jueves, 31 de enero de 2013

LA ÚLTIMA BALA

 
 
 
Nos han vendido una idea romántica del guerrero en la que éste, cuando se veía perdido, guarda su última bala para quitarse la vida y alcanzar la gloria. Sin embargo hace tiempo que eso dejó de ser así. En la guerra del Vietnam, por ejemplo, más de una patrulla volvías sin el oficial al mando que, curiosamente, en aquella jungla sin salida y sin testigos era de los primeros, si no el primero, en caer. Y es que en aquella guerra tan sucia, todas lo son, pero aquella lo fue más, lo importante era poner el culo a salvo y la única forma de hacerlo era dejando a su jefe en el caminos.
Los que "hacíamos" tribunales allá a finales de los ochenta también sabemos de eso, porque fuimos testigos de cómo Amedo y Domínguez, al verse perdidos por su zafiedad, después de aquella vida regalada y miserable a un tiempo, en la que fueron dejando la huella de su visa por los hoteles donde "contrataban" los atentados, guardaban su última bala, hecha de papeles y memoria, para sus jefes, Vera y Barrionuevo incluidos, que acabaron dando con sus huesos en prisión.
Los contables, que demasiadas veces acaban lavando la ropa interior y las sábanas de sus jefes, no se caracterizan por su grandeza, Fue un contable despechado el que acabó destapando las entrañas del caso FILESA y suelen ser las contables, acostumbrados a anotarlo todo en sus asientos de cuentas, los que procuran siempre guardar pólvora de aquí y de allá para cargar esa última bala con la que chantajear s sus clientes y, si es necesario, arrastrarlos con ellos al hoyo.
Bárcenas es de esos y la letra afilada que hoy, por fin, podemos ver en las páginas de EL PAÍS, va a abrir demasiadas heridas en el Partido Popular, heridas que, cuanto más tarde se limpien, más pronto derivarán en gangrena mortal. Pero, por lo poco que se ha dicho en el Gobierno y el partido que lo sustenta, no están por la cirugía y, como acabo de comentarle a una amiga, esto no ha hecho más que comenzar.
Ya sabréis que soy, para algunas cosas y algunas personas, muy desconfiado y recuerdo que, en aquel "Tengo una pregunta para usted" en que un Rajoy todavía en la oposición no fue capaz de responder a un ciudadano que le hizo la pregunta más simple que cabe imaginar, que casi siempre resulta la más dura: "Cuánto gana usted, señor Rajoy". Rajoy, como digo, no fue capaz de responder y tuvo que ser su partido el que días después aclarase el dato. Os aseguro que me mosqueé y que ya entonces tuve la sospecha de que los ingresos del hoy presidente eran mucho más complicados que los que figuran en una nómina a fin de mes. Estaba cantado y sólo era cuestión de tiempo que saliese a la luz.
Pero no cantemos victoria, estos de la calle Génova son de sostenella y no enmendalla. Pasan con un cinismo escalofriante del no me costa, al que me enseñen los papeles y, de ahí, al todo es legal y está declarado a Hacienda. Ya os he dicho que soy un malpensado y creo que la polémica amnistía fiscal no estaba prevista para Bárcenas, al menos no sólo para Bárcenas. Sospecho, tengo derecho a hacerlo, que esa amnistía está también prevista para que quienes recibían los sobres puedan regularizar sus negros sobresueldos ¿Y qué quiero decir con esto? Simplemente, que, con esta y otras argucias, que sin duda las habrá, arreglarán su situación legal. La otra, la ética, la moral... la estética, se encargarán de arreglarla los otros escribientes a sueldo -según los papeles publicados hoy Federico Jiménez Losantos recibió para su negocio 36.000 euros tan negros como su pensamiento- que desde las ondas, las tertulias televisivas y las primeras de sus tebeos darán una mano de pintura "de color de rosa" a tanta mierda como está aflorando. Eso, por no hablar de los empresarios, entre ellos el señor Roig, patrón de Mercadona, que ya sabemos por qué tanto suspira por la corrupta China.
Bárcenas ha disparado su última bala, Y no la ha dirigido a su cabeza. Ha ido dirigida a su vecino de despacho, hoy en La Moncloa. Habrá que ver como Rajoy capea el temporal, ahora que, agotado el "tocomocho" de la burbuja inmobiliaria, cientos de miles de ciudadanos, algunos, votantes del PP, han caído por debajo del umbral de la pobreza, mientras quienes deciden su miseria cobraban lo que a ellos se les niega "en negro".
A ver qué dicen tantos meapilas -estoy pensando en Mayor Oreja- y predicadores de la honradez y la limpieza -qué dira hoy Montoro- de toda esta basura que tenía el PP en sus cloacas.
 
 
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miércoles, 30 de enero de 2013

SOBRE UN POLVORÍN

 
 
No hace mucho me contaba un amigo -geriatra, por cierto- que uno de sus "abuelos", emigrante toda la vida en los Estados Unidos, le comentaba, a propósito de la aparente paciencia de los españoles ante la crisis y sus arbitrariedades, que somos un pueblo con mucho aguante, que tarda mucho en levantarse, pero que, cuando lo hace, lo hace muy cabreado y, a veces, salvajemente. Y tiene toda la razón el abuelo. Nuestros gobernantes deberían releer de vez en cuando la Historia y tomar ejemplo del amargo destino de personajes que, como Napoleón, hicieron cuentas de tropas y trampas, de fuerza y alianzas, sin tomar en consideración el cabreo y el orgullo del pueblo que, cuando se supera el umbral de lo tolerable, cuando se atenta contra su dignidad, revienta en furia sin que pueda haber mamelucos o antidisturbios que la sofoquen.
No puede ser que, mientras una gran parte de la ciudadanía sufre calamidades sin fin, no puede ser que mientras la clase media está a punto de desaparecer, que mientras toda una generación, la que nació ya en democracia, la mejor preparada de la Historia o no, al fin y al cabo eso no importa, se queda sin acceso al mercado de trabajo, mientras a otra, la que, con su sacrificio, ayudó a hacer de éste, un país moderno, es expulsada del mismo, no puede ser -insisto- que las instituciones actúen como si despreciasen todo ese sufrimiento y contemplen con indiferencia como todo ese patrimonio humano se desperdicia. Tanto el gobierno de la Nación, como los de las comunidades autónomas, casi todos los partidos políticos, sin duda la iglesia católica, las altas esferas de la Justicia y la mismísima corona, por no hablar de los sindicatos, están en entredicho. Y lo están porque no han sido capaces de estar en su sitio cuando ha hecho falta.
Para unos, la política ha sido como un jabón que hay que vender en la tele, especialmente en la tele, a base de mercadotecnia, publicidad y contrapublicidad. Un producto más a colocar, en este caso a los votantes y cada cuatro años, para, una vez vendido, olvidarse a un tiempo del producto vendido y del cliente. Para otros, la corona, con el ABC, el colorín de algún que otro periódico, la teleHermida y el HOLA, bastaba. Para los de más allá con no pagar el IBI en sus inmensas propiedades, con todos sus privilegios, reforzados ahora, en la enseñanza, con su afán por hozar la cama de los ciudadanos, también basta.
Y, mientras tanto, corruptelas y despilfarro aquí y allá, hacer negocios ruinosos con lo que es de todos, para beneficiar a unos pocos, los amiguetes. Estaciones de AVE sin viajeros, a mayor gloria de algún que otro terrateniente, hospitales que se pagan dos veces, "externalizaciones" a dedo de lo más suculento del plato, para dejar los huesos a la administración que deberían defender, sueldos en negro que se pagan con las comisiones que se cobran bajo cuerda por adjudicaciones infumables, viviendas de lujo, en Marbella o el Pirineo, para los tipos más sospechosos que han calentado escaños y sillones aquí y allá, un revoltijo, en fin, de basura difícil de tragar que algún día estallará en vómito, con toda esa furia acumulada, salpicando a unos y a otros, echando abajo la imagen de ese país que creímos ser, porque a algunos les interesó que lo creyésemos.
Un polvorín, eso es lo que somos. Un polvorín sobre el que se sientan estos tipejos que, si son tan listos como se creen, deberían saber que antes o después estallará.

martes, 29 de enero de 2013

EL GRAN CHAPUZAS

 
Junto a su "madrina" -quien quiera ver segundas intenciones en el entrecomillado puede hacerlo- formó lo más parecido a aquellos Pepe Gotera y Otilio de los tebeos. Juntos proponían, aprobaban y, a veces sí, a veces no, inauguraban desde un peñasco hasta la carísima y gurtélica primera piedra de la que luego fue Ciudad Fantasma de la Justicia, con tal de salir en la foto y tener un escenario para que la condesa, siempre dispuesta a ello, pudiese cultivar su imagen, moviendo de paso la silla al mismísimo Rajoy y, cómo no, poniendo zancadillas al "hijoputa". Todo esto, y eso es lo grave, a costa del bolsillo de los madrileños que, un tanto abobados, les votaron y les votaron, dándoles más energía que la que daban al conejito las pilas de Duracell.
Lo malo es que Otilio González, mucho más torpe y primitivo que su jefe, Pepe Gotera Aguirre, era el que, al final, se quedaba solo en el tajo, con un resultado perfectamente lógico y llevándose, a la vez, las broncas del cliente y de su jefe. Pues eso es, precisamente, lo que hizo la condesa de Murillo cuando, en una interpretación digna de la doctora Nuria Espert y haciéndonos creer que lo hacía por la salud y la familia, anunció que se marchaba, aunque "no del todo" de la presidencia de la Comunidad de Madrid, aunque no del todo de la política.
Y a fe que lo ha cumplido, porque, desde que se fue no ha parado, empalmando su adiós de Sol con su condición de funcionaria de Turismo y, ahora, la de cazatalentos de lujo, aprovechando cada uno de los segundos que ha estado bajo los focos y ante los micrófonos, para seguir con la práctica de su deporte favorito que no es el golf, como cree mucha gente, sino repartir estopa a propios y extraños.
Y, mientras tanto, Otilio en el andamio, tapando agujeros y cubriendo desconchones de una gestión que, antes o después, y Aguirre lo sabía, comenzarían a deslucir y agrietar la imagen de un gobierno que fue despótico, caro e irresponsable.
Al "pringao" de Otilio González, se le está viniendo todo encima. Una tras otra, las consecuencias de todas y cada una de las chapuzas que antes se toleraban e, incluso, se aplaudían, están cayendo sobre su torpe figura y no hay más que mirarle a los ojos o escuchar sus explicaciones balbuceantes, para ver que está sobrepasado y pidiendo árnica, cuando no un milagro.
Hoy, por ejemplo, el Tribunal Constitucional estudia el recurso que interpuso el gobierno contra la "salvajada" -así me lo definió ayer un farmacéutico- de instaurar la tasa de un euro por receta. Un mal trago que Otilio podía haberse ahorrado visto el recurso interpuesto previamente contra la misma tasa aplicada en Cataluña. Pero no. En lugar de eso, prefirió multiplicar el trabajo de los farmacéuticos y disuadir a los pacientes dispuestos a objetar, obligándoles a rellenar tres veces por cada euro objetado un formulario digno de un tercer grado, en el que se piden los siguientes datos: clave del usuario, NIF del mismo, fecha de expedición de la receta, fecha de la compra, nombre y dos apellidos, domicilio completo, teléfono, dirección de correo electrónico, clave del medicamento dispensado, firma y fecha de la objeción, datos redundantes, porque en un país civilizado, y este presume de serlo, con el NIF se obtienen todos los demás datos de identificación. Yo lo hice ayer quince veces, no porque no pudiese hacer frente a los cinco euros cuyo pago objetaba, sino, como le explique al pobre farmacéutico, por una cuestión de principios. Hoy, probablemente, podría habérmelo ahorrado, pero me alegro de haber dejado por escrito mi oposición a tan injusta arbitrariedad.
Eso hoy, pero ayer al señor González se le cayeron los palos del sombrajo que pretendía instalar en las ventas y gracias que fue ayer y no dentro de dos días, porque, desgraciadamente, hubiese habido gente debajo y podríamos haber asistido a otra tragedia. Y no acabó ahí la cosa, porque, también ayer, se supo que el Supremo ha condenado al gobierno de Otilio González a pagar los cuarenta y tantos millones de euros de inversión que Esperanza Gotera había negado a la Universidad Complutense, a la que Aguirre y sus palmeros habían jurado odio eterno por un quítame allá esas memorias. Ahora, los madrileños pagaremos tres veces aquel castigo. Una en los intereses de demora de aquella cifra, otra en las costas y otra por la caída de los presupuestos de la universidad, algo que a Aguirre y González les saldrá gratis.
Hoy, cuando baje por la calle del Arenal, me asomaré por la bocacalle en que está la capilla del Niño del Remedio que tiene fama de milagrero. Estoy seguro de que allí me voy a encontrar a nuestro Otilio pidiéndole que escampe. Aunque, ahora que lo pienso, es probable que con su experiencia en las chapuzas, muy probablemente se habrá construido un túnel desde la Casa del Correo a la capilla, para poder visitar al niño más discretamente.
Se me olvidaba. Si yo fuese Ignacio González miraría los techos del ático de 770.000 euros en Marbella, con la suerte que tiene, estoy seguro de que tiene goteras. Y, mientras tanto, la condesa, feliz y contenta en su palacio.
 
 
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lunes, 28 de enero de 2013

A TRESCIENTOS EUROS LA PARTIDA

 
 
A menudo tengo la sensación de que nos toman por tontos y de que nos administran la información como se administran las cucharadas de jarabe al niño que tose y sospecho que todo lo que nos dejan saber tiene una finalidad y unas consecuencias perfectamente calculadas. Alguna cosa he visto en mis años de profesión. Sin embargo, habrá sin duda quien crea que quizá estoy pecando de malpensado, pero, como mi pensamiento es mío, lo pienso como quiero.
Digo esto porque este fin de semana hemos sabido -se ha filtrado a la prensa para que lo sepamos- que los diputados del Partido Popular en la Asamblea de Madrid. Bartolomé González y María Isabel Redondo, sorprendidos "in fraganti" y fotografiados por el reportero gráfico de EL PAÍS, Álvaro García, mientras, en el pleno en el que se estaba dando forma "legal" a la llave que permite al PP privatizar hospitales y centros de salud en la Comunidad de Madrid, andaban enfrascados en una, espero que al menos apasionante, partida de "Apalabrados", el juego de moda para quienes gozan, a veces pagados con dinero público, de cachivaches digitales, llámense tabletas o smartphones, con la correspondiente tarifa plana de conexión a internet.
Todo esto viene a cuento de que este sábado a eso del mediodía, cuando los informativos suelen ir secos de noticias, se nos hizo saber que González y Redondo habían sido sancionados, digo yo que por aquel acto de desprecio a la cámara -cámara de representación, no del fotógrafo, que ni la olieron- y al cargo que en ella ocupan en nombre de sus votantes. La información nos aclara que el importe de la sanción es de 300 euros por jugador, más una amonestación pública y que la pidieron ellos mismos abrumados por la trascendencia de su "travesura".
La información aclara que 300 euros es la mayor sanción que se les puede imponer según el reglamento de su grupo y a mí me llevan los demonios cuando pensó que trescientos euros, con suerte un poco más, es lo que ganan muchos "afortunados", algunos con currículos rebosantes de títulos, másteres e idiomas, por trabajar todo un mes a media jornada, por no hablar de becarios, a los que, si son sorprendidos en la misma actitud que estos dos diputados en el pleno, correrían serio peligro de ser puestos en la calle, gracias entre otras cosas a la reforma laboral aprobada por su partido y que, de haber sido elegidos para el Congreso, en lugar de para la Asamblea, también hubiesen aprobado entre jugada y jugada.
Pero, a lo que iba, insisto en que la filtración de esta noticia no es inocente. Y no lo es, porque coincide en el tiempo precisamente con el anuncio del propósito del PP de reducir a la mitad el número de diputados de la Asamblea, algo que, en absoluto castigaría a la representación del PP. en la cámara, más bien al contrario, y, sin embargo, alejaría del parlamento madrileño a las pequeñas fuerzas emergentes, deteriorando seriamente la representación de los ciudadanos en el mismo. Por ello, sacar ahora del baúl -la sanción a los diputados se produjo hace más de un mes- el mal ejemplo de estos dos diputados es poner munición en manos de Ignacio González y su mentora la condesa de Murillo, doña Esperanza, para arrinconar más si cabe a la izquierda en la Asamblea.
Por lo demás, si nos paramos a pensarlo, pagar trescientos euros por jugar una partida, apenas es nada para el partido de un señor que dice haber pagado 770.000 por un ático en la playa o de otro que, como tesorero del mismo, controlaba 22 millones de euros en discretas cuentas en Suiza.
 
 
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domingo, 27 de enero de 2013

DEPRESIÓN Y PARO

 
 

Escuché el pasado viernes los datos de una encuesta realizada a mil parados, quizá poco científica, pero, sin embargo, muy sintomática, en la que uno de cada dos consultados admitía haber caído en la depresión. Algo más que razonable cuando te ves empujado al pozo del paro del que, por más que lo intentes, te va a resultar imposible salir.

La depresión, antes incluso de que se agudizase la crisis, iba camino de convertirse en la enfermedad del siglo. Viniendo como venimos de una sociedad opulenta y boyante, aunque sólo en apariencia, que nos iba creando necesidades para ir tirando de nosotros y de nuestro consumo hacia una meta en la que, como en los videojuegos, nos esperaban otras necesidades, así una y otra vez en un juego maldito en el que todo estaba permitido, salvo pensar.

Ahora que la partida se ha interrumpido, porque hemos consumido "las vidas" con que partimos y somos incapaces de alcanzar la llave que nos lleva a la siguiente pantalla. nos vemos encerrados dentro de esta escena maldita que es la crisis, yendo de un lado a otro, intentando saltos imposibles, para acabar abatidos en un rincón sin nada o muy poco que hacer para recuperar la dignidad perdida.

Y esa es, precisamente, la clave: la dignidad. La dignidad o, más bien, la ausencia de ella, porque, en la borrachera del consumo nos han apartado de lo único que no debe perder nunca el hombre, ese sentirse merecedor del respeto de los demás, ese decoro en la forma de ser y comportarse que, si se ha dejado de lado para medrar cuando había trabajo o para no perderlo cuando escaseaba, echamos de menos cuando ya no lo hay y son pocas las esperanzas de conseguirlo.

Dicen que las mujeres son más propensas a la depresión y no me extraña que, en estas circunstancias, cuando hay unos hijos que sacar adelante y no hay con qué, cuando se pierde hasta el techo, cuando hasta encontrar trabajo de limpiadora, maltratada y mal pagada, acaba siendo un lujo, se caiga en el pozo negro de la depresión.

El hombre no. El hombre, cuando no tiene nada que hacer, cuando ya no tiene horarios que cumplir, se refugia en la cama, en la televisión o mata las horas en los bares. La mujer no. La mujer estira y estira sus fuerzas, se preocupa de que los hijos vayan al cole, de buscarles qué llevarse a la boca y qué ponerse para no tener frío, Por eso, cuando el cuerpo y, lo que es peor, la mente no dan para más, su caída es mucho más dura.

Cuando pienso en estas cosas doy gracias por haber sabido crearme mi propia disciplina, por no tener que buscarme la vida y por tener a mi alrededor gente que no está pasando estas calamidades. Y doy gracias, porque nada hay más terrible que el vacío de los días que se siguen unos a otros sin nada que los distinga.

Por eso, mi mayor reproche hacia esta sociedad que ha consentido lo que ha consentido lo es porque, antes incluso de quitar a sus víctimas el trabajo y los ahorros, les ha quitado todo lo que les hubiese permitido salir del pozo: dignidad, autoestima, orgullo, rabia y, sobre todo, ganas de rebelarse.
 
 

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sábado, 26 de enero de 2013

DOS POR CERO ES CERO

 
No alcanzo a imaginar qué ha movido al presidente chileno, Sebastián Piñera, a invitar a su comida con Rajoy a Gastón Cruzat, padre de una de sus colaboradoras y sosias de su colega español. No sé si Piñera, tan dado al espectáculo mediático, quiso con el encuentro endulzar a su colega el mal trago de la EPA, pero parece evidente que no conoce a Rajoy, porque otra cosa no sé, pero candado no debe estarlo mucho, porque Mariano es el presidente más escaqueado de la reciente democracia española.
El caso es que la foto del encuentro de Mariano y Gastón, Gastón y Mariano, ha eclipsado cualquier otro eco de la visita y que si el viaje trasatlántico ha resultado rentable para los enviados especiales de la prensa ha sido gracias al escándalo Bárcenas-Gürtel, Gürtel-Bárcenas, del que han sacado en claro que, como siempre, Rajoy no sabe, no contesta y que, dada la escasa credibilidad de los "no sé" o "no me consta" de los dirigentes su partido, ha decretado un silencio cartujo sobre el asunto, y, claro, el anuncio del mantenimiento de la ayuda de 400 euros para los parados sin recursos que hayan agotado su prestación hasta que la cifra del paro baje del 20%, algo que, por el momento, ni siquiera está en el horizonte de los tan optimistas como ineficaces responsables del empleo en nuestro país.
Volviendo a don Gastón, es cierto que es mucho el parecido que guarda con nuestro presidente. Un parecido que aún sería mayor si don Mariano no se pasase la brocha por el pelo y el señor Cruzat hubiese recibido entrenamiento para sonreír sin ganas, y lleva escrito en la cara el papelón el que le hizo pasar el jocoso jefe de su hija.
Probablemente las ganas de broma de Piñera no le dejaron caer en la cuenta de lo que nos hacía a los españoles. Era como una especie de amenaza. No queréis caldo, pues hay dos tazas. Menos mal que uno, que hizo el bachillerato de ciencias, recuerda que, multiplicando cualquier cantidad por cero, es decir, por la nada, se obtiene cero como resultado cero. O lo que es lo mismo, por más rajoys que pongan en nuestra vida, todos acabarán sumando cero.
En cuanto al pobre Gastón Cruzat, más le vale que se olvide pronto la foto, porque cada minuto que su imagen permanezca unida a la de Rajoy y, si, finalmente, Piñera llega a ofrecerle trabajar de "doble" de su sosias, le recomiendo que no deje de ver "Espérame en el cielo", la película de Mercero, antes de aceptar la oferta.
 
 
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viernes, 25 de enero de 2013

NUESTROS PARADOS

 
 

Este viernes en que, como cualquiera que aún conserve algo de sensibilidad, me he despertado con la resaca de la terrible cifra del paro que desveló ayer la EPA. Casi seis millones de parados, casi seis millones de dramas que se me vienen encima en decenas de negras estampas a las que, por desgracia, nos estamos acostumbrando: uno de cada cuatro españoles en edad de trabajar y más no encuentra en qué hacerlo; uno de cada dos jóvenes y más, tampoco tiene trabajo y empieza a no tener futuro; casi un millón y medio de hogares en los que ya no entra salario alguno y sobreviven apenas con algún subsidio, las ayudas familiares y la solidaridad ciudadana; cientos de miles de hogares, especialmente de pensionistas, en los que ya no se enciende la calefacción porque no pueden pagarla; decenas de comedores sociales que, abarrotados, ya no dan abasto; aeropuertos en los que centenares de jóvenes, sin la alegría de otras veces, toman un vuelo sin billete de vuelta; gente normal y corriente, como nosotros o nuestros vecinos, buscando en los contenedores a plena luz del día; gente que ha perdido su casa y ha tenido que irse a vivir con un pariente o a una pensión de mala muerte, como tuvieron que hacer nuestros padres cuando llegaron a Madrid o a Barcelona, huyendo del no futuro de sus pueblos, porque no pueden pagar alquileres o hipotecas; también hay bares en los que, con la discreta complicidad del que conoce bien el pulso del barrio, se sirve algún que otro café que no se cobra; centenares de miles de parados que piden ayuda a sus médicos para poder dormir, porque están cayendo en la depresión,y, finalmente, colas del paro que forman parte ya del paisaje ciudadano.

Hoy he recordado mi primera experiencia en una de esas colas, no como joven que se buscaba la vida con ganas de comerse el mundo, sino como despedido cincuentón y casi ciego, sin esperanza de volver a trabajar. Recuerdo de aquella cola -dentro de unos días hará cuatro años de aquella mañana- el terrible frío de febrero y el silencio impresionante de quienes formábamos la fila, y eso que aún no le habíamos visto las fauces, en toda su crudeza, al monstruo del paro. Aquel frío, aquel silencio y toda mi desesperanza me llevaron a escribir una de las primeras entregas de este blog.

Esta mañana, con mi futuro más o menos despejado como pensionista y dando gracias porque mi hija, mucho más preparada y brillante que yo, ya cotiza en la seguridad social gracias a un trabajo a media jornada, he revivido todas aquellas terribles sensaciones al escuchar el retrato que hacompuesto Severino Donate -otra vez ese gran pintor de sonidos y palabras- con las experiencias y opiniones de quienes, ayer en Moratalaz, esperaban su turno en una oficina de empleo. No había en ellas ninguna lágrima, ningún sollozo de esos que ahogan la garganta de las madres que no tienen qué dar de comer a sus hijos y, aún así, lo encuentran. Había lucidez, dignidad y rabia, mucha rabia. Rabia contra todos esos políticos que no les miran para no sentirse más, rabia contra Bárcenas, nuevo paradigma de la corrupción, convertido hoy en el Luis Roldán de los populares. Pero, insisto, había mucha dignidad, la que no tienen nuestros gobernantes, demasiado ocupados en mover cuentas, esconder basura y taparse el culo unos a otros, ahora que pinta en bastos.

Bastaba con haber pensado en que esto podía pasar y con haber tenido un poco más de humanidad, pero me temo que eso que yo pensaba que movía a los políticos y que cada vez me cuesta más creer, que están en política para servir a los demás, apenas era una excusa de algunos para asegurarse el futuro y la riqueza.

De todo lo dicho por los parados a los que hoy ha dado voz Severino, lo más cabal de todo ha sido la sentencia dictada contra los Bárcenas de nuestra política: no una pena de cárcel, sino pena de paro, para que sepan lo que es quedarse sin nada y tener que robar, no dinero para enriquecerse, como han hecho hasta ahora, sino comida para sacar adelante a sus hijos.

Estos son nuestros parados -aunque habría que decir, sus parados, porque son obra suya- y tienen mucha más dignidad y sentido de la justicia que algunos políticos.

 

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jueves, 24 de enero de 2013

PÍCAROS DEL SIGLO XXI

 
 

Si hacemos caso de toda la sabiduría encerrada en los clásicos, deberíamos estar muy preocupados, porque, sin ir más lejos, en uno de los episodios de "La vida de Lazarillo de Tormes" nos enseña cómo se perdona al tramposo cuando la trampa que hacemos es mayor o más beneficiosa que la suya. Es el pasaje en el que Lázaro, aún niño, comparte un racimo de uvas con el ciego y, sin al parecer venir a cuento, éste le golpea por comerse las uvas de tres en tres y, cuando el muchacho, extrañado de que se diera cuenta, le pide explicaciones, el ciegos justifica el castigo explicándole que supo que las comía de tres en tres, porque él las comía de dos en dos y Lázaro callaba.

Ese es el drama, consentimos los pequeños pillajes, porque, de alguna manera, en folios, en bolígrafos, en cañas y copas, en horas de trabajo escaqueadas, también nosotros rapiñamos. Por eso, cuando alguno de estos pícaros del siglo XXI, sin la magia y la gracia de los del XVI, es sorprendido comiéndose dos uvas, debemos echarnos a temblar pensando en los que, aún por descubrir, se las comen de tres en tres de cuatro en cuatro.

Hoy se publica que el consejero López Viejo, la primera "víctima" del caso Gürtel, que fue cesado por Esperanza Aguirre, me temo que más por torpe que por corrupto, tenía un millón y medio de euros en una cuenta en un banco suizo que, oh casualidad, eran los ahorros de su esposa que fueron regularizados y repatriados el año pasado. López Viejo, Ignacio González y Luis Bárcenas, todos del PP y todos casados, tienen esposas solventes que acarean millones a Ginebra o ponen la pasta para pagar un ático de lujo en una urbanización de nombre, cuando menos, hortera. A este paso habrá que cambiar la liturgia del matrimonio y añadir a eso de "en la salud y la enfermedad" algo parecido a "en Marbella y en Ginebra".

Estos son los grandes pícaros que se comen las uvas de tres en tres y de cuatro en cuatro y lo hacen con una cierta tranquilidad porque hay otros que, como Carlos Mulas, director de la fundación Ideas, la FAES del PSOE, Santiago Cervera, el tránsfuga de la muralla de Pamplona, o Eduardo Villanueva, el concejal de Nuevas Tecnologías de Burgos, que se gastó 200.000 euros públicos en descargas a su móvil, se las vienen comiendo de dos en dos y, aunque, al contrario que el amo de Lázaro, ven, no están interesados en contar.

El primero que he citado y último en llegar al club, era un brillante economista, cargado de títulos y muy próximo a la cúpula socialista. Tanto que participó en la redacción de los capítulos económicos de los programas con que concurrió el PSOE a las dos últimas elecciones generales y fue subdirector de la Oficina Económica, que no barata, de la Presidencia del Gobierno. Pues bien, este brillante economista, director del laboratorio de ideas socialista y con un evidente futuro, pese a que en la debacle electoral de Rubalcaba se quedó a las puertas del Congreso, se ha dejado "pringar" por los 50.000 euros que ha cobrado una carísima colaboradora de Ideas, Amy Martín, a la que nadie conocía y que ha resultado ser él mismo, lo que ha obligado a su mentor, Jesús Caldera, a cesarle y reclamarle la pasta cobrada por su imaginaria colaboradora.

Como veis, en este caso se mezclan literatura y cine, el Lazarillo y la adaptación cinematográfica de la novela Psicosis, en la que el tímido Norman Bates (Tony Perkins) cometía sus crímenes asumiendo la personalidad de su madre.

En resumen, nuevos pícaros, los del siglo XXI, practicando la vieja picaresca del Siglo de Oro, en la que los trapicheos de unos encubren y consienten otros trapicheos menores que, al final, pagamos todos.

 
 

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miércoles, 23 de enero de 2013

UNA CASA DE TOLERANCIA

 


Estoy seguro de que si alguien nos hablase de un país en el que la familia del jefe del Estado trafica, mientras éste caza y se enamora, con favores mientras hace negocios con lo más corrupto del poder regional; un país en el que el patrono de patronos, no sólo ha vaciado sus empresas con descaro, poniendo a sus trabajadores y clientes en la calle con una mano delante y otra detrás, sino que tiene el descaro de decir que él mismo no se hubiera fiado de su empresa; un país en el que la iglesia católica, que, con todo su pasado de compadreo con la dictadura a cuestas se permite intervenir en la intimidad de os ciudadanos, influye para cambiar las leyes a su favor y goza de privilegios principescos, cuando el resto del país se hunde en la miseria; un país es en que el tacaño tío Gilito ha sido sustituido al frente de la banca por los golfos apandadores; un país en el que los representantes del pueblo, elegidos democráticamente tras décadas de opresión y falsos parlamentos; se burlan de los ciudadanos, les voten o no, haciendo leyes, como quien hace trajes, a la medida de unos pocos, mientras se tornan cada vez más poderosos y más distantes de sus electores, a los que, ya, ni miran a los ojos; un país en el que los sindicatos, de tanto pisar moqueta, han olvidado de donde vienen y para qué están en la sociedad; un país en el que la prensa, que tanto hizo por la llegada de la libertad, se ha convertido en un manojo de sociedades anónimas, algunas controladas por eso especialistas en eso tan feo del "capital riesgo", que apenas se ocupan de lo que a la gente le interesa y se conforman con servir a sus amos y entontecer a sus lectores; un país en el que lideran la opinión unos cuantos bocazas tan descerebrados como deslenguados, sin oficio, aunque sí beneficio, que se ganan la vida entumeciendo las neuronas de la audiencia a cambio de cifras injustificables; un país, en fin, en el que una gran mayoría de los ciudadanos se ha pasado años mirando hacia otro lado, pensando que esa falsa sensación de riqueza material que le hacía creerse el rey del mambo compensaba la ruina moral y a la postre material a la que le arrastraban...

Si nos contasen todo eso como carta de presentación de ese país, seguro que más de uno pensaríamos en cualquier república bananera, emirato o territorio africano carcomido por guerrillas alucinadas, perdido en guerras tribales, mientras desvalijan sus riquezas. Nada más lejos de la realidad, porque ese país del que hablo es el nuestro, se llama España y, no hace tanto, sus ciudadanos se sentían orgullosos de serlo. Hoy, a los españoles apenas le quedan el fútbol, el sol, la paella y algún que otro cocinero para sacar pecho más allá de sus fronteras.

Ya lo dejó escrito Paolo Conte en una de sus canciones “Esto es España, señores, una casa de tolerancia”.



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martes, 22 de enero de 2013

EL ALBAÑAL DEL PP

 
 

Cuando era niño, hace ya muchos años, Madrid terminaba a unos centenares de metros de mi casa, muy cerca del río Manzanares, en cuyas orillas, al pie del Puente de Toledo, llegué a conocer alguna que otra huerta. Recuerdo también que, un poco más allá de mi colegio, cruzando la colonia del Tercio, hoy y después de años negros felizmente repoblada por actores, había un campo de fútbol, chabolas y un arroyo al que iban a parar los albañales de todos esos asentamientos que tan mala fama le dieron siempre a mi barrio.

De alguna manera, lo prudente, a la salida del colegio, era volver a casa. Pero lo lógico, si apenas se tienen doce o trece años y poco control sobre uno, era tomar la dirección contraria y acabar dando patadas a un balón -nunca fui bueno y era el último en "fichar" por cualquiera de los equipos que se formaban echando la suerte "a pies", porque entonces los niños no teníamos monedas que lanzar al aire- o explorando las tapias del cementerio escarbando con palos la blanda arcilla buscando cristales de galena para hacernos una radio o roñosas vainas de munición que imaginaba procedentes de batallas y que, años más tarde, deduje con horror que sólo podían ser el resultado de cobardes fusilamientos. La otra alternativa, era recorrer las orillas del arroyo y los albañales, levantando con palos trapos, cartones, latas, barreños irrecuperables, juguetes rotos y no sé cuántas cosas más a la búsqueda de tesoros o misterios.

Recuerdo que en aquellas excursiones siempre había alguien más grande o más golfo que el resto que nos ayudaba a identificar alguna que otra cosa inexplicable. Pero recuerdo que, lógicamente, lo que abundaba en aquellas aguas inmundas, llenas de espuma grasa y verdín era basura y pura mierda, sin adjetivos.

Albañal. Hoy he vuelto a escuchar esa palabra, casi en desuso, en boca de Antonio Gutiérrez, alguien que, por el pasado árabe de su tierra de origen, Orihuela, y por su infancia campera sabía de sobra lo que quería decir aplicándola al escándalo que hoy agobia al PP. Tiene razón Gutiérrez. La prensa es hoy un tremendo albañal en el que flotan las peores miserias de un partido que, pese a ocultar lo que ocultaba, se ha permitido regañar y castigar de la peor manera a los ciudadanos -algunos de los cuales, hoy arrepentidos, llegaron a votarle en las últimas elecciones- simplemente por haber creído en esa España que les pintaron.

No sé cómo saldremos de este tremendo albañal que nos salpica, ni cuánto tardaremos en hacerlo. Lo que sí sé es que éste no tiene ni la mitad de poesía y misterio que hoy encierran en mi memoria todos aquellos albañales de mi infancia. El PP insiste en defenderse repitiendo cual monótono papagayo que no saben, no consta, nadie podrá probar. Pero hacen mal en insistir en ello, porque, lo peor para el partido que gobierna, es que todo aquello de que se les acusa es verosímil y, a no más tardar, alguien levantará con un palo el trapo sucio y mugriento que esconde lo peor de la basura del partido.
 
 

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lunes, 21 de enero de 2013

LAS CAJAS B NI CONSTAN NI SE SABEN

 

Erre que erre, los dirigentes del PP con mando en plaza en la calle Génova siguen empeñados, no en negar lo que se está publicando estos días, si no en ponerse a salvo negando tener conocimiento de ello. Es una estrategia tan débil y tan infantil que esos braceos desesperados apenas le dan para salir a la superficie y tomar el aire justo para aguantar hasta que la siguiente ola de tinta, quizá la definitiva, les arrastre irremediablemente al fondo.

La primera gran ola, después del desgaste que ya supuso el conocimiento de la existencia de veintidós millones de euros en cuentas controladas por su ex tesorero en Suiza, fue el afloramiento en la prensa, concretamente en las páginas de EL MUNDO del pasado jueves, del pago de sobresueldos en dinero negro a algunos cargos del PP desde hace veinte años. La cúpula del PP se empleó a fondo en ese "no me consta" multidifundido y en tantas bocas y en otras declaraciones tan estrictas y vacías que, como la ropa almidonada en exceso, acaban por volverse incómoda, cuando no molesta. Hoy lunes, después del poco éxito obtenido por Jorge Verstrynge, ex secretario general de Alianza Popular, hoy apestado para la derecha, ratificando la existencia de esos pagos, ha sido otro ex diputado, Jorge Trias Saigner, quien en su tribuna para EL PAÍS, "Sombras o certezas" , confirma con nombres y apellidos, después de dejar clara su relación con Bárcenas, la existencia de esos pagos denunciados en la prensa.

La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, acaba de pasar como sobre ascuas por esta "confirmación" del asunto y, todo lo más, ha blandido contra él la amenaza de acciones judiciales que vienen blandiendo, aunque más tímidamente que en otras ocasiones, todo hay que decirlo, contra algunas de las informaciones, declaraciones y opiniones que se vienen produciendo al respecto.

Hoy -acabo de escuchar a Cospedal- el casi ridículo "no me consta" se ha tornado en un "no sé" o un "no he hablado" para poner a salvo la virginidad de la secretaria general en el asunto. Sin embargo, quienes conocen los entresijos del partido y su sala de máquinas saben que Cospedal se las ha visto más de una vez con el entonces tesorero Bárcenas, lo que permite deducir que algo sabía de todos o parte de los tejemanejes de Bárcenas, no sé si por alguna investigación interna, porque había sabido o le habían contado o por la investigación judicial de la trama Gürtel -que debemos, no lo olvidemos, a Baltasar Garzón- lo cierto es que, aunque discreta y no totalmente, le fue apartando de su cometido en el partido.

De confirmarse está cirugía de Cospedal, que de haber eliminado el tumor, no eliminó las metástasis, Cospedal estaría tan manchada como el resto de los implicados, porque, si dejó de confiar en Luis Bárcenas, por todo lo que sabía o sólo sospechaba y, si como dice no tiene que ver con el PP, debería haber ido con ello al juez, cosa que no hizo, sino que, por el contrario, alguna que otra traba pusieron al procedimiento abierto por la Gürtel.

No sé que persigue la cúpula del PP haciéndonos creer que no existe esa bomba de tiempo que tiene en sus armarios ¿Acaso se comporta como las avestruces o los niños que interpretan que tapándose los ojos se vuelven invisibles y se salvan? Me cuesta creer que son tan simples. Creo que sólo están ganando tiempo, diseñando quizá una lista de buenos y malos con que van a saldar este asunto. Pero también creo que ni hay tiempo ni salida honrosa para un partido que ha sido "pillado", no una, sino varias veces en lo mismo, con los mismos nombres y parecidos métodos, salvándose por la campana, al filo del KO, mediante triquiñuelas jurídicas más o menos exitosas que pararon el caso Naseiro y amputaron una pieza fundamental del caso Gürtel y les han permitido "ir tirando" hasta llegar al gobierno con toso ese perdón ciudadano que hoy se ha vuelto rabia.

Decir que no les consta, que no saben, que no existen en el PP ni dinero negro ni caja B ya no les sirve, porque la doble contabilidad nunca se lleva al Tribunal de Cuentas, pertenece al secreto de familia y nadie lo reconocerá si no es con evidencias palpables. Sin embargo, creo que aquí hay material suficiente para que un juez valiente se meta en Génova, 13 y levante las alfombras y mire detrás de los armarios. Rubalcaba dijo ayer que el PSOE iba a llevar el asunto a la Audiencia Nacional. Ya está tardando.

 
 

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domingo, 20 de enero de 2013

SANGRAR EL SISTEMA

 
 

Cuando la crisis comenzaba a enseñar sus garras, los de siempre se empeñaron en hacer que nos sintiéramos culpables por haber vivido todos estos años "por encima de nuestras posibilidades". Y les funcionó, porque todos pensábamos que los otros, nunca nosotros mismos, habían comprado el piso el coche o las vacaciones que no les correspondían y, ahora, por su culpa, a todos nos tocaba pagar la fiesta. Como estrategia de comunicación -desde hace tiempo, en política y en economía, más que dar solución a los problemas, lo que se hace es fabricar y difundir explicaciones, curiosamente, siempre a favor del poder- fue perfecta. Durante meses, cuando aún conservábamos el trabajo, el coche y el piso, nos mirábamos con desconfianza unos a otros, buscando a los descerebrados que habían pedido a nuestros serios y responsables banqueros todos esos créditos que ahora no podían devolver, haciendo tambalearse al sistema.

Todos sabemos que la cosa no fue así. Sabemos que los irresponsables -se la han llamado a sí mismos para esquivar su cuota de culpa- que estaban al frente de los bancos, movidos por la avaricia y el peor de los amiguismos, me atrevería a calificarlo de mafioso, desvalijaron las entidades y las llevaron al colapso, dejándonos a los ciudadanos con una mano delante y otra detrás. Al final, sus mentiras, su estrategia de comunicación ha fallado, porque la mentira era tan grande, afectaba a tanta gente -rara es la familia que no tiene uno más afectados en su seno- que se ha desvanecido, volviéndose contra ellos.

Y en eso llegó el gobierno del Partido Popular investido de la presunción de honradez y capacidad de gestión que, para los faltos de memoria o de conocimiento, le confería su involuntaria estancia en la nevera del poder. Y comenzaron a meter sus afiladas tijeras allá donde les vino bien, al tiempo que empleaban el dinero de todos en reflotar los desastrosos bancos creados sin ton ni son de todas esas cajas abotagadas a causa de una dieta basada casi en exclusiva en política y ladrillos. Un dinero que, mientras tanto, seguía sin llegar a las pequeñas empresas o a la administración deudora de todas ellas, obligando, con el regalo de una reforma laboral salvaje y decimonónica, al despido de cientos de miles de trabajadores y no siempre en empresas pequeñas ni en empresas en crisis. De modo que esa segunda estrategia de comunicación también ha fallado y no hay más que ver las reacciones a todo lo que se ha sabido sobre Bárcenas, el PP y los sobresueldos pagados a su cúpula en dinero negro, muy probablemente generado en alguna que otra "mordida" a las grandes empresas.

Todos esos recortes se han venido justificando por la imposibilidad de sostener un Estado de Bienestar que tildan de caro, cuando, curiosamente, no es de los más caros de Europa y, medido en términos de coste y resultados, es de los más eficaces y rentables de nuestra zona, especialmente en Sanidad. Pero la gente ha aprendido a echar cuentas y, sobre toso, a interesarse por ellas, así que se ha escandalizado cuando ha sabido que lo perdonado por Hacienda al ahora apestado -al menos en público, porque se ha sabido que sigue teniendo despacho en la sede nacional del PP de la calle Génova- ex tesorero Luis Bárcenas, en la regularización de diez de los veintidós millones de euros que controlaba -sigo creyendo que no son suyos- en cuentas suizas, se podrían pagar de sobra los, curiosamente veintidós también, centros de atención continua cerrados en Castilla la Mancha a principios de semana.

El sistema funcionaría si todos cumpliésemos con nuestras obligaciones fiscales, si todos dejásemos de lado nuestro ancestral egoísmo, si pagásemos el IVA, aunque tendría que ser in IVA más justo, y no tratásemos de maniobrar a la hora de pagar nuestros impuestos. Pero eso está aún muy lejos. Y lo está, entre otras cosas, porque son demasiados los agujeros, legales o no, por los que se escapa el dinero del que lo tiene, SICAV incluidas, hacia cuentas opacas en la inmoral banca suiza o hacia paraísos fiscales, disponibles a apenas unos cientos de kilómetros de nuestras fronteras.

En realidad los recortes que se están haciendo por cuenta de la crisis serían innecesarios si ese dinero volviese al estado en que se generó. En este sentido, la ONG Oxfam acaba de hacer publicar un dato estremecedor: el dinero acumulado en paraísos fiscales equivale a un tercio del Producto Interior Bruto mundial ¿Qué denota eso si no una forma de esclavitud? ¿Qué sería de la economía mundial, del Hambre mundial, si todo ese dinero se quedase y tributase en los países en que se ha generado con el trabajo de sus ciudadanos y las riquezas que producen?

Está claro. Más que crisis, lo que hay es un sangrado del sistema y, mientras no se detenga la sangría la cosa irá a peor.
 
 

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sábado, 19 de enero de 2013

A MÍ ME CONSTA

 
Por más que el argumentario impartido ayer por el PP a los dirigentes que iban a estar "a tiro de micrófono" se redujese prácticamente a contestar con tres palabras, "no me consta", a cualquier pregunta sobre los pagos en negro en la cúpula del partido, tal mensaje apenas ha tenido eficacia, porque la mayoría de los ciudadanos han acogido la consigna repetida miméticamente con total escepticismo, porque lo cierto es que les consta que la información publicada ayer no sólo es posible, sino que desde hacía tiempo era un runrún persistente.
La gente de a pie tiene tan claro ya que los grandes partidos están lejos de sus necesidades y de sus penurias que uno diría que no se sorprende de tanta corrupción y tanto engaño. Es más, están seguros de que todo lo que hacen por ellos es por la rentabilidad electoral o el beneficio colateral que ellos o sus "amiguetes" reciben a cambio. Pero lo malo de este asunto es que, sea quien sea el culpable, los perjudicados son todos los partidos, todos los políticos, decentes e indecentes, y, por extensión, todos nosotros.
No sé quién ha tenido el valor de decidirse a sacar a la luz este tráfico de sobresueldos -o sea, sueldos en sobres- ni con qué intención lo ha hecho, pero, en cualquier caso, lo único importante, más que el quién y el por qué, con los que siempre nos distraen y tratan de modular nuestra repugnancia, es que se investiguen y se castiguen si caben tan deleznables hechos. Parece claro que el PP no tiene el más mínimo interés en abrir una investigación sobre una trama y unas prácticas dentro del partido, de las que sólo podría sacar rechazo por parte de la ciudadanía, eso en el improbable caso de que sea cierto eso de que no les cinta su existencia. Así que habrá que esperar a que algo o alguien pongan en marcha la maquinaria de la justicia.
Lo que sí he podido comprobar, más allá de ese monolítico y medido "no me consta" que en absoluto equivale a "no es cierto", es que la respuesta de todos esos dirigentes es completamente distinta a la que acostumbran a dar. No sé si, como yo, habéis echado en falta esa "santa indignación" que solía embargarles en otras ocasiones. Esta vez he podido escuchar desde el malicioso "investigar hasta el final, caiga quien caiga", de la perversa condesa de Murillo, doña Esperanza, hasta ese desapego del portavoz del PP en el Congreso Alonso, que dijo que "felizmente " Bárcenas ya no mantiene relación con el partido, ignorando quizá que el ex tesorero y mentiroso montañero -falseó la memora de una expedición al Himalaya en la que participó-, Luis Bárcenas, mantiene despacho en la sede nacional del PP.
Tampoco ha sido la habitual la arenga dada por la secretaria general popular, María Dolores de Cospedal, que ayer, ante representantes municipales de su partido dijo que "el que la hace la paga y que cada cual aguante su vela". Habrá que esperar las palabras que hoy dirigirá al mismo auditorio el siempre escurridizo Mariano Rajoy, medir sus silencios, sus titubeos y la liquidez de sus eses para, como en tiempos de la Unión Soviética, interpretar a través de ellos cuánta verdad se encierra en lo publicado.
De momento, y quizá sólo sean pequeños síntomas, imperceptibles cambios de tono y de lenguaje, los que llevan a que alguien tan descreído como tenga que decir "a mí me consta".
 
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viernes, 18 de enero de 2013

DE NASEIRO A BÁRCENAS, PASANDO POR AMEDO

 
 

Salvando las distancias, porque los GAL tenían sus manos criminales manchadas de sangre, lo que nos queda por ver en el caso de los sobresueldos pagados durante años a altos cargos del PP tiene mucho que ver con los seriales publicados por Pedro José Ramírez, entonces en Diario 16, gracias a la profunda garganta de José Amedo, un dudoso policía, organizador de atentados contra ETA en el sur de Francia, que al verse perdido decidió "tirar de la manta" y arrastrar a la cúpula del ministerio del Interior de Barrionuevo a la cárcel.

Da la impresión de que Luis Bárcenas, senador y ex tesorero del PP no quiere "comerse" en solitario el marrón de las cuentas en Suiza y ha decidido tirar de la manta que cubre a todos esos fariseos "compañeros" de partido que ya ni siquiera dan la cara por él y están por el "caiga quien caiga", un mal asunto, porque los contables, más si cabe si están acostumbrados a llevar dos o más cajas- suelen ser muy cuidadosos a la hora de establecer los asientos de sus libros y no me extrañaría que hiciera colección de recibos o cualquier otro recuerdo de sus años de tesorero.

Como ocurre tantas veces, la información publicada porEL MUNDO, según la cual el dinero negro corría por algunos despachos de Génova, porque el Partido Popular pagaba desde hace veinte años sobresueldos procedentes de una caja B a parte de sus altos cargos ha generado un terremoto en toda regla en la prensa y, no digamos, en la sociedad, a la que desde el PP se le había hecho creer que la corrupción estaba en otro lado y que ellos encarnaban la limpieza y la regeneración de la política en España.

Es eso lo que está ocurriendo y no me explico por qué, porque había indicios suficientes, ostentación incluida, de que muchos de los dirigentes del PP tenían un tren de vida muy superior al que se puede llevar con los sueldos hechos públicos por el partido. Además, como era posible que profesionales con una carrera brillante o funcionarios de alto nivel pasasen a cobrar esos sueldos -ojo, sueldos muy por encima del salario mínimo interprofesional, para entregarse al servicio del país.

Está claro que eso es lo que pasaba y que esos sobresueldos también se pagaban de una manera, si no más decente, sí más habitual, por medio de conferencias y publicaciones que como los "bolos" de los famosos venían proporcionándoles la propia fundación FAES y otras afines. Todo ha sido una gran mentira que los ciudadanos consciente o inconscientemente se han ido tragando hasta que la miseria a que nos están conduciendo las decisiones del partido al que dieron su mayoría por limpio y decente se ha extendido en demasía entre esta sociedad hasta ahora tan pasiva. El tiempo del silencio terminó y llegan ahora los días de la ira, en los que difícilmente se va a perdonar lo que antes se perdonaba.

Decía antes que a nadie debería sorprenderle lo que ha pasado. A los partidos, especialmente al PP, les pasa como a "la chica del diecisiete" del cuplé, que nadie sabe "de dónde saca pa' tanto como destaca". Hoy, gracias a la información de EL MUNDO, sabemos que esa caja B se alimentaba de las comisiones y "ayudas" recibidas por el partido de empresas beneficiadas por sus decisiones. En fin, mafia pura.

Tampoco debería extrañarle a nadie el procedimiento que, de alguna manara, ya descubrió un juez de instrucción de Valencia, Luis Manglano, que se topó, en unas escuchas ordenadas para un caso de tráfico de drogas, con conversaciones del hermano de uno de los implicados, el concejal del ayuntamiento de Valencia, Salvador Palop, en las que se hablaba del cobro de comisiones a cambio de adjudicaciones de obras y contratas y recalificaciones de terrenos por parte de ayuntamientos de la zona -aparecía en ellas un, por entonces, joven Eduardo Zaplana que admitía con descaro que él estaba en política para cambiar de coche- a constructoras a las que se identificaba a Dragados y Construcciones como "los dragones" y a Construcciones y Contratas como "los primos", en alusión a los entonces socios y primos Alberto Alcocer y Alberto Cortina. Esto ocurría a finales de los ochenta, cuando Aznar estaba llegando a la presidencia del partido.

Aquella investigación se volvió, a base de abogados y titulares de prensa, contra el juez Manglano y lo averiguado por él se enterró con la excusa de que el juez debería haber remitido lo escuchado a sus superiores para que otro juzgado, mediante sorteo, se ocupase del asunto. El Luis Bárcenas de entonces el "recaudador" Rosendo Naseiro, amigo personal de Manuel Fraga, que, una vez archivado el caso, se esfumó, tal y como hizo el por entonces tesorero del PP, Angel Sanchís, en sus grandes fincas agrícolas argentinas.

La historia se repite, aunque, esta vez, en lugar de haber sido pillados por un extraño, ha sido uno de los protagonistas, en la cumbre de la trama, el que, al parecer, ha decidido no hundirse en un barco vacío, sino llevarse al fondo con a todos los tripulantes y pasajeros que pueda. Ayer, cuando titulaba mi entrada "las trompetas del aPPocalipsis" no sospechaba que la cosa fuese a ser tan rápida. Creo que hay serial para rato y creo que, en cuanto a la puesta en escena, tendrá mucho de la del caso GAL, aunque el Naseiro de hoy, Luis Bárcenas, tiene pinta de volverse más locuaz y estar menos entregado a la causa del partido de lo que lo estuvo el gallego. También creo que desde el PP pondrán en marcha el famoso ventilador para que su basura salpique a cuantos más, mejor.
 

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con grandes

jueves, 17 de enero de 2013

LAS TROMPETAS DEL APPOCALIPSIS

 
 
No sé si Mariano Rajoy es de los que, ante las adversidades, se queda en la cama deprimido hasta que escampe o, por el contrario, se convierte él mismo en tormenta y da vueltas por el despacho, dando patadas a los muebles y puñetazos a las paredes. Sinceramente, no lo sé. Lo que sí sé es que, ahora mismo, debe estar en una u otra actitud, porque la velocidad a la que le están creciendo los problemas era impensable hace sólo unos meses.
Tampoco sé como sonarán, como sonarían, las trompetas del apocalipsis anunciado por el evangelista Juan, pero las imagino persistentes y dolorosas al oído, tal y como debe sonarle a Rajpy todo lo que ayer y hoy se escucha en las radios y televisiones o se publica en los periódicos que no controlan sus talibanes y que hace sólo unos días, cuando nos decía a nosotros los náufragos de la crisis que estaba a la vista la playa del crecimiento.
Tanto esfuerzo en pasear la marca España, tanto empeño en esconder los defectos bajo la alfombra y en afearles la conducta a quienes los descubren para corregirlos, tanto tesón en ver briznas de paja o pajas enteras en los ojos de los demás, y, al final, quienes arruinan la imagen de nuestro país son los que, desde el partido hoy en el gobierno manejaban cuentas muchimillonarias en Suiza, ocupaban y ostentaban lujosos -y un tanto horteras- áticos de oscuro origen en la Costa del Sol, trapicheaban con la "externalización" de servicios de la sanidad pública o indultaban en nombre del rey a un cliente del despacho en que trabaja un hijo, defendido por el hermano de un compañero de partido. Desde luego, no creo que quienes tuviesen pensado prestarnos dinero o invertir en nuestro país nos tengan en más consideración que aquella en que tenían al dictador tunecino, aunque, no nos engañemos, al dinero le gustan los políticos corruptos y los trabajadores semiesclavizados, que son los que le dan los mayores beneficios.
Mucho ruido y muy estridente, tanto para los oídos de quien algo de responsabilidad tiene en todo lo anterior y mucho más ruido y más estridente para quienes están sufriendo, de buen grado o no, los recortes y sacrificios injustos y crueles -una vez más insisto en ello- quienes no han reducido en lo más mínimo su tren de vida ni sus dispendios. No creo que en unas futuras elecciones los votantes acudiesen a las urnas con la misma docilidad que lo han hecho hasta ahora. Más bien me inclino a pensar que los que se acerquen, que, desgraciadamente, no serán todos los que debieran, lo harán mucho más despiertos y, confío en ello, informados. Sin olvidar que esto último es una tarea que nos corresponde a cada uno de nosotros.
Porque lo que está pasando ha servido y espero que sirva para hacernos más responsables en nuestros juicios, para que no nos quedemos en la superficie de las cosas, conformándonos con el masticado de información, depurada y orientada que mamá gorriona deposita en el pico abierto de cada uno de nosotros, sus gorrioncillos, a la hora de los telediarios o en las primeras de os periódicos.
Ayer, en apenas unas horas, pudimos comprobar que todo era verdad, que la investigación que le costó el puesto a Garzón, porque desató las iras de la prensa afín al PP, la de la trama Gürtel, iba bien encaminada. Por eso fueron a por él, del mismo modo que el director general de la policía "se cargó" al comisario del que dependía la investigación sobre la propiedad del ático del hoy presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, que sólo el tesón del SUP ha puesto a salvo y ha obligado a González a enseñar sus cartas ocultas y quién sabe con qué consecuencias futuras, reconociendo que ese ático que figuraba a nombre de una sociedad fantasma radicada en los EE UU, ha pasado a ser de su propiedad, en el minuto siguiente a que una juez de Marbella retomase la investigación, algo que no acaba de solucionar el problema, porque lo que busca la juez es saber quién está detrás de esa sociedad y de dónde procede el dinero con que se pagó, especialmente porque hay quien lo atribuye al pago por una recalificación llevada a cabo por González en Arganda.
Hoy nos toca escuchar la salmodia repetida de que al final todo se sabe. Y es verdad. Pero nadie me quita de la cabeza que, si las oscuras cuentas del ex tesorero del PP, Bárcenas -las de Suiza y las que llevaba para su partido y, cada vez está más claro, parece que contando con la trama Gürtel- se hubiesen conocido a tiempo, probablemente el PP no hubiese obtenido la mayoría tan absoluta con la que cuenta hoy. Del mismo modo si hubiésemos sabido hace unos meses, cuando Esperanza Aguirre dio la "espantá" lo que hoy sabemos del ático de la familia González-Cavero, probablemente hoy el sucesor de lideresa hubiese sido otro muy distinto.
Está claro. Si, para el PP, esto no es el apocalipsis, se le parece mucho. Porque, por menos de lo que sabemos de Bárcenas, González o Gallardón -eso de hacer favores a través del BOE está muy feo- otros hubiesen dimitido. Yo, iluso de mí, espero acontecimientos.
 
 
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miércoles, 16 de enero de 2013

¿QUÉ LES PASA CON LOS COCHES?

 
 
De todas las noticias que he leído en los últimos días, hay una que me ha indignado y desesperanzado a un tiempo. La noticia lleva un nombre que en algunos medios se oculta y que es el de Ramón Jorge Ríos Salgado, directivo de una empresa automovilística, condenado a trece años de prisión en última instancia por haber causado la muerte de un joven y graves heridas a la mujer que le acompañaba, al estrellar contra el coche en que viajaban, el suyo después de haber circulado durante cinco kilómetros en sentido contrario por una autovía valenciana.
El de Ríos Salgado es uno de los dieciséis indultos firmados por Alberto Ruiz Gallardón en lo que va de año y fue asumido por el ministro de Justicia, en nombre del rey, con los informes en contra de la Fiscalía y el tribunal que le condenó. Por si fuera poca la afrenta para los familiares de la víctima, el indulto señala que este alto ejecutivo de la industria automovilística habrá de pagar una multa de 4.380 euros, a razón de seis euros diarios, durante dos años.
No sé qué nos habrá querido decir el ministro con este indulto. Quizá que la vida del joven muerto vale eso 4.380 euros, o quizá que, si se ocupa una buena posición en la industria y se dispone de esa cantidad, puede uno lanzarse en dirección contraria por cualquier autovía, tenga las consecuencias que tenga nuestra acción, porque, al final, tras el proceso y unos meses en la cárcel, el ministro "echará" su firma en el nombre del rey y todo volverá a empezar.
Uno puede llegar a pensar que el automóvil es una de las mejores armas de que dispone el que quiera darse el gusto de acabar con la vida de sus semejantes, porque son pocos quienes pagan su temeridad o su imprudencia con cárcel, todo lo más, la cosa suele quedar en sanciones administrativas. Y si uno piensa que, en España, causar muertes al volente sale gratis, o casi, es porque la realidad no hace más que darle razone para ello.
Tenemos el ejemplo reciente del dirigente de la Nuevas Generaciones del PP, Ángel Carromero., que fue condenado en Cuba a cuatro años de cárcel por causar la muerte de dos opositores cubanos que le acompañaban al estrellar por exceso de velocidad el coche que conducía sin carné. Finalmente, Cuba y España llegaron a un acuerdo que contemplaba el traslado a España del condenado y su posterior excarcelación al pasar al tercer grado, algo de lo que, pese a estar ya acordado por Exteriores, quiso sacar partido Esperanza Aguirre, con sus melodramáticas apariciones ante la cárcel de Segovia, a la que había sido trasladado Carromero, para explicarnos las maldades de las dictaduras comunistas y que lo hecho por Carromero, conducir temerariamente sin carné causando la muerte de dos personas, en España no es delito. Muy lista la señora condesa cazatalentos, llevando el agua a su molino, pero mucho el daño que pueden hacer sus palabras, si son tomadas al pie de la letra, por conductores irresponsables, que haberlos haylos.
Eso, por no hablar de ese Aznar delirantemente insumiso, casi gamberro, que se permitió proclamar a los cuatro vientos que, a él, nadie le decía cuantas copas tiene que tomar o a qué velocidad debe ir al volante. Parece que los señores del PP tienen algo con los coches. Parece que dieran por válido que existen dos mundos distintos, uno para quienes tienen coche, dinero o padrinos y otro para el resto de los mortales, especialmente si tienen la desgracia de tropezar con ellos.
 
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