lunes, 17 de diciembre de 2012

MOURINHO Y RAJOY

 
Más allá de lo que tendría someter al juego de las diferencias al presidente del gobierno de España y al entrenador del Real Madrid, hay que reconocer que existen entre uno y otro algunas semejanzas, aunque está claro que son más las diferencias que les separan.
José Mouriñho y Mariano Rajoy tienen en común más de lo que parece. Sin embargo, y en contra de lo que pudiera parecer, su pasión por el tercer clasificado de la Liga Española de Fútbol, porque, si resulta evidente y sabido que el equipo de los sueños de Rajoy es el Real Madrid, tan evidente o más resulta también que a Mourinho el equipo del que cobra, y cómo, a estas alturas del campeonato le importa ya un carajo. Más bien parece que a Mourinho lo único que le ha preocupado es mejorar sus contratos, convertirse en el centro de atención de los medios y las audiencias y, a estas alturas, conseguir una salida suculenta a so negra etapa en el equipo del campo del Paseo de la Castellana y un fichar por un equipo inglés.
No podemos ignorar, sin embargo, que el entrenador portugués y el presidente del gobierno tienen como principal semejanza que ambos llegaron a sus destinos, el Santiago Bernabéu y La Moncloa, siendo, si no para todos, sí para la mayoría de madridistas, uno, y para la mayoría de los españoles, el otro, la solución milagrosa para todos su problemas, unas esperanzas evidentemente frustradas para unos y otros en la tercera temporada en el banquillo y el primer año en el despacho.
También se parecen en que, aún con la frustración que acarrean los fracasos, hay quienes se empeñan, quizá por esa necesidad de justificarse ante lo evidente, en defender a uno y otro, en atribuir tanto fracaso a herencias, árbitros o vestuarios. Un empeño reforzado por la nada inocente subjetividad de alguna prensa que pase lo que pase, hagan lo que hagan el Real Madrid o los ministros de Rajoy, siempre saldrán en su defensa.
Otra semejanza entre Rajoy y Mourinho la encontramos en ese control que sus respectivos "aparatos" ejercen sobre la prensa, premiando a los dóciles y castigando a los rebeldes, limitando su presencia ante cámaras y micrófonos, salvo cuando juegan competiciones internacionales y se ven obligados a la comparecencia. Aún así, bajo los focos, las tácticas de uno y otro son completamente distintas. El entrenador gusta de enseñar los dientes, poner en cuestión las preguntas que a sus ojos resultan incómodas, cuando no de insultar y humillar a quien las hace. Y, para muestra, gestos como el de dejar en tierra en Zagreb a los periodistas que cubrieron un partido nada glorioso, o el negro botón que supuso encerrar durante media hora en su despacho, junto a uno de sus colaboradores en el banquillo, al autor de una información publicada en el diario MARCA que o no le gustó o consideró incorrecta. La verdad es que aquí sí hay diferencias porque los métodos y las prácticas del PP y la Administración que controla son más sibilinos y más cercanos, de momento, al premio y la zanahoria que al castigo y el secuestro.
Y, aunque entre uno y otro habría muchas más semejanzas y diferencias os dejo con esta última apreciación. Así momo Rajoy parece un viejo prematuro cansado y poco o nada interesado por el papel que le ha tocado jugar, Mourinho es un niño grande y consentido que corroe la envidia por los otros niños e incapaz de disfrutar con los juguetes que exige y consigue porque, una vez en sus manos duran poco o nada, quedando, además, inservibles para nadie más y para él mismo.
Lo peor para quienes no somos del Real Madrid, pero sí españoles, es que no tenemos un Florentino repipi y redicho, que sólo sabe hablar en superlativos, pero que un día puede levantarse con los cables cruzados y mandar al portugués a Inglaterra. A nosotros, salvo un milagro, sólo nos salvarán las elecciones, si es que sobrevivimos hasta entonces.
 
 
 
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