domingo, 26 de mayo de 2013

¿CONSULTORES O GOBERNANTES?

 
 
No sé si habéis tenido la desgracia de verles trabajar. Yo sí. Llegan arrastrando sus portátiles y sus papelotes en "trolleys", van derechos al despacho del jefe y allí se pasan horas reunidos enseñando informes y presentaciones. Suelen ser jóvenes, ambiciosos y muy poco de fiar -hay que tener en cuenta que, cobrando lo que cobran, se les contrata para ahorrar dinero al cliente. Yo los he visto trabajar en la SER y os aconsejo que, si os toca convivir con ellos, como a mí me tocó, toméis la precaución de imaginároslos como repugnantes "alliens" viscosos, porque, si no, estáis perdidos.
Lo suyo no era, en mi caso, la radio. No tenían ni idea y despreciaban nuestro trabajo. Para ellos, el trabajo creativo, el conocimiento, la agenda de los periodistas, el estilo o el criterio no tenían valor. Bastaba con rascar un poco bajo sus jerséis a la moda o sus camisas de Hugo Boss -un viejo nazi, por cierto- para ver que apenas leían, y el cine o la música que consumían era sólo basura consumista y perecedera.
Eran así, se infiltraban entre nosotros, nos arrancaban información, nos dividían y nos enfrentaban para, finalmente, degollar a sus presas y entregarlas como presente a los jefes, para así justificar su existencia, sustituyendo a trabajadores con años de experiencia por jóvenes becarios de usar y tirar, mal pagados e incapaces, salvo excepciones de distinguir una sevillana de un blues. Mientras, eso sí, eran capaces -yo fui testigo- de perder tiempo y millones en proyectos inviables destinados al fracaso que evidenciaban, para quien lo quisiera ver, que, como ocurre en los chistes de consultores, de lo importante, no tenían ni idea. Esa fue mi experiencia con la consultoría en la SER y, a fuer de ser sincero, he de deciros que en el fondo tuve suerte, porque no he tenido que asistir a la deprimente descomposición de una empresa en la que os aseguro que fui feliz y que hoy dista mucho de aquello que yo conocí.
Pues bien, también los gobiernos se comportan a veces como esas empresas y contratan consultores, siempre de parte, con el fin de revisar métodos, cribar al personal de la administración, poniendo cruces y dianas en la espalda de funcionarios y empleados públicos para ahorrar costes a quienes contratan sus servicios, teniendo en cuenta que la cantidad a ahorrar ha de incluir, además del objetivo, su propia factura.
Estas empresas, al igual que la que me "depredó" en la SER junto a otros compañeros, no entran en la discusión de si lo que se les demanda es razonable o no. Tampoco consideran a las personas como tales, porque, para ellos, son, simplemente, recursos o números. Por eso se está desmantelando la ciencia española, dispersando equipos que ha costado mucho formar y reunir, para ponerlos, por suerte para ellos, a disposición de otros países más serios y previsores que el nuestro. Por eso, el gobierno de España no hace nada para combatir el paro, por eso trata de cuadrar las cuentas con las tijeras, sin esforzarse en reconstruir el tejido empresarial que generaría puestos de trabajo y lo fía todo a lo que llama emprendimiento  y que no es otra cosa que autoempleo.
La administración llama consultores o expertos a quienes hacen números o dan coordenadas para sus reformas. Oímos hablar de ellos respecto de la reforma del tratamiento legal del aborto, encomendada a un grupo de expertos cuyas identidades permanece en secreto, pero que, a la vista, de los primeros borradores y de las inclinaciones místicas de la ministra Mato y del machismo del ministro Galardón, que ya recula para que no le devoren las encuestas, debe estar formado por anti abortistas talibanes que esgrimen su moral y su presunta ciencia frente a la realidad social de la mujer.
Ha ocurrido lo mismo en Educación con leyes y decisiones que están expulsando a muchos jóvenes de las aulas del bachillerato y la universidad y que inventa problemas donde no los hay, embistiendo el ministro como miura que se cree contra la inmersión catalana que se ha demostrado, también en la expresión en español, más eficaz que el sistema educativo  en el resto de España.
Ahora, los buitres consultores han puesto sus ojos en las pensiones, que, como dicen los sindicatos y quienes quieren verlo, estarían a salvo si se crease empleo. En este caso, el grupo de asesores al que se le ha encargado el estudio procede en su mayoría de la banca privada, interesada en vender otra vez sus fracasados fondos de pensiones, y que, por lo que está trascendiendo, aconsejan meter la tijera a las pensiones futuras y quién sabe si a las actuales.
Con lo fácil que sería poner los pies en la tierra, exigir que paguen la crisis quienes la han provocado y quienes más tienen, especialmente la iglesia católica y los ricos riquísimos de las SICAV, los maletines a Suiza y los chiringuitos. Pero no, prefieren encomendarles el trabajo, con el objetivo prediseñado de poner a salvo lo de los suyos a costa de lo que sea y al coste que sea, permitiendo desmanes como el de que, ahora, el sector de la sanidad privada pretenda, tan crecido como está, participar en el diseño de la política de sanidad.
Lo dicho no sabemos si lo que tenemos son consultores o gobernantes.
 
 
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