lunes, 30 de junio de 2014

UN ERE EN LA POLÍTICA


Acabo de escuchar a Iñaki Gabilondo referirse en su habitual comentario a lo único que parece interesar a los medios en estos primeros días de calor del verano. Dice, y dice con razón, que lo único que parece preocupar a este país, especialmente a su derecha, es la crisis de la izquierda. Y es que al parecer pesan más el número y los orígenes de los avales a las candidaturas a la secretaría general del PSOE que el de niños que viven hoy bajo el umbral de la pobreza en España o en grave riesgo de traspasarlo. Algo que, si no fuésemos tan egoístas, si no viviésemos tan pendientes de nuestro ombligo o de esos platos vacíos tan cerca de nuestras casas, nos debiera preocupar.
Tenemos que reconocerlo. Los ciudadanos somos egoístas, muy egoístas. No somos capaces de ver que la irrupción de la izquierda hasta ahora extraparlamentaria en los ayuntamientos, los parlamentos autonómicos, el Congreso y el Senado pone en serio peligro sus cómodos puestos de trabajo, algunos ya con décadas de antigüedad, y los de sus asesores y colaboradores. Y esto, que durante demasiado tiempo fue tan sólo una utopía, quimera diría el viejo rey, está sustanciándose cada vez con más brío, poniendo en duda la titularidad de un importante número de escaños que los grandes partidos consideraban ya como su patrimonio.
Cuando los hombres y mujeres de Podemos, Guanyem, Ganemos o como quiera que se llamen la lista o las listas que presente esa izquierda alternativa en las próximas convocatorias electorales ocupen esos escaños, muchos políticos profesionales se van a quedar sin su puesto de trabajo, un puesto que, en algunos casos, es el único que han tenido. Por eso están preocupados. Por eso, incluso en la derecha, hay más interés en el futuro del PSOE o IU que en el paro, la pobreza o esa malnutrición que algunos, como quienes gobiernan Madrid se niegan a ver. Porque esto último no afecta a sus sueldos ni a sus pensiones y la crisis que viven sus "colegas" sí.
Pero se equivocan, porque lo ocurrido en estos últimos meses, con el lógico aunque inesperado corolario de las europeas no hay que leerlo como un terremoto en la izquierda sino como un terremoto en el país que ha perdido la fe en quienes han vivido más pendientes de la metapolítica que de la misma política que, al fin y al cabo, debería ocuparse de resolver los problemas de los ciudadanos y no los suyos exclusivamente. No han querido verlo, borrachos de poder y privilegios, y más pronto que tarde lo van a pagar, porque son tantos los vicios adquiridos y tan pocas sus ganas de renunciar a ellos y rehabilitarse que no van a tener el tiempo suficiente para maquillarse y componerse ahora que se les ha visto revueltos en el mismo fango unos con otros.
Tal parece que el país, los votantes, corrigieron en las europeas años y años de derechización del PSOE y que quienes dieron todo el poder a Rajoy sintieron vergüenza o arrepentimiento de haberlo hecho y el 25 de mayo prefirieron quedarse en casa y eso, en política, es malo, porque lo que se consigue poco a poco, gota a gota puede perderse a borbotones. Una dura realidad que a más de uno puede dejarle en la calle, no sin que antes intente poner toda la carne en el asador para impedirlo.
Eso es lo que están haciendo desde el aparato de los grandes partidos, y no me refiero sólo a PP y PSOE, eso y no otra cosa ha sido la lucha por los avales, en la que las estructuras internas del PSOE, movidas aún sorprendentemente por José Blanco, tuvieron mucho que decir, diga lo que diga el lindo candidato Pedro Sánchez, que salido de un casting, pretenden que pase del anonimato de uno de esos escaños del montón a convertirse en protagonista de ese PSOE serie B que algunos pretenden de caras nuevas y viejas ideas.
Creo que fue Madona quien dijo que la solución a los problemas del PSOE está en más socialismo, lo que no creo es que ese socialismo esté ahora en los despachos del partido, porque, si el PSOE quiere recuperar la confianza de los votantes que no hace tanto tuvo, no le queda otra que abrir puertas y ventanas y dejar que el aire fresco se lleve tanto fantasma y tanto vicio como se esconden en ellos.
Si las cosas no cambian y, de momento, sólo pueden cambiar a peor para ellos, los políticos españoles se van a ver envueltos en un ERE en el que muchas "viejas glorias" y muchas verdades absolutas van a dejar paso a gente nueva, surgida de la calle y de los problemas, y a nuevas soluciones. Fundamentalmente, porque, este país y su democracia necesitan salir cuanto antes de esta crisis, con o sin sus viejos políticos, y yo, más bien me inclino pensar que será sin ellos o no será. Así que bienvenido este ERE que, por una vez, estará en nuestras manos.


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viernes, 27 de junio de 2014

PUES SÍ. HAY CASTAS

O
Sí. Hay castas. Y parece que a los ilustres miembros de esas castas y a su corte, que también la tienen, no les gusta que se hable de ello. Ni tan siquiera les gusta la palabra. Pero, deberían haberse dado cuenta ya, negar la realidad no impide que ésta se imponga. Lo digo porque, en mi habitual zambullida radiofónica en la actualidad, ha surgido la "maldita" palabra y a la invocación del anatema, medio en serio, medio en broma, se ha hecho patente un revuelo, en el que se ha llegado a poner en duda la legitimidad de su uso, hasta que alguien, creo que Ernesto Ekáizer, ha salido en defensa de la misma, porque está en el diccionario de la RAE.
Es sólo una anécdota, pero es también un síntoma. Un síntoma preocupante de cómo ahora se niega el pan y la sal, incluso poniendo en cuarentena su vocabulario, a aquellos a quienes, hace apenas un mes, se utilizaba en las tertulias televisivas, casi como si fueran miembros de una tribu exótica, para desviar la atención de los electores de los partidos de izquierda. Lo malo para los que dirigen este circo de tres pistas que son los medios es que los ciudadanos acabaron reconociéndose en el lenguaje de esos "buenos salvajes" y, a la hora de votar, prefirieron darles su voto a quedarse en casa.
Creo que fue una estrategia mal calculada, porque lo que realmente temían era un reforzamiento de Izquierda Unida, último refugio de quienes aún creemos en conceptos como los de igualdad, justicia social, estado de bienestar o solidaridad, y, por minar ese crecimiento, abrieron la puerta a nuevas formas -o no tan nuevas, pero sí distintas- de entender la política y la gestión de lo público. Y se asustaron, Y, después del susto, se han entregado a la tarea de desinfectar todos los espacios por los que han pasado esos "salvajes" y tender mallas y filtros, para que no vuelvan a revolotear por los sagrados espacios de los estudios de sus radios o los platós de sus televisiones.
Y, llegados a este punto, tengo que insistir una vez más en que se equivocan. Y se equivocan porque, pese a la fuerza de los medios "tradicionales, pese al poder que otorga disponer de la primera de un periódico para difundir la opinión de quien ya sólo es un empresario millonario y déspota, pese a la indiscutible influencia que otorga decidir quien participa y quien no en sus tertulias o quien sale y quien no sale en sus telediarios. Y se equivocan porque cada vez son menos los jóvenes que ven telediarios, siguen tertulias o escuchan tertulias. Y eso no quiere decir que no estén informados, lo que no quiere decir que no estén informados, todo lo contrario, siguen la información y la siguen de una manera crítica y opilativa, libremente expresada, a través de las redes sociales, lo que puede dar lugar a indiscutibles monstruosidades, pero también a monstruos razonados y razonables.
Y para muestra un botón. Creéis que hace sólo unos años, cuando facebook, twitter o la blogosfera no formaban aún parte de nuestras vidas, nos hubiésemos llegado a enterar de la escandalosa "merienda de negros" que ha sido y es el "juanpalomo" de las dobles y tramposas pensiones de los eurodiputados, un asunto que, cuánto más sabemos de él, más asco da. Seguro que no. Seguro que ningún medio, de papel, hertziano o catódico, nos hubiese contado lo que nos contó Infolibre. Y no lo hubiesen hecho porque, en este caso, el abuso, quizá legal, pero en cualquier caso ilícito y poco ético, era transversal, afectaba a todos los partidos y su conocimiento público perjudicaba también a todos.
Hoy, gracias a internet, que ha permitido invertir el embudo a través del que se dosificaba y controlaba el flujo de la información, se ha desvelado ante nuestros ojos el panorama aberrante de lo que ha sido hasta ahora, y ojalá deje de serlo pronto, la clase política española, una casta en la que sus miembros pasan de las agresiones verbales, de las mentiras y las exageraciones, a las palmaditas en la espalda y los desmedidos elogios a quien, sólo antes de ayer, era acusado de colaborar con el terrorismo que ayudó a desactivar.
Resulta lamentable comprobar que los políticos, a veces y no todos, junto con las empresas y alguna prensa pueden llegar a convertirse en in club privado, en una casta, que, al final, acaba defendiendo sus intereses y no los de quienes confían en ellos.


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jueves, 26 de junio de 2014

DIMITIR ES UN VERBO REGULAR



¡Qué curioso! El fondo de pensiones que ha conducido a la dimisión del eurodiputado de IU Willy Meyer lo habían suscrito la mayoría, si no la totalidad, de los eurodiputados españoles, eurodiputados de casi todos los partidos, a uno y otro lado del espectro político, a la derecha y a  la izquierda, alguno de los cuales, de palabra o a través del programa de su partidos se había manifestado en contra de los privilegios fiscales de las vergonzantes SICAV, una de las cuales se esconde tras ellos. Un fondo compartido por diputados de todo pelaje, dispuestos a partirse la cara en cualquier debate televisivo que, sin embargo, iban "a pachas" en este súper negocio que, con fondos públicos, llegó a producir medio euro por cada uno invertido-
Elena Valenciano, Rosa Díez, el místico Mayor Oreja o el mismísimo Cristóbal Montoro tienen o han tenido esos fondos que, no sólo se han financiado en algún momento con dinero público, sino que tributan en el ducado de Luxemburgo, que no es otra cosa que un paraíso fiscal incrustado en la Unión Europea, con un tipo de interés más simbólico que otra cosa, que, en tiempos como estos, no puede considerarse sino como una afrenta a quienes han perdido su trabajo y tienen que cotizar por la indemnización que reciben.
Sería muy triste que así fuera, pero tal parece que los eurodiputados, de izquierdas o de derechas, antes de ser de un color u otro, antes de defender los intereses de los pobres o de los ricos son miembros de un club privado lleno de ventajas y privilegios que tienen en común más  de lo que parece. Y, en este punto, a mí me cuesta creer que ninguno de los "pillados" en este renuncio se haya preguntado nunca cómo era posible que su dinero se multiplicase sin trampa.
Muchos nombres, de todos los colores, y sólo uno ha dejado su cargo y lo ha explicado. Ha sido el cabeza de lista de IU, Willy Meyer, que presento su dimisión después de darse de baja en ese fondo del que, por cierto, fue administrador su rival Miguel Arias Cañete, al parecer especializado en chanchullos y paraísos fiscales y, desde que se dio el gran batacazo en las últimas europeas, desaparecido en combate. La verdad es que, una vez conocida la inversión de Meyer en el fondo -un fondo de pensiones, nos digan lo que nos digan, no es más que eso, una inversión- al eurodiputado d IU no le quedaba otra que dimitir y hacerlo, a ser posible, con dignidad. Y así lo hizo, dando publicidad a su gesto y tratando de explicar que no sabía lo que firmaba cuando suscribió el fondo, algo, cuando menos, difícil de creer.
Lo extraño es que Meyer ha sido el único en presentar su dimisión, mientras sus compañeros inventan las excusas más peregrinas para no hacerlo. Y eso que la dimisión de Meyer no fue la única anunciada ayer, porque también Magdalena Álvarez, la eternamente cabreada ex ministra de Fomento, que anunció que dejaba la vicepresidencia del Banco Europeo de Inversiones en medio de una tormenta  de reproches, quizá justificados, al gobierno y el PP que la han sometido, dice, a un insoportable acoso desde que la juez del caso de los ERE decidió imputarla. Unas explicaciones que, dado lo abrupto del carácter y el verbo de la exministra soy incapaz de juzgar.
Curioso que coincidan dos dimisiones y de ese calado en el mismo día, porque, en este país, dimitir no es lo habitual. Menos raro es que ambas dimisiones se hayan producido en el ámbito de la izquierda, al menos de la nominal, porque en este país, salvo casos flagrantes como el del descarado y faltón senador madrileño del Partido Popular Francisco Granados, dimitir y tener el carné de las gaviotas suele ser incompatible. Y es que vivimos en un país en el que el verbo "dimitir" no suele conjugarse en todos sus tiempos ni personas, porque, y ya va siendo hora de que eso cambie, casi nunca se conjugue en la primera persona del presente. Y ya va siendo hora de que se conjugue como el verbo regular que es. Quizá así, comencemos a ser también un país regular. Aunque no juguemos la "champions", pero regular.


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miércoles, 25 de junio de 2014

LA RESPUESTA


La pregunta que todo el mundo se hace estos días es la de por qué el Gobierno se está dando tanta prisa en aforar al rey abdicado para siempre y en todo, en lo que tiene que ver con el ejercicio de su anterior cargo y en lo que haya dicho o haya hecho y diga o haga ahora o en el futuro. Pues bien, creo que la cosa está clara: para que Juan Carlos de Borbón no tenga que pasar por esto por lo que está pasando su hija.
El fuero del rey se decidió hace casi cuatro décadas, en un momento en el que difícilmente eran imaginables una judicatura sin castas o unos medios de comunicación no controlados, pero hoy, aunque no siempre, está ampliamente superado. Nuevas generaciones de jueces, procedentes de todos los estamentos sociales, y nuevas formas de comunicación han dejado obsoletos el respeto y el temor incondicionales a la figura del rey.
Quién puede creer a pies juntillas en la inocencia absoluta del rey, cuando ha gozado de una vida, no ya privada, sino secreta, que le ha permitido, entrar y salir, comprar y vender o amar y desamar, al margen del conocimiento si no de la justicia, sí del propio Gobierno. Tengo la impresión de que viajes del rey, que no acabaron en rotura de cadera como el de Botswana, ha habido muchos y que nunca sabremos qué hacía y con quién en esos viajes.
Es muy posible que, al contrario de lo que yo pensaba en un principio, puesto que creí que el rey abdicado seguiría en el trono hasta que concluyese el juicio por el caso Noos para proteger a su hijo. Hoy creo que, si se ha ido, ha sido para proteger a la misma corona que, con Felipe VI, llega al posible juicio oral sin que, al menos particularizado en el monarca, exista responsabilidad alguna que en el caso de Juan Carlos sí existía, al menos por no haber impedido los desvaríos de su yerno y su hija o por no haber tomado a tiempo las medidas correctoras que cabía esperar. Y, desde luego, no es lo mismo, habiendo sido rey verse sometido a la instrucción de un juez nacido en un barrio obrero de Madrid, Bilbao o Cádiz que verse escrutado por magistrados del Supremo con pedigrí y contacto con el poder establecido.
No son las mismas las obligaciones morales que tiene un padre para un hijo que las que tiene un hermano para una hermana. Además, aunque ahora la ley diga otra cosa el jefe de la familia real española ha sido, y creo que lo seguirá siendo, Juan Carlos de Borbón y, por tanto, el actual rey quedaría al margen de toda posible responsabilidad.
Ahora sólo espero que la Casa Real no se inmiscuya en el procedimiento abierto contra la infanta y su marido por el caso Noos. Espero que sus responsables sean más hábiles y prudentes de lo que lo fue durante los últimos meses del reinado de Juan Carlos, espero que ni el Gobierno ni los responsables del Poder Judicial o la Fiscalía ni, mucho menos, el Gobierno interfieran en el que debería ser normal desarrollo del procedimiento y que, de una vez por todas y sin excepciones, se cumpla la máxima que, no sé con qué grado de sinceridad, hizo suya Juan Carlos hace año y medio, esa de que "todos somos iguales ante la ley". Espero que, cuando la sociedad pide a votos, una regeneración de las instituciones y una renovación de esos rostros demasiado conocidos ya y de esos culos encallecidos de haberse sentado durante décadas en las mismas poltronas del poder, la justicia no nos defraude una vez más.
Con la noticia de hoy, la de que un juez decide sentar, queda por saber si lo consigue, a la hermana del rey en el banquillo, se iluminan, y no sabéis como, las oscuras razones no explicitadas aún para este aforamiento exprés del rey, porque lo dicho hasta ahora no son más que argumentos peregrinos, gilipolleces, que van desde el realismo mágico al sentimentalismo romántico, para no dar la respuesta correcta, la que estamos esperando, para no decir que es precisamente esto, lo que acaba de pasar, lo que tratan de evitar al viejo monarca.



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martes, 24 de junio de 2014

ESTAMPITAS


Lo explicaba Pedro Lazaga en su película "Los tramposos" y lo hacía con esa amarga ternura que tuvo como seña de identidad el cine español hace medio siglo. Estoy hablando, claro, del timo de "la estampita", uno de los timos que más se ha practicado en esta tierra de pícaros y miserables que, casi a partes iguales, ha sido y es España. Un timo en el que los tramposos se aprovechan de la ciega codicia y de la falta de escrúpulos del engañado, del mismo modo que, en el judo, se aprovecha la fuerza y el ímpetu del contrario para derribarle. En la película de Lazaga, un tonto -entonces nada era políticamente incorrecto, ni siquiera la dictadura- se pasea por los alrededores de la vieja Estación de Atocha, a la que no llegaban los AVE, pero si los que traían a la capital a los "paletos" que acudían a ella para cerrar algún negocio, hacer algunas compras y, de paso, ir a las "revistas" y, si se terciaba, echar una canita al aire. Y era precisamente uno de esos paletos el escogido como víctima por el "tonto" y su compinche, el gancho, que se encargará de desatar la codicia del "primo", disipando cualquier asomo de escrúpulo que pudiera quedar en él.
Elegida la víctima, el tonto le enseñaba un sobre lleno de "estampitas", del que sacaba un billete de curso legal que hacía ver que creía un cromo. Era un billete "de los grandes", como esos de los que, según él, tenía el sobre lleno. Entonces, una vez captada la atención del paleto, entra en escena el gancho que acaba por convencer al primo de que alguien acabará aprovechándose del pobre tonto y de que lo mejor que puede hacer es cambiarle las estampitas por las que él, su dinero, trae del pueblo. Después de un "tira y afloja" en el que el tonto defiende sus estampitas, provocando oleadas de avaricia del paleto que, finalmente, accede a cambiar sus cromos por el dinero que la da la pobre víctima. Una vez consumado el timo, los protagonistas de la farsa dejando a solas al timador timado que, una vez comprobada su "desgracia, no puede denunciar a los timadores, porque, hacerlo, además de dejarle como tonto, le delataría en su intento de tratar de aprovecharse del pobre tonto.
Por qué, os preguntaréis, nos cuentas todo esto. Pues, sencillamente, porque la escena, interpretada magistralmente por Tony Leblanc y Antonio Ozores, se parece mucho a la que, desde el viernes, viene interpretando el Gobierno, apoyado por la prensa que aquí ejerce de gancho, para cambiarles a unos cuantos ciudadanos codiciosos y poco escrupulosos, un sobre lleno de tramposas reformas que benefician sólo a unos pocos, agitando en sus narices una presunta bajada de impuestos, perfectamente compensada con subidas en impuestos indirectos, destinada a ser la coartada para bajarle los impuestos a esa minoría cualificada del IBEX 35  y los grandes oligarcas, para la que trabajan estos canallas a los que no les importa manchar el nombre de España, llevándolo, a cambio de no sabemos qué, de pasmarote a una cumbre africana organizada por el tirano Obiang.
No tienen vergüenza ni límite. Por eso han preparado este sobre de estampitas, para conseguir los votos de esos insolidarios a los que cada día el gancho de la prensa amiga del Gobierno, casi toda, anima a darle sus votos para quedarse con el paquete de estampitas. Por eso creo que ahora es el momento de abrir los ojos a tanto codicioso como hay y de explicarle que lo que quiere el Gobierno, seguro ya de que no repetirá en La Moncloa, son esos votos que necesita para asegurarse, cuando menos, algunos sueldos de concejales y diputados para los suyos, especialmente ahora que los sobres de Bárcenas ya no llegan.


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lunes, 23 de junio de 2014

LAS BICICLETAS SON PARA EL VERANO


Ya están aquí, en Madrid, las bicicletas. Llegan con meses de retraso y esa sensación de provisionalidad que da saber que todo lo que puede fallar, falla. Nos las vendieron para la primavera, invadieron las calles de la ciudad con esos enormes  artefactos de acero inoxidable, de utilidad incomprensible para el común de los mortales, a los que los ojos de los madrileños han acabado por acostumbrarse, pero que cuentan ya con una legión de afectados a los que se les ha privado de aparcamiento, zonas de carga y descarga y acceso a la calzada o ha mermado la posibilidades de su negocio, sin rebaja de impuestos que lo compense, a base de cegar escaparates o de impedir, en el caso de la hostelería, la instalación de las socorridas terrazas. 
Las bicicletas de pago han llegado a Madrid y han tardado en hacerlo. Cuentan las malas lenguas que, si han estado almacenadas en garajes y depósitos municipales ha sido porque había algo que no funcionaba en el sistema. Algo que no me extrañaría, porque aquí somos muy dados a comprar por catálogo y fijándonos más en el diseño estético que en la robustez y eficacia de lo que compramos. No sé cuál habrá sido la causa, pero sí sé que sería bueno enterarse de qué y por qué ha retrasado tanto el estreno de este nuevo atractivo turístico de la capital que , junto al embotellado "relaxin' cup of café con leche" y ahora que ya no tenemos juegos olímpicos con los que especular, pondrían a Madrid en el mapa del turismo joven, de no ser por un pequeño detalle: el centro de Madrid, su casco antiguo, al contrario del de Barcelona, está en lo alto de un cerro sólo apto para buenas y entrenadas piernas.
La verdad es que, vistos los lugares en que se han colocado las bases para el pago y la recarga de las bicis y visto el aspecto de las mismas, además del precio del alquiler de las misas, me temo que estas bicicletas no van a ser, como tratan de vendernos, un medio de transporte alternativo, ya que soy de los que creen que,  para moverse por el entorno que delimitan los puntos de "repostaje" y "peaje" de las bicis, sigue siendo más barato y más sano hacerlo a pie.
También tengo la impresión de que, si Madrid se ha sumado al club de ciudades que ofrece bicis en alquiler en sus calles ha sido por ese impulso de emulación que, por ejemplo, llevaba a nuestros padres a reformar su cocina después de haber visto la de los vecinos, poniéndola, a ser posible más moderna, más bonita y más cara que la de ellos. Y, en esto, no me cabe duda de que la envidia que produce ver Barcelona, mucho más llana que Madrid en su centro histórico, con sus calles repletas de ciclistas que van y vienen, generalmente por la calzada y no, como aquí, por las aceras, habrá impulsado a los regidores de la villa y corte a mover su ficha como han hecho.
En esto, como en otras cosas, el "palurdismo" madrileño es épico. Basta con recordar el anuncio radiofónico del gremio de pasteleros que emplazaba a abuelos y padrinos a no consentir que a los niños catalanes les regalasen una mona de pascua, mientras sus nietos o ahijados no la tenían. Y todo para vender su "corona de la Almudena", un invento para la ocasión. Malo es equivocarse, pero peor es, sin duda, hacerlo por el afán de "no ser menos", un afán que ha llevado a algunas ciudades a tener AVE sin viajeros o aeropuertos sin aviones.
Amén de todo eso, el caso es que ya están aquí las bicicletas. Demasiado frágiles para mi gusto y con el peligro de convertirse en una amenaza para los viandantes mientras, de una vez por todas, esta ciudad no se proponga controlar la velocidad  que se desplazan estos vehículos, que lo son, por las calles peatonales o por las aceras. Y mucho me temo que la cosa vaya a peor, puesto que quienes, en principio, las usen serán mucho más novatos y despistados que quienes han hecho de ellas su medio de transporte habitual.
Tampoco sé lo que durarán "enteras" unas bicis demasiado frágiles con cables al aire, sillines nada robustos aparentemente y demasiado expuestas al gamberrismo. Ya veremos. De momento y a menos de un año de las elecciones que renovarán los ayuntamientos y el gobierno autonómico, las bicicletas, que, como nos enseñó el gran Fernando Fernán Gómez, son para el verano, ya están aquí.


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viernes, 20 de junio de 2014

UNA COMIDA DECENTE AL DÍA


Cómo se nota que, aquí, los que toman las decisiones hace décadas que no han pisado un mercado, si no es en visita oficial y si es que alguna vez lo han pisado. Cómo se nota que hace décadas que no han visto un pobre de los que aún conservan la dignidad, no de esos "profesionales” que tienden la mano a la puerta de la iglesia que frecuentan, sino de esos a los que les repugna la caridad y la humillación y exigen lo que les corresponde en justicia. Cómo se nota que nunca han visto  un niño mal alimentado, apático, un niño que ni siquiera tiene ganas de correr y jugar como el resto de los niños. Cómo se nota que, muchos, ni siquiera ven a sus niños, que no hablan con ellos, que, con un poco de suerte, como dijo una vez una ministra, viven el momento más feliz del día "cuando ven cómo visten a a sus niñas".
Siendo así, es fácil no morirse de vergüenza, de pena o de rabia al escuchar como hay maestros, a los que ellos han recortado los sueldos y multiplicado el trabajo, que hurgan en su bolsillo para comprar bocadillos con los que aliviar la larga mañana a sus amigos vencidos por la debilidad. Siendo de ese modo, es fácil para nuestros gobernantes mirar para otro lado y decir que no pueden saltarse la ley, una ley que las más de las veces han hecho ellos mismos, para buscar un atajo que soluciones el problema de esos niños que dentro de poco comenzarán a enfermar, si es que no lo están haciendo ya.
Estoy seguro de que, para los hijos de quienes arrasaron este país, llenándolo de huérfanos de verdad y de esos otros huérfanos de padres y madres encarcelados, el racionamiento y los comedores del Auxilio Social son apenas un recuerdo, unas fotos en un libro que, a lo sumo, despiertan en ellos la mala conciencia y una coartada para no tener cumplir con el único deber que tienen que cumplir los gobernantes y que no es otro que el de procurar el bienestar y la felicidad de los ciudadanos.
Os digo todo esto porque hoy, último día de la primavera, es también el último día de clase para muchos niños que tiene n a sus padres en paro, para muchos niños en cuyas casa hace meses que no entra dinero y, si entra, está ya asignado a la hipoteca, alquiler, la luz o el agua. Niños que sobreviven de pasta con tomate, leche aguada, ese pan deleznable que venden los chinos, algo de mortadela o chóped del peor, patatas hervidas en agua, a lo sumo teñida con un caldo de cubito, hidratos de carbono y grasas siempre, cuando, por desgracia, siempre no es todos los días. Niños que no comen carne, pescado, verduras o fruta, si no las comen en el colegio y que, desde mañana, van a dejar de comerlos hasta que, en septiembre, comience el nuevo curso.
Qué fácil es ignorar esa realidad, que fácil es negar la terrible situación por la que atraviesan centenares de miles de familias españolas, qué fácil es cerrar los ojos y los oídos a quienes nos recuerdan desde la fría realidad de las encuestas que uno de cada tres niños españoles vive en serio riesgo de caer en la pobreza. Qué cómodo resulta esgrimir el fariseo argumento de que, abriendo los comedores escolares en verano, se señala y se deja marcados a los niños que acuden a ellos. Es mejor lavarse las manos, obligar a todas esas familias a llamar a las puertas de parroquias y servicios sociales, en lugar de darle un aire de normalidad a su jornada, haciendo que los niños tengan cada el compromiso de acudir al colegio viéndose con otros niños como ellos. Es mejor convertirse en un Pilatos hipócrita que evitar que esos niños y lleven en sus cuerpos, en especial en sus cerebros, las cicatrices del hambre y de una alimentación deficiente, que marcaran para siempre sus capacidades.
De lo que no parecen darse cuenta estos señorones del sueldo seguro que todos les pagamos, de las dietas y de los gastos de representación, es de que están abriendo los cementerios de los que saldrán otra vez los muertos vivientes de la sociedad que, antes o después, llegarán a sus calles, sus bulevares y sus jardines, con los estigmas de las drogas, y el alcohol es la más fácil de conseguir, el no futuro y, sobre todo, el de no tener nada que deberle a una sociedad de la que acabarán apartándose y a la que acabarán odiando. Y, todo, por negarles una única comida decente al día.



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jueves, 19 de junio de 2014

UN DÍA ESPECIAL

                                          Hello Yago Mateu

¿Quién dijo que el de hoy no iba a ser un día especial?
Ya lo creo que lo está siendo. Anoche me acosté con el moscardoneo de los helicópteros de la Policía de fondo, los mismos que me han despertado a eso de las siete de la mañana. Además ¡oh, sorpresa! una avería en la calle me ha dejado sin agua no sé por cuánto tiempo. De modo que, para mí, no comienza muy bien el primer día de reinado de Felipe VI y, por si fuera poco, mis orejas se han visto atrapadas en el uno de esos bucles en que entran las radios cuando se producen esos que llaman "acontecimientos históricos".
Frente a mi catástrofe personal, los hay que han tenido suerte, porque los artífices de  la debacle futbolística que culminó ayer con la derrota de la que, desde hoy y para siempre, debe volver a ser "la roja" se van a ver liberados por unas horas del bombardeo a que, sin duda, se verán sometidos en cuanto se amortigüen los ecos de las bandas militares, las ovaciones y el revoloteo de las banderitas gentilmente repartidas entre los curiosos que siempre los hay, que esperan, algunos desde hace horas,  apostados en las calles del primer recorrido los nuevos reyes por las calles de Madrid.
Por si fuera poca mi desgracia, mientras esto escribo se ha incrementado el número de mis desgracias, ya que hace ya rayo he encontrado un "sorry" en la página de Facebook, que, afortunadamente, lo acabo de comprobar ya se ha solucionado, mucho antes que la rotura en las cañerías de mi calle. Pero, de todas, la mayor de mis desgracias es la de tener que verme obligado a escribir de un solo asunto y, especialmente, de un asunto tan manido como el de la proclamación del rey, de la que se me dan, se nos dan, los más nimios detalles, sin entrar en la verdadera significación que tiene el acontecimiento.
No hay otra cosa. Y no creo que haya sido casualidad el que se haya elegido esta fecha, festivo en Madrid, para este acto, porque, de esa manera se aseguran la figuración, a veces la clac, necesarias para dar brillo al primer día de Felipe VI como jefe del Estado.
De todo lo escuchado, me quedo sin embargo con dos detalles y no pequeños. Por un lado la ignorancia de quienes han identificado el uniforme de capitán general del rey como de la Armada, cuando realmente se trataba del de gran solemnidad, cuál mayor que la de ser proclamado rey, del Ejército de Tierra. El otro gran detalle, que dice mucho del concepto que el PP tiene de la democracia y la separación de poderes, es el de la presencia de Mariano Rajoy, en realidad un diputado más en el Congreso, sentado en la tribuna de honor, junto a los reyes, presentes y actuales, y a la mesa del Congreso.

En fin, un día especial, más por las molestias y el aburrimiento. No hay nada peor que verse obligado a seguir un único acontecimiento, que por mi interés por lo que se ha convertido en lo único que acontece en Madrid. Sólo espero que el patrono de los poceros y fontaneros inspire a los operarios que trabajan en mi calle para que, lo antes posible, vuelva a fluir por mis grifos ese bien tan caro y tan poco apreciado hasta que falta.  También que dejen de revolotear los ruidosos pajarracos policiales y que , de una vez, terminen las ceremonias para que  se vuelvan a abrir las calles de mi Madrid y todos estos figurantes, convencidos o inducidos, vuelvan a sus casas orgullosos de poder contar que un día presenciaron un acontecimiento histórico un día "especial" del Corpus. Yo, ahora mismo, se lo cambiaría por una ducha.


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martes, 17 de junio de 2014

COMPRAR EL VOTO



En medio de la vorágine desatada por la sacudida electoral del pasado 25 de mayo, a dos días de la proclamación de un nuevo rey, navegando den las aguas revueltas del PSOE y su marca en Catalunya, pensando en las vacaciones y en que, a la vuelta de las mismas, algo habrá que hacer para desaguar sin peligro el pantano soberanista catalán, se nos olvida que, en menos de un año, seremos convocados de nuevo a las urnas, esta vez para elegir a los que debieran ser nuestros representantes más cercanos, en municipios y en la mayoría de las comunidades autónomas. Se nos olvida, pero no a todos, porque el PP, que disimula silbando, de cara a la galería, ha puesto ya en marcha su cocina electoral, pensando en lo que mejor ha hecho siempre la derecha que no es otra cosa que "comprar" los votos.
En las últimas horas ha trascendido que el núcleo duro de la dirección del PP se reunió discretamente hace unos días para analizar el "descacharre" electoral que prefieren ignorar en público, pero que, si están en sus cabales, les debe preocupar y mucho. Se han reunido y han llegado a la conclusión, qué sagaces, de que es mejor no tomar más medidas impopulares de aquí a que se abran las urnas. Y no es porque ahora se hayan dado cuenta de que el "euro por receta", el cierre de comedores escolares, los recortes en centros de salud y hospitales, las subidas de tasas universitarias, la subida del IVA, los recortes en salarios u servicios y todo ese largo etcétera que ahora prefiero ahorraros. No es por eso, Es porque se han dado cuenta de que su política de maquillar la realidad económica, su falsa propaganda de unas mejorías tan diferidas en el tiempo que nunca acaban por llegar, las colas ante los comedores sociales o ante los bancos de alimentos, el sucio aliento de la pobreza en el cogote de familias que nunca, ni en sus peores pesadillas temieron verse así, en la calle, sin nada que hacer ni que comprar, en fin, todo eso ya no se puede esconder bajo la alfombra de los telediarios o la prensa y radio amigas, a reventar de falsedades, pese a diluirlas en tertulias y programas entontecedores.
Con el resultado de las elecciones europeas, se dieron cuenta de que era tal el cabreo ciudadano que, ya, ni siquiera puede contar con parapetarse tras el cadáver del PSOE a la espera de tiempos mejores, porque los votos prestados a uno y otro, que son los que ganan las elecciones, faltaron a las urnas o buscaron otras alternativas, mientras, lo que es peor, para ellos, no para el país, muchos abstencionistas de la izquierda, al tener nuevas opciones, dejaron de serlo, al tiempo que el voto joven se comportó como solía hacerlo.
Por eso el PP ya no cree que la ideología -orden, creencias y dinero fácil para quien ya lo tiene- acabarán pon imponerse a su justificación de la austeridad, que está demasiado extendida y ha causado demasiados estragos en muchas capas de la sociedad. Por eso, una vez más lo fía todo a la rebaja de impuestos y llama a la puerta, ayer lo hizo, del importantísimo colectivo de autónomos, históricamente maltratado en este país por la izquierda y la derecha, en el que busca, con la creación de un tipo especial para ellos, la tabla de salvación a la que agarrarse para llegar a la isla en la que refugiarse.
Aquello del duro por voto que tanto practicaron los caciques en la España de principios del siglo pasado y que perduró en la Galicia reciente, transformado en favores y enchufes por votos, vuelve, como vuelven todas las modas, porque, a falta de cintas que cortar, porque no hay nada que inaugurar, o cheques bebé que repartir, la estrategia será la de hacer creer a quienes aún tienen la suerte de pagarlos que les rebajaran sus impuestos, cuando en realidad apenas serán un euros para los de abajo y miles o millones para los que están y siempre han estado arriba.
Me recuerdan a esas operadoras telefónicas que, cuando pides la portabilidad para cambiar de compañía, te ofrecen el oro y el moro que te venían negando, dándote, si eres listo, una razón más para dejarles. Y es que ya no van a caballo o en calesa comprando los votos por los pueblos, ya no mandan a sus capataces a por ellos, Ahora les basta con asomar sus caras, más que duras, en los telediarios de los viernes, tras el consejo de ministros, anunciando reformas fiscales que, ya, ni ellos mimos controlan. Pero, en el fondo, siguen haciendo lo mismo, comprando votos.


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lunes, 16 de junio de 2014

GALLARDÓN, SIEMPRE QUE PUEDE, SE RETRATA


Qué gran verdad esa de que "la cabra siempre tira al monte" o, como lo decía un viejo compañero, "no hay que luchar contra el destino, porque el que nace tostón, muere gorrino". Se encarga de confirmarlo a cada paso que da el hoy ministro de Justicia y, en tiempos, brazo derecho y delfín suplente de Fraga en Alianza Popular, el partido en torno al cual se organizaron la oligarquía y lo más ilustrado y no por ello menos cerril del franquismo.
Alberto Ruiz Gallardón lleva años, qué digo años, lleva décadas vistiéndose de seda para olvidar su pasado franquista, no olvidemos que, siendo otra vez fiel al refranero, hizo bueno el "cada oveja con su pareja" y casó con la hija de uno de los ministros más azules de Franco, ni que décadas también humedeciendo su lengua en el vaso de los superlativos aduladores. Lleva también años utilizando el poder que los ciudadanos, acertadamente o no, en eso no entro, han puesto en sus manos, en su propio beneficio, tejiendo “círculos” de amistad y sacando a pasear un cierto prestigio cultural, más de guardarropía que otra cosa, con los que intercambiar favores fidelidades y simpatías, en las que apoyarse, para lograr su objetivo final, supongo que abandonado ya, de llegar un día a La Moncloa.
A fe que lo hizo bien, porque, durante un tiempo fue el presidente, después alcalde, de la ópera y la cultura, el político al que gustaba figurar, y no en segundo plano, en todos los acontecimientos que se terciaban. Le encantaba salir en los periódicos rodeado de autores, músicos y actores y aparentaba sentirse incómodo en todo lo demás, procesiones, verbenas y festejos, a los que tan dada es su enemiga y compañera Esperanza Aguirre. Y lo cierto es que, de algún modo, logró esa pátina que buscaba y, como diría un castizo, "dio el pego", consolidándose como un buen cartel electoral en Madrid.
Pero le pudo la ambición, se le nubló la vista ante la posibilidad de obtener una cartera ministerial o, quién sabe, vio que el Madrid de los grandes festivales, las obras y los fastos faraónicos, el del sueño olímpico, para mí pesadilla, se esfumaba y se quitó de en medio, dejando para la torpe Ana Botella los marrones que, como fruta madura, al sol de la crisis, inevitablemente comenzarían a caer. Debió pensar que, a veces, lo mejor de un puesto no es estar en él sino dejar de estar en otro y desplego su bandera de disponible ante los ojos de Rajoy que, taimado como es, le colocó en el ministerio que peor servía a sus pretensiones de ganar prestigio, puesto que no había nada que inaugurar y apenas nada lucido que gastar, pero la ambición le cegó y aceptó Justicia.
Y se ve que el cargo, rancio y sin apenas flashes ni focos, le aburría, por lo que se empeñó en dejar huella a costa de lo que fuese y, como si de un repartidor de pizzas a domicilio se tratase, se puso manos a la obra para llevar a Moncloa en su vespino todas cuantas “leyes Gallardón” le fuesen sugeridas, así que, una tras otra sus reformas, apresuradas y curiosamente "ilegales" fueron filtradas, insinuadas y presentadas, para ganarse un poco del brillo y el glamour perdido en su nuevo destino. Leyes que, también, una detrás de otra han acabado en el taller.
De todas ellas, al margen de su prêt-à-porter y mal cosida "Reforma de la ley de Justicia Universal", la más sonada ha sido su machista, misógina, chapucera, innecesaria, retrógrada y, sobre todo injusta reforma de la legislación que regula el aborto en España, que la ha valido entre otras cosas, el apodo de ministro de la Injusticia, y en cuya defensa ha dejado ver el verdadero retrógrado que se esconde tras ese amaneramiento y cursilería que le acompaña.
Gallardón, como el gran  machista que es, se retrató justificando en la presunta debilidad de la mujer, a la que retrató en una memorable sesión del Congreso como incapacidad de tomar decisiones por si misma o de resistir las presiones de la sociedad que, según él, le empuja inevitablemente al aborto. El ministro se presentó como una especie de Guerrero del Antifaz -yo era del Capitán Trueno- dispuesto a rescatar a las damas de las garras de esta sociedad que las empuja a las clínicas donde se interrumpen los embarazos, eliminando de un plumazo, no ya la libertad de las españolas para tomar una decisión responsable, sino cualquiera de los supuestos en los que, antes de la reforma de Zapatero, se refugiaba esa libertad.
Pero, como la mona, por más que se vista de seda, mona se queda, el ministro volvió a retratarse en el Consejo de Ministros del pasado 30 de mayo, al que llevó su visto bueno al indulto a un guardia civil condenado por omisión del deber de socorro, al permitirse grabar con su teléfono móvil entre risas las agresiones y vejaciones a las que un amigo sometió a una mujer en el compartimento del vagón del tren en que viajaban, en lugar de impedirlas y asistir a la víctima, al que no sólo como cualquier ciudadano, sino como servidor del orden que es.
Y, si indignante es que, en pleno siglo XXI, un gobierno que se dice democrático perdone un delito como ese a un funcionario encargado de perseguirlo, más lo es enterarse de que el indultado es hijo de un concejal del Partido Popular en la Pola de Lena. Y es que si malos son los indultos, peor es que se mezclen con la agenda del que los lleva a la mesa del consejo y más, si tan deleznable comportamiento se repite, porque no olvidemos que un indulto anterior,  propuesto también por Gallardón, a un conductor kamikaze causante de una víctima mortal, resultó aún más escandaloso al saberse que el beneficiado era cliente del despacho de abogados en que trabaja uno de los hijos del ministro.
Gallardón, siempre que puede, se retrata. Y lo hace por acciones u omisiones. Y, en este punto, planteo esta pregunta ¿Alguien se ha sentido intrigado por el hecho de que este ministro, tan retrógrado en algunas cosas, haya celebrado matrimonios entre homosexuales y no haya hecho el menor intento de reformar la ley que los regula? Pues por una razón muy sencilla. Es también una cuestión de agenda y entorno que le honraría, si no resultase discriminatorio, injusto y arbitrario.


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viernes, 13 de junio de 2014

VOLVER A HACER EL CAMINO


Hace apenas unas horas me lamentaba en Facebook de estar censado en Madrid y mis lamentos no tenían que ver con esa relación de amor odio que siempre he mantenido con la ciudad en que nací y he vivido toda mi vida, sino con la evidencia de que tendré que privarme de votar a una mujer, Ada Colau, el personaje más interesante de los aparecidos en la política española en los últimos años, si, finalmente, decide presentar su candidatura a la alcaldía de Barcelona al frente de una plataforma ciudadana de izquierdas. De hecho, ya en las pasadas elecciones tenía claro, y así se lo hice saber a quién me quiso escuchar, que mi voto hubiese sido para la candidatura que la llevase en sus listas. 
Supongo que, cuando hace unos meses, la mujer que, al igual que en su día hizo Pilar Manjón, tuvo el valor de acudir al Congreso para cantar a sus señorías "las verdades del barquero", decidió dejar la Plataforma Antidesahucios, más de un político "profesional" se echaría a temblar, porque resultaría imposible luchar contra quien, a muchos, nos sirvió para recuperar la fe en la sociedad y en la política real, la que nace en las calles y surge de los problemas para buscar soluciones, la que no toma gin tonics a tres euros sin más riesgo para su salud que el que produce el consumo excesivo de alcohol, la que, por sus ideas, es capaz de dormir al raso lo que haga falta o la que está tan convencida de que lo que hace es lo justo, que decide, poner en riesgo su integridad y su libertad, para señalar, con nombre, apellidos y dirección a los responsables, por acción u omisión, de que decenas de miles de ciudadanos hayan perdido sus hogares.
Y a todo esto, los profesionales de la política y, sus monaguillos, los medios, sin ser capaces de ver que algo estaba renaciendo en la sociedad, sin ser capaces de entender que la calle, la sociedad movilizada, que es la que se transforma y transforma, tenía por fin un objetivo irrenunciable y una personalidad a la que seguir, porque hablaba su lenguaje y de sus cosas. Por eso se sorprendieron tanto cuando Podemos obtuvo cinco escaños en el Parlamento Europeo y más se hubiesen sorprendido, os lo aseguro, si en alguna de las listas para Estrasburgo hubiese figurado Ada Colau, porque no me hubiese extrañado que hubiese multiplicado el éxito dela izquierda, movilizando el voto de muchos abstencionistas.
Ada Colau supo ponerse al frente, o al menos prestar su cara y su voz, a una legión de ciudadanos de todas las clases sociales heridos en lo más profundo del sueño de todo ciudadano, su derecho a tener un techo bajo el que cobijarse después de que la codicia de los banqueros, amparados en leyes injustas que ni el PP ni el PSOE quisieron cambiar. Su determinación y la firmeza de todas y cada una de las iniciativas emprendidas por la PAH llevaron al PP, al Gobierno y a su prensa a tratar de manchar su nombre a todos los niveles, relacionándola, incluso, con la banda terrorista ETA. Todo en vano, porque quien, al contrario de lo que ocurre con otros, lleva la verdad escrita en la cara siempre sale adelante y convence.
Viendo lo que ha conseguido la PAH, surgida como tantas cosas buenas del 15-M, no puedo por menos que recordar lo que supuso el movimiento ciudadano y vecinal en la España de los últimos años de la dictadura y en los primeros de la tan cantada Transición y que no fue muy distinto de lo que encarnan Ada Colau y sus compañeros. Ellos consiguieron, identificando los problemas de los barrios y peleando por solucionarlos, que muchos españoles que habían sufrido desde la resignación y el silencio los abusos de la dictadura se reconociesen, se hablasen y se organizasen para sumar sus fuerzas. Y doy fe de que lo consiguieron, convirtiéndose en un nuevo semillero, junto a la universidad y los sindicatos, de dirigentes capaces de conducir a la base social de este país en los nuevos tiempos que se avecinaban.
Pero  lo que fue bueno para una cosa lo fue malo para otras y los partidos políticos, que se habían apoyado en las asociaciones de vecinos para reimplantarse en la sociedad, comenzaron a recelar de la fuerza de esa gente que se reunía en locales destartalados y se organizaba tanto en pedir un semáforo como en organizar bibliotecas y grupos de teatro. Por eso se las cargaron, porque le s estorbaban en su política "grande" y, sobre todo, lejana.
Ahora, cuarenta años después, toca volver a hacer el camino, con la lección bien aprendida esta vez. Parece que Ada Colau está dispuesta a emprenderlo y parece que hay, también, gente dispuesta a seguirla. Yo, como digo estaría encantado de vivir en una ciudad tan hermosas como Barcelona, entre otras cosas, para poder votarla.


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jueves, 12 de junio de 2014

FARSA MUNDIAL



La pregunta es sencilla ¿necesitaba Brasil organizar este Mundial? ¿Lo necesitaba Suráfrica? ¿Necesitaban los brasileños pagar sus transportes a precio de turista rico, lo necesitaban los surafricanos? ¿Quién gana un mundial,  él que levanta la copa o el que levanta los estadios?
En los "grandes" acontecimientos deportivos, que lo son porque alguien decide que lo sean, son más del cemento que del balón, las vallas o la pértiga y ya se sabe que, cuando el cemento entra en escena, salen de ella la honradez y la decencia. Los mundiales, los juegos olímpicos y, cómo no, las exposiciones universales se convierten ya desde el mismo momento en que alguien decide optar a su organización, en coartada que lo justifica todo y en grandes oportunidades de negocio para los de siempre, constructores y, desde hace unos años, los medios de comunicación.
No hay nada en el entorno de estos acontecimientos que no huela mal. No hay una sola cuenta clara. Todo  se justifica, gastos, alianzas y silencios, en aras de un pretendido bien común que no lo es. Cuántos brasileños van a poder pagar las entradas de cualquiera de los partidos. Cuántos van a tener trabajo a cuenta de este mundial y por cuanto tiempo. En qué van a quedar todas las enormes infraestructuras deportivas que se han levantado, para que van s servirles a los brasileños, que quedará al día siguiente de toso este carnaval con que se está disfrazando la enorme desigualdad que se ha adueñado de Brasil y que pugna por asomar bajo el oropel de este enorme negocio.
Mega estadios que sólo tendrán sentido durante dos semanas, teleféricos que sobrevuelan la miseria de las favelas, restaurantes con menús inaccesibles para quien apenas tiene para llenar la olla común del bloque, de la que comen todos los vecinos, calles engalanadas y luces deslumbrantes junto a barrios enteros que no conocen la luz y el alcantarillado, modernas clínicas especializadas en medicina deportiva, en un país en el que la sanidad y la salud para todos es apenas un sueño.
Me imagino el Brasil del día siguiente como el Villar del Río del "Bienvenido Míster Marshall" de Berlanga, con los vecinos barriendo su miserable trozo de calle y las banderas flotando en la acequia, o como el día después de la corrida en el cine de maletillas y toreros, todo un género en España, en el que todo vuelve a ser lo de siempre, mientras los que se creyeron toreros se lamen las heridas y, si pueden, van en busca de otra feria con la que soñar.
En ese cine sólo gana el que lleva los toros o el que cierra algún negocio en la barrera. Los demás siempre pierden. En esto de los mundiales, los que ganan son los constructores, los que se hacen con las exclusivas del "patrocinio" de las selecciones, algún turoperador, y la televisiones que ven engordar su cuenta a base de publicidad, aunque, a veces, ni siquiera cubre los gastos que conlleva el seguimiento del acontecimiento.
Hay quienes, como Pelé o el inocente Iniesta, critican las protestas de los brasileños por las desigualdades que ha dejado el mundial al descubierto. Se les nota demasiado que, para ellos, la miseria, si es que la llegaron a conocer, es apenas un mal recuerdo y que si alguien la padece es porque no ha sabido aprovechar las oportunidades que ellos sí tuvieron.
No sé cómo va a acabar este mundial brasileño, no sé ni siquiera cómo va a comenzar. Sólo sé que Brasil se juega mucho y que, con la tradición de estado policial que arrastra, hará todo lo posible para que la miseria de las favelas y sus protestas no se acerquen a los estadios para deslucir el oropel de esta farsa mundial. Y eso, por no hablar de Qatar.


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miércoles, 11 de junio de 2014

GASTOS SIN COMPLEJOS



Es increíble el afán provocador de esta derecha rancia del ABC y compañía, empeñados en escupir su suficiencia a los demás, esta derecha que cuando conviene es monárquica y cuando le convino fue fascista.
El diario que tuvo su sede en la calle Serrano, empeñado como está en hacerse con los lectores situados más a la derecha de entre los que aún visitan los kioscos, ha emprendido una guerra sin cuartel para ganar protagonismo en las revistas de prensa, una guerra en la que la información y la opinión que, al fin y al cabo, es lo que debería contar es casi milimétricamente compartida con su rival y gemelo univitelino -así los llama en genial hallazgo José María Izquierdo- y por ello lanza sus órdagos en portadas que tienen más que ver con la ficción que con el verdadero objeto de todo periódico que se precie, que no debería ser otra cosa que la  verdad.
Ayer el ABC se esforzó reclamando una "proclamación sin complejos" a un país agobiado por el paro y los recortes, al borde de la extenuación, con familias padeciendo hambre y malnutrición por primera vez desde los oscuros años de la posguerra, y lo hizo, naturalmente, sin complejos y sin el más mínimo respeto por esos casi seis millones de españoles en paro, la mayoría ya sin subsidio, ni mucho menos a la verdad, porque, como en los oscuros tiempos del "caudillo" se apropia de la voz del país proclamando a cada momento que es eso es lo que reclama "España", una España que, buceando en las páginas interiores del diario, como hizo la redacción de "El Intermedio", se reduce a los lectores que, cuenta e periódico, andan reclamándola en sus cartas al director.
De modo que el ABC que se moderniza derrochando tinta de colores en su portada y metiéndose en los hogares no por debajo de la puerta o desde la portería, como antes, sino a través de la fibra óptica de Internet, vuelve a las viejas herramientas de Luis María Anson, que llegó a convertir las cartas al director, reales o ficticias, en un rentable negocio familiar, en el que, si contratabas determinados servicios de de comunicación e imagen tenías las páginas de huecograbado de tu parte y, si no, corrías el peligro de verte crucificado en ellas día sí y día no.
Sí, así de sencillo, basta con tener una idea genial y llevarla a la portada, porque los estudios de opinión que  la respalden ya los pondrá Correos. Tan simple como eso, ABC trata de apuntalar su mercado, de anclar a sus viejos suscriptores, mediante la estrategia de ser más monárquico que el rey y sus asesores, a los que critican abiertamente por haber optado por una ceremonia sencilla, sin boato y sin el despliegue de casas reales ni jefes de Estado, que el país no puede costear sin ofender gravemente a los ciudadanos. Menos mal que, en el fondo, lo que pretende el periódico es extender su cola de pavo real de la monarquía, más para vender periódicos y para que sus contertulios profesionales luzcan sus trajes comprados en Londres y la brillantina que eles sujeta la caspa por los platós de televisión, porque, si lo que pretenden es resucitar los boatos de la vieja monarquía o convertir La Zarzuela en una sucursal de Westminster, van dados.
Todo un gasto insostenible y sin complejos, como lo será, si el sentido común no lo remedia, pagar a los jugadores de la selección española de fútbol las desorbitadas cantidades que se anuncian. Otro insulto de esa casta privilegiada para quienes no tienen su suerte y ora demostración de que los del "principal" se han vuelto locos y han decidido ignorar a quienes han de subir empinadas y destartaladas escaleras hasta llegar a su buhardilla o bajar a los sombríos y húmedos sótanos en los que viven.
Por más que los ignoren no van a dejar de existir y más les vale no azuzarles mucho con el palo de los gastos sin complejos, porque todo tiene un límite y la dignidad es el límite en este caso. El hundimiento de PDOE y PP en las elecciones europeas dejo de ser un síntoma para convertirse en aviso y en los tiempos que corren más vale tener prudencia que no tener complejos.


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martes, 10 de junio de 2014

ME GUSTA

Por primera vez en mucho tiempo he escuchado a un miembro de la dirección del PSOE y no sólo me ha gustado lo que ha dicho, sino que, además, lo he creído. Estoy hablando de la presidenta andaluza, Susana Díaz, el mejor cartel que tiene hoy el asolado paisaje del PSOE, cuando esta mañana ha anunciado, en los micrófonos de la SER y antes a la ciudadanía que al cesante Alfredo Pérez Rubalcaba, que no se postula para la secretaría general porque prefiere dedicarse, como, por cierto, había prometido a la comunidad que preside desde hace nueve meses.
El gesto de esta hija y nieta de fontaneros, única casta a la que asegura pertenecer, no es tan heroico como podía parecer, porque una delegación tan poderosa como la andaluza, entregada a esta mujer a la que debe su resurrección en las urnas, incluso en estos tiempos de ERE, le garantiza el control de lo que acabe por suceder en el congreso extraordinario del partido y el posterior control del PSOE sin tener que presentar su candidatura.
Pese a todo, pese a que no puedo olvidar ese dato, he de confesaros que su discurso suena distinto en mis oídos, quizá porque se le entiende todo lo que dice, porque no es esfuerza en maquillar la realidad, quizá porque, pese a haber invertido en Andalucía la tendencia descendente de los resultados socialistas, no duda en reconocer el desastre histórico del partido a nivel nacional, quizá porque reprocha a sus compañeros que aún no sean conscientes de ese desastre, quizá porque no intenta teñir de radicalismo su discurso, como hacen otros, para contrarrestar el ascenso de fuerzas emergentes como Podemos o su socio en el gobierno andaluz, Izquierda Unida..
El caso es que Susana Díaz perece una mujer tranquila que tiene poco que ocultar en su pasado y que, por el contrario se enorgullece y presume de un origen humilde que otros parecen tratar de esconder, algo que es demasiado habitual entre quienes hinchan currículos e inventan biografías, olvidando que, también en ello ha hecho hincapié Susana Díaz, gracias al esfuerzo personal y la enseñanza pública han podido llegar a donde están.
Bien es verdad que la presidenta andaluza se coloca al lado de su partido en asuntos tan cruciales como el de la abdicación del rey o un hipotético referéndum sobre la disyuntiva monarquía o república. En eso, se pone sin más del lado de la Constitución, espero que contemplando también su imprescindible reforma. Pero su mensaje no suena en absoluto paternalista ni autoritario, como ocurre con el de muchas viejas glorias de su partido, incluido, quizá a la cabeza de todos, el  que un día fuera su modelo, Felipe González. 
No sé cómo afectará el poder a Susana Díaz, no sé cuánto tratará de "mangonear" en su partido revestida de la buena estrella que la acompaña desde que se hizo cargo del gobierno  andaluz, pero dice mucho a su favor el haberse remangado para bajar a la calle y recorrer pueblo a pueblo el único territorio en que, junto a Extremadura, los socialistas ganaron las últimas elecciones, lo que sé es que su discurso sin estridencias suena nuevo y de izquierdas, entre otras cosas, porque no pretende mimetizar a esa derecha que tanto daño ha hecho y hace a este país, con el silencio o el apoyo del partido que parece querer transformar.
Después de haberla escuchado, me quedo con la sensación de que no he oído nada nuevo, quizá porque coincido con ella en muchas cosas, quizá porque, en efecto, mucho de lo que dice ya lo he oído antes. Y, sin embargo os aseguro que, en su voz, con su aparente buen talante, lo que dice suena distinto. Ojalá no me equivoque, pero ese discurso de Susana Díaz y, sobre todo, su decisión de quitarse del camino del congreso, dejando a los apolillados barones con la palabra en la boca, me gustan.


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lunes, 9 de junio de 2014

TRAMPA


Resulta curioso comprobar que, en esta frenética campaña en defensa de la monarquía, se insiste, para acabar de convencer a quienes alberguen algún tipo de duda, en eso de que el rey reina pero no gobierna y en lo del papel de arbitraje de la corona, como si el de rey fuese poco más que un cargo de representación necesario en las liturgias y ceremonias del Estado.
Sin embargo, la cosa no es tan sencilla. Es más, si así fuese, el rey sería perfectamente prescindible. Pero no lo es, porque el rey es el jefe supremo de las Fuerzas Armadas, el único general de cuatro estrellas, situado en lo más alto de la cadena de mando de los tres ejércitos, una circunstancia que permitió, por ejemplo, la desactivación del golpe militar del 23-F, pero que podía habernos situado en otro escenario muy distinto, el de la Grecia de Constantino y sus coroneles, si la voluntad del rey hubiese sido otra.
La figura de "comandante supremo" de las fuerza armadas que se asocia al cargo de jefe de Estado en todas democracias y se tiene muy en cuenta a la hora de elegir a cualquier candidato para el cargo, algo de lo que aquí se nos priva constitucionalmente. Aquí, el cargo de jefe supremo de las Fuerzas Armadas se consigue en la cuna. Bien es verdad que al elegido por "el destino" se le prepara, casi desde que es un niño, o una niña, para ese cometido, ya que en su formación está previsto el paso por las correspondientes academias militares.
Todo esto me vino al pensamiento al escuchar al ministro de Defensa refiriéndose a la formación militar por la que habrá de pasar la infanta Leonor para prepararse para el cargo de capitán general, dijo él, capitana general le corrigió oportunamente la periodista que le entrevistaba. Y es que se me hace duro pensar en un niño, o una niña, de uniforme y, más adelante, dando "barrigazos" en la pista americana, baldeando la cubierta de un buque escuela o pilotando helicópteros.
Es algo que se nos olvida, algo que, si lo pensamos con calma, da escalofríos: el jefe de la cadena de mando militar viene elegido "de serie" y, por más que se acomode su entorno, por más que sus colaboradores sean "del agrado" del Gobierno o del Parlamento, su elección sigue siendo una cuestión genética, al margen de la voluntad de la ciudadanía, el pueblo, en el que, según reza la Constitución, antes incluso de referirse al rey, reside la soberanía.
Ayer se celebró el Día de las Fuerzas Armadas, el último presidido por el rey Juan Carlos, que aprovechó la fecha para despedirse de la cúpula militar que durante estos treinta y nueve años ha tenido bajo su mando, una cúpula que le ovacionó, como le ovacionaron los empresarios y, más reciente por el público de la corrida de Beneficencia celebrada en la plaza de Las Ventas hace cinco días, ovaciones las tres que se han destacado en la prensa como refrendo del "cariño" y reconocimiento que por el rey sienten "los españoles", pese a que los españoles a los que se refieren sean tan selectos como las cúpulas empresarial y militar o quienes, además de ser partidarios de la mal llamada "fiesta" nacional pudieron pagarse la entrada para una de "las corridas del año".
Todo lo que tiene que ver con la abdicación del rey Juan Carlos y su sucesión por su hijo Felipe está siendo objeto de una campaña publicitaria que, como las de la Coca Cola, es tramposa. Hay aspectos de los que deliberadamente no se nos habla. Y uno de ellos es ese de que estará al frente de los tres ejércitos por el mero hecho de haber nacido heredero. No tengo nada contra este futuro rey, casado con una divorciada, de lenguaje más abierto y menso rancio que el de su padre que será proclamado rey sin misa solemne, pero eso no me hace olvidar que quienes nos lo quieren "vender"  a toda costa nos están haciendo trampa.


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viernes, 6 de junio de 2014

LA GENERACIÓN DEL REY


Como dicen que les ocurre a quienes, de repente, se ven al final de sus días, los últimos años de la vida de los españoles están desfilando ante nuestros ojos a toda velocidad y con la perspectiva tramposa o, quién sabe si sabía, del que ya conoce el final. Y, como ocurre en estos casos, comparamos los tiempos y sobre todo a las personas.
Yo, por ejemplo, echo de menos a todos aquellos que lo dieron todo por un cambio que, al final, hicieron otros. Echo de menos ese espíritu de sacrificio de aquella generación que luchó por el cambio que, quienes lo hicieron, nos exigieron a todos, mientras ellos quedaban en un limbo que, para nuestra desgracia, acabó institucionalizándose. Echo de menos a todos esos hombres y mujeres con retrovisor y pasado al que mirar que nos hablaban de principios y de dignidad, a los que poco a poco fuimos, fueron, llevando al silencio.
Esa generación, salvo casos excepcionales, como el de Santiago Carrillo o, en el lado opuesto, el de Manuel Fraga, quedó bloqueada por esa otra de los Suárez, los González, los Pujol o los Arzalluz que continuaron la poda que habían hecho por detrás, designando a sus delfines y definiendo ya sus "aparatos", en los que poca hierba creció ya.
Se olvidaron, sin embargo, de esas otras generaciones de españoles, a las que creyeron, al igual que muchos padres, entre ellos los míos, que iba a bastar con alimentar y dar estudios para convertirlas en generaciones felices. Se olvidaron de inocularles esa rebeldía y esas ganas de transformar la sociedad que ellos mismos tuvieron un día. Más bien al contrario redujeron su horizonte a un coche, una casa y unas vacaciones en el Caribe, objetivos todos, de los que ellos o sus amigos sacaban rédito.
Y una vez conseguida esa juventud desmovilizada y acrítica que se empeñaron en bautizar primero como JASP (Jóvenes, aunque sobradamente preparados), luego como mileuristas y, ahora que no queda nada que ofrecerles, como "generación ni-ni", la emprendieron con sus padres indefensos y cansados, a los que han querido convertir en chinos obedientes que acabasen trabajando por la comida y la cama. Se crecieron y más desde la caída del muro de Berlín, ya va para un cuarto de siglo,  con la que la social democracia dejó de comportarse como sus votantes, convirtiéndose en cómplice y colaborador necesario para el crimen que, finalmente han acabado cometiendo. Lo explicaba maravillosamente Manuel Vázquez Montalbán en unas palabras,  justas y certeras, como todas las suyas, recogidas en el documental "Caleidoscopio Montalbán".
En ellas, Vázquez Montalbán habla de la euforia ya pasada, de la que él no vio el final, de la derecha única, del capitalismo y el neoliberalismo, del mercado único y la verdad única y de un ejército para defenderla que es ese mismo neoliberalismo. Pero como hombre sabio que, pese a  formar partes de esa otra generación, la bloqueada por los "artífices" del cambio, pronostica que esa apariencia de orden que nos han impuesto, durará hasta que nos demos cuenta de que bajo ella existen el desorden, la misma injusticia, la misma falta de solidaridad y desigualdad de siempre.
Por fortuna y con nuestra desgracia, ya estamos descubriendo todo lo que Vázquez Montalbán describía proféticamente. Ahora sólo falta que nos pongamos a luchar por hacer añicos la alfombra que lo cubre. Ha bastado que el cansancio del rey y el creciente desamor, cada vez más evidente, de los españoles por él para que, con su abdicación, se abra un debate en el que viejas cotorras repiten mensajes aberrantes y sin sentido sobre la existencia misma del futuro.
Lo ha hecho el más servil de los fiscales generales de la democracia al decir sin inmutarse que lo que no está en la Constitución no existe. Pero se equivoca y no tiene más que mirar a la calle y tratar de entender lo que pasa. Hay toda una generación que, como decía esta mañana Almudena Grandes, ha tomado la bandera de sus bisabuelos. Una generación que no es la del viejo rey y que dudo que mucho que sea la del nuevo. Una generación en la que algunos quieren ver el pasado, pero que, por el contrario, es el futuro.


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jueves, 5 de junio de 2014

HAMBRE E IMPUESTOS


Henos aquí, hablando desde hace ya tres días de lo que dijo o no dijo el rey a sus allegados sobre su abdicación, de las fechas que barajó para ello o de los detalles de la ceremonia de proclamación, que no coronación como dicen algunos en este país desmemoriado y peor ilustrado en la que ha sido su historia reciente, cuyos informadores parecen ignorar sin que nadie les rectifique que el rey Juan Carlos nunca se ciñó la corona... llevamos tres días hablando, decía, mientras profesores y padres de alumnos temen la llegada de las vacaciones, porque saben que muchos de sus alumnos, de sus hijos dejarán de recibir la única comida decente que hacen al día, precisamente la que les sirven en el comedor escolar, que cerrará sus puertas el último día de este mes.
Cuentan algunos maestros que, cuando regresan sus niños de un fin de semana largo o de uno de esos puentes endemoniados  que salpican el calendario laboral en este país, los encuentran cansados, faltos de atención y somnolientos, que cuando les sirven la comida, se abrazan a ella como sólo un niño sabe abrazar aquello que quiere, necesita y sabe que puede perder: una madre, un juguete o un plato de comida. Lo saben los maestros y lo saben, y lo padecen, los niños y sus padres, que a duras penas reúnen el dinero imprescindible para pagar el alquiler o la hipoteca y algún que otro recibo urgente, con una barra de pan, chóped, un litro de leche y algo de pasta y salsa de tomate tienen que oficiar cada día el milagro de una cena. Y lo sabe, cada vez más, la calle.
No lo sabe este gobierno, no lo saben estos gobiernos, estos partidos inhumanos, que, para no tener que tomar medidas o parea que la realidad no les estropee su cuento de hadas, lo niegan. Lo acaba de hacer el presidente madrileño que ha negado con rotundidad la existencia de niños malnutridos en su territorio, para no tener que forzar la apertura de los centros escolares, para que, en ellos, voluntarios y organizaciones no gubernamentales sigan sirviendo esas comidas milagrosas que resuciten a nuestros niños.
Ignacio González, que no ha visto malnutrición en su ático de Marbella y ve guerrilleros en Podemos y lucha armada en su programa, prefiere ignorar a estos niños que podrían estropearle su plan maestro tan ajado ya y tan alejado de la realidad que podría, esta vez, no servir para ganar otras elecciones, si es que, desde su cueva de Génova, el gallego impasible decide que sea el candidato.
Ese plan maestro no es otro que anunciar una nueva bajada de impuestos, adelgazar aún más la caja de todos para llenar la bolsa de algunos, haciendo creer a unos cuantos imbéciles, lo siento pero ese es el calificativo que me merecen quienes no escarmientan, que defienden sus intereses y no el de los empresarios, rentistas y oligarcas.
Estoy seguro de que el todo aparato, toda la pompa, toda la circunstancia que se exhibirá para celebrar la proclamación de Felipe VI como rey nos va a costar más que mantener abiertos los colegios españoles para repartir comidas entre los niños de familias al borde de la pobreza. Esa y no otra es la España real, la que no consigue ocultar la propaganda y, encuesta tras encuesta, aflora en los datos, algunos del propio Gobierno. Sería un bonito regalo del nuevo rey a los españoles renunciar a todos esos fastos y entregar ese dinero a quienes, desde la calle, desde la realidad, tratan de poner remedio a esta locura cruel e injusta en que vivimos.
Ahora bien, llegado a este punto quiero dejar claro que, pese a lo encomiable de la labor de los bancos de alimentos como el de Madrid o la fundación Educo, esta solidaridad de urgencia, un poco por sentido de culpa, un poco por demostrarnos que somos mejores, no debería nunca suplir a la verdadera solidaridad, la que según Zapatero ya no sería de izquierdas, que no es otra que la de recaudar de manera razonable y justa los impuestos, a los ricos, más, a los que obtienen riqueza de su riqueza, más también y a los trabajadores, lo justo.
Esa es la verdadera solidaridad y os aseguro que si esa solidaridad funcionase no habría hambre ni niños derrotados por ella en los colegios.


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miércoles, 4 de junio de 2014

SECRETOS Y MENTIRAS



Con todo esto de quién sabía y quién no de la decisión de abdicar del rey, de sus afirmaciones sin sentido contrario, del secretismo y ese no tomar decisiones que parece rodear a la corona, me viene a la memoria la película de Mike Leigh, "Secretos t mentiras", la historia de una familia londinense, en la que nadie dice ni parece querer saber la verdad, por el miedo a que esa verdad pueda dar al que la dice o al que la escucha. Y, si me viene a la memoria, es porque tal parece que estemos rodeados de personajes prudentes y protectores que no nos niegan el acceso a la verdad, como se niega un juguete a un niño, para evitar que pueda hacerse daño con ella. Dicho de otro modo, nos condenan a vivir bajo el ala protectora de quienes, casi cuarenta años después de salir de la dictadura, sigue considerándonos inmaduros que no podemos caminar si no es cogidos a su mano.
Desde que ayer supimos, el común de los mortales, porque otros ya lo sabían, que el rey abdicaba, no he escuchado otra cosa que elogios al rey, elogios que, en su mayor parte, yo he compartido y aún, alguno, compartiría, y, de entre toso ellos, el más repetido el de que "le debemos la paz y la prosperidad de todos estos años". No sé si es porque también escuche ese elogio del tirano Franco, que construyó sus años de dictadura sobre centenares de miles de muertos, desaparecidos, exiliados y penados, pero padezco de una cierta resistencia a creer que las naciones deben nada a nadie, más bien al contrario, los gobernantes hacen el bien o el mal, tienen éxito a fracasan gracias al pueblo y nunca sabremos qué hubiese sido de nosotros si no hubiese estado ahí el rey o su comportamiento hubiese sido otro.
Vaya eso por delante, pero de lo que os quiero hablar es del enorme fraude que, a mi modo de ver, supone el hecho de que sólo unos pocos privilegiados conociesen de antemano la decisión del rey. No es justo y tampoco es honrado. Imaginad si no cuál hubiese sido el tema central de la pasada campaña electoral de haber tenido, por ejemplo, Cayo Lara u Oriol Junqueras esa información en sus manos. No, desde luego, Europa, tampoco el machismo del candidato Cañete. Probablemente hubiésemos hablado de lo que ayer se hablaba en tantos sitios y, sobre todo en las plazas cubiertas de banderas tricolor de cuarenta ciudades españolas.
Ayer nos dijo Rajoy que quien quiera la República plantee una reforma de la Constitución. Y lo dice quien tiene los lazos del, esta vez sí, "atado y bien atado" a  que nos ha llevado tan longevo y lánguido consenso.
Ahora, con las cartas boca arriba, habrá que ver cuántos militantes y, sobre todo, cuántos votantes del PSOE mantienen su fidelidad a un partido que dejó de reivindicar la República por prudencia y ahora sigue en ello quizá por miedo. Estoy seguro que el desplome del partido sería casi total, aunque confío en que en el congreso que se celebrará de aquí a poco más de un mes resurja el tradicional republicanismo socialista y en que se articule de un modo, cuando menos, más sincero.
Miedo o prudencia, secretos y mentiras ene esta abdicación exprés, sin una ley previa que la regule, resuelta con urgencia en menso de treinta palabras, que, por las prisas, me recuerda demasiado a aquella maldita reforma de la constitución sin anestesia ni explicaciones con la que PP y PSOE pusieron, sin dignidad ninguna, la soga del déficit al cuello de los españoles. Y es que no sé cómo acabará esto, pero tengo claro que la clandestinidad y el secretismo no auguran nada bueno.
Para terminar os contaré el final de la película de Leigh. Todos esos secretos guardados durante tanto tiempo y todas esas mentiras piadosas no hacen más que contener y comprimir una verdad que cuando explota lo hace sin control. Esperemos que el sentido común abra los ojos de tanto líder superprotector y se nos conceda a los españoles la mayoría de edad que nos libere de la tutela de unos pocos. Dennos, por favor, los datos y déjennos acertar o equivocarnos.




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