobre todo, para el lucro de las susodichas empresa? ¿Por qué no nos dice que ha habido que liberar partidas extraordinarias para mantenerlos abiertos? ¿Por qué no cuentan que en algún hospital se están pagando las nóminas irregularmente? ¿Por qué el consejero del herpes es incapaz de decir cuánto va a ahorrarse Madrid con la privatización y exige a los jefes de servicio que detalle al céntimo una alternativa a esos planes tan vagos?
Quizá por eso, la mayoría de los jefes de servicio de la sanidad madrileña están sopesando presentar su dimisión al del herpes. Y hay que subrayar que entre esos jefes de servicio los hay de todos los perfiles ideológicos. Ayer el presidente madrileño, Ignacio González, dijo en la cena de Arganda que no hay que hacer caso al ruido de quienes dicen que se va a privatizar la sanidad. No sé qué pensó el consejero del herpes, si es que llegó a oírle.
A Pinocho le crecía la nariz por mentir, a Lasquetty le está saliendo un herpes y, a nosotros, un grano en el culo.
 
 
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miércoles, 19 de diciembre de 2012

MAS ES MENOS

 
Si en algo tienen razón Rajoy y los populares en apuntar hacia los socialistas a la hora de buscar en el pasado responsables de la situación por la que atravesamos hoy. Pero que no se me malinterprete, la verdadera culpa del PSOE no es lo que hizo o dejo de hacer, porque hizo cosas buenas y malas, la culpa de los socialistas radica en lo que no son capaces de ser o hacer hoy. Porque, como el boxeador que acaba de recibir el golpe de gracia, se ha refugiado en su rincón esperando que suene la campana o a que desaparezca el aturdimiento que apenas le deja defenderse.
El PSOE es por eso responsable de no haber liderado la calle en este primer año de gobierno del PP y es responsable de no haber servido de salida a la crisis abierta por Artur Mas con su empeño cerril en pasearse por el filo de la navaja ene l peor momento de los posibles. Si el PSOE se hubiese puesto al frente de ese tejido social desde las bases y desde el principio, en vez de subirse al tren en marcha como intenta hacer ahora, probablemente el PP estaría más intranquilo. Del mismo modo, si el PSC se hubiese mantenido con referencia en Cataluña, la solución al rompecabezas planteado por el resultado electoral hubiese sido otra. Pero de nada sirve lamentarse, porque, de momento y aunque me pese, el PSOE ni está ni se le espera y hay que hacer el cesto con los mimbres que quedan.
Mas se metió y metió a Cataluña en un callejón que, al menos por el momento, sigue sin salida. Su envite mal calculado y apoyado en encuestas hechas a favor de obra y no buscando la realidad, ha vuelto a su gobierno y a la misma Cataluña más inestable de lo que era. Por si fuera poco, aquellos recortes que minaron su popularidad hasta empujarle al barranco del adelanto electoral, pese a que los defendió como inevitables, serán inviables con un socio que viene poniendo sistemáticamente a ellos, con el inconveniente añadido de que lo que le guste a su socio externo, ERC, cabreará y cómo, al de toda la vida en CiU, Durán Lleida.
Ese es el panorama que ha quedado tras el acuerdo de gobierno entre Artur Mas y Oriol Junqueras. Un compromiso para celebrar en 2014, pero sin fecha fija, una "consulta" sobre la soberanía, que necesitaría, para ser desactivado, de la doble llave de los misiles intercontinentales. Un acuerdo sobre ese asunto, que parece que es lo único que les une y no del todo, y del que ya dicen -lo ha escrito Juan Tapia- lo único que garantiza es el fracaso.
Si nos paramos un momento y dejamos de hacer ejercicios de ingeniería electoral, vemos que lo que pasó anoche es lo único que podía pasar, porque las matemáticas son tozudas y se empeñan, con todo derecho, en mostrarnos el perfil soberanista de Cataluña y el único modo de dar satisfacción, aunque no completa, a los electores, papeleta a papeleta, es ese: un acuerdo de gobierno entre las dos fuerzas soberanistas que concurrieron como tales a las elecciones.
Otra cosa es que los catalanes hubiesen preferido un acuerdo entre CiU y el PSC, pero, de momento y como digo, eso es ciencia ficción. El futuro que pinte en Cataluña no creo que sea divertido, pero entretenido lo va a ser y mucho. Mas quiso crecer y tapar sus recortes aupándose en las legítimas aspiraciones de los catalanes. Quiso crecer y, por su mala cabeza y para su desgracia, se dejó unos cuantos escaños en el camino. Quiso ser más y es menos.
 
 
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martes, 18 de diciembre de 2012

REPARTIR DOLOR

 

En eso sí son eficaces, en repartir dolor. Lo dijo el redicho Gallardón hace unos días y fustigándose tan falsa como espectacularmente como si de un penitente de esos de dos días al año se tratara. El ministro de justicia se vistió la túnica de afligido reo de culpabilidad, con esa vocecilla del que grita en voz baja, pero sólo un segundo antes de emplearse a fondo contra jueces y fiscales. Se nota que Gallardón no habla mucho con Matas y Camps, porque esos sí que sabían de repartos, aunque lo que repartiesen no fuera precisamente dolor. Pero también se nota que no recuerda sus años al frente de la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid, años en los que también él derrochó y repartió a manos llenas.

Están repartiendo dolor y lo están haciendo con la impudicia del que nunca lo ha tenido en casa, del que o bien no lo ha conocido o, si lo ha conocido, prefiere olvidarlo. El reparto del dolor lo han ido dosificando y haciéndonos pensar que no iba a ser para todos, haciéndonos creer que algunos éramos inmunes a la enfermedad. La primera dosis, casi una vacuna, consistió en quitar sus tarjetas sanitarias a los sin papeles, junto a los jóvenes sin seguridad social, en una de las primeras decisiones de un personaje tan incompetente como Ana Mato, capaz de ver con naturalidad que los de la trama Gürtel le regalen un lujoso jaguar a su ex marido y, al mismo tiempo, dejar sin asistencia médica a miles de seres humanos.

De entonces a ahora, apenas unos meses -ojo- este gobierno ha sido capaz de repartir dolor a diestro y siniestro, subiendo impuestos, congelando, cuando no recortando en la práctica, las pensiones recortando también prestaciones, abaratando el despido a los empresarios, despidiendo él mismo a interinos de la administración y a empleados de empresas públicas que, en muchos casos, ha cerrado. También ha suprimido el comedor gratuito de nuestros hijos en edad escolar, con lo cual deja a miles de niños sin la única comida decente que recibían al día, sus tijeras han dejado sin asistencia a decenas de miles de incapacitados y ancianos. A sus funcionarios, les ha recortado una parte importante de su salario -la paga extra que debieran recibir en estas fechas no es un regalo de Papa Noel, sino una parte de ese salario- no sin antes criminalizarles, tildándoles de vagos, cuando no de ladrones. También ha reducido sus días de libre disposición y, por si fuera poco, ha aumentado sus horarios, reventando en muchos casos la posibilidad de conciliar su vida familiar.

Con este hatajo de repartidores de dolor, se han multiplicado los desahucios, que en algunos casos han sumado al propio drama que entrañan el de los suicidios, ha aumentado el paro... y parece que seguirá aumentando, ha conseguido levantar contra él a la práctica totalidad de sectores como los de la enseñanza pública, la sanidad, la justicia... y así hasta el infinito.

Se ha empleado a fondo repartiendo dolor, también en chapuzas trágicas como la del Madrid Arena y entonando a coro el pío pío que yo no he sido, cuando está claro que su inoperancia, cuando no su colaboración necesaria, para que ocurriera lo que ocurrió. Y se ha empleado a fondo en repartir el dolor, esta vez físico, en estrecha colaboración con el gobierno catalán, magnífico también con las tijeras, repartiendo leña por las calles y plazas a diestro y siniestro sin importarle que los zurriagazos y pelotazos alcanzasen a niños o ancianos.

Ha habido dolor para todos, salvo para la iglesia católica, que sigue sin pagar el IBI y, por si fuera poco, recibe más dinero del presupuesto, directamente o a través de subvenciones a su bien saneado negocio de la enseñanza, saneado por ingresos o por la impronta que deja en la formación de los alumnos. Tampoco ha habido dolor para los ricos que siguen son sus tinglados de ingeniería financiera, que siguen sin pagar el impuesto del patrimonio y comprándose carísimos apartamentos en Berlín o Nueva York, aunque algunos tengan que pasar una temporada en una habitación de Soto del Real.

La ecuación es sencilla: si todos recibimos dolor en el reparto y sólo la iglesia y los ricos quedan a salvo, es porque el gobierno, este gobierno, es el gobierno de los ricos y los obispos, como lo eran aquellos de los marqueses y caciques del siglo XIX.
 
Sólo espero que dentro de tres años o antes, si es posible, tengamos la lección bian aprendida y pongamos los emdios para que no se repita una dolorosa estupidez como ésta.
 
 
 
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lunes, 17 de diciembre de 2012

MOURINHO Y RAJOY

 
Más allá de lo que tendría someter al juego de las diferencias al presidente del gobierno de España y al entrenador del Real Madrid, hay que reconocer que existen entre uno y otro algunas semejanzas, aunque está claro que son más las diferencias que les separan.
José Mouriñho y Mariano Rajoy tienen en común más de lo que parece. Sin embargo, y en contra de lo que pudiera parecer, su pasión por el tercer clasificado de la Liga Española de Fútbol, porque, si resulta evidente y sabido que el equipo de los sueños de Rajoy es el Real Madrid, tan evidente o más resulta también que a Mourinho el equipo del que cobra, y cómo, a estas alturas del campeonato le importa ya un carajo. Más bien parece que a Mourinho lo único que le ha preocupado es mejorar sus contratos, convertirse en el centro de atención de los medios y las audiencias y, a estas alturas, conseguir una salida suculenta a so negra etapa en el equipo del campo del Paseo de la Castellana y un fichar por un equipo inglés.
No podemos ignorar, sin embargo, que el entrenador portugués y el presidente del gobierno tienen como principal semejanza que ambos llegaron a sus destinos, el Santiago Bernabéu y La Moncloa, siendo, si no para todos, sí para la mayoría de madridistas, uno, y para la mayoría de los españoles, el otro, la solución milagrosa para todos su problemas, unas esperanzas evidentemente frustradas para unos y otros en la tercera temporada en el banquillo y el primer año en el despacho.
También se parecen en que, aún con la frustración que acarrean los fracasos, hay quienes se empeñan, quizá por esa necesidad de justificarse ante lo evidente, en defender a uno y otro, en atribuir tanto fracaso a herencias, árbitros o vestuarios. Un empeño reforzado por la nada inocente subjetividad de alguna prensa que pase lo que pase, hagan lo que hagan el Real Madrid o los ministros de Rajoy, siempre saldrán en su defensa.
Otra semejanza entre Rajoy y Mourinho la encontramos en ese control que sus respectivos "aparatos" ejercen sobre la prensa, premiando a los dóciles y castigando a los rebeldes, limitando su presencia ante cámaras y micrófonos, salvo cuando juegan competiciones internacionales y se ven obligados a la comparecencia. Aún así, bajo los focos, las tácticas de uno y otro son completamente distintas. El entrenador gusta de enseñar los dientes, poner en cuestión las preguntas que a sus ojos resultan incómodas, cuando no de insultar y humillar a quien las hace. Y, para muestra, gestos como el de dejar en tierra en Zagreb a los periodistas que cubrieron un partido nada glorioso, o el negro botón que supuso encerrar durante media hora en su despacho, junto a uno de sus colaboradores en el banquillo, al autor de una información publicada en el diario MARCA que o no le gustó o consideró incorrecta. La verdad es que aquí sí hay diferencias porque los métodos y las prácticas del PP y la Administración que controla son más sibilinos y más cercanos, de momento, al premio y la zanahoria que al castigo y el secuestro.
Y, aunque entre uno y otro habría muchas más semejanzas y diferencias os dejo con esta última apreciación. Así momo Rajoy parece un viejo prematuro cansado y poco o nada interesado por el papel que le ha tocado jugar, Mourinho es un niño grande y consentido que corroe la envidia por los otros niños e incapaz de disfrutar con los juguetes que exige y consigue porque, una vez en sus manos duran poco o nada, quedando, además, inservibles para nadie más y para él mismo.
Lo peor para quienes no somos del Real Madrid, pero sí españoles, es que no tenemos un Florentino repipi y redicho, que sólo sabe hablar en superlativos, pero que un día puede levantarse con los cables cruzados y mandar al portugués a Inglaterra. A nosotros, salvo un milagro, sólo nos salvarán las elecciones, si es que sobrevivimos hasta entonces.
 
 
 
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domingo, 16 de diciembre de 2012

Y PARECE UN SIGLO

 
 
Esta semana Mariano Rajoy cumple su primer año al frente del gobierno de España. Sólo ha pasado un año desde aquel debate de investidura en el que puso voz en sede parlamentaria a algunas de sus promesas electorales, un año desde que dijo que sería valiente, un año desde que nos aseguró que no se escondería, Un año desde que innecesariamente -o sí, quien sabe- anunció que desde ese momento se ponía a trabajar. Un año desde entonces y, sin embargo, parece que fue hace un siglo, porque la España que nos está dejando a quienes pasamos ya de la cincuentena se parece más a la de nuestros padres que a la que habíamos soñado para nuestros hijos.
Supongo que, en estos tiempos en que todo se reduce a las, a veces absurdas, estadísticas, alguien llevará la cuenta de las promesas hechas e incumplidas por Rajoy. Supongo que alguien se habrá ocupado en contar los minutos en que se ha puesto ante la prensa con opción de preguntas, supongo que alguien habrá medido los minutos de sus calladas por respuesta, de sus silencios y sus dudas. Supongo que, midiéndolos con objetividad y comparándolos con los minutos que ha empleado en decir algo con substancia o en responder a preguntas más o menos incómodas, el resultado sería escandaloso.
Eso cuando lo que dice no es uno de esos enigmas, esas adivinanzas enrevesadas a veces hasta el ridículo con las que ha vendió contestando desde hace meses a cuestiones relativas a la deuda o el rescate. Y qué decir de su extraño y alocado juego de alianzas en el que unas veces aparece como incondicional de Angela Merkel y Sarkozy, otras de su sucesor Hollande y, otras, ni el mismo lo supo.
Y, si esos es lo que se puede decir del presidente, qué no diríamos de sus ministros, esperpénticos y torpes como muñecos del pim pam pum. Balbuceantes, enrabietados a veces, esforzándose en retorcer la verdad con hechos o palabras, hasta el punto de que, si la prima única bajase cada vez que emplean un nuevo eufemismo para no decirnos lo que nos tienen que decir, hoy nuestra deuda pública tendría más pretendientes que la alemana. Lo han hecho y lo seguirán haciendo hasta el delirio.
Un año en el que el par se ha disparado y lo ha hecho especialmente en el sector público, porque estos señores son de cuenta fácil y no les vayas a hablar del valor social del trabajo o del lento suicidio que está siendo dejar a los españoles in dinero o con tanto miedo en el cuerpo como para no atreverse a gastar el poco o mucho que tienen. Mal van a salir las cuentas tras estas navidades. Tan mal que más de un comercio muy probablemente no volverá a levantar sus cierres.
Paro, miedo, malnutrición, si no hambre, huelgas, manifestaciones, desconfianza, injusticia social, listas de espera en todo, precios al alza, salarios a la baja, guerras inútiles como las del ministro Wert quien, por cierto, parece dispuesto con su ivazo a asediar por hambre a todo el "rojerío" del cine, la música y el teatro que tan mal se lo hicieron pasar a su gurú Aznar. Una penosa lista que, en el mejor de los casos, nos devuelve a una España predemocrática, porque de poco sirven los derechos y las libertades cuando se pretende, y de momento con éxito, hacernos pagar por ellos.
Lo único positivo de toso esto es que la sociedad española parece haber despertado de ese cómodo sueño en que la habían sumido el narcotizarte bipartidismo. Hoy es difícil salir a la calle sin cruzarse con una marcha o dos concentraciones. La gente les está perdiendo el miedo al miedo, y eso es muy importante, porque también Franco y los franquistas se creían inmortales.
No sé si Rajoy cumplirá otro año en la Moncloa. No me gustaría, pero la solución está en nuestras manos. Hay que tomar de nuevo la calle, no sólo con manifestaciones y megáfonos, también con el boca a boca, hablando con confianza, diciendo lo que pensamos a la gente en que confíanos y que confía en nosotros.
Va a ser duro, pero sólo así el camino será más corto. Sólo así conseguiremos que, como ya está sucediendo, muchos de quieens votaron al PP reconviertan su significado por el de Pido Perdón.
 
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sábado, 15 de diciembre de 2012

NEWTOWN, PUNTO Y SEGUIDO

 
 
Me ha costado decidirme a escribir sobre esa estupidez humana que ayer se desató en todo su esplendor en Newtown, una tranquila ciudad norteamericana del estado de Connecticut -Columbine también lo era- que ayer tuvo que enfrentarse a la dosis de dolor y de absurdo más grande que pueda darse: la muerte, perfectamente evitable, de veinte niños y siete adultos, a manos de un pobre diablo que, a saber qué cuentas y contra quién tenía por saldar en su cabeza.
Cada vez que ocurre algo así -me resisto a llamarlo matanza o masacre, porque matanzas y masacres son lo que hacen los ejércitos con la población indefensa, sea en Siria, Palestina o cualquier otro lugar de este mundo- y sobre todo si es en los Estados Unidos, más aún si es en cualquier durmiente estado de la Unión, se desata el debate sobre el control de las armas en el país más poderoso de la tierra y yo no hago más que recordar a Charlton Heston, ridículo hasta la ternura siendo arteramente toreado por el hábil y un punto demagogo Michael Moore en su brillante documental Bowling for Columbine, defendiendo la excelencia de esa segunda enmienda de la Constitución que consiste en el derecho de cualquier individuo a la tenencia, uso y transporte de armas, con fines defensivos, deportivos y cinegéticos (como medio de supervivencia o deporte), sin perjuicio de otras actividades legales que pudieran realizarse con las mismas. Un derecho enquistado en una sociedad a veces más enferma de lo que parece que continuamente se ceba desde el cine con personajes como el fascistoide justiciero Harry el Sucio y su escalofriante "alégrame el día" y otros menos poéticos incluso.
Pensar que las armas sin control no van a acabar en tragedias como las de Newtown o Columbine es tentar al diablo. Todo lo que puede pasar acaba pasando y, por más que la medida pueda parecer destinada a la disuasión, siempre habrá alguien, desequilibrado o no que, perfectamente sereno o absolutamente frenético, detrás del gatillo de una pistola, un rifle o algo peor. El que tiene una pistola sabe de sobra, o debiera saberlo, que en algún momento acabará utilizándola. Si no, para qué.
Lo deja claro Sam Peckinpah, ese apóstol de la no violencia o de toso lo contrario, nunca lo he tenido claro, en su película "Perros de paja", en la que un afable Dustin Hoffman acaba envuelto en una orgia de violencia cuando "se ve obligado" a responder a los gamberros que acosan su hogar.
En las próximas horas conoceremos detalles de la vida del asesino de la escuela Newtown, como los conocimos de las de la pareja de Columbine. Encontraremos en esos detalles elementos que nos ayuden a explicarnos por qué pasó lo que pasó, detalles que condenen al asesino o a su familia y exoneren de cualquier culpa a la sociedad que puso el odio, las armas y el chaleco antibalas a su alcance.
En las próximas horas, en los próximos días, se hablará también de cambiar esa segunda enmienda a la Constitución. Pero el debate no llegará mucho más lejos. En cuanto haya elecciones a la vista, los candidatos, como ya hizo Obama, pensarán en la potente Asociación del Rifle y en los millones de ciudadanos que tiene en los Estados Unidos, derecho al voto y un arsenal en casa. Y, dentro de unos meses o de apenas unas semanas, alguien volverá a entrar en una escuela, una guardería para ajustar sus cuentas con la vida.
 
 
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