lunes, 21 de julio de 2014

COSECHA DE SANGRE Y ODIO



Me he pasado muchos años intentando entender el porqué de tanta saña de los israelíes contra un pueblo, el palestino, que tuvo la desgracia de ir a parar a lo que un día fue tierra judía y que Occidente, abrumado por la culpa de no haber querido o no haber podido evitar el holocausto o sus causas, les entregó, sin medir o, peor aún, midiendo las consecuencias de lo que hacía.
Fue entonces cuando, en contra del sentido común, casi como una operación militar más, se trasladó a la Palestina, entonces bajo administración británica, a una gran parte de los judíos supervivientes de los campos de exterminio nazi, que después de liberados se hacinaban en campos de refugiados. La presión de los lobbies judíos en el mundo forzó aquel error y el fanatismo del relativamente joven y agresivo sionismo lo lograron a costa de la riqueza y los territorios de los habitantes de lo que entonces y desde hacía siglos era Palestina.
Es evidente que aquellos judíos escapados del infierno tenían todo el derecho a la paz y a la felicidad, después de todo su sufrimiento, pero también lo es que no se puede quitar la tierra así como así a nadie. Y las consecuencias no se hicieron esperar, la convivencia se hizo imposible y los sionistas, con los medios y el entrenamiento se encargaron de hacerle insoportable la presencia a los británicos, ejerciendo con saña y sin escrúpulos el terrorismo que ahora que lo practican con sus misiles y sus tanques desde la impunidad que da saberse ese estado mimado capaz de decidir quién es el presidente de los Estados Unidos o la marcha de la economía del mundo.
Aquellos terroristas formaron el núcleo duro del futuro ejército israelí, el mismo que dinamita o bombardea hoy las casas de sus "vecinos" palestinos, sin importarle, como no le importó en aquel golpe definitivo de la voladura del Hotel Rey David, quién estaba dentro y con la coartada -también la usó ETA en el Hipercor de la Diagonal de Barcelona- de que se avisó para el desalojo, coartada que sigue vigente para los ataques selectivos a las viviendas de quienes, sin juicio de ningún tipo, han señalado como terroristas.
En eso ha quedado el estado de Israel, en un niño malcriado y pendenciero, cargado de juguetes mortíferos con los que aterrorizar literalmente a quienes no se sometan a su insolente tiranía. Me duele tener que decirlo, pero, desde hace ya tiempo, eliminados o desmotivados y ya conversos los líderes partidarios del entendimiento y la convivencia, como Isaac Rabin o Simón Peres, Israel se ha convertido en un matón que compra a sus soldados entre los judíos recién llegados de Rusia o Argentina o sus hijos,  a cambio de esas tierras que no son suyas y que son a la vez el premio para esos reclutas forzosos y un nuevo motivo de inseguridad que justifique nuevos asentamientos que, a su vez, atraerá a nuevos inmigrantes que serán nuevos reclutas, a los que se dará nuevos asentamientos y, así, hasta llegar al mar, pasando por encima de la sangre y los cadáveres de los palestinos.
Israel es un país próspero y más lo sería si gastase menos en provocar el dolor de sus vecinos. Y podía ser un país tranquilo si no estuviese gobernado por belicistas irredentos que tapan con sangre y pólvora toda su corrupción. Un país que sería imposible de imaginar en Occidente. Un país en estado de guerra permanente en el que la juventud se rebelaría como se rebeló en los Estados Unidos  contra la guerra de Vietnam, de no ser por esa perversa política de inmigración que llena sus cuarteles de jóvenes que hablan español o ruso y que, por desgracia y con el cobarde silencio de la mal llamada comunidad internacional, se ganan con el fusil en las manos la que, antes o después, acabará siendo su tierra.
Pero no acaba ahí la cosa. Nos hemos acostumbrado a hablar de la Ley del Talión, la que exige ojo por ojo y diente por diente, a la hora de la venganza, y, sin embargo, Israel se cobra dos o más ojos por cada ojo y dos o más dientes por cada diente. Lo peor es que parece algo calculado. Parece que quienes ordenan esas masacres que ya ni se molestan en justificar, tienen claro que cada víctima inocente, cada niño muerto bajo sus balas o sus bombas, será la simiente de la que surjan nuevos terroristas, dispuestos a dejar su vida en esa loca espiral de violencia. Esa espiral que justificaría a los ojos de quien no quiera ver otra cosa la existencia de ese ejército cruel que aparentemente mantiene la seguridad, pero, en realidad, siembra con sangre ajena la cosecha del futuro, una cosecha de odio y violencia, desgraciadamente justificados, que con el miedo que provoca llenará de votos intransigentes las urnas de Israel en las próximas elecciones.



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jueves, 17 de julio de 2014

INFANCIAS



Recuerdo las tardes de verano de mi infancia en el pueblo de Guadalajara donde nació mi padre y donde los primos pasábamos las vacaciones con los abuelos. Recuerdo aquel calor inmisericorde de las primeras horas de la tarde y cómo los abuelos, sabios como sólo lo son los que han vivido y trabajado en el campo nos confinaban, obligados a dormir la siesta o, al menos, a fingir que lo hacíamos, en aquella casa de anchos muros de adobe, con las persianas echadas y los balcones abiertos de par en par.
Recuerdo que, entonces, me convertía en una enorme oreja siempre presta a captar el más mínimo zumbido, los ecos del cacharreo de la vajilla de loza en la cocina de la planta baja, los saludos en la plaza de los pocos vecinos que osaban cruzar la plaza con el sol aún en lo alto. Recuerdo también que, incapaz de conciliar el sueño después del paseo de la mañana con el abuelo, aprendiendo en el campo a distinguir el tomillo, el romero, la jara y el espliego, buscando las "camas" de los conejos, que, de vez en cuando y antes de la terrible mixomatosis que los diezmó cegándolos, correteaban veloces por el monte, confundiéndonos quizá con cazadores, recuerdo las "camisas" de las culebras, los abejarucos, las hediondas abubillas y, de vez en cuando el abanico de colores de una oropéndola.
Recuerdo el cariño con que la gente de aquel pueblo trataba a mis abuelos, que habían tenido tienda y cinco hijos en él, y recuerdo los motes, porque, en aquel, como en casi todos los pueblos, había un "Demonio", un "Tío Pelos", un "Veneno"... y un "Manitas", que era a la vez el "Tío Tendero" y mi abuelo. Los había de mirada franca y sonrisa de dientes generosos y los había más reservados que, apenas devolvían un rugido sordo por el saludo que allí a nadie se negaba.
Recuerdo esas horas insomnes de la siesta, como recuerdo las largas tertulias en la calle, después de la cena, cuando la televisión no existía o, si existía, era, no como ahora, motivo de socialización y encuentro a la hora de ir o volver del "teleclub". Me enteraba, sin pretenderlo, de quién llegaba de vacaciones desde Madrid Barcelona, Francia, Alemania o América. Recuerdo que había quien, incluso, llegaba desde algún país africano. Los de Francia eran los que había tenido que huir allí tras la guerra, mi tío Francisco estaba entre ellos, los de Alemania se habían marchado allí en busca de una vida mejor y recuerdo que alguno, para probar que lo había conseguido, venía con su coche, más grande y más nuevo que los que se gastaban por acá.
Recuerdo también los tabúes perfectamente señalados por la abuela: las caballerías, que podían cocearnos o de las que podíamos caernos, los carros, traidores, llenos de alambres y clavos, y, sobre todo, los tractores, una especie de Tiranosaurios Rex, de enormes patas y manos pequeñas, inestables y siempre prestos al vuelco. También bañarnos en el río sin el abuelo y, sobre todo, en la presa, con su fondo cenagoso y llenos de hierros del forjado al descubierto. También andar solos por el monte buscando los cartuchos vacíos, con ese embriagador olor a pólvora aún, que abandonaban los cazadores y otros cartuchos, metálicos, vainas les llamaban, que aún quedaban en algunos parajes del monte, en los que se conservaban los restos de un fortín que había sido un puesto de mando durante la guerra que estableció allí uno de sus frentes.
Nos avisaban de todo aquello, también de algún resabio xenófobo contra gitanos y vagabundos. Del peligro que nunca nos advirtieron, porque no era necesario, era de que podíamos caer bajo las balas de soldados fanatizados y cobardes capaces de matar a unos niños cuyo crimen era jugar al fútbol en una playa en medio de una guerra desigual y cobarde que alguien tiene que arar y no sé cómo. 
Habrá que hacerlo antes que después, porque en la infancia, además de jugar y descubrir, se aprende a amar, a odiar y a ser feliz o infeliz.

Mi infancia, me da vergüenza decirlo horas después de lo de Gaza, fue feliz, como deben de serlo todas las infancias, porque los niños no son culpables del odio o la desgracia de sus mayores. En ella, aprendi a mirar, a escuchar, a oler, a reír, a disfrutar de lo grande y lo pequeño y, sobre todo a amar y entender a quienes tuve cerca. Quien rompe en mil pedazos la infancia de un niño no tiene derecho a vivir. Ni siquiera tiene derecho a que sus hijos, si los tiene, le besen. Quien rompe una infancia en mil pedazos, u hay muchas formas de hacerlo, no merece ser considerado un ser humano.


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miércoles, 16 de julio de 2014

MANIFESTANTES DE LUJO


Reconozco haberme sentido indignado ante la aparición de un manifiesto en el que medio centenar de "escritores e intelectuales", yo diría más bien, y salvo alguna honrosa excepción, de "ex y resentidos", reclaman al presidente del gobierno lo último que, en una democracia, se debe reclamar a quien tiene la responsabilidad de administrar el poder: intransigencia.
El manifiesto, que pide sin ambages toda la dureza de la ley contra el presidente Mas, sin descartar que se pida prisión para él, supongo, lo firman medio centenar de personas, entre las que hay algunos a los que aprecio y bastantes a los que respeto, aunque algunos hay que me merecen sentimientos contrarios, me ha molestado sobremanera, porque no recuerdo que ninguno de estos viriatos de la intelectualidad hayan dicho lo más mínimo ante leyes injustas que perjudican seriamente la salud y la felicidad de los españoles, porque no he visto su firma al pie de ningún manifiesto contra la reforma laboral, la ley de tasas judiciales, los recortes en sanidad y enseñanza, el abandono de la ciencia, los desahucios o el rescate de la banca tramposa de la que alguno de los firmantes habrá cobrado en publicaciones y bolos, a costa del hundimiento de la clase media española y la marginación de los más débiles. 
Tampoco recuerdo, ojalá esté equivocado, la firma de Albert Boadella al pie de cualquiera de las peticiones y protestas que han circulado en contra del IVA del 21% que, eso sí, tan seriamente amenaza la cultura en este país. Pero, claro, entiendo que tal cosa sería incómoda, siendo como es el director de los Teatros del Canal, por designación directa de su amiga Esperanza Aguirre.
Pero,  indignándome todo lo anterior como me indigna, lo que más me solivianta es que hayan escogido la escalinata del Congreso para hacerse la foto de familia que todo manifiesto bien publicitado requiere. Y me solivianta porque no hace tanto y durante semanas ese escenario, recinto sagrado de la soberanía popular, estuvo cercado para que la gente que reclamaba “democracia real ya” no pudiese llegar a sus puertas. Me indigna también, porque los manifestantes heridos, detenidos, identificados y multados fueron bastantes menos que ellos, pero, claro, sin obra publicada ni pensamiento digno de apadrinar nada, aunque quienes suscribieron aquellas convocatorias consiguieron más de cuatro millones de votos en las últimas elecciones. 
Creo, y lo digo una vez más, que la tensión generada a propósito de las legítimas aspiraciones del pueblo catalán esconde una partida de ajedrez en la que lo que menos importa son los peones que puedan caer en ella, porque quienes manejan las piezas, Mas y Rajoy, la utilizan como señuelo para atraer hacia sí el voto de quienes ven en España y Cataluña una amenaza o un enemigo que yo, sinceramente, nunca he visto.
No sé, pues. a qué viene ahora, en medio de esta ola de calor, a lo peor es consecuencia de ella, este manifiesto conminatorio, No sé por qué, ahora que uno y otro, Más y Rajoy, parecen haber dejado de jugar al gato y el ratón, los listos de la clase deciden "prohibir" al presidente negociar. Debe ser porque, como buenos españoles, prefieren que esto acabe en estropicio, por la tremenda. Yo, que no sé si acertada o equivocadamente he preferido siempre la palabra a los golpes, especialmente a los de estado, creo que en este país cabemos todos y que podemos arreglárnoslas para que así sea, entre otras cosas, porque no creo en los nacionalismos y micho menos en el español, quizá porque prefiero el país al territorio y las gentes a las banderas y porque no creo en los nabifestantes de lujo y porque quizá, como el poeta mexicano José Emilio Pacheco, soy reo de alta traición.

Alta traición
(José Emilio Pacheco)

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
     es inasible.
Pero (aunque suene mal)
     daría la vida
por diez lugares suyos,
     cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
     fortalezas,
una ciudad deshecha,
     gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
     montañas
-y tres o cuatro ríos.

martes, 15 de julio de 2014

REPRESALIAS



Estaba claro que el gobierno de Ignacio González en la Comunidad de Madrid no iba a admitir su derrota sin más. Estaba siendo demasiado humillante sufrir un revés tras otro, en los tribunales y desde la calle, aguantar todas y cada una de las bofetadas que le llegaban, no sólo desde las mareas blancas, que una y otra vez llenaban las calles, sino desde el mismo gobierno, al que su intención de acogotar a la Generalitat de Catalunya, recurriendo la aplicación del repago de un euro por receta, obligo, por pura coherencia, a hacer otro tanto con la medida equivalente impuesta por Lasquetty.
Fueron semanas, meses, de un  terrible desgaste para el fiel consejero, cuyo camino al martirio, como todos, sólo se explica porque, al final del camino, le esperaba la buena vida eterna. La derrota fue humillante y la dimisión del fiel ejecutor de la política sanitaria del Partido Popular contra el viento y la marea del sentido común y de la calle, que hizo de esta batalla la causa primordial contra el despotismo popular, no podía quedar sin respuesta y la respuesta, como suele ocurrir en estos casos, ha sido taimada, cobarde y a destiempo.
Los ceses, las jubilaciones y las represalias económicas dirigidas contra quienes se significaron en la protesta no han hecho más que comenzar. Al cese, por presunto "despilfarro" presupuestario de los coordinadores de varios centros de Madrid, entre ellos el que desde hace años me presta asistencia, ha ido acompañado de la supresión de determinados incentivos del personal más "rebelde" de la sanidad madrileña y ahora, ayer nos enteramos, de la jubilación forzosa de Marciano Sánchez Baile, el pediatra que desde hace más de tres décadas ha encarnado la voz crítica de las Asociaciones de Defensa de la Sanidad Púbica, al que, tras 35 años de servicio en la sanidad pública, se le rescinde definitivamente el contrato.
Las medidas están siendo tomadas por el nuevo consejero que, siendo médico, ha venido a confirmar eso de que no hay peor cuña que la que es de la misma manera, porque Javier Rodríguez,  poco a poco, en momentos clave, apagados los ecos de la movilización, como en este cambio de turno vacacional ha venido tomando estas medidas represoras que no son sino una venganza y un intento de desgajar de la piña de la protesta las voces más significadas.
No sé si lo conseguirán, sí sé que hay movimientos solidarios y dimisiones generalizadas en algunos centros. No la contundente dimisión de otros directores que se subieron al tren de la protesta pero que han saltado de los vagones en cuanto la cosa se ha puesto dura. Es triste, pero es así, Paulino Cubero el director del centro de salud de General Ricardos, mi centro, fue cesado por no seguir a pies juntilla la orden dada por la consejería de no cubrir las bajas, desobediencia que no tenía otra intención que la de no desatender a los pacientes del centro y que supuso un desfase presupuestario de veinte mil euros, menos de lo que estos que nos gobiernan se gastaban en los canapés de una inauguración.
La consejería pretende con estos ceses, no sólo quitarse de en medio a los que no son de su cuerda o son más combativos. Pretende dar ejemplo. Quiere asustar al rebaño para que no hagan frente al lobo, porque sabe que, si las ovejas se unen, como ya se ha visto, hasta el lobo corre peligro.
Pero siendo esto malo, lo peor es que los cesados tiene razón y lo han sido por tratar de paliar lo que ayer mismo denunciaba el representante nacional de Atención Primaria Urbana de la Organización Médica Colegial y que no es otra cosa que el grave riesgo que corre la calidad asistencial si no se ataja el problema de las sustituciones que, debido a los recortes materializados en esas órdenes de no cubrir las bajas por jubilación, enfermedad o vacaciones, están diezmando el personal de los centros de salud, mientras la población que requiere atención médica crece. 
Desgraciadamente, ante los graves problemas causados a uno de los mejores y más baratos sistemas de salud del mundo la única respuesta de la administración es esa: la de las represalias.


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lunes, 14 de julio de 2014

EL CHICO DEL ANUNCIO



Ya tiene el PSOE secretario general. Deberá ratificarlo el congreso que el partido celebrará de aquí  a dos semanas, pero lo cierto es que cerca de uno de cada dos militantes que acudieron ayer a depositar su voto a las sedes del partido dieron el suyo a este joven madrileño, de aspecto inmaculado, el novio que muchas madres quisieran para sus hijas, buen estudiante y profesor en una universidad privada madrileña, de aspecto deportivo, jugó al baloncesto y, al parecer, los suyo deben ser los triples, porque en apenas veinte años de militancia ha conseguido llegara a la secretaría general del partido.
Dice un refrán castellano que quien no tiene padrinos no se bautiza y no parece  ser ese el caso del chico de la camisa blanca y los vaqueros, porque, ya desde su llegada al partido, en el que cayó de pie, los tuvo y los tuvo buenos. Prácticamente desde el primer minuto de su militancia tuvo no sólo el carné, sino una nómina procedente de la política, porque enseguida marchó a Estrasburgo como asesor de Bárbara Dührkop en el Parlamento Europeo, donde contactó con Óscar López, actual secretario de organización de PSOE, con el que, cuando Zapatero se hizo con la secretaría general tras la dimisión de Almunia, entró a formar parte del grupo que llegó a conocerse como "los chicos de Banco".
Ha permanecido siempre en la sombra, siempre en puestos de poca o nula proyección pública, pero siempre bien recompensados en el ayuntamiento de Madrid, de la mano de Trinidad Jiménez, o en el Parlamento, y cuesta creer que alguien sin apenas perfil público pueda hacerse en apenas unas semanas con el apoyo de la mitad de la militancia si no cuenta con el apoyo del aparato del partido, con ese grupo de incombustibles que llaman "el Queen Mary", porque, al final, siempre aparece de entre la niebla y que tiene mucho que ver con el poder territorial socialista, incapaz, salvo en Andalucía y poco más, de ganar elecciones, pero más que acostumbrado a hacer y deshacer en los órganos federales del partido.
Desde que anoche conocí el resultado no he parado de pensar en si este secretario general va a ser bueno o va a ser malo para este país que, como poco es sociológicamente, y ahora con mayor motivo, de centro izquierda, De momento, es evidente que el PP ha respirado aliviado, porque, desde luego, la candidatura de Sánchez era la más tibia de las que aspiraban a la secretaría general. Con él les va a resultar mucho más fácil entenderse que con Madina, de cuyos labios se han escuchado en lo que va de legislatura las críticas más duras a los populares. Eso, por no hablar de que, al contrario que Sánchez, Madina ha parecido seguir siempre su propio rumbo, sin que nadie le lleve el timón por detrás, algo que, en el caso de Sánchez, está aún por demostrar.
No sé qué ejecutiva tendrá Pedro Sánchez. No sé cuántos de los actuales ejecutivos repetirán. Tampoco sé cuál será el peso de los derrotados, con los que el triunfador aseguró ayer que contaría. Esa ejecutiva tiene a corto plazo el reto de las municipales y autonómicas y, más adelante, el de las generales, para que hará falta un candidato que, si se cumplen la promesas, se elegirá en primarias, aunque la elección de Pedro Sánchez no garantiza que éstas se celebren en noviembre, Tampoco se sabe si el nuevo secretario general mantendrá la tradición, sólo rota con la abortada candidatura Borrell, de hacer coincidir la candidatura con el liderazgo del partido. Lo que sí sé es que el país, y más el partido, se juegan mucho. 
De cómo afronte Sánchez este periodo, de cómo consiga convencer o no a la sociedad de que PSOE y PP no son, como mucha gente ha acabado por creer, si no iguales, sí parecidos, depende que el PSOE vuelva a ser lo que fue o que acabe siendo como los socialistas italianos un más recuerdo del pasado. Dijo anoche Sánchez que el PSOE va a ser tan de izquierdas como sus bases y, a estas horas no sé sí quiso decir que, puesto que le eligieron, va a ser tan de izquierdas como él que, dicho sea de paso, no parece mucho o que va a corregir el rumbo después de desencanto de los últimos años.
Me gustaría que todos y cada uno de los militantes que ayer le dieron su voto conociesen realmente a quién y qué estaban votando. Y lo digo desde fuera del PSOE, como un ciudadano de a pie  que tiene muy clara la necesidad de que exista un partido fuerte a la izquierda. Un partido que defienda a los débiles de la codicia de la derecha oligárquica, un partido que reconquiste para los ciudadanos el estado de bienestar que nos han arrebatado. Me gustaría que así fuese, pero me temo que lo que han elegido es un chico para un cartel.


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viernes, 11 de julio de 2014

ACOCHINADOS



Si os digo la verdad, anoche me fui a la cama preocupado. Cometí la imprudencia -sufro las secuelas de una vieja enfermedad profesional- de echar una última mirada a la prensa en la red antes de irme a la cama y fue en ese acto irresponsable  peligroso -a veces no sólo no ayuda a conciliar el sueño sino que lo espanta- leí lo que había dicho la vicepresidenta Sáenz de Santamaría sobre la formación Podemos, a la que acusó ayer de poner en peligro la democracia española. Fue tan honda la impresión que me causaron las opiniones de tan grande estadista que al instante y en Facebook ya me desfogué en la misma red.
Pese a todo, creo que lo dicho por la fiel colaboradora de Rajoy, en el "marco incomparable" de la "escuela de verano" de su partido -algún día alguien tendrá que explicarme qué sentido tienen en plena era de la telemática estos "campamentos" de la OJE que organizan los partidos- arroja mucha luz sobre las causas de lo que está ocurriendo con nuestro país y con nuestra democracia,  y que, sin embargo, no han merecido la atención que a mi juicio, reclaman.
Me explico: Cómo es posible que toda la vicepresidenta acuse De ser un peligro para la democracia  a una formación legal que no sólo concurre legalmente a unas elecciones, sino que, además, consigue más de un millón doscientos mil votos, de ser un peligro para la democracia. Cómo es posible que lo diga desde la dirección de un partido que tiene a muchos de sus cargos, alcaldes y diputados regionales implicados en asuntos de corrupción, un partido en el que más de uno y más de dos alcaldes han aparecido a menudo enredados con la más violenta ultraderecha. Cómo es posible que acuse a Podemos de populismo, que les acuse de decir lo que la gente quiere oír, quien dice los disparates que dice, a veces en actos del partido, otras veces en las ruedas de prensa del Consejo de Ministros o en sede parlamentaria. Como es posible que lo diga la escudera del candidato que en las pasadas generales prometió el oro y el moro y acusó a su rival de todo lo imaginable, para, luego, incumplir de arriba a abajo su programa y cometer las mismas o, incluso, más descarnadas tropelías que él.
Me fui a la cama preocupado porque, como digo, qué débil debe ser nuestra democracia para que quienes participan en ella y de ella puedan ponerla en peligro. Creo más bien que lo que le ocurre a la vicepresidenta es que confunde los partidos, concretamente el suyo, con la democracia y que, queda claro, al ver en peligro esa maldita mayoría absoluta que en el congreso, muchos parlamentos autonómicos y muchos ayuntamientos les ha permitido hacer y deshacer a su antojo, con el único límite de la ley que, si llega, llega tarde, tejiendo una tupida red de intereses en la que nos han atrapado a los ciudadanos y que de ninguna manera quieren soltar.
Sí, señora vicepresidenta, reconózcalo. De poner algo en peligro, no ya  Podemos, sino el despertar de la ciudadanía, eso es su timba inmoral en la que llevan años timándonos a costa de nuestros dineros y nuestros derechos. Y si es así, bienvenido sea el ímpetu de Podemos y bendito sea el miedo y el desconcierto que provoca en todos ustedes, porque ese miedo es nuestra fuerza.

Y, por cierto, muchas gracias por su sentido del humor, aunque haya sido sin caer en la cuenta de lo que decía, porque que haya sido precisamente usted la que haya recomendado a sus compañeros no "acochinarse" tiene su mérito, un mérito involuntario, pero mérito. Y, la verdad, algo acochinados sí que están.


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jueves, 10 de julio de 2014

UNA VENTANA A LA IZQUIERDA


Comienza a aflorar el panorama que se prepara en el PSOE si el secretario general que resulte elegido no es del agrado del aparato y escucho a Pablo Iglesias desgranar sus utopías frente a Pepa Bueno y me da por pensar que en la política, como en el amor, si eres un ciudadano de a pie, más te vale seguir tus instintos y dejarte llevar por las mariposas en el estómago que vivir una vida gris acobardado en un rincón.
Estaba claro que el aparato del PSOE  -trato de ponerle cara y me sale la de Bono- no está dispuesto a dejarse arrebatar lo que durante tantos años ha sido su medio de vida, la fuente de su poder, de su  prestigio y, en algunos casos, su fortuna. Es por eso que andan ya cortándole las alas a lo que pueda hacer o decir el próximo secretario general a partir del domingo. Algo deben intuir del resultado y, por cómo se han puesto, cabe pensar que "su" candidato, Pedro Sánchez, no va a resultar bendecido por la militancia socialista.
Si decía hace unos días que no veía los tiempos que se había marcado el PSOE para reedificarse desde sus cenizas, es porque temía que iba pasar algo de lo que ya está pasando. De todos es conocida la inercia que adquieren los ganadores. Algunos le llaman carisma y lo tuvo después de ganar sus primeras elecciones hasta el gris, antiestético y antipático José María Aznar. Lo expresó muy gráficamente el retorcido Xabier Arzallus, que al ser preguntado sobre el poco carisma que al parecer tenía el triunfante José María Aznar, respondió que "cuando ganas se te pone un carisma que no veas". La sabía, cómo sabía también que acabaría pactando con quien, en apariencia, era su enemigo irredento.
Quiero decir con esto que quien gane las secretaría general del PSOE el domingo va a tratar de aprovechar la inercia del triunfo para controlar el congreso a celebrar en julio y de ahí a ser candidato a las generales o que lo sea alguien de su cuerda, apenas hay un paso. Parece que, por eso, los barones no quieren ahora perder el control de las primarias y, sobre todo, que no lo quieren tan cercano a dos acontecimientos tan cruciales como el relevo del secretario general y el congreso que va a cambiar, debería hacerlo, el equilibrio de poder y los objetivos del partido, 
Es lamentable pero parecen más preocupados por controlar el partido y sus despachos que por recolocarse junto a la sociedad que les ha dado la espalda y que, aunque ellos no parezcan creerlo, están deseando recuperar la fe en un partido que todavía se denomina "socialista, obrero y español", Creo que lo que le vendría bien al PSOE es vivir más preocupado por su "alma" por sus principios y por la gente que por esos juguetes macabros, tan peligrosos en manos de algunos, como son las encuestas. Creo que, si el PSOE se hubiese preocupado más por explicar las cosas como son,  por hacer pedagogía de lo que realmente había que hacer en cada momento, en lugar de hacerse liftings ideológicos y por cubrirse la cara con capas de maquillaje, vistiéndose ridícula y trágicamente de lo que no es, hoy quizá no hubiese perdido el favor de quienes fuimos sus votantes y le sería mucho más fácil dar ahora el salto que le devolviera junto a su electorado "natural"
Al PSOE, a sus dirigentes y a sus militantes, le molesta que Pablo Iglesias y sus compañeros le encuadren dentro de la "casta" y yo creo que mejor le habría ido si todo el esfuerzo que hace para defenderse de esas acusaciones lo hubiese empleado en cuidar de que el partido no cayese en el ámbito de los corruptos y en impedir tantos, demasiados, pactos contra natura, porque eso y  no Podemos es lo que ha provocado su hundimiento y la desconfianza de la sociedad.
Pérez Tapia, el menos aparatista de los candidatos propone que militar en el PSOE y formar parte de un consejo de administración sea incompatible y creo que tiene razón, porque después de tantos años de democracia y de más de treinta desde que el PSOE "tocó" poder, son demasiados los militantes sentados en esos terribles consejos de administración y es demasiada la contaminación que producen esas empresas en las decisiones del partido, pareciendo en ocasiones que se piensa más en ellas y en satisfacer sus deseos que en defender al ciudadano.

He votado y defendido muchos años al PSOE, pero, como diría Rocío Jurado "hace tiempo que no siento nada". Quizá un poco de vergüenza de haberlo hecho tantos años. Ahora, por fin, se abre una ventana a la izquierda, no sé si tan ilusionante como aquella del Palace, la han abierto Podemos y otras fuerzas que, unidas, generan esperanza a quienes  hemos perdido la fe ellos y, aunque sólo sea por darles celos para que vuelvan a fijarse en mí,  me estoy asomando en ella.


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martes, 8 de julio de 2014

NO LO VEO

                           

Pues sí, estoy hecho un lío y me alegro infinitamente de no haber militado nunca en el PSOE ni en ningún otro partido, aunque, he de confesarlo, estuve a punto de hacerlo, después de aquel fracaso que, a la vista de lo visto, no fue tan grande, cuando Joaquín Almunia, después un turbio o enturbiado proceso de primarias, perdió aquellas elecciones de 2000 frente a un Aznar que obtuvo la mayoría suficiente para quitarse la careta y campar por sus respetos, poniendo en práctica su alma neocon y embarcándonos en la guerra de Irak, que aún dura, aunque, afortunadamente, sin nosotros.
Debo explicar que, si no me decidí a militar, como si hizo un amigo von el que me había medio conjurado es porque, finalmente, la derrota no supuso un hundimiento del partido, como lo prueba que Zapatero ganó la siguiente convocatoria en medio de movilizaciones ciudadanas contra la guerra y del vergonzoso engaño de Aznar sobre los autores de la masacre del 11-M.
Pero Zapatero, que parecía volcado en una política social, cercana a los ciudadanos, escondía la sorpresa de una degeneración de las formas democráticas y de abandono de la calle que denotaba una borrachera de poder, suya o de sus más cercanos colaboradores, que, definitivamente alejó al partido de los ciudadanos, para dejarnos donde estamos en medio de una enorme crisis, con un gobierno que parece  empeñado en "capar" cualquier asomo de derecho de los ciudadanos y una sociedad frustrada y desmovilizada. Unos años en los que ha sido muy difícil, si no imposible, diferenciar las grandes líneas de la política de los dos grandes partidos españoles.
Zapatero, que sorprendió a todos al ganar por los pelos y contra pronóstico el congreso socialista que siguió a la dimisión de Almunia en el 2000, supuso para el PSOE la liquidación de la "vieja guardia", los que habían acompañado a Felipe González en la transición y las trece años de gobierno, una liquidación a la que apenas sobrevivieron Alfredo Pérez Rubalcaba, en primera línea, y algún que otro barón regional. Y eso, que pudo haber generado esperanzas y que sin duda las generó en muchos, supuso también una enorme pérdida de identidad en el partido, mientras las bases, desengañadas, dejaban paso a quienes pretendían, y a fe que lo consiguieron, hacer carrera como funcionarios del mismo.
Ahora, después de la torpe gestión que hizo Zapatero de los primeros años de la crisis, después de aquella debacle que dio la mayoría absoluta a Rajoy y de un bochornoso ejercicio de la oposición en lo que va de legislatura, el PSOE se enfrenta a una revolución interior, de la que debería salir un cambio de estructuras y, sobre todo, una recuperación de la identidad de izquierdas que el partido ha venido perdiendo en las dos últimas décadas. Lo malo es que la está llevando a cabo mediante un complejo, si no un contradictorio, proceso en el que primero se elige el secretario general, después se celebra el congreso del que saldrá su ejecutiva y las líneas maestras de lo que ha de ser el alma del partido y, ya por fin, unas primarias abiertas a los simpatizantes, de las que debería salir el candidato que se ha de medir al PP en las próximas elecciones.
La verdad es que el proceso, cuando menos, suena raro y que, por desgracia, ha dejado ya al descubierto la resistencia del "aparato" a soltar las riendas del partido, apadrinando, y de qué manera, a uno de los candidatos a la secretaría general, apoyo que se ha manifestado enterrando en avales al bello candidato, Pedro Sánchez, frente al consistente Eduardo Madina. Lo curioso es que el candidato más atractivo para propios y extraños, José Antonio Pérez  Tapias, es el menos avalado de todos y el que parte en desventaja por no haber formado parte de las paredes maestras del partido.
Sólo habrá que esperar al domingo para saber quién se hará con la Secretaría General y, luego, al congreso en el que, además de sobre las caras, se debatirá sobre las ideas, y del que puede salir un partido que refuerce su liderazgo o, por el contrario, uno que le ponga en cuestión. Y ya en noviembre, con esas dos incógnitas resueltas, a elegir al candidato para las elecciones generales que puede ser, o no, el secretario general, algo que me devuelve a los tiempos de la bicefalia Almunia-Borrell que tan mal acabó para el partido. Por todo ello estoy hecho un lío y, como se dice en los anuncios televisivos del nuevo Smart, yo "no lo veo". Entre otras cosas, porque, si antes, más allá del PSOE, estaba el desierto, hoy ese desierto ha florecido y ya da sus primeros frutos.


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lunes, 7 de julio de 2014

LAS CLASES MEDIAS



Revisaba hace dos días en la magnífica web de TVE un documental firmado por mi viejo compañero Fernando olmeda dedicado a la siempre inquietante figura de Josep Pla, uno de los mejores, si no el mejor, autores en lengua catalana del pasado siglo. En él, el ex presidente Pujol recordaba ante la cámara uno de sus encuentros con el escritor ampurdanés, en el que éste le manifestaba su desconfianza hacia la democracia, por lo que suponía de poner el poder en manos de la gente corriente ¡qué candidez y qué desconfianza tan atávica por parte de quien había sido espía de Franco durante la guerra! Pujol añadía que trató de mitigar los recelos de un Pla recluido en su casa de Llofriu, tranquilizándole con la idea de que a esas alturas, las de los tiempos de la transición, en España habían florecido las clases  medias, que, como el mismo Pujol decía, siempre había habido en Cataluña, pro hasta entonces no en España, remarcando al autor del "Quadern gris" que las clases medias dan estabilidad a los países.
Confieso que en ese momento pensé en lo listo que es y ha sido siempre Pujol, ahora puesto en cuestión por la corrupción familiar, y en lo torpes que son quienes ahora detentan el poder en España, porque, si tiene razón el ex president en lo que dice, y la tiene, Rajoy y su gobierno parecen empeñados en acabar con la estabilidad de este país. Y es que no hay más que mirar alrededor para darse cuenta de que, de un tiempo a esta parte, todas las medidas adoptadas desde Moncloa, leyes y decretos incluidos van destinadas a acabar con el balsámico estamento social del que hablaba Pujol a Pla.
Recordemos, si no, que no hace tanto tiempo eran habituales los hogares en los que entraban dos o más sueldos que garantizaban unos ingresos de entre tres mil y cinco mil euros al mes. Hogares de españoles alegres y confiados cuyas preocupaciones difícilmente iban más allá de pagar una hipoteca, que entonces era accesible, las letras del coche y los electrodomésticos, el colegio o la universidad de los hijos y, todo lo más, las vacaciones y la residencia de los abuelos.
Hoy, de esos dos o tres sueldos, con suerte sólo queda uno, la casa se ha perdido, ni se piensa en poder ir de vacaciones y el coche, que apenas se mueve, envejece cubierto de polvo a la puerta de la calle, los niños han cambiado de colegio, y muchas veces de barrio, y, gracias a que los abuelos conservan su pensión y a que ahora viven en casa, se puede garantizar al menos una comida decente al día.
Mariano Rajoy, como los malos capitanes, está hundiendo el barco de la hasta entonces alegre, confiada y estable sociedad española y, para salvarse él y salvar a los suyos, ha optado por sacrificar las cubiertas en las que viaja ese pasaje. De lo que no se da cuenta Rajoy es de que, cuando queda ya poco que perder, pretender que ese sacrificio sea tranquilo, como el de los corderos en el matadero, es una quimera ni de que, de momento y aunque sean capaces de intentar que sea de otra manera, su estancia en la Moncloa expira en menos de dos años, ni, mucho menos, de que esa clase media a la que pretende dirigirse ya no es la misma, si es que sigue quedando algo de ella, ni de que ya no tiene el fantasma del terrorismo para agitarlo ante el hocico de los silenciosos corderos que le llevaron al poder.
Si Rajoy recorta las pensiones de los abuelos haciéndoles "copagar" sus medicamentos, si convierte en una pesadilla el sueño de muchas familias de llevar a sus hijos a la universidad, si los pocos trabajos que "salen" son cada vez más precarios, con más horas y peor retribuidos, si, a la hora de pagar impuestos, son estos ciudadanos y siempre ellos los perjudicados, para que los ricos, también los de siempre y cada vez más ricos, eviten contribuir al mantenimiento de lo que es o debería ser de todos, si sigue por ese camino puede llevarse la sorpresa de que esa clase media se radicalice y ni siquiera admita el sucedáneo de izquierda que en los últimos años ha sido el PSOE.
Aunque ya es tarde, no estaría de más que Rajoy atendiese más a lo que Pujol e dijo a Plá, allá por los años setenta del pasado siglo, que a los de un tal Arriola que parece dispuesto a indicarle el camino para arrasar el jardín, el remanso de paz, de la clase media. Lo que pueda venir después nadie lo sabe, pero, desde luego, tendrá poco que ver con el presente.


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viernes, 4 de julio de 2014

TONTOS CONTEMPORÁNEOS



Lo lleva escrito en la cara y, por si quedara alguna duda, señor tiene, desde el nombre hasta el reloj a mano cambiada, el uniforme completo de pijo, con esas gafas de (horrible) diseño y ese pelo sofisticadamente descuidado que, a veces, baña en brillantina o cualquier otro pringue capilar, esa manera de hablar esas tonterías que dice, encadenadas una detrás de otra, le retratan a la perfección.
Este personaje, alcalde del pueblo madrileño de Brunete, famoso hasta ahora por la terrible batalla de la Guerra Civil y, en cierto modo, por ser la cuna del director de un programa de radio de la noche, se ha dejado sorprender por una concejala de UPyD que grabó sus intentos de soborno para conseguir que se pasase al PP para darle la mayoría absoluta. Tan tonto es este Borja Gutiérrez que, no sólo admitió haber sido pillado en ese renuncio -negar la mayor es lo primero- sino que ayer dijo en un alborotado pleno del ayuntamiento que la conversación fue grabada hace dos años y que por eso no tenía validez "porque una grabación de hace dos años es atemporal" ¿Sabrá este pijo lo que dice?
Y no fue lo único, porque la primera fue convocar a los medios para explicar su postura ante el escándalo, dando pábulo a todo tipo de críticas, sino que dijo la siguiente gilipollez "Yo me iré cuando la gente me dé la espalda, cuando no me voten". Perdón, "Don" Borja, cuando no le voten ya no tendrá que irse, porque no estará. Pero lo peor no es esto, lo peor es como su prepotencia, de esas que sólo tienen los tontos, le lleva a dejarse enredar por su colega de UPyD, mostrándole, como la cola de un pavo real, toda su panoplia de favores tramposos con los que engatusarla para consumar el soborno.
Pero Borja Gutiérrez, con serlo mucho, no es el único tonto contemporáneo que ha tomado la palabra en las últimas horas. Ahí están, si no, quienes, desde la Asamblea Nacional de Catalunya, juegan ya a diseñar un ejército y una armada propios, junto a una milicia voluntaria, añorando quizá el esplendor de los almogávares o los años del somatén que a tantas arbitrariedades dieron lugar. Una pretensión que, a mí, que estaría por la abolición de los ejércitos, me produce tanta inquietud como risa y que, a otros, no hacen otra cosa que proporcionarles los argumentos que andan buscando para oponerse al derecho de los catalanes a ser consultados sobre sus legítimas aspiraciones que, ya, hasta el nuevo borbón reconoce.
Pues bien el empeño de la ANC de jugar con soldaditos ha desatado ya los demonios interesados del PP, que ha hecho de la oposición a esas aspiraciones de los ciudadanos de Cataluña su bálsamo de Fierabrás para sanar su maltrecho prestigio ante las próximas convocatorias electorales. Así, Carlos Fabra, presidente de la Generalitat Valenciana, ha tocado a generala contra los partidos de la izquierda en Valencia, que, según él, extenderán a la comunidad que todavía gobierna, el arco mediterráneo y el mundo el independentismo que ahora emerge en Cataluña. Qué tontería tan contemporánea y, en todo caso, qué tiene de malo lo que pretenda la gente si lo pretende por las vías democráticas, salvo que tema que otros que no sean ellos tengan acceso a las cuentas y cajones de las consejerías y los despachos que durante tantos años han controlado en exclusiva, haciendo y deshaciendo para drenar, directamente o mediante negocios sucios los dineros de los valencianos.
En fin, tontos contemporáneos que demuestran que no es la inteligencia, precisamente, lo que lleva a algunos hasta algunos cargos, sino su falta de escrúpulos y su capacidad para corromper y dejarse corromper. No hace tanto que alguien, creo que el llorado Luis Carandell tenía que ver en ello, instituyó el Premio al Tonto Contemporáneo, hoy que ese premio sería más necesario que nunca, sería difícil elegirlo.


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jueves, 3 de julio de 2014

ESPAÑA EN SELFIE


Mateo Renzi, el animal político que gobierna Italia y que lo ha conseguido manejando como pocos aquello que es común a sus electores, aún no sé si con buenas o malas intenciones, nos regaló ayer en Estrasburgo una de esas imágenes que valen más que mil palabras y que describe a la perfección lo que está ocurriendo en el continente que se tiene por "sancta sanctórum" de la civilización. La imagen de Renzi, construida con palabras para que cada uno la reproduzca en su imaginación era ésta “Si Europa asistiera hoy a su propio selfie, mostraría cara de cansancio, de resignación, un rostro aburrido. Y es curioso porque el futuro necesita mucho de nosotros”, 
Y tiene razón. Europa, los europeos están cansados y aburridos. Se ha cambiado política por gestión, algo que reconocen hasta dentro del PP, y el arte de gobernar que en democracia debería consistir en conseguir el bienestar y la felicidad de los ciudadanos se ha convertido en el arte de alcanzar el poder y mantenerse en él a toda costa. Por emplear un símil muy de actualidad, algo así como esos aburridos partidos del mundial resueltos en las prórrogas o por penaltis, porque nadie arriesga lo bastante como para dar el vuelco necesario al resultado. Y es que los partidos políticos, como las selecciones, juegan todos igual, con esquemas parecidos y, salvo excepciones, apenas se diferencian en la camiseta, ya que su esquema de juego, su estrategia, es prácticamente la misma.
Es lo que tienen el marketing y la sociología aplicados a la política. Se pierde la perspectiva y se dejan de lado los principios. La identidad pasa a ser asunto menor, si difuminando los perfiles se consiguen más votos. Y, por si fuera poco, los gobernantes se convierten en esos padres que, a sus hijos, en lugar de proporcionarle lo que realmente necesitan para su bienestar, les llenan las manos con bicis y trenes eléctricos comprados a plazos que dejan de funcionar a los dos días.
No es de extrañar que, cuando las cosas han comenzado a ir mal, el hastío que, más que la política, los políticos producen en la gente se ha transformado en ganas de cambio. Y, cuando los ciudadanos, desengañados por estos partidos que en demasiados aspectos sólo se diferencian en las siglas y los colores, se ponen en movimiento llegan el miedo y el cabreo. Miedo a perder los privilegios que da el poder y cabreo porque a casi nadie le gusta que le digan la verdad ni que otros retomen las ganas de transformar la sociedad que ellos perdieron hace tiempo.
Hay quien dice que, con la perdida de la fe en los partidos y con la caída en picado del prestigio de la monarquía, las cosas están peor que nunca, Yo creo que no, creo que estamos empezando a estar mejor. La diferencia es que antes estábamos igual de mal, pero no lo sabíamos y ahora que ya lo sabemos podemos hacer el diagnóstico y aplicar el tratamiento.
Con nuestra imperfecta democracia nos hemos contagiado de algún que otro mal, soportable pero incómodo, con el que hemos convivido pese a que poco a poco iba minando nuestras fuerzas y ganas de vivir. Ha sido ahora, cuando nos ha subido la fiebre, cuando nos hemos visto la cara en el último selfie y hemos comprobado que esa cara ya no es la de aquellos días felices en que nos creíamos todo y a todos, cuando nos hemos puesto en movimiento. Sobre todo, porque en ese selfie también hemos visto que, detrás de nosotros, hay una maraña de personajes que llevan décadas burlándose de nuestra desgracia mientras meten la mano en nuestro bolsillo.
Si Renzi dice que el selfie de Europa muestra un rostro aburrido, el de España quiero creer que hoy saldría movido porque unos y otros, especialmente la gente que lo está pasando peor, estan cambiando el gesto, porque lo que está claro es que,a sí, mucho tiempo no podíamos durar.


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miércoles, 2 de julio de 2014

EL ALGORITMO DE LA INFELICIDAD



Me enteré por un antiguo compañero de trabajo, que no amigo, de que determinados organismos públicos, en ese caso era la Comunidad de Madrid se gastan el dinero público, nuestro dinero, en pagar a consultoras externas para que les proporcionasen el algoritmo, la fórmula, que, en determinados asuntos, les permita llegar a los resultados deseados. Esto, que puede parecer loable, encierra en determinadas manos toda una serie de maldades que conducen al perjuicio de lo público y de los ciudadanos.
Me explico. Lo que mi antiguo compañero hizo para el gobierno de Esperanza Aguirre fue determinar los plazos que había que establecer y diseñar cada uno de los pasos que había que dar y los baremos que había que establecer para maquillar las listas de espera en la sanidad madrileña, en cuya rebaja había empeñado su cargo la condesa, asegurando que presentaría su dimisión si no conseguía reducirla. De ahí, por ejemplo, la sana costumbre de tratar de convencer a la mayoría de los pacientes quirúrgicos para ser derivados a clínicas privadas, con menos garantías y servicios y un mayor coste para la sanidad pública, bajo la amenaza de que, si no acepta ser operado fuera de su hospital de referencia, se devolverá su caso a la cola de la lista de espera, algo que se sigue practicando, como lo demuestra el hecho de que, en verano, se cierran camas hospitalarias mientras se derivan pacientes a clínicas concertadas. Algo a lo que los trabajadores de la sanidad ya le han sacado rima en el eslogan "cama cerrada, dinero a la privada".
Con mayor o menor artificio, en uno o en otro sector el espíritu que guía la búsqueda del santo grial del algoritmo es el de podar lo público en beneficio de lo privado. O, dicho de otro modo, incautarse de lo que es de todos, para repartirlo entre unos pocos. Y lo vienen haciendo sistemáticamente en toso los sectores, subvencionando, por ejemplo a cada niño que es enviado a una escuela infantil privada, mientras se van encareciendo los precios de las matrículas en las que, por ejemplo, dependen de los ayuntamientos. Y ello no es inocente. Ello conduce a ensanchar la trinchera que, cada vez más, separa a los ricos y los pobres de este país, pobres que, por cierto son cada vez más en número y en pobreza.
Está visto que cada uno de los agentes sociales, no los ciudadanos, maneja su propio algoritmo. Sin ir más lejos, la patronal debe tener el suyo y debe estar deseosa de aplicarlo antes de que los votantes despierten del todo y comprueben quiénes son los responsables de que, España, padeciendo la misma crisis que sus vecinos, es el país europeo en el que más ha crecido la desigualdad, porque aquí, no lo olvidemos, los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Quizá por eso, sin el menor pudor, la FAES se retrató en presencia del presidente de la patronal, ese que vive rodeado de chorizos de todo género sin inmutarse, proponoendo suprimir el salario mínimo interprofesional, esa línea de flotación que señala hasta donde puede descender la dignidad de un asalariado y que impide a los empresarios abusar aun más de lo que lo están haciendo de sus trabajadores. Y, por si fuera poco, pidió otra vez que se reduzca el subsidio de desempleo que a ellos que manejan subvenciones y otros dineros públicos y no tan públicos, les deben parecer un lujo al alcance, por ejemplo, de las amas y los amos de casa, de los que, según el presidente de la patronal, Joan Rosell, un millón se ha apuntado a las listas del paro, con el único fin de obtenerlo, engordando de ese modo Que su dios, que debe s y no con la reforma laboral que el Gobierno les sirvió a la carta.
Que su dios, que debe ser el mismo que el de Díaz Ferrán, ese que nos pedía trabajar más y cobrar menos para sacar el país adelante, mientras se lo llevaba crudo, le confunda.
Pero volvamos a los algoritmos, a otro algoritmo, el que ha debido emplear el "insobornable" -Rajoy dixit- Cristóbal Montoro que aplicado en la reforma tributaria porque, según la simulación que ha hecho Funcas, la prestigiosas Fundación de Cajas de Ahorro, la tercera parte del dinero que dejará de ingresar el Estado con la reforma se la ahorrarán los más ricos que, prácticamente, serán los únicos beneficiarios de la misma, en tanto que más de seiscientos mil contribuyentes se verán directamente perjudicados. Y digo directamente, porque de un modo u otro, los que pagamos nuestras medicinas, hemos visto encarecido el IVA de gran parte de lo que consumimos o nos hemos quedado sin casi treinta mil sanitarios y otros tantos enselantes y dejaremos de percibir la renta social que redistribuye la riqueza en cualquier país civilizado. Maldito algoritmo, pues, que sólo sirve para hacer más pobres e infelices a millones de españoles.


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martes, 1 de julio de 2014

LOS PERROS DE LA CASTA


Vayan por delante mi cariño y mi respeto hacia los animales que comparten la vida con muchos ciudadanos y mi respeto por estos últimos. A los perros a los que me refiero es a esos perros de diseño, seleccionados desde hace siglos, ya empezaron los romanos, por su agresividad, sus potentes mandíbulas y su dificultad de relación con cualquiera que no sea el amo que le llena el plato todos los días.
Son esos perros entrenados para guardar las propiedades del amo, ciegos de rabia, deseosos de ver sangre en su presa, que no soportan siquiera que alguien camine junto a la valla que las separa y protege del resto del mundo. Son también esos perros incapaces de sentir nada por nadie, orgullosos de su misión en la vida, que se sientan delante de un teclado o un micrófono, con un dossier a su lado, para ladrar a quien les dice el amo y, si es menester que así sea, clavar sus dientes en su garganta.
Esos perros metafóricos de los que hablo son todos esos directores de medios, esos tertulianos -a veces las dos cosas al tiempo- y, cómo no, todos esos redactores tan dados a poner literatura en los fantasmagóricos dosieres que alguien pone en su mano para acabar con la presa señalada. Es algo muy triste que en este que ha sido mi oficio se viene practicando desde tiempos inmemoriales, pero que, en los que corren, ha pasado a ser el pan nuestro de cada día-convertido 
Eso, de momento, en cuanto a los perros. Vayamos ahora con la casta, una vieja palabra paradójicamente convertida en casi un neologismo, desde que Pablo Iglesias y otros integrantes de Podemos, comenzaron a usarla para designar a una de las castas, la dirigente, con la que señalan a todos aquellos que de una forma u otra se vienen asociando para ayudar a unos pocos a quedarse con lo que era de todos. Y no es que esa casta este integrada por tipos más listos que el resto es, simplemente, que tienen más poder o que trabajan para quien lo tiene.
Hay palabras que tienen magia, porque sirven para encarnar por si solas todo un estado de cosas. Y es esa magia la que tiene la palabra casta tal y como la emplea Podemos. Desde que comenzaron a manejarla, todos, yo incluido, hemos sustituido el viejo concepto de "poderes fácticos" por este otro que agrupa toda una serie de poderes e intereses transversales que abarcan no sólo a la tradicional oligarquía o a su mejor expresión que es y ha sido la banca, sino que tiene puestas sus patas en prácticamente todo el parlamento, al que han sabido engatusar para ponerlo a su servicio.
Ha sido la suya una labor certera, mediante la que, poco a poco, nos han ido despojando de toso lo que, no sólo era de todos, sino que, además, era, no ya bueno, sino mejor. La sanidad, la enseñanza, el transporte, la banca, incluso, de todos se ha degradado y minado para convertir toso eso que es tan necesario en el gran negocio de unos pocos.
Por primera vez, la gente no sólo lo ve, como comenzó a verlo con el 15-M, sino que, además y gracias al lenguaje claro y sencillo de algunas formaciones lo ha entendido y ha encontrado el cauce para cambiar las cosas. Y la primera causa de todo esto es la de que  "la casta" comienza a tener miedo. El PP tiene ya por seguro que el batacazo de las europeas va a repetirse, quizá ampliado, en las próximas citas electorales. Sabe que muchas de las contratas, las recalificaciones, las adjudicaciones y todos esos negocietes a los que estaban acostumbrados se van a acabar. Y sabe que ya no podrá chantajear a la leal oposición o a los sindicatos, porque quienes vienen no están manchados como ellos.
Lo saben y por eso ya han elaborado sus dosieres contra los dueños de estas nuevas voces. Ya los han puesto en circulación y en ellos se les acusa, como siempre, de connivencia con el terrorismo, de estar a sueldo de países extranjeros, de pretender para España una revolución armada, de todo aquello que pueda convocar miedos atávicos, para apartar a quienes quieren poner en marcha esta nueva forma de hacer política del favor de la gente. Por eso han llenado el plato de sus perros de presa, para que, con sus ladridos en portadas y ante micrófonos, a gente, por miedo, se aparte de ellos.
Pero han calculado mal. Porque han acusado a Pablo Iglesias de relacionarse con el entorno de ETA. Y todo, porque tuvo el valor de salirse del "sota, caballo y rey" desde el que, al parecer, alguien ha decidido que sólo podía abordarse el terrorismo etarra. Le han acusado de lo mismo que podían haberme acusado a mí, de haber visto a la banda, sin dejar de sentir la misma repugnancia que sentía por sus crímenes, como algo más que una banda de pistoleros. También de haber hablado con su entorno, de practicar un diálogo que yo también defiendo y en el que creo que está la solución definitiva de todo ese horror que, poco a poco, está dejando de cegarnos.
La casta se equivoca si pretende engañarnos así. Hay leyes que castigan la colaboración de que se le acusa y tened por seguro que, si hubiese algo por lo que llevarle ante los tribunales, ya lo habrían hecho. Además, aunque así fuese, eso sería lo menos preocupante para ellos. Lo que realmente les preocupa es que les está desenmascarando. La portada de EL MUNDO, las que le ha dedicado EL PAÍS, las de otros medios más habituales no son más que una muestra de que si los perros de la casta ladran, es porque Podemos y lo que representa cabalgan.


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