lunes, 24 de noviembre de 2014

ANA BOTELLA, LOS BUITRES Y LA COHERENCIA



El sábado a la tarde, la alcaldesa de Madrid, la misma que diluía sus problemas en un spa portugués mientras cinco familias lloraban a sus niñas muertas en el Madrid Arena, la misma que está cambiando las marquesinas en buen uso de la EMT, porque quien la encargada de hacerlo es una empresa "amiga", mientras los autobuses tardan cada vez más, la misma que dirige una corporación que cede alegremente coches y escoltas a un soplagaitas de la talla del pequeño imbécil Nicolás, la misma que tiene una amiga, Carmen Cafranga, ex presidenta de la Fundación Caja Madrid, que, aparte de gastarse decenas de miles de euros de su black card en los toros, ha dado, con un crédito casi clandestino de la arruinada Caja Madrid, un pelotazo de nueve millones a coste cero con los pisos del Niño del Remedio, la misma Ana Botella que ha entregado centenares, si no miles, de viviendas de alquiler social a fondos buitre que, después de disparar el precio de los alquileres, está desalojando a los inquilinos que no pueden hacer frente al pago, esa señora que, por una hábil carambola de cacique, llegó a ocupar el faraónico despacho que el más pelota y ambicioso de nuestros, sus, políticos se había hecho construir, la señora de Aznar y suegra de Agag, se presentó envuelta en una manta y rodeada de jovencitos de marca -perdón, quise decir vestidos con ropa de marca- en la manifestación que exigía a Mariano Rajoy el cumplimiento de su programa electoral, aunque sólo en la retrógrada materia de regulación del aborto, para llevarla a los tiempos en los que el tío José (Botella Llusiá) ginecólogo de la dictadura, se negaba a enseñar desde su cátedra a practicar los abortos terapéuticos.
La excelentísima señora alcaldesa de este Madrid de mis entretelas anunció a bombo y platillo que se manifestaba contra Rajoy, no porque debido a su ineptitud se haya puesto fin a su carrera política, sino por coherencia. Curiosa coherencia de quien nada ha dicho, dice ni dirá del recorte de servicios, de la eliminación de las becas de comedor para niños, ni de la práctica demolición de las asistencias a los ancianos, ni del abandono de parques y jardines, ni del de las calles ahogadas en suciedad y basura, ni de la cantidad de empleados de los servicios públicos que, si no han acabado en la calles, sí lo han hecho en manos de contratas que les obligan a trabajar -son lentejas...- por la mitad de lo que lo hacían, mientras el ayuntamiento se llena de jovencitos peperos, mucho más discretos que su primo Nicolás, pero con su correspondiente sueldo-premio de asesor.
No le preocupaban esas coherencias, como tampoco le preocupó apuntarse a la caridad demagógica, prometiendo a Carmen, la anciana de Vallecas, un alojamiento a cuenta del ayuntamiento, cuando ésta ya tenía el ofrecimiento del Rayo Vallecano y mientras otra mujer hacía el hatillo para salir del piso de alquiler social que le costó años conseguir y que ya no puede pagar porque la alcaldesa se lo vendió al peso, junto a centenares más, a un fondo buitre de esos que carroñan en todas las crisis comprando barato pisos o empresas para cambiar las reglas del juego.
Lo de la alcaldesa manifestándose contra la ley del aborto no fue coherencia, porque no salió a la calle mientras su marido mantuvo la ley aprobada en tiempos de González, recurrida por su partido ante el Tribunal Constitucional. Lo de Ana Botella el sábado fue una pequeña venganza, un pellizco de monja histérica, contra quien ya no cuenta con ella para nada, contra quien la está dejando caer, como ella misma está dejando que se coman los buitres una ciudad que llegó a estar orgullosa de sí misma.


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1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Ciertamente lamentable...

Saludos