miércoles, 26 de diciembre de 2012

SE CONFUNDIÓ DE AÑO O DE PAÍS

 
 
Cuando a las nueve de la noche del lunes apareció el rey sentado en el filo de la mesa de su despacho fue tanto el impacto que produjo en mí esa falsa puesta de escena -de profesor "colega" que luego suspende como el que más, según mi hija- que me costó dios y ayuda concentrarme en un mensaje que tuve la sensación de haber escuchado ya otras veces.
La verdad es que, para lo que dijo en él, bien podía haberse limitado a reunir en una comida a los líderes de los partidos y habérselo contado en ella, porque no creo que ese mensaje ensayado, repetido y montado y corregido una y mil veces lograra interesar a los parados, los enfermos, los desahuciados, los jóvenes licenciados que no ven otra salida que la emigración, los pensionistas, los funcionarios recortados y estafados por el gobierno, los estudiantes y enseñantes en todos los niveles, los inmigrantes sin papeles y ahora sin médico, los médicos y todo el personal sanitario, los comerciantes que han tenido o tendrán que echar el cierre de sus comercios en cuanto acaben estas fiestas sin paga que dejarán sus estanterías llenas y sus cajas vacías.
Tampoco habló de sus asuntos y tiene más de uno pendiente. Se limitó, como los constructores de las catedrales y los masones a incluir en la puesta en escena una serie de símbolos que, horas después, nos explicaron en el telediario. Un ejemplar "de trabajo" de la constitución otro de glosa de la misma por expertos constitucionalistas, la "foto de familia" de las celebraciones del segundo centenario de "la Pepa" en el oratorio de San Felipe Neri en Cádiz, la foto del heredero y su familia, la de las dos infantas sin sus polémicos maridos, en vigencia o no. En fin, no había fotos de sus cacerías en Botsuana, ni de la mansión del señor Urdangarín, ni de ninguna de las amigas del monarca.
Creo que el rey podía haber aprovechado la ocasión para acercarse más a la gente y sus problemas y que acercarse no es sólo ponerse a este lado de la mesa en esa ridícula y forzada postura. Podía haberles dado esperanzas a esos jóvenes, pero, claro, a él, aparte del de sus hijas y sus yernos, sólo le preocupa e futuro de su hijo y éste, al menos de momento, tiene el puesto de trabajo asegurado desde la cuna.
Creo que lo poco que insinuó en su mensaje sobre el proceso en que está embarcada Cataluña fue demasiado si, como hizo, ignoró absolutamente la corrupción en lo público, la mala gestión de la banca y las cajas y las estafas y los abusos que se han producido en el seno de las mismas. Tampoco señaló con su real dedo a quienes se llevan su dinero y a veces el nuestro a Suiza -a lo mejor hubiese molestado a algún familiar o a algún amigo- o a otros paraísos fiscales, problemas éstos que, si no les azuzan desde los medios, preocupan más a los españoles de lo que les preocuparía una bastante incierta secesión de Cataluña.
Por terminar, el rey se equivocó de año, porque no nos habló de este infame 2012 a punto de concluir, o de país, porque la España de la que habló se parece más a la españa de papel que desfiguran cada mañana en las redacciones y las tertulias que a la españa real en la que están sufriendo como nunca la mayoría de los españoles.
 
 
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