lunes, 29 de septiembre de 2014

JUEGO SUCIO Y PELIGROSO


No paso de  ser un aficionado, y de segundo orden, al fútbol, que busca en él más la estética que la épica y que disfruta viendo esos partidos en los que se despliega la fuerza de cada equipo y, sobre todo, la inteligencia y el esfuerzo de cada conjunto, más que la espectacularidad de unos pocos que lo mismo se dejan caer con aspavientos al menor contracto, buscando que sancionen al rival al que no son capaces de superar, que  levantan el pie a la altura de la cara del contrario para que la próxima vez se lo piense a la hora de disputar un valor.
Lo que está ocurriendo en Cataluña y a propósito de Cataluña guarda, desgraciadamente, alguna que otra similitud con uno de esos partidos que uno desea de juego limpio y con resultado justo, pero que uno o los dos rivales a un tiempo salpican con marrullerías y trucos de perro viejo, a la búsqueda no del disfrute del espectador desapasionado, si no del resultado que envalentone hasta la ronquera al más hooligan de los hinchas.
Y eso que ocurre en y con Cataluña, sucede, como con los llamados partidos "de la máxima" que se viven con más intensidad y fanatismo en los medios que en la propia sociedad y en la calle. Anoche mismo regresé de una visita de dos días a Barcelona, ciudad que adoro, pese a la saturación turística que la aqueja, y os aseguro que, en las conversaciones, la actitud de la gente es mucho más sosegada de lo que lo es en los medios o en las calles del mismo Madrid y que la actitud de la gente, al menos de aquella con la que me he cruzado este fin de semana en Barcelona, es tan hospitalaria y amable como siempre.
Me he movida por varias zonas de la ciudad y, dadas mis dificultades de visión, que me impiden leer un plano o, incluso, los nombres de las calles en las esquinas, he tenido que preguntar mucho y a gente de todo tipo y de todas las edades, con lo que, además de corroborar que los barceloneses, al igual que ocurre cada vez más con los madrileños, son cada vez más de todas partes y que todos, con una sola excepción, te brindan su castellano, su segunda lengua en la mayoría de los casos, en cuanto comprueban o sólo sospechan tu origen.
Quiero decir con lo anterior que no existe resquemor ante quienes llegamos del resto de España, pese a que sí lo hay y mucho hacia un gobierno y un partido, los de Rajoy que a  cada demanda que han hecho los catalanes,  y las ha habido muy razonables, sistemáticamente se les ha sorprendido con el silencio, los recursos ante el Constitucional o con boicoteos montaraces a sus productos. Ese es el problema que El PP ya no controla la agresividad y el miedo que ha venido alimentando todos estos años a sabiendas de que su desprestigio en Cataluña, como en Euskadi, y sus cruzadas por la unidad de España, a la que, en lugar de hacer pedagogía, ahora se ha sumado el PSOE, le daba votos en el resto del país.
Eses es el gran problema, que, con sus piscinazos sobreactuados y su juego peligroso, el PP y los que le siguen buscan alterar la situación  de cordialidad y entendimiento con que los catalanes y quienes les respetamos hemos vivido. Las calles de Barcelona, en un  día tan crucial como el del sábado no eran en absoluto agresivas para nadie, salvo para los que, como ocurría con aquellos descerebrados que un día prohibieron el uso de la ikurriña, con toda la sangre que aquello arrastró, que es asustan o se enojan ante la visión de los balcones adornados con esteladas.
Mas y Rajoy están ensuciando el partido con su juego peligroso, sus patadas por encima de la cintura, sus amenazas y sus aspavientos, porque saben que su verdadero partido, el de las urnas, lo perderían se llegan a ellas con su gestión plagada de recortes y corrupción, por eso echan mano de toda este teatro en el que se encaraman sobre los legítimos sentimientos de la gente, sin medir el riesgo que la supone pasar a la orilla de la confrontación.
Si he extraído una conclusión de estos dos días en Barcelona es la de que la gente sigue siendo tan cordial como siempre, sique sintiendo y defendiendo su identidad diferente y la de que, ante todo, y más allá de lo que respondan o del resultado que arroje la consulta, lo que quieren es ser preguntados.
Ya veremos en qué acaba todo esto, pero ojalá desde hoy y hasta que el TC suspenda la convocatoria que se hizo el sábado desde la Generalitat, con el apoyo, no lo olvidemos, de la mayoría de quienes representan a los catalanes, la gente responsable y con voz, que es más de la que pensamos, explique cómo deberían ser las cosas, desenmascarando de paso el juego sucio y peligroso de Mas y Rajoy.
Ya se metió la pata llevando al TC el estatuto reformado hace apenas cuatro años y haciendo caso omiso de las recomendaciones del tribunal. 
Volvemos al juego sucio y peligroso, a la astucia y la estrategia, pensando más en mantener el poder que en conseguir la felicidad de los ciudadanos.


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viernes, 26 de septiembre de 2014

Y RAJOY EN LA CHINA



Ahí le tenéis, haciendo lo que mejor sabe hacer: disimular y fingir. Porque que yo sepa Mariano no habla mandarín y Li Keqiang, su interlocutor, que sepamos, no habla gallego ni español. Pero el gran actor que es el gallego impasible es capaz de hacer playback con soltura con Angela Merkel o cualquier chino que le pongan, siempre, eso sí, que no haya periodistas españoles cerca, que todo lo cuentan y con mala leche. Entonces, este señor que se esconde en el palacio de La Moncloa o se transmuta en pantalla de plasma o cinta de video, con su cara de susto y su poca habilidad para leer el telepronter que algún "negro" le ha escrito.
A este tipo, con tal de que le pasen el MARCA, le da igual donde le lleven y lo que pase en España. Tanto es así, que cuando se subió al avión camino de China, dejó un ministro dimitido, la crisis más grave que nunca se ha abierto con Cataluña, y una bomba a punto de estallar en la radiotelevisión pública. Pero ahí le tenéis, impasible e inmutable, capaz de hablar de dar una conferencia sobre la liga de fútbol china, antes que hablar de lo que realmente interesa a los españoles y siempre calla.
Lo último que dijo en España antes de partir fue en in "canutazo “a la prensa, perfectamente previsto y consentido, en el que verbalizó por primera y hasta ahora única vez que prescindía del proyecto de ley de reforma del aborto que había dejado en manos de Gallardón y que, por tanto, volvía sobre sus pasos en lo que hasta ahora su partido y su gobierno, al menos formalmente y salvo excepciones, habían defendido como una cuestión de principios. Todavía haciendo la maleta, el más ambicioso de los ministros de su gobierno, o al menos el que menos ha disimulado su ambición, le dimitió en plena cara, dejándole alguna que otra esquirla en las narices.
Menudo papelón el suyo, con horas y horas de avión para dar vueltas al asunto y esbozar una mínima explicación ante los periodistas que le esperaban en China, a los que dejó con dos palmos de narices, recurriendo otra vez al cansancio del viaje, lo que me lleva a pensar que este señor que no aguanta una jornada laboral de presidente o está enfermo o es un vago redomado.
Nada, ni una palabra. Como tampoco la dirá de otra descomunal crisis, la abierta en RTVE con la dimisión del gestor que había nombrado como salvador de "la casa", que sin dinero para salvarla y sin la falta de vergüenza necesaria para hacer un segundo ERE sobre el que ya dejo más que diezmada la plantilla del ente y que, probablemente, no ha querido jugar a dejar morir la televisión de todos los españoles, como ya han dejado caer Telemadrid y Canal Nou. Y menos aún hablará de la "rebelión a bordo" que se produjo en la redacción de los informativos cuando la guardia pretoriana del PP, con Somoano al frente, pretendió dejar reducida a veinte segundos la mayor crisis vivida en el ente. Tan grande fue la asonada que la dirección de los Informativos, tras fracasar en su intento cuartelero de acallar las protestas de los redactores puestos en pie y pidiendo la dimisión de sus superiores, aceptó dar cuenta, como por otro lado está obligada TVE como medio público, a recoger las reacciones de las fuerzas políticas, 
Otro papelón para el presidente, del que tampoco escucharemos nada al respecto. Supongo que, dada su flojera antropológica, la explicación a esta actitud de Rajoy, habitual por otra parte, lo que hace el presidente es reservar sus escasas fuerzas para hacer frente a la entrada en vigor de la ley de consultas de Cataluña, que Más piensa firmar el sábado, con Rajoy en el are, camino de regreso a España. Lo lógico y lo anunciado sería la convocatoria de un consejo de ministros extraordinario, pero dudo yo que el presidente lo convoque habiendo una interesantísima jornada de liga de por medio.
Rajoy está en Chin y no nos caerá la breva de que se quede. Pero de lo que sí estoy seguro es de que no le echaríamos en falta, porque, si no habla de Gallardón, de RTVE, de Cataluña, cuando y como hay que hacerlo, y ahora también del cerco judicial, cada vez más estrecho, a las oscuras finanzas de su partido, del que, ahora que se ha probadoq ue la caja B del partido no la manejaba sólo Bárcenas y que éste no fue más que un peón díscolo, si va a mantener ese exasperante silencio, más vale que se quede en China. Aquí no le vamos a echar en falta.


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jueves, 25 de septiembre de 2014

LA PARTIDA SIGUE


Eufóricos por lo que sin duda es una gran victoria de la sociedad en contra del despotismo de un gobierno ebrio de mayoría y con resaca por los muchos compromisos adquiridos en su viaja a la Moncloa, corremos el peligro de encalarnos, como los toros con el pelele, con el cadáver político de Gallardón, sin caer en la cuenta -hay que tenerlo presente a cada instante- de que la ley no era de tan cursi ministro, sino de todo el Gobierno y, fundamentalmente, del Partido Popular, que la bendijo en el Congreso y que mantiene desde la pasada legislatura un recurso contra ella ante el Constitucional, un recurso que difícilmente decaerá y que está en manos del más carca de los magistrados del tribunal como lo es Andrés Ollero.
La partida no está por tanto acabada. Más bien al contrario, se va a librar ahora en el silencio, por no decir sordidez, de las salas y despachos del redondo edificio de la calle Doménico Scarlatti. El PP lo sabe y por eso ha dejado caer la estrambótica y cruel ley de Gallardón, elaborada, dicen, contando con el asesoramiento de una serie de estridentes "expertos" cuidadosamente seleccionados "ad hoc" de entre los más conservadores, moralistas y polémicos personajes de la sociedad española.
El magistrado elegido para elaborar la sentencia que decidirá sobre ese recurso es nada menos que Andrés Ollero, miembro del Opus Dei y diputado del PP hasta 2003, no parece la persona más idónea para hacerse cargo de la ponencia de la sentencia sobre un asunto como ese, del mismo modo que dejar ahora la reforma de la ley socialista en manos de la ministra Ana Mato, de perfil parecido, salvo en el aspecto académico y jurídico, al del diputado, parece más bien un sarcasmo, como lo fue dejar ayer en manos de la ministra de Trabajo la respuesta a la pregunta del grupo Izquierda Plural sobre la abortada reforma.
De todo lo anterior lo menos anecdótico, lo más trascendente es ese recurso varado desde hace ya tres años en el Constitucional. Y el que eso sea así no deja de ser una prueba de la astuta estrategia del PP, que se protege siempre de los "desmanes" democráticos, cubriéndose las espaldas creando ese "doble circuito de frenos" que es su ocupación de los tribunales de garantía, como sin el Supremo o el Constitucional. Lo peor del asunto, es que el PSOE no ha sido capaz jamás, ni teniendo mayoría en el parlamento, de contrarrestar esta estrategia.
No sé su será porque es muy distinto el concepto que tienen la izquierda y la derecha o, al menos el de quienes votan a la izquierda o la derecha, porque, mientras los primeros tienden a creer en la justicia, la derecha en lo que cree es en el aparato, más bien en el control del aparato, de la justicia, que saben aprovechar como la válvula que permite regular la presión, para frenar o descafeinar los cambios legislativos que no son de su gusto.
Nunca un proyecto de ley tan ideologizado y moralista como el que acaba de perder a Gallardón tuvo una oposición tan generalizada en la calle, en los medios, en el parlamento, dentro y fuera de España, pero esa presión que ha desaconsejado al PP seguir adelante con su terrible y descarnada ofensiva contra las mujeres y su libertad. Pero, como digo, la partida aún no ha terminado. Va a ser aún más difícil frenar las intenciones del PP en el Constitucional, porque como digo su trabajo es mucho más callada y sus miembros no están bajo los focos, lo que, unido a que tienen que someterse a las urnas, los deja al margen de lo que realmente siente y quiere la sociedad. Va a ser más difícil, pero no por ello hay que bajar lo más mínimo la presión contra cualquier intento de tumbar una ley que ha venido a dar garantías a las mujeres que necesitan o, simplemente, quieren abortar y a los médicos que les ayudan a hacerlo.
Que no nos pase nada, pero, como digo, la partida sigue.


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miércoles, 24 de septiembre de 2014

SIN RAZÓN Y SIN HONRA



Quién no ha escuchado alguna vez aquello de que la espada hay que blandirla con razón y envainarla con honra, algo que el ya ex ministro de Justicia. Alberto Ruiz Gallardón, no debía haber oído nunca y, si alguna vez lo oyó, desde luego no lo escuchó. Porque en su loca cruzada de guerrero del antifaz con cartera de ministro, sacó la espada divina y justiciera de su ley del aborto, mejor dicho, de la ley del aborto que, en propias palabras, le encargó su partido, una ley hecha, ha quedado claro, contra la libertad de las mujeres que sacó en medio de la mayor de las sinrazones y que ahora ha tenido que devolver al cajón del que nunca debió salir, con la peor de las deshonras y envuelta en su calculada carrera política.
Debo decir que Gallardón no me cae bien. Es más, me revientan su amaneramiento, su cordialidad falsa y calculada, su tono de niño repipi y bueno y, sobre todo, el despotismo que esconde y desata cuando se apagan los focos y se cierran las puertas de los despachos. Me revientan tanto, que lo único que me movería a la compasión hacia él sería corroborar mi sospecha de que su salud mental no es buena y que sus más o menos conocidas manías esconden algo oscuro y preocupante.
Y dicho esto, no hay que dejarse embaucar ni recrearse en la pieza cobrada en la cabeza de Gallardón, porque la reforma de la ley, en la que el ministro dimisionario hubiese querido dejar su nombre, la puso en marcha Rajoy como peaje obligado a la Conferencia Episcopal y los sectores más montaraces de la sociedad que pusieron en marcha su enorme maquinaria, pagada, por cierto, con los impuestos de todos, al servicio del entonces primer partido de la oposición para el que trabajaron, domingo tras domingo, manifestación tras manifestación, en el desgaste del gobierno Zapatero.
Hay que tenerlo claro. Gallardón cumplió ese encargo con entusiasmo porque, por un lado, al menos él lo creía, se convertiría en paladín de Rajoy y, por otro, daba cariño a la derecha ultramontana de su partido a la que había tenido muy abandonada en su afán de embaucar a la prensa más servil y a  no pocos incautos del mundo de la cultura a los que acariciaba entre canapés en conciertos y festivales.
Pero calculó mal su ambición. Pensó que a esos votos de quienes le creían progresista y conciliador, gente que llegó a darle su voto para llevarle primero a la presidencia de la Comunidad de Madrid y luego al Ayuntamiento de la capital.
Gallardón, ya lo he escrito alguna vez, se construyó una imagen de prócer y moderno benefactor de los madrileños y lo hizo a costa del presupuesto presente y futuro de la ciudad de Madrid, a la que embarcó en la mayor de las deudas, mintiendo y escondiéndola mediante ingeniería financiera, hasta que la UE y la crisis rompieron el hechizo y el príncipe Gallardón volvió a ser el sapo derechista y despótico que siempre ha sido.
Entró en el Gobierno, con las miras puestas en lo más alto del mismo y aceptó con entusiasmo el encargo de Rajoy pensando quizás en no sé qué glorias, sin asomarse a la ventana para no escuchar el clamor dela sociedad entera, cegado por el fulgor de su soberbia, pensando en glorias futuras, quizá en la misma Moncloa, sin darse cuenta de que caminaba directamente al abismo, al que, finalmente, se vio obligado a arrojarse ayer.
Bien es verdad que Gallardón no quiso caer sólo en las tinieblas y mientras se lanzaba ayer al vacío fue dejando bombas activadas para con quien había sido su jefe. Bombas tales como la de subrayar que la ley en la que había ardido y con la que, de haber sido aprobada, se hubiese condecorada no era ya tan suya, sino que era obra del Gobierno. También dejo frases enigmáticas, susceptibles de una segunda lectura, como esa cita a su padre que le dijo que debía rodearse de los mejores para tratar de superarles, algo que, pensando en una alusión a Rajoy se convierte en una patada en la espinilla.
Rajoy se ha ido del Gobierno y dice que también de la política. Pero que nadie se preocupe, porque estoy seguro de que no queda en el desamparo, porque hizo muchos amigos entre el cemento de su faraónico paso por el ayuntamiento de Madrid, amigos que no dudarán en devolverle los favores en simulación de cargo en algún consejo de administración y en diferido. De lo que estoy también casi seguro es de que no volverá a vestir la toga de fiscal, que era su profesión cuando entro en política.
De todos modos, la caída de Gallardón o el mal trago que Rajoy tendrá que pasar en China, no son en modo alguno lo más interesante de lo ocurrido ayer, Lo fundamental es que las mujeres y quienes queremos y respetamos a las mujeres hemos ganado una gran batalla en defensa de los derechos u la libertad de éstas y otra, tan importante o más que ésta, que consiste en demostrarles y demostrarnos que, juntos, si queremos podemos echar abajo las injusticias.
Rajoy y Gallardón sacaron la ley sin razón y se han visto obligados a guardarla en el cajón del olvido sin honor. Y yo me alegro por todos nosotros.


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martes, 23 de septiembre de 2014

LOS MOROS, CATALUÑA, EL MINISTRO Y SU MARIACHI




Cuando hace unos días escuché al impresentable de Alfonso Rojo, ese señor que, según la genial Maruja Torres, además de ficción escribe novela Maruja Torres. Hablar de que no le gustaba que ochocientos mil moros, que luego rebajó a cuatrocientos mil, tuviesen más poder de decisión sobre un hipotético referéndum en Cataluña que sus hijos, pensé que además de su demagogia habitual hablaba por su boca la malsana locura y digo malsana, porque, estoy seguro, esa locura se alimenta de billetes y no de los pequeños.
Eso es lo que creía, hasta que esta mañana he caído en la cuenta de que lo dicho por Rojo no es más que una pieza de la estrategia de desinformación peligrosamente demagógica que está llevando a cabo el Gobierno y en especial el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, agitando el fantasma del radicalismo islámico y la xenofobia que, no hay que negarlo, existe entre algunos sectores de la sociedad catalana. 
Qué curioso que hoy que el ministro acudía a una entrevista en la SER, esta cadena difunda una información, yo diría un "corre-ve-y-dile", otros dicen filtración, sobre el peligro que supone que los independentistas estén entrando en contacto con los líderes religiosos musulmanes en Cataluña. La redactora que ha dado esa información basada, según sus palabras, en informes policiales secretos, que, curiosamente, le han sido filtrados, añado yo, en el momento oportuno, mezcla el yihadismo con la construcción de una gran mezquita en Barcelona o el patrocinio de Qatar al Barça con el lógico también añado yo el adjetivo, interés de los independentistas en captar el voto de un colectivo que se acerca al medio millón de votantes.
Minutos después, el ministro ha acotado la información, es una vieja estrategia la de que la alarma y el libelo lo difundan otros, dejándola en el hecho de que existe una asociación "Nous Catalans", presidida por el ex dirigente de ERC Àngel Colom, que efectivamente trata de integrar a ciudadanos de otros países, fundamentalmente musulmanes, en el movimiento soberanista catalán. A lo que sólo ha podido poner el pero de la detención de un ciudadano próximo a ella, acusado de colaborar con organizaciones radicales.
No sé qué puede tener de malo que los centenares de miles de musulmanes residentes en Cataluña se organicen. No sé qué tiene de malo que quieran vivir en una Cataluña independiente, más viendo a diario como se les tarta en las fronteras africanas de España, bajo las órdenes del mismo ministro. La redactora de la SER hablaba, convenientemente inspirada por sus fuentes, de una estrategia de estos ciudadanos para llegar a los ayuntamientos en los que son una parte importante del censo y, todo esto, sin que se funda el misterio, que decía un amigo.
No sé si se daba cuenta de lo que estaba diciendo por encargo, porque estaba negando el derecho al voto libre a todos estos ciudadanos, No sé se da cuenta de que, con esa actitud, estaría privando a Ana Hidalgo, orgullo de su Andalucía natal y de la maltrecha izquierda francesa, el derecho a ser la alcaldesa de París. Es lo que pasa por entender el mundo como una enorme conspiración, que, al final, acabas hablando el lenguaje de quienes viven de infiltraciones, informes hechos no se sabe por qué ni para quién, y de intoxicaciones alarmistas que las más de las veces se deshacen como un azucarillo el agua.
Pero, además, existen otros intereses tan bastardos como esos. El ministro es hermano del que será candidato del PP de Cataluña a la alcaldía de Barcelona, que ha hecho de la oposición a transformar la Plaza de Toros Monumental de Barcelona en una gran mezquita para Barcelona, que al contrario que Madrid carece de ella, su caballo de batalla para la próxima campaña electoral. Mezclar una cosa y otra, como hace el ministro sólo o en compañía de otros es, como ha dicho esta mañana el alcalde de Barcelona,  una gran irresponsabilidad que amenaza la convivencia. Y eso es lo que han hecho, a propósito de Cataluña y los “moros”, el ministro y sus mariachi.


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lunes, 22 de septiembre de 2014

A TRANCAS Y BARRANCAS



Lo siento mucho, pero ya me resulta imposible tomarme en serio a un señor al que he visto -aunque en los telediarios, soy más de "El Intermedio"- haciendo abdominales, tirando a canasta y charlando con un par de hormigotas. Y es que me he despertado esta mañana oyendo hablar del artículo que ha publicado en EL PAÍS y he visto obligado a leerlo, aunque conforme avanzaba en la lectura me iba arrepintiendo de hacerlo.
No pueden colocarse más obviedades y naderías juntas. Nos habla de una reforma constitucional, o así, que consiste, simplemente, en cumplir la constitución. Tras una cita de Manuel Azaña -porque todo articulista aficionado que se precie ha de adornarse con citas- habla del problema político de "la deriva soberanista de Cataluña" y lo hace con preocupación y dando a entender que los catalanes no son como los escoceses o que España es más democrática que el Reino Unido, porque se muestra partidario de que cualquier decisión sobre el futuro de Cataluña la tomen no sólo los catalanes, como hicieron el jueves los escoceses, sino todos los españoles. Eso me revienta, porque equivaldría a decir que los hijos deben quedarse o marcharse del hogar familiar sólo cuando lo decida la familia en pleno. Y no es así. Se harán necesarias todas las negociaciones y compensaciones oportunas, pero han de ser los catalanes y sólo ellos quienes decidan sobre su destino, que no necesariamente ha de ser fuera de España o dentro de in Estado de las Autonomías tal cual, porque existe una vía federal que el PSOE, en los momentos cruciales, no ha sabido o no ha querido defender con entusiasmo.
Pero lo que más me revienta ni siquiera es eso. Lo que realmente me enciende la sangre es que este señor que, por cierto, escribe en plural mayestático, es que se dé cuenta ahora de que no está garantizado el derecho a la vivienda digna, ni al trabajo, que ni siquiera está clara en la Constitución la relación de España con la Unión Europea, algo que no es del todo cierto, porque la prioridad del pago de la deuda externa frente a la atención a los ciudadanos españoles sí lo está y lo está gracias a la reforma del artículo 135, en la que él, personalmente, tuvo un papel más que  protagonista.
Habla el catódico Sánchez de los treinta y seis años de Constitución y señala con más o menos acierto sus carencias e incumplimiento. Lo que no dice es que, de esos treinta y seis años, los socialistas han gobernado veinte y gran parte del tiempo con mayorías holgadas. Así que algo habrán tenido que ver en el deterioro de la misma y la frustración que hoy produce en el ciudadano.
Me asombra y me cabrea que tan bello secretario general considere hoy que el problema catalán ha alcanzado las dimensiones de que hablaba Azaña y no se haya visto igualmente conmovido por las grandes movilizaciones que en toda España se produjeron no una sino bastantes veces contra el paro, los recortes y la crisis que no supo ver el gobierno socialista de Zapatero. Tampoco se conmovió por el drama de los desahucios, como el resto de su partido, hasta que los suicidios no empezaron a salpicar desde los medios, poniendo en evidencia el fariseísmo de los diputados, también socialistas, que  desde la comodidad de sus escaños y, en el caso de algunos como él, desde los consejos de las cajas no quisieron ver el drama que, a ellos, con sus créditos blandos, sus sueldos sus fondos de pensiones y sus dietas les sonaba lejano.
Me ha costado mucho leer un artículo flojo, en el que el PSOE aparece limpio de polvo y paja, como si no tuviese responsabilidad en nada de lo que ha ocurrido en este país durante tres décadas, con mi voto, es cierto, lo que quizá me da más derecho a estar cabreado. Lo he leído a trancas y barrancas y más, después de esterarme que, según EL MUNDO, Pedro Sánchez, el secretario general del Partido Socialista OBRERO Español, que no sólo visita platós de televisión ha garantizado a un grupo de empresarios que no llegará a acuerdos con Podemos.


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sábado, 20 de septiembre de 2014

DECIR, PENSAR, VOTAR...


Un viejo amigo, brillante, provocador y temerario como pocos, en una visita a la Galicia gobernada por Fraga y fiel a su carácter o a la idea que los amigos teníamos de él,  pidió, ni corto ni perezoso, al taxista que le recogió en la estación su opinión sobre el ex ministro franquista que presidía la Xunta.
El taxista le contestó sin inmutarse con esta gallegada de manual "Fraga.., un hijo de puta, fíjese que yo le voto" Pues bien, esta anécdota tomada sin permiso de mi amigo ilustra a la perfección cómo nos comportamos los seres humanos, que decimos una cosa, probablemente pensamos otra y al final, en las urnas, dejamos por escrito otra.
Qué quiero decir con esto. Lo que quiero expresar es que no todo el mundo exterioriza sus opiniones, que éstas tampoco son inamovibles y que, al final, lo único válido, más allá de vistosas campañas, de sentimientos reales, de pros y contras, de ventajas e inconvenientes, lo único que vale es ese retrato instantáneo y general que resulta de los votos depositados en las urnas. Y que conste que tengo claro que ese retrato no resiste bien el tiempo y que, como aquí, en España, las grandes mayorías acaban desvaneciéndose como se desvanecen por efecto de la luz las imágenes de una fotografía mal fijada.
Ducho esto y un día después de conocerse los resultados del referendo escocés, hay que concluir que el 18 de septiembre de 2014 los escoceses y residentes en Escocia con derecho a voto no han querido que Escocia sea independiente, aunque también han dejado claro que una importante minoría lo hubiese querido y que, vistos los datos particularizados, ese deseo es más joven y más de izquierdas o que el nacionalismo se confunde con los deseos de cambio o que, incluso, los esconde.
Eso es exactamente lo que ocurre en Cataluña, donde el malestar ciudadano ocasionado por la crisis y el hastío por el despotismo del gobierno del PP, sumados a la falsa idea, desmentida por los hechos, de que, en Cataluña, las instituciones y quienes las ocupan son más decentes y responsables que en el resto de España, han llevado a muchos a buscar en la independencia una salida a tanto descontento. Un espejismo, basado -ojo- en sentimientos tan reales como legítimos, convenientemente espoleados por un Artur Mas que, con la caja bajo mínimos, se ve obligado a gobernar recortando y disgustando a los ciudadanos y se da cuenta de que, sólo agitando las aspiraciones independentistas, aguantará la legislatura. Un espejismo que se ha solapado con un Zapatero en el despeñadero de su decadencia y con un PP crecido y dispuesto a encastillarse frente a todas esas aspiraciones, la mayor parte de ellas materiales y perfectamente mejorables, a sabiendas de que en sus feudos del resto el otro mito, el de la unidad de España, produce una enorme renta en votos.
Y frente a todo esto, un PSOE que ha renunciado una y otra vez a hacer pedagogía de los principios que le dieron grandeza y prefiere recurrir al marketing, limando en éste y en otros asuntos como el de la fiscalidad, las aristas que le diferencian del PP, hasta el punto de desdibujar tanto su perfil como para hacerlo irreconocible por sus votantes.
Ese es el gran problema, no sé si de todas las democracias, pero sí al menos el de España, que no se deja pensar a los ciudadanos, a  los votantes, a  los que se coloca mensajes simplistas y muchas veces irreales que, éstos, repiten incansablemente, pero que, cuando la dura realidad de que las cosas van o pueden ir mal aparece, fuerzan a una reflexión hasta entonces inexistente o irrelevante.
Es lo que ha pasado en Escocia o es al menos lo que nos dicen que ha pasado, que la gente se ha asustado con las consecuencias que podría tener desgajarse del Reino Unido y ha cambiado su voto o, lo más probable, ha votado lo que pensaba y no decía, porque la mayoría silenciosa que reclaman todos como suya es muy suya e impredecible. Lo han puesto en evidencia los escoceses que, en las encuestas, gratuitas, han dicho una cosa y en las apuestas, donde se han jugado sus buenas libras han dicho otra que, curiosamente, casi ha clavado los resultados reales del referéndum.
Por eso no entiendo ese miedo a autorizar la consulta en Cataluña. Y no lo entiendo porque estoy seguro que con una campaña intensa y decente, en la que se expliquen las cosas bien, la mayoría de los ciudadanos, yo si pudiese, votarían a favor de que cambie la relación entre Cataluña y el resto de España, pero permaneciendo en ella. E insisto, estoy seguro.
Otra cosa es que desde esta Moncloa de Rajoy y esa Generalitat de Mas  hagan lo imposible por agudizar el desencuentro, porque saben que, en el conflicto, se refuerza la imagen mesiánica que tanto gusta a parte de su electorado. Por eso nos cuentan "el conflicto catalán" como un melodrama de buenos y malos, porque saben que una cosa es hablar, otra pensar y, finalmente, otra es votar.


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jueves, 18 de septiembre de 2014

POR LA BOCA MUERE EL PEZ



Aunque pareciera que hoy sólo se pudiera hablar de referendos y consultas, de Escocia y Cataluña, yo prefiero detenerme en una noticia que, aunque en la mayoría de los medios ha quedado enterrada bajo el peso de esta imagen de una Europa que se descose, una noticia que no es otra que la transcendental decisión tomada ayer por el juez Andreu de la Audiencia Nacional de incorporar al sumario del caso preferentes los correos que el entonces todopoderoso Miguel Blesa dirigió a amigos y colaboradores a propósito de la gran estafa que se organizó desde la cúpula de Caja Madrid, colocando a sus clientes, la mayoría inocentes ahorradores, un producto financiero, más que tóxico, letal y podrido, con el que pretendieron taponar de mala manera los boquetes causados por su gestión, por los que se desangraba la solvencia y el prestigio de una institución con más de tres siglos de antigüedad.
Los correos, enviados y recibidos desde y en la cuenta de correo corporativa de Miguel Blesa como presidente de Caja Madrid, fueron exigidos por el juez Elpidio Silvia, dentro de la investigación abierta por la compra presuntamente fraudulenta de un banco en Florida y eran, a juicio de Silva, tan reveladores del modo de comportarse de este ejecutivo cuyo mayor mérito era su amistad con José María Aznar, que determinaron su decisión de mandarle a prisión por dos veces.
Inexplicablemente, Blesa salió de prisión, pero más inexplicablemente aún, su colega Andreu no quiso incorporar esos correos en los que se hablaba con tanta prepotencia del éxito de la tenebrosa operación de venta de los preferentes sólo comparable al desprecio con que se hablaba de los clientes estafados. Y tan evidente resultó la estafa que Bamkia ha devuelto a día de hoy la mayor parte de ese dinero obtenido bajo engaño de sus clientes.
Los comprometedores correos, publicados por el digital el diario, que hoy, por cierto, cumple dos apasionantes años, revelaban una personalidad, la de Blesa, servil con los amigos, especialmente con los poderosos, la insaciabilidad de éstos, que llegan, como el hijo de Aznar, a exigir el trato de favor que reclaman, y el desprecio de Blesa a sus empleados y clientes. Pero, inexplicablemente, salvo que consideremos la existencia de presiones o exquisiteces legalistas de esas que llevan a la justicia a "cogérsela con papel de fumar", si el investigado es poderoso, esos correos cuyo contenido todos pudimos conocer, no fueron incorporados a la investigación.
Ahora sí. Ahora esos correos han sido incorporados al sumario, en lo que las acusaciones consideran un vuelco en la investigación, ya que dejan en evidencia a Blesa que insistió ante el juez en que desconocía en 2009 el agujero en la entidad. Algo tan difícil de creer como que la caída de árboles en Madrid no tiene que ver con los recortes en el personal y recursos de jardinería llevado a cabo por la, alcaldesa de Madrid, por cierto también amiga de Blesa.
La única explicación que encentro a cambio de actitud del juez es la de que el panorama político que se abre, con un partido en el Gobierno, padrino de Blesa, que ve resquebrajarse su poder, con un ministro de Justicia desprestigiado, humillado y con un pie fuera del ministerio, y con una sociedad muy movilizada que hace tiempo ha dejado de callarse y que viene comprobando su fuerza con la marcha atrás dada por el gobierno en varios asuntos.
La España de hoy, pese a la caída en desgracia del juez Silva, tiene poco que ver con aquella España del caso Naseiro, en la que, por arte de birli birloque y la consiguiente ingeniería jurídica, tan temible como la de Calatrava o la financiera, nadie escuchó a Eduardo Zaplana y otros cargos del Partido Popular en Valencia repartirse las comisiones de los constructores por la adjudicación de obras en sus áreas de poder. En la España de hoy, hay correos electrónicos, medios para investigarlos y, sobre todo, hay una prensa libre, comprometida sólo con sus lectores, dispuesta a publicar cuantas tropelías se cometan desde el poder.
Haber escrito lo que escribió ese patán de zapato italiano y despacho panorámico en esta España de hoy demuestra una vez más que la prepotencia de los poderosos y el servilismo de quienes les rodean son malos consejeros, porque, al final y siempre, por la boca muere el pez.


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miércoles, 17 de septiembre de 2014

TORDESILLAS



Lo han conseguido. Un año más lo han conseguido. Un año más, el nombre de Tordesillas ha abierto telediarios aquí y en medio mundo. Un año más la barbarie ha conseguido borrar siglos de Historia y de Arte, así, con mayúsculas, para reducirlos a las terribles imágenes de una salvajada. Lo han conseguido y que no se quejen, porque enrocarse en la barbarie no es una obligación, sino una opción, a mi modo de ver equivocada.
Que no se extrañen si ya no se piensa en la localidad vallisoletana como el lugar que dio nombre a un tratado por el que se repartió el mundo aún por conocer entre España y Portugal. Que nadie so se extrañen si nadie habla ya de su plaza mayor, su puente o su muralla sino como escenarios del martirio de un pobre animal aturdido, cuya oportunidad de vivir es la de llegar al campo libre entre las lanzas y navajas de centenares de energúmenos que a pie o a caballo quieren sentirse más hombres con su sangre.
Que nadie se extrañe de que reduzcamos a todo un pueblo, a  toda su gente a unas horas de horror, que no se extrañen porque son los primeros que defienden ese espectáculo que nos lleva a lo más oscuro de nuestra historia. Que no se extrañen, porque yo, por ejemplo, soy incapaz de imaginar otra cosa cuando pienso en Tordesillas.
Qué triste escuchar los insultos que sus vecinos dedican a quienes protestan por tan bárbara tradición. Les llaman, por ejemplo, sinvergüenzas, curiosa palabra en boca de quien no la siente por encarnar un reducto de incultura que no cabe en la Europa del siglo XXI a la que decimos pertenecer. Qué triste ver como la Guardia Civil, que pagamos todos, garantiza el martirio y la muerte de un pobre animal y se lleva o identifica a quienes tratan de impedirlo. Que contradicción que quienes deciden manchar sus manos con la sangre del toro no quieran testigos y persigan a pedradas o a golpes a quienes tratan de dar testimonio de sus excesos.
Qué triste comprobar que la mayor defensa que hacen los vecinos de Tordesillas es la d decir que en su pueblo hacen lo que quieren, manifestando animadversión, cuando no odio, a quienes pretenden impedir un espectáculo tan doloroso como el que ofrecen cada mes de septiembre- Argumento nada lejano de lo que esgrime el maltratador que golpea a su mujer y, cuando es sorprendido y alguien afea su conducta dice que en su casa manda él, sin caer en la cuenta que su casa, su pueblo, están dentro de un estado a cuyas normas tendría que someterse quiétranlo o no, porque la convivencia se basa en el respeto y ellos prescinden de ese respeto.
  Qué pena ver al "campeón" del torneo pasear hasta el ayuntamiento con el rabo del animal ensartado en la lanza con la que le ha dado muerte, rodeado de otros como él que parecen envidiarle. Ayer me preguntaba qué pensaríamos, qué diríamos, si viésemos a un toro pasearse, rodeado de cabestros, con las vísceras, ensartadas en su cornamenta, del torero que acaba de matar. Probablemente, no lo soportaríamos. Por qué soportar entonces que se torture a un hermoso y aturdido ser vivo.
Y, si hay algo que soporte aún menos que la barbarie, es que se pretenda justificar tan cruel barbarie apelando a la tradición o a la cultura, porque tradición era también quemar herejes o romper el cuello de los condenados con el garrote en plaza pública delante de hombres mujeres y niños. Eso o que se celebre como fiesta la muerte de un ser inocente, algo que, lo siento, me recuerda a las ejecuciones salvajes con que tratan de atemorizarnos los fanáticos salvajes de ese régimen de barbarie y terror que autodenominan Estado Islámico. 
Sangre y cultura se llevan muy mal y siempre que las han forzado a ir juntas ha sido para hacer sufrir a inocentes, sean animales o seres humanos, porque por más que algún conferenciante cursi a sueldo del ayuntamiento de Tordesillas llame a víctima y verdugo, lancero y toro, les llame compañeros, nada tienen que ver el uno con el otro, porque el que da la muerte está allí porque quiere y el animal lo único que quiere es dejar de estar allí.
Tordesillas si sus vecinos se han estigmatizado y que no se quejen. Esto no es la tomatina de Buñol.
Salen en los telediarios de medio mundo, sí, pero para poner en evidencia su salvajismo. Y, si no todos son salvajes, que lo demuestren oponiéndose a que a otros se les consiente serlo.


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martes, 16 de septiembre de 2014

ABORTAR LA LEY DEL ABORTO



Parece que, definitivamente, la ley Gallardón, que en realidad lo ha sido de todo el gobierno, acabará, no ya en un cajón, sino en la más oscura de las papeleras de la Historia, porque, sinceramente, no creo que haya nadie capaz de rescatar una ley como ésta, planteada no con criterios conservadores, sino decimonónicos que, desde una mentalidad machista que ofende la inteligencia de las mujeres a la vez que coarta su libertad, convirtiéndolas en ciudadanas de segunda y rehenes de un pensamiento que tiene poco o nada que ver con  las necesidades y el sentir de la España del siglo XXI.
Insisto en que la frustrada ley tuvo el beneplácito de la mesa del consejo de ministros y añado que, si alguno mantenía reservas hacia ella, se comportó como Fraga, padrino político que fue de Gallardón, que mantuvo su culo en la silla de aquellos consejos de ministros de Franco en los que se firmaba el "enterado" de penas de muerte. Pero ninguno de los ministros de Rajoy tuvo arrestos, como ninguno de los de Franco los tuvo, de levantarse de la mesa por eso tan raro hoy en día y más en política que llamamos principios. Así que que no nos vengan ahora con pamplinas, porque la ley que ya no verá la luz, y sólo por conveniencia, es también suya.
Esto último es algo que tendríamos que tener claro, tanto para el PP como para todos los partidos, que, cañudo le damos nuestro voto, tendríamos que tener claro que nos hacemos solidarios con todo lo que haga si llega a gobernar. Y eso, en el caso de la reforma de la legislación en materia de aborto, estaba en el programa. Así que quien votaba las ventajas de una rebaja de impuestos, que no lo olvide, daba también su voto a la delirante ley del aborto que hizo Gallardón para el PP y para sus votantes. Y es que, como le escuché decir a Santiago Carrillo a propósito del propio Gallardón, cuando aún gozaba de una cierta pátina de progresismo, "no conozco en el PP a nadie que no sea del PP". A lo que yo añadiría que no conozco a nadie que vote al PP, aunque sea por conveniencia, que no suscriba su ideario. O, al menos, así debería ser.
Y por seguir con Gallardón, un ministro tan escurridizo en el verbo y tan demagogo como él no merece otra cosa que que se haga demagogia con su abortada ley. Sí, digo bien, digo abortada y lo digo porque esta ley, aberrante y llena de malformaciones, ponía en serio peligro la salud electoral de sus padres políticos. Para tomar la decisión, entre tanto ruido integrista como les venía de obispos y tertulianos montaraces, ha sido preciso, al parecer, el diagnóstico del gran gurú de las encuestas en el PP, Pedro Arriola, curiosamente casado con una de las pocas disidentes del PP en esta materia, que, al parecer, ha visto en los posos de la sociología los malos augurios para el futuro electoral de su partido que ya eran evidentes para todos.
Finalmente, la ley, una de las más salvajes de la democracia, se quedará en el camino, no sin antes haber propiciado en su contra una de las mayores movilizaciones que se recuerdan en los recientes años de democracia, aunando las protestas de colectivos feministas, organizaciones como Amnistía Internacional, sindicatos, partidos políticos, el movimiento 15-M y gobiernos y foros internacionales.
En cuanto a Alberto Ruiz Gallardón, autor y cantor de las excelencias de esta ley, se ha dejado en la gatera del trayecto muchos pelos. El primero, el del equivocado prestigio que, a pesar de sus más que despóticos gestos en la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid, conservaba. Eso será, quizá, lo único bueno que nos deje la ley: haber enfrentado a muchos ante el verdadero rostro de este ser tan desquiciado, obsesionado por trascender en el tiempo, dejando su nombre en edificios y autopistas subterráneas y, por qué no, en una ley, aunque sea a costa de la salud, la libertad y la felicidad de las españolas y quienes compartimos nuestra vida con ellas.
Afortunadamente, y digo afortunadamente por el resultado no por lo que lo causa, el miedo al desastre ha provocado en el gobierno el aborto de su ley del aborto. Ahora es el turno del ministro al que sólo le queda demostrar dimitiendo que conserva algo de dignidad, si es que alguna vez la tuvo.


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lunes, 15 de septiembre de 2014

POCO MÁS QUE UNA BENGALA


Yo, que hice la mili, ya mayor y desde una oficina, no las he usado ni les he visto usar, pero sí las he visto en películas y en ellas he aprendido que las bengalas se usan en los momentos de desesperación para llamar la atención de los rescatadores en el caso de naufragios o accidentes o, es el caso de estar sitiado por el enemigo, para reconocer el terreno y determinar la localización las fuerzas con que cuenta el enemigo. Y en las mismas películas he sido testigo de la frustración de los náufragos o los sitiados cuando, tras unos segundos de luz, incluso deslumbrante, vuelven la soledad y el pánico de las tinieblas.
Y vuelven, después de unos primeros instantes de fulgor casi cegador y de una carrera contra el reloj, en la que quienes la han lanzado tratan de hacerse una idea de qué es lo que tienen alrededor y cuál es el camino le la salvación. Lo malo es que la bengala arde y se consume y los destellos que dejan su chisporroteo se extinguen pronto, devolviendo a la oscuridad a quienes habían puesto sus esperanzas de salvación en ella, no sin antes haber iluminado también sus flancos más débiles.
Pues bien, eso es exactamente lo que Pedro Sánchez está siendo para el PSOE, una bengala que ha deslumbrado con su fulgurante triunfo el panorama en torno al PSOE, pero que mientras arde y se extingue está dando una imagen deformada de la realidad, al tiempo que muestra las miserias de un partido que se aleja aún más de quienes un día fueron sus votantes. 
No sé si sus intervenciones de este fin de semana son fruto de las prisas o de la imprudencia, pero lo cierto es que el flamante secretario general de los socialistas se está quemando antes de tiempo. Y lo digo porque su mensaje insinuando no sé qué confluencia de intereses entre el Partido Popular y los "populistas" de Podemos para desgastar al PSOE, como si no bastase con lo que sale de su boca jesuítica para conseguirlo, porque sus análisis tienen más que ver con la ficción que con la realidad, terca como siempre, y más, si como en su caso, lanza esas acusaciones, mientras él,  temerariamente, se acerca a los planes de "re(de)generación" democrática del PP-
No sé de qué parte de la galaxia viene este chic tan guapo, de voz tan meliflua, al que tan bien le sienta el uniforme de Ken, el amigo de Barbie, político. Lo que sé es que no viene de mi barrio ni de un pasado en el que lo que se conseguía se conseguía desde las bases. Creo más bien que su camino hasta hacerse con la secretaría general del PP está lleno de atajos y confortables alberques, aquí o en Bruselas.
Y lo digo con la dureza que lo digo, porque está empleando el mensaje de héroe cercado en la última posición que también funciona con los votantes de la derecha pero que mucho me temo que en los de la izquierda producen más bien repelús. Este señor cree que basta con colgarse una mochila al hombro para ser guay y de izquierdas. Y se equivoca, porque con sus modos y con su mensaje se va a quedar sólo. Entre otras cosas, porque la izquierda sólo ha sido fuerte cuando no ha sido excluyente y sus modos, anatemizando y fumigando a los neocomunistas, qué diría Guerra, a los perroflautas, según sus colegas del PP, o  a los populistas como a él le gusta decir, puede dejarle más solo que la una, que diría Robinson.
Ayer, oyéndole decir lo que decía, me recordaba discutiendo con gente que, en las manifestaciones en torno al Congreso, donde él permaneció sentado en su escaño o su despacho, sin querer asomarse a la puerta para ver la realidad que no contaban los telediarios, porque la consigna de "PSOE y PP la misma mierda es" que coreaban, me resultaba chirriante. Hoy no sé si les daría toda la razón, pero, desde luego, les otorgaría el beneficio de la duda.
Pedro Sánchez es poco más que una bengala que deslumbro en un primer momento pero que se va a ir apagando poco a poco dejando alrededor más humo tóxico que luz.


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viernes, 12 de septiembre de 2014

DE CORAZONES, CUADROS Y RAZONES


Va a ser muy difícil que en Cataluña se olvide el día, la tarde, de ayer. Fueron once kilómetros de expresión libre de la voluntad de un pueblo, once kilómetros repletos de centenares de miles de ciudadanos que, sin violencia, con emoción pidieron al resto de los españoles y al mundo que ser respete su derecho a ser consultados sobre su futuro.
Yo que me siento feliz en Cataluña, especialmente en esa ciudad tan hermosa y hospitalaria que es Barcelona, aunque es difícil expresarse ahora y desde aquí, quiero que se vote y quiero que se vote por una Cataluña federada con el resto de estados federados que quieran serlo en España, porque, aunque respeto el patriotismo,  no creo en las patrias opresoras ni, mucho menos, excluyentes.
Creo en la gente y creo en la gente que se expresa libremente. Y ayer tarde, en Barcelona, la gente se expresó libremente y manifestó con contención y respeto, bajo una impecable organización, su deseo de ser escuchada y creo que, sólo por eso, debe ser escuchada y que debe comenzar de una maldita vez el diálogo entre unos y otros para que realmente sepamos cuántos catalanes quieren que cambié su relación con el resto de España cómo quieren que cambie. Pero me temo que ni Rajoy ni Mas quieran aclararlo, porque como los defensores de la misa preconciliar prefieren hablar en latín y llevar a cabo el ceremonial de espaldas a la parroquia.
La marcha de ayer fue todo un éxito que, sin duda, hay que atribuir a las organizaciones ciudadanas que la convocaron y, también sin duda, al apoyo institucional de la Generalitat, No hay más que ver la tímida, si no ridícula, y triste acogida que tuvieron los actos y conciertos contraprogramados por otras organizaciones, alguna, como la de Tarragona, con presencia de líderes como Albert Rivera, de Ciutadans, Alicia Sánchez Camacho, del PP, y la díscola socialista Carme Chacón, que, como la tía Ceferina, ya no sabe si se mea o se orina, y que fue enviada, sin duda, desde el número 70 de la calle Ferraz.
No tuvieron éxito esas contradiadas, como tampoco lo tuvieron los actos de exorcización que UPyD convoco ante los ayuntamientos de grandes capitales y otras iniciativas fruto del "tenemos que hacer algo" que buscan más salir en los telediarios y arrastrar algún que otro voto que contrarrestar, porque era imposible hacerlo, la marea ciudadana de Barcelona.
Y, mientras esto pasaba, qué hacía el Gobierno. Pues hacía cosas tan peregrinas como aquella campaña contra el fuet, el cava y otros productos catalanes, de la que algunos avispados, y no sé si avisados productores, hicieron su agosto sacando al mercado productos similares, pero cañís. Así, el presidente Rajoy puso en peligro el poco prestigio que pueda quedarle y el de una de las más prestigiosas instituciones españolas, la Organización Nacional de Trasplantes, utilizando un acto de esta última para "mandar un mensaje a los catalanes en un día como el de ayer a los que dijo que "un andaluz puede vivir con el corazón de un catalán gracias al sistema nacional de trasplantes", y a nadie se le escapa, como dando a entender que la solidaridad que lo permite ahora se acabaría si Cataluña alcanzase sus legítimas. 
Cuando leí la salida de pata de banco, una más, de Mariano Rajoy no daba crédito. Se puede caer más bajo, pero hay que entrenar mucho. Parecía uno de esos curas babosos cuando amenazan con el fuego del infierno a   indefensos y asustadizos niños que prepara en la catequesis para la primera comunión. Pero no sabía que hubiese tenido que reservar un poco de mi capacidad de asombro para asistir a la vil apropiación de la figura de Joan Miro, todo un símbolo en la Cataluña de los setenta de la identidad catalana. 
Pero no acaba ahí la cosa. Hoy mismo se ha filtrado desde el ministerio de Interior la existencia de nuevas cuentas de los Pujol en el paraíso fiscal de la isla de Mann, cuantas que manejaba Oleguer, otro de los hijos de Jordi Pujol. Menos mal que la revelación se compensa con la información ofrecida hoy por el diario, según la cual el jefe de gabinete del presidente Rajoy está detrás de la confesión del hijo mayor de los Pujol Ferrusola, la gran coartada que esperaba el gobierno del PP para lanzar toda su maquinaria y toda la información, acumulada durante años, contra el soberanismo catalán.
En fin, mucho falso corazón, mucha mano de pintura en elogios a Cataluña y pocas o ninguna razones.


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jueves, 11 de septiembre de 2014

DEMASIADOS ELOGIOS


Sé que no está bien visto hablar mal de los muertos y más si el finado está aún de cuerpo presente, pero lo las últimas horas con Emilio Botín me parece demasiado. Entre otras cosas, porque quienes lo hacen son cualquier cosa, menos coherentes, y porque se nota demasiado que quienes los hacen, o sus empresas, tienen la lengua o la pluma cautivas de un poder que en España, y en Occidente en general, es excesivo y, si no quita y pone gobiernos, que al menos lo intenta, sí, seguro, influye en sus decisiones.
No hay más que pararse a mirar en los consejos de administración del Santander o de las empresa por el participadas, para encontrarlos granados de ex ministros y es altos cargos de los diferentes gobiernos de uno y otro signo, Guillermo de la Dehesa (PSOE) y Rodrigo Rato (PP) ene l consejo del "banco rojo", qué ironía, sin ir más lejos. No hay más que recordar de qué manera tan indisimulada se libró al banquero desaparecido de una importante condena en la Audiencia Nacional en el tenebroso asunto de la cesión de créditos, tan tenebroso como el de las preferentes, en el que también participó su banco.
Y no sólo esos dos casos, también y más vergonzoso, para nosotros, y vergonzante, para el gobierno que lo dio, el indulto concedido por Zapatero en el último minuto del último consejo de ministros a Alfredo Sáenz, consejero delegado del banco de Botín, condenado por el Supremo a tres meses de prisión y, lo que es peor, a la inhabilitación para trabajar en el sector, que le hubiese obligado a dejar la vicepresidencia del banco.
Lo decía antes, con sus retiros dorados, con sus elogios zalameros a las políticas de los diferentes gobiernos, con los créditos para campañas electorales a unos y otros partidos, se compra la voluntad de muchos gobiernos y se encoge el corazón de otros. Entre otras cosas, porque los bancos han sido y son testigos mudos y colaboradores necesarios para la mayoría de los delitos de corrupción y no hay más que ver la remolonería con que responden cuando son requeridos por la justicia para investigar a sus clientes. Recuerdo que de pequeño me decían que hay que tener amigos hasta en el infierno, algo de lo que no se preocupan los banqueros, porque el infierno son ellos.
Se compran voluntades de políticos y se compran también las de los periodistas y los medios de comunicación. Y hay muchas maneras de hacerlo, una es la obvia la tan evidente y rancia del regalo en especie, tan practicada en tiempos en la que, recuerdo, por estar presente en la asamblea general de un banco, regalaban la estancia en un hotel de lujo y un ordenador, cuando había, como mucho, uno por calle. Otra es la concesión de créditos imposibles a intereses de risa. Otra, más sibilina, es la de patrocinar cursos y ciclos de conferencias en los que una charla de hora y media se paga como dos semanas de trabajo y coordinar un curso no quiero ni pensarlo.
Son años de servidumbres que acaban por levantar un muro protector en torno a quien las cultiva, otorgándole una especie de omertá y un control de daños en los telediarios y en las primeras que, en más de una ocasión, ha salvado el negocio. Son las miserias que llevan al elogio desmedido de personajes que, como Emilio Botín, practican santificándose lo que en otros sería considerado grave pecado; la usura, la mentira, el chantaje, la extorsión, etc.
Se nos ha dicho por activa y por pasiva que los grandes problemas de nuestro país han sido la destrucción del tejido industrial y la economía especulativa. Pues bien, ayer que tocaba cantar las excelencias del muero, se nos dijo que su mayor mérito había sido iniciar la transformación de la banca industrial en banca financiera, Ver para creer. Del mismo modo se contabilizó entre los méritos de Botín la rapiña, ese ejercicio de piratas de tierra firme que saqueaban cuantos barcos naufragan en sus costas y que Botín ha practicado en Reino Unido y América Latina, comprando baratos los restos de bancos hundidos por la crisis. Demasiados elogios, en fin, para quien como tantos y tantos héroes de la banca ha construido su prestigio sobre el sudor y el llanto, a veces también la sangre, de otros.



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miércoles, 10 de septiembre de 2014

A RELAXIN' CUP OF CICUTA



Como hiciera hace veinte siglos el cordobés Lucio Anneo Séneca ante la pérdida del favor de Nerón. Ana Botella de Aznar se tomó ayer ante las cámaras, los micrófonos y los flashes que tanto amó la cicuta de la renuncia ante el abandono del emperador de la calle Génova que la considera, como todo el que tenga ojos, un lastre para las aspiraciones del PP de no estrellarse también en Madrid en las próximas elecciones.
Pocos fracasos recuerda este país tan estrepitosos como el de la esposa de Aznar, metida con calzador en la candidatura de Alberto Ruiz Gallardón, para ser catapultada en un futuro nada improbable a la alcaldía. Quien allí la colocó sabía de las ambiciones del hoy desenmascarado ministro de Justicia, que no dudaría en dejar el sillón y las promesas debidas a los madrileños en cuanto s ele presentase la más mínima posibilidad de pisar la moquete de la Moncloa. Y acertó. Gallardón perdió el culo, que diría un castizo, por sentir el peso de una cartera ministerial y se quedó, para mal de los españoles y especialmente de las españolas, con la de Justicia.
O sea, que fue así, de ese modo tan poco claro como Ana Botella llegó a la alcaldía de la ciudad más endeudada de España y quién sabe si de Europa sin haber sido nunca propuesta a los electores como alcaldesa, lo que no debe servir de excusa para los muchos votantes exquisitos que quisieron creer en el Gallardón demócrata y progre, para tener así una coartada para votar a la derecha, una mala excusa, porque todo ciudadano debe saber que todo el que aparece en una lista electoral, por más remotas que sean sus posibilidades y en Santiago de Compostela lo saben, puede acabar siendo alcalde.
Es decir, por más que traten de ponerse a salvo renegando de ella, Ana Botella, la alcaldesa que ayer dijo adiós sin dimitir, la que ha arrasado la ciudad de Madrid, pretendiendo saldar la deuda de nuevo rico que dejó su faraónico antecesor, la que se puso tan en ridículo, poniéndonos de paso también en ridículo a todos los madrileños, con aquel histriónico "monólogo" del "relaxin' cup of café con leche" que hoy triunfa en las redes sociales.
Ana Botella, la que se presentó con abrigo de pieles y tacones a supervisar el esquirolaje a la huelga de trabajadores de la limpieza que apenas ganaban 800 euros; la que tuvo "los santos cojones" de darse por satisfecha con una rápida visita con foto a los familiares de las víctimas y heridos de la tragedia del Madrid Arena, en la que, luego se demostró, su ayuntamiento tenía mucho que ver, volviéndose a Portugal para proseguir con su relajante spa del puente de "todos los santos"; la que tiene Madrid, ya sin huelgas, más sucio que nunca; la que está cambiando las marquesinas, aún en perfecto estado, de los autobuses porque tras la empresa encargada de hacerlo está su yerno; la que ha "podado" hasta el límite de la imprudencia los presupuestos para limpieza, parques y jardines con las consecuencias tan terribles que están sufriendo los árboles de la ciudad que se caen de cuajo y han causado ya dos muertes y varios heridos.. Ana Botella se va, pero se queda, sin formar parte de nosotros, porque no ha habido, por razones obvias, alcalde, ella ha sido la primera mujer en el cargo, tan impopular como ella.
Se va abriendo el debate para su sucesión, todo un problema para el taimado Rajoy, pero se queda para comerse el marrón de hacerse responsable de los estropicios causados a la ciudad, por ella y, sobre todo, por la suicida gestión del megalómano Gallardón. Se queda para dejar a cero el contador de los agravios a los ciudadanos. Parece que le sustituirá otra mujer, una mujer que ya se habrá quemado en los ocho meses de debate que deja abiertos para que el PP encuentre un candidato y nada más, porque sólo un milagro o la más hedionda de las carambolas devolvería la alcaldía de esta ciudad hoy triste, desprestigiada y sucia al Partido Popular.
Esa ha sido quizá su pequeña venganza, tomarse la cicuta delante de todos y antes de tiempo.


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martes, 9 de septiembre de 2014

ESPAÑA NO VA BIEN


Ocurrió ayer mismo. Los distintos organismos de esas superestructuras que desde hace décadas mangonean en las economías de países como el nuestro decidieron hacer sonar sus fanfarrias y cantar a los cuatro vientos que España, la España de Rajoy, va bien. La verdad es que hacernos creer que es cierto, aunque no lo sea o, si lo es, lo sea sólo en parte, les va en el sueldo y ellos, como sicarios que son del capital especulativo, están acostumbrados a hacer bien su trabajo, sin que la menor de las dudas les mueva una pestaña o haga temblar su pulso.
De todos modos, lo tiene  fácil. Porque el presidente de la OCDE, Ángel Gurria, o la directora del FMI, Christine Lagarde, en entredicho por sus tejemanejes en el gobierno Sarkozy, no conocen de España mucho más que las habitaciones de los exclusivos hoteles en que se alojan, los aeropuertos en que aterrizan sus jets privados o los palacios y despachos cuyas moquetas son el único suelo español que pisan, no tienen por qué conocer la miseria en la que viven cada vez más españoles.
A la hora en que Gurría decía que España había hecho los deberes y la ponía como ejemplo de cómo tiene que comportarse un gobierno bien mandado, en mi calle, un hombre de unos sesenta años, tan español como Rajoy o como yo, se asomaba a los contenedores de basura en busca de algo con lo que "arreglar" la cena, una escena que recuerdo de mi infancia, aunque entonces la basura se acumulaba sobre el suelo, los camiones de basura eran carros de mulas y los "traperos" pasaban casa por casa con sus banastas para recoger el contenido de unos cubos de cinc, forrados con papel de periódico, a cambio de una propina y de lo que pudiesen rescatar de su contenido.
A la misma hora en que Gurría , con su traje tan impecable como impersonal, trataba de consolarnos diciendo que las cosas no salen bien a la primera, un ciudadano de setenta y dos años salía a la calle en un barrio de Madrid para dar su paseo habitual de jubilado, sin saber que los recortes que había aconsejado la OCDE, aunque no funcionasen a la primera, estaban culminando su labor, carcomiendo la rama del árbol que iba a acabar con su vida, las segunda a causa de una caída de un árbol o sus ramas en Madrid en tres meses, porque el ayuntamiento, la alcaldesa de Madrid, había decidido prescindir de jardineros de a 800 euros al mes, en lugar de hacerlo de sus cientos de asesores de a varios miles al mes.
A la hora en que Ángel Gurría hacía el diagnóstico, basado en papeles e informes sin alma, de la economía española, una ONG fundada para que a los escolares españoles no les falte una comida decente al día, algo de lo que deberían ocuparse los distintos gobiernos, quizá demasiados, que tenemos nos hablaba de los dos millones de niños españoles que viven en riesgo de pobreza y, a su lado, un padre explicaba que necesita esa comida del colegio, porque, con los cuatrocientos euros que gana, él sólo puede darles de comer y de mala manera, los fines de semana, debiendo además dos meses de luz. Y, mientras, decenas de miles de padres, los afortunados que tienen al menos un puesto de trabajo, se esforzaban en encontrar de dónde quitar para poder pagar los libros, el uniforme y el material que han de llevar sus hijos al colegio.
Por más que insistan usted, señor Gurría, o usted, señora Lagarde, en que su España de papel, la de las grandes cifras o la España de las empresas del IBEX 35, repletas de consejeros que fueron o dijeron ser socialistas o de otros que ni siquiera han tenido que quitarse sus disfraces de conservadores para serlo, la España de los informes, la de papel tiene poco o nada que ver con la España verdadera, la real, de la miseria en las calles, de los niños que se caen de sueño en los colegios, porque en casa no comen, de los jardines que se agostan carcomidos por la falta de cuidados o las plagas sin control, la España de los españoles va mal, muy mal.
Sé que en su sueldo va también hacer este paripé para que los imbéciles dejen de mirar en la tele todas estas cosas horribles que les dicen que pasan y se queden con las portadas de los periódicos que les hablan de brotes verdes y raíces vigorosas. Mejor así, mejor no saber que España no va tan bien y seguir votando a los autores del desastre, Lo malo es que la realidad es tozuda y, al final, acabará imponiéndose y les despertará de su sopor con una sacudida. Y eso no va  ser divertido, sobre todo para ellos.


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lunes, 8 de septiembre de 2014

CAOS EN LA EDUCACIÓN


Ésta que comienza es, para muchas familias, la semana más importante del año, porque esta semana es la semana en que comienza el curso para los más pequeños. Para muchos de ellos va a ser quizá la primera ocasión en que se van a ver rodeados de extraños, aunque bajitos como ellos, sin los brazos de una madre, un padre o unos abuelos en los que refugiarse. 
Son días cruciales para la vida futura de esos niños, aunque, a la postre, los recuerdos que les queden de ellos sean, y lo sé por experiencia, poco más que una vieja fotografía, Lo malo es que quienes nos gobiernan desde hace apenas tres años no parecen querer darse cuenta de ello, al menos en lo que afecta a los hijos de los otros, no a los suyos que irán al colegio al que fueron ellos y, si me apuráis, sus padres. Niños a los que recibirán la misma caricia cariñosa que recibieron sus padres del viejo cura que, siendo apenas un seminarista acarició a sus adres.
Frente a ese mimo a esas rancias tradiciones, a esa educación "de toda la vida", los otros niños, los de las familias de los parados, de los desahuciados o de quienes trabajan toda la jornada para mantener una familia, un sueño y dos casas en dos continentes, se encontrarán con aulas deterioradas, con profesores aún por designar o con otros que no han sabido hasta unos días antes cuál iba a ser su destino para este curso, con lo que los hijos de los desfavorecidos, a veces sólo por haber cometido el error de no poder vivir más que en el barrio equivocado, se van a dar de bruces con el caos educativo creado por la insensatez de un ministro temerario -o la temeridad de este ministro insensato, como más os  guste- y por la deslealtad de los responsables locales del área educativa, dispuestos sólo a procurar el negocio de la escuela privada, uno de los mayores negocios, que, a la vez, se constituye como uno de los mayores instrumentos de dominación y transmisión de ideologías y clases, al perpetuar, inoculándosela a los niños, una educación que sólo pueden pagar unos pocos y, aun así, con la ayuda del dinero de todos.
Comienza un curso en el que las diferencias entre unos y otros van a ser más evidentes que nunca, porque el sistema educativo español tiene ahora veinte mil profesores menos y es fácil adivinar de dónde han desaparecido casi todos. Un curso en el que el comedor, toda una necesidad para muchos, se habrá institucionalizado ya como un lujo. Un curso en el que a nuestros niños ya no se les enseñará a ser ciudadanos, sino buenos cristianos. Un curso en el que habrá asignaturas que se impartirán sin textos, porque los incapaces  que nos gobiernan aquí y allá no han sido capaces, valga la redundancia, de sacarlos adelante. Un curso en el que en sendas localidades madrileñas, en lugar de los colegios públicos que se necesitan, se construyen, con todo el beneplacito de la administración, cesión de suelo incluido, dos colegios privados que ya desde el primer ladrillo tienen la condición de concertados, con la correspondiente subvención que todos pagaremos .
Va a comenzar un curso con una nueva ley de la que el ministro paridor ya no responde, porque no se molesta en dar la cara, un curso en el que algunos colegios -al menos en Madrid hay uno que lo hace y se lo consienten- resta un punto en el baremo para acceder a sus plazas a los hijos de quienes no tiene trabajo, un curso que va a consagrar el desmantelamiento de una de las patas de nuestro sistema de bienestar, la de la educación, que, durante unos años, nos hizo creer aquello tan manido del franquismo de que el hijo de un albañil podía llegar a arquitecto y el de un arquitecto podía quedarse en albañil.
Nada de eso era verdad, los hijos de los arquitectos seguirán yendo a los caros colegios a los que ellos fueron y haciendo sus carreras en universidades privadas con más medios y menos exigencias, en tanto que los afortunados hijos de obreros que lleguen a la universidad pública, casi tan cara ya como la privada, tendrán que trabajar fines de semana y vacaciones para poder pagar su carrera, jugándose estudios y economía en cada examen.
En fin esta semana comienza el curso del caso, con la única esperanza de que sólo sea un mal sueño que dure lo que dure la pesadilla que vivimos por habernos dado -digo habernos, porque no hicimos lo suficiente para evitarlo- el atracón de mayoría que concedimos a estos sectarios irresponsables del Partido Popular. Y en nuestras manos queda que se vayan y que se vayan cuanto antes, a ser posible para no volver.


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viernes, 5 de septiembre de 2014

¿Y ESTO ERA EUROPA?



Ayer, después de cinco años de obstinación teutónica, por fin Mario Draghi, responsable del Banco Central Europeo, tomó la decisión de dejar en un simbólico 0,05 % el tipo de interés y no sólo eso sino que anunció su intención de comprar deuda a los bancos, para que, así, estos comiencen a prestar dinero a los particulares. Cinco años y varios millones de parados después, con el orgullo de Europa, su estado de bienestar, desmantelado, con la mayoría de los mercados perdidos para los países que hacen sus facturas en carísimos euros y con un creciente descontento social que ha resucitado, y no sólo en España, a la dormida o desencantada izquierda.... cinco años después de todo esto, cinco años después de críticas continuas, cinco años después de fracaso tras fracaso, el BCE ha decidido que la política salvajemente anti inflacionista y anti déficit impuesta por Alemania al resto de sus socios europeos  no era la adecuada y que convenía un golpe de timón para salir de la peligrosa escollera a la que la soberbia de la Europa rica había condenado.
Han sido cinco años en que los europeos del sur, todos, hemos perdido casi todo lo que nos hizo creer en una Europa solidaria y justa, cinco años en que los gobiernos, de izquierdas y de derechas que en ella han sido han hecho oídos sordos a los lamentos de sus ciudadanos y se han limitado a cumplir, con mayor o menor entusiasmo, las órdenes de la señora Merkel a costa de las propias leyes, leyes que, esas sí, habían sido aprobadas por los representantes del pueblo y refrendadas, como nuestra constitución, en las urnas. Han sido cinco años de despotismo, de decisiones tan manifiestamente injustas que no me hubiese extrañado que acabasen conduciendo a una nueva toma de la Bastilla en la que los "sans culottes!, cada vez más numerosos en esta Europa que camina a la miseria comenzasen a levantar cadalsos para los tiranos.
Cinco años en los que los más decentes y desprotegidos han visto como lo que creían su riqueza, una vivienda, un coche, un puesto de trabajo, se desvanecían ante sus ojos, mientras los poderosos, no sólo quedaban a salvo, sino que multiplicaban sus riqueza con la política de transferencia de rentas que sus gobiernos amigos, conservadores y socialdemócratas, han venido haciendo con esas engañosas bajadas de impuestos modelo embudo, en la que a los pobres se les ofrecen unos pocos euros al año a cambio de un salvaje recorte de derechos en Sanidad, Educación, Dependencia y todo aquello que supusiese redistribución de la riqueza.
Cinco años terribles, en los que los ciudadanos no hemos tenido nada que decir, porque poco importa a quién demos nuestro voto, porque, al final, el gobierno de Europa, el que toma o debería tomar las decisiones se forma cambiando cromos, pactando alianzas, las más de las veces miserables, en las que Arias Cañete o De Guindos pueden acabar siendo comisarios o quién sabe qué a cambio de que personajes como Catherine Ashton se ocupen irresponsablemente de la política exterior europea, dando lugar a conflictos como el de Ucrania, en el que, como ocurrió con la irresponsable toma de Alemania en favor de Croacia en los Balcanes, la ruptura del statu quo existente llevó a un conflicto tan largo como sangriento.
Ese es el drama de la Unión Europea, que los europeos no somos dueños de nuestros destinos, que, por encima de nuestras estructuras democráticas, existe un gobierno de "notables" que no han sido elegidos directamente por nadie y que toman las peores decisiones sin que nadie pueda ponerlas en cuestión ni mucho menos escapara  ellas.
Por eso hoy me pregunto ¿Y Europa era esto?


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jueves, 4 de septiembre de 2014

SOMOS DE IZQUIERDAS


Recuerdo que a la muerte del dictador, cuando cayeron las ataduras y las mordazas, este país se fue revelando como lo que en realidad había sido, también en aquel nefasto 1936, un país de izquierdas, en el que la libertad y el ansia de justicia social señalaban el rumbo de la mayoría de la población. También después de aquel fallido golpe de estado que quiso devolvernos al pozo negro de la Historia. Porque siempre que ha sido crucial  la definición de este país, la mayoría de os ciudadanos se han dicho de izquierdas. Es más, yo me atrevería a aventurar qué porcentaje de españoles, a la hora de la verdad, se considerarían de izquierdas y no es difícil hacerlo, porque quien ha definido ese porcentaje es el PP, fijando en un 40% de los votos la mayoría suficiente para obtener la alcaldía en el intento de reforma de la elección de alcaldes que quiere aprobar en solitario y contra viento y marea, para no perder una decena de ayuntamientos, cuando en las próximas elecciones, los ciudadanos le pasen la factura de tantas mentiras y tantos recortes.
Está claro que, salvo excepciones, por más que prometan volver a atar los perros con longanizas, y en el mejor de los casos los candidatos populares no van a sobrepasar nunca ese cuarenta por ciento que ellos mismos se han fijado como seguro de soledad ante la imposibilidad del pacto, O, lo que es lo mismo, el sesenta por ciento de los españoles que votan pueden volver a hacerlo por partidos de la izquierda, ahora que Podemos y otras fuerzas como Equo y los distintos Ganemos o Guanyem han venido a llenar el enorme hueco que dejaba el descontento, cuando no el asco, hacia la política, llamémosla tradicional, por parte de un importante sector de los votantes, especialmente los jóvenes.
Lo acaba de dejar claro una encuesta difundida hoy por la SER, según la cual, Podemos sería ya la tercera fuerza política en Andalucía, con un dieciocho por ciento de los votos, algo parecido a lo que parece estar pasando en Cataluña, encuestas en las que los socialistas ven como siguen perdiendo, pese al cambio de liderazgo, un buen puñado de votos, algo que debería hacer pensar a Pedro Sánchez sobre el rumbo que ha de tomar su partido, navegando ahora entre dos aguas, como ya lo hiciera con Rubalcaba al timón, esperando no sé qué milagro electoral o preparando el terreno para esa coalición PP-PSOE tan deseada por los grandes grupos financieros y sus bien amaestrados medios de comunicación.
Pedro Sánchez debe mirar más a aquello en que han fructificado la semilla del 15-M que a los imaginarios brotes verdes que ni siquiera el PP ve en la economía o a esas raíces vigorosas de las que habla Rajoy que no son otras que las garras crueles que, mediante los recortes, devaluación de los derechos y de la calidad de vida de los españoles, las sucesivas reformas laborales y el general deterioro del estado de bienestar, han clavado las multinacionales en un país al que quieren condenara servir de yacimiento de mano de obra barata para sus empresas o sus momentos de ocio.
Si trata de acercarse al PP se estará equivocando y no le quedará otra que poner en marcha el reloj que marque las horas le quedan a su partido como tal. Si analiza la situación con un poco de lucidez, verá que los ocho puntos perdidos en Andalucía, pueden ser el tapón de contención que impedía la hemorragia que, si no cambia, antes o después desangrará al PSOE, porque, ya, ni Susana Díaz parece poder salvarles de la catástrofe. 
Quizá los militantes del PSOE, adormecidos por tantos años de posibilismo, piensen que un cambio de cara, un nuevo cartel, puede devolverle a la situación de tiempos pasados, pero, en mi opinión, se equivocan porque, lo quieran o no, la mayoría de los españoles somos de izquierdas y no sólo eso, también tenemos ya memoria de muchos engaños y de muchas promesas rotas. Tantas, que ahora preferimos, al menos yo lo hago, ante lo malo conocido, lo bueno por conocer.


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