viernes, 28 de diciembre de 2012

BARATO BARATO

 
 

Desde la tarde ayer y gracias a un pleno tan poco apasionante para quienes hacían la propuesta como para que un par de ellos perdiese el tiempo y nuestro dinero jugando con sus teléfono y su iPad, la privatización progresiva de los hospitales y los centros de salud que hemos pagado los madrileños y, a cambio, han servido a todo el que lo ha necesitado en Madrid, es ya posible.

A la hora de explicar por qué lo han hecho, no quieren, no saben o, simplemente, mienten. Es cierto que los hospitales y los centros de salud madrileños pueden funcionar mejor, pero también es cierto que el problema de la sanidad madrileña lo es mucho de falta de recursos y no tanto de gestión. Yo que, para mi desgracia, soy un usuario pertinaz de la sanidad pública en Madrid noto la ausencia de medios y sé cuál es la causa. La causa es ese egoísta que muchos llevamos dentro, capaz de votar a quien le acaricie la oreja contándole que paga demasiados impuestos y que, si les da su voto, que es lo único del ciudadano que les interesa, acabarán bajándoselos. Lo que no le dicen es que a él se lo bajarán un punto, mientras ellos se los bajan unos cuantos más. Y, como, en un mundo en el que la política también vive del marketing, la bajada de impuestos es un argumento infalible, hay líderes de la izquierda -dios si existiese los confunda- que se permiten decir gilipolleces tales como que "bajar impuestos también es de izquierda".

Sin impuestos no hay dinero y, cuando no hay dinero, las estructuras se tambalean. Ojalá todos los que han aplaudido la bajada de impuestos y los que han practicado la "ingeniería" y han tirado de "asesoría", a la hora de hacer su declaración de la renta, echasen cuentas y viesen que todo lo que han perdido en recortes de servicios, copagos, eliminación de pagas, bajada de salarios, precarización de empleo y precarización de su empleo para quienes lo conserven, ha superado con creces todo lo que, presuntamente, se han ahorrado en impuestos. Seguro que, si pudiesen, darían marcha atrás y corregirían su voto y su actitud hacia la hacienda pública.

Ahora, estos señores del "cuanto peor mejor" han visto la brecha por la que introducir la cuña de la privatización que acabará resquebrajando el sólido servicio de la salud pública -sólido por quienes trabajan para él y por el prestigio que, pese a la escasez material, tiene entre sus usuarios- y, así, convenientemente troceado malvendérselo a sus amigos que siempre sabrán ser generosos a la hora de sentarles en sus consejos de administración.

No sé cómo acabará esta historia, ni si será posible que otro gobierno que ojalá llegue pronto, será capaz de revertir esos hospitales que nos están quitando de las manos a sus verdaderos titulares que somos los ciudadanos. Lo que sí sé es que en el mundo de las privatizaciones, las externalizaciones, las contratas y las subcontratas, los servicios se deterioran porque el dinero se va escurriendo por las rendijas que quedan en cada escalón del sistema y el lucro de todos los intermediarios sale de los salarios de los trabajadores y las prestaciones de los usuarios. Y siempre con la presencia de todos los amiguetes que se cuelgan de la teta de la madre administración, todos los que o deterioran el servicio o dejan de prestarlo, despiden a sus trabajadores o les rebajan el salario a la mitad, eso, cuando no se quedan con las cotizaciones de la seguridad o se llevan "la música" a otra parte. Pero, eso sí, si pasa algo, no se te ocurra pedir responsabilidades, porque es entonces cuando empieza el peloteo con la patata caliente de las mismas. Y eso tiene nombre y apellidos, Esabe, la limpieza del metro de Madrid, Diviertt y las que queráis buscar en todos los niveles de la Administración.

Lo que acaban de posibilitar con la sanidad de Madrid acabará pareciéndose en algún momento a lo ocurrido en el Madrid Arena, cuya gestión, para rentabilizar el recinto, dicen, estaba parcialmente externalizada en la práctica y adjudicada a un tipo, Miguel Ángel Flores, que únicamente ponía sus amistades en el ayuntamiento y subcontrataba, con la complicidad de algún que otro responsable municipal, la seguridad, el control de accesos, los servicios médicos y todo lo demás, ante las narices de un ayuntamiento que ni oía, ni veía, pero callaba,

Todo barato barato y rentable, sobre todo para algunos. No para las cinco jóvenes muertas ni para los enfermos que, si lo suyo es grave y caro, serán derivados a otros hospitales, cien por cien públicos, que, como los colegios públicos de algunos barrios se llenan de alumnos "difíciles", verán aumentar su cuota de enfermos "complicados", hasta hacerlos inviables, forzando eso que estos canallas que nos gobiernan usan como argumento para defender la gestión de algunos, no todos, los hospitales puesta en manos de sus amigos.

 
 

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