viernes, 11 de enero de 2013

¡QUE SE JODAN!

 
 

No sé por qué tendemos a ser tan mal pensados. No sé por qué nos pasamos la vida buscando la paja en el ojo ajeno ¿será la envidia? Quién sabe. A mí, por ejemplo, me pasa. Tengo una tendencia, a veces enfermiza, a ver oportunidades de chanchullo en toda esa gente a la que le toca la lotería en todos los sorteos, le salen bien todos los negocios que emprenden, desde y con la administración, aunque sea con personas interpuestas o con prudentes períodos de incompatibilidades. Pero creo que no soy justo y que debo abandonar esa desconfianza patológica. Tengo que hacer como hacen tantas madres y abuelas. Tengo que atribuir esa suerte no a las trampas del tahúr, sino a la fe del romero que, con pañoleta y caña, felizmente acompañado de su "santa", camina hasta la ermita para pedirle a la virgen de turno salud y fortuna para la familia. Y a fe que la virgen les escucha, porque les va muy bien en eso de buscar su fortuna en la salud de todos.

Hoy me he despertado con la nada sorprendente noticia de que lo que todos esperábamos acaba de producirse. La confirmación de aquella vieja conseja que reza "piensa mal y acertarás". Yo, ante el que fuera "favorito" y consejero de Sanidad de Esperanza Aguirre, siempre he echado mano a la cartera del mismo modo que los futbolistas se tapan "sus partes" cuando forman la barrera ante el lanzamiento de una falta -algún día tendrían que explicar por qué son esas partes las que protegen y no la de pensar- porque ese señor y otros como él o dan puntada sin hilo y se brindan gustosamente a actuar de "colaboradores necesarios" en cualquier negocio éticamente dudoso que le pongan delante. Él y otros como él son esa gente que, cuando habla, sube el pan.

La noticia que ha contado Pepa Bueno esta mañana es que, después de la correspondiente y oportuna compra, la empresa Unilabs, de cuyo consejo de administración forma parte Juan José Güemes, acaba de hacerse con el negocio -perdón, quise decir la gestión- de los análisis clínicos de seis hospitales y no sé cuántos centros de salud de la Comunidad de Madrid, adjudicados a un pul de laboratorios, qué casualidad, por el propio Güemes. Una operación perfectamente legal, aunque nada ética, en la que lo más difícil era privatizar -perdón otra vez, quise decir "externalizar" el servicio- y de eso se encargó el bello Güemes mientras fue consejero.

Ni que decir tiene que, tras esta éticamente dudosa operación, está la larga sombra de Capio, la sociedad de capital riesgo sueca que se está haciendo con la mayor parte de las "externalizaciones" de la sanidad pública española. Ni que decir tiene, también, que si se hurga un poco en los consejos de administración de algunas de estas empresas, encontraremos a ex altos cargos del sector en la administración pública o a sus familiares y amigos.

Se me olvidaba. Juan José Güemes está casado con Andrea, la hija y niña de los cansados ojos de Carlos Fabra, el padrino del aeropuerto de Castellón y otros tantos negocios más burdos y dudosos que los de la empresa que recompensa cada mes el trabajo de Juan José, diputada en las filas del PP por la provincia de Castellón y famosa por aquel "que se jodan" que le "pillaron" en el pleno del Congreso en el que se aprobó la reducción de las prestaciones a los parados.

Que se jodan los madrileños que han pagado el sistema de salud del que hasta ahora estaban disfrutando, estará pensando Güemes en su despacho. Al fin y al cabo, a él le ha ido muy bien con un poco de paciencia y esta oportunidad de negoció que el mismo brindó a la empresa para la que trabaja, privatizando el servicio de análisis clínicos de la sanidad madrileña
 
!Que se jodan! Lo malo es que los que nos jodemos somos nosotros. Casi todos.
 

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