jueves, 13 de febrero de 2014

QUE LO PAGUEN DE



Ayer supe por fin que en cuestión de horas ingresarán por fin en mi cuenta los ahorros que me fueron escamoteados mediante el engaño de las preferentes. Fui de los que se sometieron al arbitraje ofrecido por Bankia y, si lo hice, fue porque tenía claro que, dada mi deficiencia visual, que me incapacita para leer documentos en papel y que la de las preferentes, que yo creó siempre un depósito, era mi primera inversión en más de treinta años de cliente de Caja Madrid. Y si me sometí al arbitraje es porque tengo un sentido estricto de la justicia y no dudaba que se reconocería el engaño, como finalmente ha ocurrido.
Habrá entonces quien piense que debo estar satisfecho y que mis problemas con las preferentes terminan aquí. Nada más lejos de la realidad, porque, si he podido recuperar todo lo estafado, como bastantes de los estafados por entidades ahora intervenidas es porque dichas entidades han sido rescatadas con los miles de millones de euros que nos dejó Europa y que acabaremos pagando todos los españoles. De no ser así, las cajas saqueadas por los Blesa, Rato y compañía se habrían desecho como un azucarillo en el agua y sus clientes hubiésemos quedado compuestos y sin ahorros.
Lo que quiero decir es que lo que se me ha devuelto lo están pagando o lo van a pagar todos los españoles que cumplen con sus obligaciones fiscales y que no estoy dispuesto a consentir que, mientras tanto, los verdaderos causantes de esa ruina, Miguel Blesa, por ejemplo, disfruten del lujo asiático que se han comprado, rapiña a rapiña, con todo lo que desviaron en comisiones, dietas, bonus o favores a empresas, si no propias, de amigos, hasta dejar las Cajas que se les encomendó gestionar como un castillo de naipes en medio del vendaval de la crisis.
Ayer se conocieron las peticiones fiscales para los directivos de la Caja de Ahorros del Mediterráneo por haber arruinado dolosamente, según el fiscal y los abogados que representan a los nuevos propietarios, la boyante caja que se perdió en un mar de dietas inventadas, créditos a familiares y amiguetes e inversiones a todas luces fraudulentas. Es la primera de las gestiones de cajas que llega al banquillo y fue, según los responsables de deshacer el enorme desaguisado, lo peor de lo peor. Y me parece poca cárcel, que ni siquiera llegarán a cumplir si son condenados, para quienes acabaron con los ahorros, la salud y la seguridad en la vejez de miles de humildes clientes. No olvidemos que hace unos días murió una de ellas mientras esperaba entrar a la sala en la que se vería el juicio por la reclamación de sus ahorros.
Poca petición para él y poca la que, me temo, habrá para Miguel Blesa, el mismo que empleaba la mayor parte de su jornada en atender las peticiones de favores de sus amigos o en justificar la imposibilidad de hacer los demasiado descarados que los órganos de control de la Caja no le permitían.
¡Que lo paguen! Que les hagan devolver hasta el último céntimo de su botín, para que, ni ellos ni sus herederos disfruten de lo que se les robó a esos ciudadanos a los que despreciaron hasta el punto de robarles el futuro.

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