jueves, 30 de abril de 2015

SILENCIO, SE ROBA


La verdad, no debe ser agradable llamarse Rajoy, esforzarse en vencer su natural huidizo, presentarse ante la prensa con preguntas una vez cada tres años, tratar de anunciar que España va, no sólo bien, sino muy bien, y que te amarguen el show con preguntas sobre los chanchullos de Rodrigo. No debe ser agradable irse a hacerse unas idílicas fotos remando en al Retiro o rodeada de ciudadanos como una Inés con sus donjuanes en el sofá inflable y desinflable, teniendo que escuchar cada mañana como testigos e imputados revelan al juez los púnicos negocios de quienes han sido tus colaboradores, tus amiguitos del alma del foros, cuando eras lideresa del partido y la Comunidad de Madrid. Deben ser duras una y otra cosa, porque, poco a  poco, todas esas evidencias judiciales, golpeando día tras día los delicados tímpanos de tus cándidos votantes, pueden acabar por resquebrajar la inquebrantable fe que te tienen.
Debe de ser muy duro y por eso, desde hace tiempo, vienen dándole vueltas a ese sencillo truco que usaban sus padres y abuelos y que no era otro que el de censurar y castigar la difusión de todo aquello que o no les gustaba o no les resultaba conveniente. En realidad sería un esfuerzo vano, porque, al final, las redondelas, los soficos y las matesas acaban por salir a la luz y por velar el falso prestigio de quienes, si no se benefician de los escándalos, lo que no sería más que una bondadosa e improbable conclusión, está claro que los consiente.
Ayer, el ministro de Justicia, el "tecnócrata" Rafael Catalá, se descolgó con un viejo sueño de su antecesor Gallardón, que, si bien es hijo de uno de los represaliados del franquismo por aquel viejo "contubernio de Múnich", se casó con la hija de uno de los ministros del dictador, Utrera Molina, perseguido judicialmente desde Argentina por formar parte de un gobierno que reprimió y asumió la firma de condenas a muerte. La vieja idea no es otra que la de forzar el silencio de la prensa sobre los repetidos escándalos que acorralan a su partido, castigando a los medios que difundan contenidos de sumarios que los jueces hayan decretado secretos, Una idea franquista manejada con cariño por un gobierno que, en esta y en otras cosas, el "orden público", por ejemplo, añora los duros tiempos, no para ellos ni sus familias, de la dictadura.
Desde que el ministro Catalá se metió ene l jardín de decir que ya que no siempre se puede identificar al filtrador, que a veces se sienta a su lado o trabaja para quien se sienta a su lado en el consejo de ministro, sería conveniente abrir el difícil debate de si, a quien habría que combatir, sería a quienes publican lo filtrado.
Acertó de pleno, porque sus palabras corrieron como la pólvora, provocaron declaraciones, casi todas condenatorias, y abrieron informativos, telediarios y periódicos, hasta el punto de que, desde que las dijo se ha visto obligado a matizarlas primero, a las pocas horas, y desmentirlas hoy mismo, dados su escaso éxito de crítica y público y, sobre todo, lo inconstitucional de la idea de tratar de prohibir la difusión de información veraz y de interés público que los ciudadanos tienen derecho a recibir según el artículo 20 de eso que llamamos Carta Magna y el gobierno del que forma parte Rafael Catalá sólo esgrime cuando le conviene.
El gobierno se ha dado cuanta tarde de que la corrupción, que no es otra cosa que robar el dinero de los ciudadanos para repartírselo en metálico, especies y favores entre corruptos y corrompedores, ya no es bien vista por la mayoría de los ciudadanos, incluidos sus votantes, y por ello habría que hacer algo para impedir que las almas cándidas, sus votantes, se enteren de todo lo que nos han robado y saquen conclusiones delante de las urnas. Lo de Catalá, desmentido por tergiversado, siempre les interpretamos mal o transmitimos mal sus palabras, no era otra cosa que gritar en voz baja "silencio, se roba".


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miércoles, 29 de abril de 2015

TIEMPO DE PROMESAS



Da gusto entrar en este tiempo de elecciones. Da gusto, porque lo que a casi todos nos parece lógico e, incluso,  justo, comienza a parecérselo también a los políticos dulcificados, vestidos y maquillados como candidatos. Da gusto, porque ahora,  a menos de cuatro semanas de la elección de los alcaldes y algún que otro parlamento autonómico. Y da gusto, porque a los candidatos, a todos se les abren las orejas y les crecen lis pies para escuchar, a pie de calle, pateándolas o sentados, como la neocondesa, en falsos sofás, hinchables e hinchados igual que sus promesas, "recibiendo", las condesas siempre reciben, a los vecinos, oh paradoja, en sus propios barrios.
Da gusto y sería maravilloso que esas promesas llegasen a hacerse realidad, pero duran menos de lo que tarda en desmontarse uno de esos escenarios que montaban para el PP Correa y el Bigotes a precio de ganga en las facturas, para que cuadrasen los gastos limitados por la ley, pero pagados en realidad con las "mordidas" y la caja B del partido. Promesas que se desinflan porque, al final, los números no cuadran, porque se prometen imposibles o, las más de las veces, porque no son más que simples señuelos para captar el voto de las almas de cántaro capaces de creer a quienes, una y otra vez, utilizan el poder que ponen en sus manos tan inadvertidos ciudadanos, poder que utilizan en su propio beneficio o en el de quienes comparten sus verdaderos intereses.
Cuántos desahuciados en Toledo habrán dado su voto, por ejemplo, a la lista del PP, en la que fue elegido el diputado Agustín Conde que, luego, se dedica a defender los intereses del Banco Santander en los pleitos por impago, supongo que más de uno y de dos, que hoy se cortarían la mano con la que introdujeron la maldita papeleta en la urna.
Pero los engaños no son exclusivos de Toledo ni, mucho menos, del PP. También se dan en Madrid, donde mis paisanos presumen de ser más listos que nadie y tildan de paleto a quienes no han tenido el privilegio de nacer aquí. Listos, listillos, engañados una y otra vez y dispuestos, según las encuestas, a dejarse engañar otra vez por quienes intentaron y seguirán intentando desmantelar su sanidad pública, por quienes no quieren abrir los comedores escolares porque a los niños madrileños los ven gorditos, si no obesos, desde sus árticos. Dispuestos a dejarse engañar por quienes han subido el billete de los transporte públicos a precios insoportables para quien está parado o tiene un trabajo mal pagado y ven que la frecuencia de los trenes del metro ha pasado de dos a cinco o más minutos, mientras las averías se multiplican y viajar en ese transporte ya no es garantía de puntualidad alguna.
Se dejarán engañar por quienes les prometen devolver a la red pública cuatro hospitales que, pese a que lo intentaron, gracias a la marea blanca, nunca dejaron de pertenecer a ella. Se dejaran engañar por quienes no cubren desde hace años las bajas del personal sanitario o docente y, ahora, a semanas de las elecciones agilizan la concesión de plazas y los traslados, generando verdaderos caos en más de un centro, sólo para lavar su imagen ante un colectivo radicalizado por los años de gobierno del PP.
Darán su voto a quienes critican que los trabajadores de las contratas de limpieza, jardines y recogida de basuras vayan a la huelga después de que sus sueldos se hayan sido devaluados y no digamos sus condiciones de trabajo a cambio de una ciudad más sucia y más deteriorada que nunca,, con aceras deslizantes, pero más fáciles de limpiar por máquinas, pese a que los madrileños pagan el servicio dos veces, una en el IBI y otra en la tasa específica reimplantada, Darán su voto a quienes están haciendo negocio con el patrimonio en viviendas de alquiler social que están vendiendo a esos fondos buitre a los que no les tiembla el pulso a la hora de poner en la calle a ancianos y niños, y, así, hasta el infinito.

Y podría extenderme hasta el infinito recordando todas las falsas promesas con que los que gobiernan vuelven a presentarse a sabiendas de que el votante es el único animal dispuesto a tropezar cuantas veces sea necesario para que unos pocos que dicen ser "los suyos" les dejen desnudos de, vivienda, dinero y derechos. Promesas electorales que, como el sofá de la condesa, se inflan y, una vez usadas, se desinflan se recogen hasta la próxima campaña.



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martes, 28 de abril de 2015

OMBLIGOCÉNTRICOS


No me extraña que Esperanza Aguirre se descolgase ayer en el debate electoral asida a la liana de la xenofobia, proponiendo el "barrido" de las calles del centro de Madrid, las otras no le importan, porque molestan al turismo que, hoy por hoy, es lo único que parece preocuparle de la ciudad de la que quiere ser alcaldesa. No me extraña, porque, al fin y al cabo, los ciudadanos del siglo XXI nos hemos acostumbrado a ver el mundo como turistas y, que quienes duermen en las calles son españoles o extranjeros, poco o nada nos importa. ES más, mejor si no son de aquí, porque se les puede subir a aviones o autobuses para echarlos.
Sabe lo que hace la condesa. Sabe a quién se dirige. Sabe que a mucha de esa gente no le importa que les pidan los limosneros, si lo hacen a la puerta de la iglesia y son "los de toda la vida"". Los otros, los negros y los rumanos, que se hubieran quedado en su tierra. Otra cosa son los que llegan con sus sandalias con calcetines, sus cámaras y sus mapas y se van cargados de bolsas de flamencas, toros o quijotes  y bolsas de Zara o de El Corte Inglés, Y todo, porque esos, a los que tampoco entendemos pero nos esforzamos en hablarles en nuestro inglés de pésimo acento, se dejan aquí su dinero y nos queda la esperanza de que algo de ese dinero acaba por llegarnos.
Hace bien la condesa, porque sabe que, en el fondo, todos, cuando dejamos atrás la puerta de nuestra casa, miramos el mundo, incluso nuestro barrio, como si fuéramos turistas. Y ya sabemos lo que se puede esperar de los turistas. Lo mismo que de esos centenares de ellos atrapados en el aeropuerto de Katmandú que, después de dejar atrás una ciudad convertida en escombros bajo los cuales yacen los cadáveres de centenares o miles de víctimas, parecen preocupados sólo por la incomodidad que les separa del vuelo que les devolverá a casa, quizá yo reaccionaría igual, como si de Esperanzas Aguirre, huyendo de Bombay se tratase
Al menos eso es lo que nos llega desde un país tan remoto que maneja ya la cifra de diez mil muertos y que se ha visto privado de las pobres infraestructuras de que disponía, puestas más al servicio de sus visitantes que al de su población. Y entiendo que sea sólo eso lo que nos llega, porque en tiempos de información global e instantánea son los turistas los testigos que  cuentan lo que está pasando y lo cuentan, claro, desde su punto de vista de turistas.
Poco más hemos visto desde que se tuvo noticia del trágico terremoto, poco más que esos videos de smartphone enviados desde los campamentos base del Himalaya al pie de las avalanchas que se han llevado por delante la vida de gente que, si estaba allí, en una zona tan inaccesible y tan inhóspita es porque, al fin y al cabo, habían elegido estar allí, y para los que su familia, confieso que sentí rubor al oírlo, reclamaba al gobierno el envío urgente de teléfonos vía satélite y equipos para el rescate.
O todos los comentarios escuchados a lo largo del fin de semana sobre el patrimonio mundial que se ha perdido  con el terremoto, sin pensar que, probablemente, esa torre y esos palacios han caído sobre los cuerpos de tantos y tantos nepalíes, sin pararse a pensar que quienes lo dicen pierden, en efecto, un bonito fondo para sus selfies, pero los nepalíes lo han perdido todo.
El terremoto del sábado ha puesto a prueba, una vez más, el modo en que hacemos y recibimos la información. Lo ha puesto a prueba y, una vez más, lo ha puesto en evidencia, porque preferimos la inmediatez al reposo, las imágenes "impactantes" al análisis de las causas o, en este caso, las consecuencias y, sobre todo, ha dejado cloro que, quizá porque ya estamos demasiado contaminados por esa forma de hacer información, apenas somos capaces de ver el mundo más allá de nuestro ombligo. La repentización, los espontáneos y los testigos presenciales nos han convertido en seres miserablemente ombligocéntricos.


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lunes, 27 de abril de 2015

CIUDADANOS



Cuando en 1981 Ronald Reagan llegó a la presidencia de los Estados Unidos, se hacía la broma de decir que los políticos norteamericanos eran tan malos que los estadounidenses habían tenido que elegir a un actor como presidente, algo que nunca fue del todo cierto, porque Reagan tuvo, desde que se dio a conocer como delator en tiempos del maccarthismo hasta que llegó a la presidencia, más y mejor actividad como político que como el actor de películas de serie B que fue y que, sin duda, se habría tragado la Historia, de no haber llegado a la Casa Blanca.
Lo que sí tuvo Reagan fue una magnífica voz y todo el oficio necesario para interpretar el papel que le había caído en suerte, cualidades ambas que fueron perfectamente explotadas por la derecha más conservadora, extremadamente conservadora,  de los Estados Unidos que se aprovechó sus mandatos para acabar con los fantasmas y la mala conciencia de la guerra de Vietnam y para talibanizar aún más las estrictas reglas morales de la sociedad norteamericana.
Qué tiene esto que ver con España y, más aún, con ciudadanos, os preguntaréis. A mi modo de ver, más de lo que pensamos, porque, en un erial sin las figuras brillantes del pasado, sin pasado, incluso, como es el panorama político español, el triunfador de las últimas semanas es un señor que, salvo para los catalanes, tiene más de actor o de contenedor de los deseos frustrados de los decepcionados de la política, que de verdadero ideólogo. Un personaje atractivo, tranquilo en las formas, sin toda esa histeria y ese evidente autoritarismo que tanto se han evidenciado en Rosa Díez, pionera que ha sido en la conquista del territorio que pretende colonizar Rivera.
Uno y otro, Rivera y Díez, ahora peleada con el actor que colocó en sus listas, están construyendo sus programas a base de mero marketing, recogiendo propuestas y aspiraciones de los votantes de aquí y allá, muchas veces contradictorias y no siempre realizables. Una panoplia de ofertas imposibles de rechazar, unas veces por unos, otras por otros, con las que se cose el traje ideal para emprender el viaje hacia el poder. Lo malo viene cuando un partido como Ciudadanos, paradójicamente vacío de ciudadanos, coincide con el efervescente afloramiento de la corrupción que está llevando al PP a la debacle y se produce la fuga de votantes  de los conservadores a este partido vacío de militantes, del que apenas se conocen dos o tres rostros.
Si a eso le sumamos el entusiasmo del capital y los medios que controla por empujar al partido de Rivera, para así compensar ese impulso tomado por Podemos que tantos nervios ha desatado en las alturas del poder económico y que ahora justifica todo esfuerzo que lleve a impedir que el rojo, más o menos evidente, de la izquierda acabe tiñendo los diagramas de los resultados electorales. Algo así como una "operación Roca" remozada, que promete mejores resultados que aquel fallido experimento de los ochenta.
Y, salvo en el favor de las encuestas, aquel PRD de Roca y el Ciudadanos (C's) de Rivera se parecen y se parecen sobre todos en que a uno y otro partido, lo que resulta paradójico en el caso del de Albert Rivera, les han faltado ciudadanos en las bases, algo que, cuando va a ser mucho el grano a repartir, está resultando problemático por la infiltración, que ya se está dando, de sus candidaturas por fascistas, especuladores y mercenarios dispuestos a conseguir un puesto de trabajo, aunque "este" sea de concejal.
El caso es que el mensaje, a veces vacío, a veces contradictorio, de Ciudadanos, como las cremas, los imanes y las dietas mágicas,  está siendo comprado por bastantes votantes, desengañados de los dos grandes partidos, mientras Podemos, olvidado ahora por los medios de comunicación, con sus bases amplias y activas, se desinfla, salvo que el programa económico, a punto de ver la luz por fin, sea capaz de reavivar sus esperanzas de cambio.
De momento, quedan cuatro semanas para saber qué partido se lleva el gato del cambio al agua, el Ciudadanos sin bases o los ciudadanos de Podemos.



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viernes, 24 de abril de 2015

CONTRA EL SAQUEO


De aquí a un mes, los españoles tendremos que decidir qué país queremos para los próximos años. Va a ser éste in mes trepidante, en el que la actualidad va a esforzarse por cumplir el tópico y convertirse en trepidante. Va a ser un mes en el que cada día, al tiempo si no, nos vamos a desayunar con un nuevo escándalo, casi todos relacionados con el poder y casi todos, por tanto, relacionados con el partido que más poder ha concentrado en este país en democracia, que no es otro que el que reforma sus sedes y sobrealimenta los sueldos de sus cargos con dinero, efectivamente, el Partido Popular.
Un partido, el PP, que se permite confundir y anteponer lo "legal", que no lícito, a lo ético y que premia con su apoyo al diputado de boca caliente que cobra de una constructora que contrata con las administraciones que gobierna su partido, implicada en una presunta mordida de más de cien millones de euros al gobierno de Castilla y León, por informes escritos en el aire o charlas de café. Un partido que, ante lo poco estático del asunto, no hablemos ya de lo nada ético, en lugar de afear la conducta de tan destacados militantes como lo son Trillo y Martínez Pujalte, les arropa con las palabras de su portavoz en el Congreso y les promete una ampliación del reglamento que les ampare y no deje al descubierto sus vergüenzas.
Pero no nos engañemos. Tanta maldad, tanta manga ancha y tanto descaro no serían posibles de no haber mediado el consentimiento o la "vista gorda" del otro gran partido del arco parlamentario, el PSOE que se ha doblegado, cuando no ha sido él mismo el que ha llevado la iniciativa, a degradar el comportamiento ético que todos esperamos de quienes nos representan, descosiendo aquí y allá para que quepan en él los "negocietes" de unos y otros.
Gracias a ese silencio que desde hace tiempo ha ido vaciando aquí y allá sus graneros de voto. el PP se ha permitido, como tal partido o por sus miembros tomados de uno en uno, el saqueo sistemático del país, despojándole de todo aquello que necesitamos y es nuestro, cuando puede llegar a ser una "oportunidad de negocio" para los amiguetes. Gracias a ese silencio se han amasado fortunas, hasta el punto de que algunos, y no necesariamente del PP, han pasado de simples abogados a terratenientes con negocios no siempre fuera de las aguas turbulentas.
Porque no sólo en el PP hay "ratos", también los hay en las bancada socialista, también son dados a usar las puertas giratorias y a aposentar sus delicados traseros en los consejos de administración de las grandes empresas y también han trabajado, han puesto sus granito de arena, para que eso sea, no ya posible, sino que, incluso, pueda parecernos lógico.
Uno y otro, PP y PSOE, han llegado a demasiados acuerdos, sobre todo en materia de reglamentos para el funcionamiento de las cámaras y para el comportamiento, los derechos y obligaciones, de nuestros avariciosos, aunque bien es verdad que no todos, diputados. Uno y otro han ido, como digo, ensanchando el traje pata que a sus señorías no les tire de la sisa cuando decidan hacer alguna de esas piruetas que ahora tanto nos escandalizan. Uno y otro han facilitado el saqueo en el gobierno de la Nación, en los autonómicos, en los ayuntamientos y las empresas públicas. Unos han abierto la puerta y otros han salido con el saco lleno en terrenos tan dispares como la sanidad la educación, las obras públicas, la asistencia social y la dependencia e incluso, qué vergüenza, los subsidios de formación y desempleo io, simplemente, malvendiendo el patrimonio de todos
Unos y otros han apelado al miedo o al voto útil para convencernos de que, sin ellos, llegaría el caos. Hoy, por el contrario y a base de golpes y dolor, hemos descubierto que el caos son ellos y que el poder sin control que tantas veces les hemos dado y que darles ese voto útil del que nos hablaban ha sido lo más inútil que hemos hecho.
Por eso pienso que para poner fin a ese saqueo sistemático, moral y material, de nuestro país el único voto posible en las próximas elecciones es aquel que no vaya a ellos, el que contribuya a desalojarles del poder del que tanto han abusado. Y no estoy hablando sólo de las elecciones generales, sean cuando sean, sino de las del 24 de mayo, locales y autonómicas, porque, de los resultados que en ellas se den, comenzará a depender nuestro futuro.


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jueves, 23 de abril de 2015

ÉTICO NO, LEGAL



Que el suelo se está moviendo bajo los pies del PP es cada vez más evidente. Y lo es porque esa casta de intocables que hasta ahora han sido sus dirigentes se está viendo cada vez más señalada y marcada por la opinión pública a la que, no sólo le llegan cada vez  más noticias de sus "pecados", sino que cada vez está menos dispuesta a perdonarlos. Si s eme permite, al PP y a quienes pecan en él o desde él les pasa como a esos cuñados, tan simpáticos y adorables mientras están a bien con los hermanos, tan guapos y divertidos en las comidas familiares que, cuando, no ya la infidelidad, sino la ruptura se atisba en el horizonte, comienzan a ser vistos como seres depravados en los que lo que antes fueron virtudes se tornan en imperdonables defectos, personajes de los que huimos a la hora de sentarnos a la mesa o de hacernos una foto ahora, lo mismo que antes les perseguíamos. 
Ya nada o casi nada se les tolera. Ya no hay nadie o casi nadie que pare o desvíe en las redacciones las informaciones que les retratan. Ahora, unos y otros toman posiciones de cara al tiempo que se avecina o, mejor dicho, abandonan los fortines desde los que defendían el territorio de los hoy caídos en desgracia, Nadie o casi nadie ha defendido a Rato en su calvario, salvo lao que hemos puesto reparos al espectacular círculo de tres pistas que se montó para su efímera detención, una detención que, una vez conseguida la foto que ha dado la vuelta al mundo, se desvaneció en el aire.
Una prueba de lo que digo es que, si ayer le tocó a Rato ser el malo, muy malo, de la película, hoy, ese honor les cabe a Federico Trillo, varias veces ministro y presidente del Congreso, viviendo hoy el cómodo retiro de embajador en Londres, y al alegre y combativo diputado popular por Murcia, amigo de sus amigos, aunque se llamen Rodrigo y se apelliden Rato, el locuaz Vicente Martínez Pujalte, a los que la Agencia Tributaria, otra vez la Agencia Tributaria, ha "pillado" cobrando, y cómo,  de una constructora que trabaja casi en exclusiva para las diferentes administraciones gobernadas por el PP y que está siendo investigada a propósito de sus "chanchullos" con el gobierno de Castilla y León.
Los pagos de la constructora, beneficiaria de la adjudicación de obras para la construcción de parques eólicos en Castilla y León, se hicieron a sendos despachos de asesoría, propiedad uno de Trillo y dos de sus hijos y participado el otro por Martínez Pujalte, martillo de herejes en el Congreso, dispuesto siempre a defender la honorabilidad de sus amigos, tanto como a alimentar insidiosos rumores como aquel en el que situaba a Luis Roldan, muerto y silencioso, en el fondo del mar,
Las asesorías, de las que no queda el más mínimo rastro, porque según los señalados eran orales, se pagaron a precio de oro, 75.000 a Pujalte por un año de consejos y 350.000 al despacho de los Trillo por tres de asesoría jurídica, actividad farragosa y generadora de papel que, por extraño que parezca, nunca dejaron el menor rastro escrito.
Si yo fuese malpensado, que a veces lo soy, pensaría que a uno y otro se les estaba pagando algún favor, llevando a cabo alguna mediación propia de "La escopeta nacional", de la que lo mejor es no dejar pruebas. Pero ya digo que no siempre soy malpensado, sólo a veces. Además, hoy mismo he escuchado a tan verborreico diputado murciano decir que su actividad en el despacho había sido autorizada por el Congreso. También he escuchado cómo, preguntado sobre lo ético de su actividad, ha dicho que su comportamiento era "ético no, legal".
Así nos va, acosados por conductas, leyes y reglamentos que tienen poco o nada de ético y todo de legal. Sólo cuando lo ético se imponga a lo legal estaremos a salvo de personajes como Rato, Trillo o Pujalte a los que, afortunadamente, ahora se les mueve el suelo bajo los pies.


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miércoles, 22 de abril de 2015

LA REPERA PATATERA



Es asombrosa la capacidad de que hacen gala algunos cargos públicos para hacer chanza y chacota de asuntos tan graves como el fraude que algunos hacen al conjunto de la sociedad unos pocos listos que,  año tras año y "personalmente" hayan sacado hasta 120.000 millones de euros fuera de España para no cotizar por ellos a la hacienda pública como el resto de los mortales. Una capacidad que ayer dejó más que demostrada el director de la Agencia Tributaria, Santiago Menéndez, que, por encargo de su ministro, Cristóbal Montoro, no sólo evidenció la curiosa ósmosis selectiva con que maneja los datos su departamento cuando se trata de hablar del PP o de sus amigos, sino que la adorno con el mismo gracejo patoso que se adorna el ministro del ramo en sus intervenciones.
Le ocurre al señor Menéndez con Montoro lo que le ocurría a Juan Costa, secretario de Estado que fue de Economía y Hacienda con Rato, en el primer gobierno Aznar, al que bastaba con cerrar los ojos mientras hablaba, para confundirle con su jefe hoy caído en desgracia. Los mismos chistecitos, el mismo "hacienda y sus datos son míos" del que hace gala Montoro cada vez que pisa el Congreso o el Senado fueron desplegados por Menéndez que ayer cumplió a la perfección el encargo de levantar un muro de silencio en torno a la personalidad o a la calidad de los defraudadores incluidos en la lista de los setecientos cinco investigados que maneja su departamento.
La "repera patatera" dijo Menéndez que son los datos de que dispone. Y lo dijo no sabría decir si con sorna o con intención de amenazar a todo aquel que ose plantar cara a este gobierno a la defensiva o al partido, ya en descomposición, que lo sustenta. Porque Santiago Menéndez dejó claro que toda esa información de que dispones la maneja a su antojo y ya sabemos de qué es capaz su ministro y de lo que es capaz él mismo a las órdenes de su ministro. Por ejemplo, de sacarse de la manga otro caso Monedero o de, a cambio de la lista de esos setecientos cinco, de la que, al parecer, la mitad son altos cargos, hacer pública la de actores, "depardiés" que diría Montoro, que cotizan fuera de España, sin aclarar que lo hacen porque trabajan fuera de nuestro país.
Eso sí es la repera patatera, eso y que la agencia tributaria que preside se haya dedicado a torpedear sistemáticamente las investigaciones del juez Ruz. La repera patatera es que el Partido Popular haya secuestrado por cuatro años la soberanía popular y todos los mecanismos de que dispone para el control del ejecutivo y, más aún, que lo haga con el descaro y la soberbia con que el señorito pasea sus tierras a caballo, golpeando con la fusta, si es que hace falta, a quien se le ponga en el camino.
La repera patatera es que ese partido que oculta la verdad y se oculta de quienes quieren saberla, lleve veinte años financiándose con los "donativos" a granel que le hacían quienes, oh casualidad, obtenían las mejores tajadas del guiso de las adjudicaciones de obras y contratas de la administración, La repera patatera es que, en apenas cuatro años y con la experiencia adquirida en administraciones pasadas o en actuales y pasadas administraciones autonómicas, lleguen a perfeccionar mecanismos de defraudación tan sofisticados como el descubierto ahora en Castilla y León para cobrar la mordida a las eléctricas mediante la creación de empresas asociadas a ellas que luego acaban comprando éstas y que únicamente serían el instrumento para disfrazar lo que no son más que cohechos a cambio de eliminar obstáculos para las todopoderosas energéticas.
La repera patatera es que siga habiendo paraísos fiscales y que sean precisamente quienes deberían combatirlos quienes escondan en ellos el resultado de su rapiña. La repera patatera es que un país que se tiene por democrático e informado haya puesto tanto poder en manos de quienes desde que lo gobiernan no han hecho otra cosa que pensar en sí mismos y en ese pequeño grupo, pequeño y poderoso, que siempre tiene el patriotismo en la boca y el patrimonio en el extranjero.


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martes, 21 de abril de 2015

¿SOCIEDAD INIMPUTABLE?


Evidentemente, para disparar indiscriminadamente una ballesta contra los profesores y compañeros de tu instituto hace falta esa ceguera que dan la rabia y la locura. Sin embargo, para salir de casa con una ballesta y un machete, para apuñalar mortalmente al profesor herido de un flechazo y para tratar de incendiar el centro hace falta algo más que un rapto de locura. Para llegar a ese punto hace falta una sociedad que adora y cultiva la violencia, hacen falta una sociedad y una familia incapaces, si no de frenar determinadas aficiones y conductas, sí de detectarlas, hace falta que la presencia de la ballesta, el machete y una pistola de balines no disparen las alarmas, hace falta una televisión en la que el único dios sea la violencia, hacen falta películas y series llenas de explosiones, disparos, puñaladas y puñetazos. Haca falta, como diría Rajoy, "mirar para otro lado", para no verlo, cerrar los ojos y las orejas para no tener que enfrentarse a los gritos y los portazos de un "niño" violento, poner en sus manos una consola y todos los juegos que pida, aunque se esté perdiendo en ellos, sin llegar a discernir la realidad entre tanta violencia gratuita y fácil.
Desgraciadamente, lo sucedido ayer en el instituto Joan Fuster no es una excepción, como alguien ha apuntado. Las consecuencias sí son excepcionales, pero la violencia latente en algunos alumnos, el culto al grito y al insulto, la violencia callada ejercida contra compañeros, el acoso, el odio están, por desgracia, más presentes en las aulas, de lo que sería deseable. En las aulas y en una sociedad a la que le viene muy bien la amputación de los sentimientos. Una amputación que, más adelante, va a resultar muy útil y rentable, en la oficina, la fábrica, el taller o el cuartel, una amputación que deja fuera a los "nenazas" y, lo sé por experiencia, coloca por encima del resto a quienes son capaces de gritar en un despacho y de despedir y humillar a un compañero, a sabiendas de que lo que hace es injusto, si así se lo pide la empresa.
Lo queramos ver o no, lo ocurrido ayer en el Joan Fuster es fruto, extraño fruto, de la sociedad que cultivamos. Es ese ejemplar de forma y proporciones extrañas que de vez en cuando brota en el surco, junto a ejemplares ·normales",  por exceso de abono, por una mutación o por descuido, pero que lo hace debilitando y anulando a los otros. Un ejemplar que puede acabar siendo "de exposición" o arruinando el huerto.
He visto demasiados niños, mocosos apenas, patalear, chillar y pegar a sus padres y hermanos, en supermercados, restaurantes, vagones de metro y restaurantes. Y he visto a sus padres dimitir de su obligación de educar, de marcar los límites, de ejercer la autoridad y la fuerza necesarias para evitar que nuestros hijos hagan o se hagan daño en ese mundo real del que, a veces, excluimos a la familia. Los he visto y me he preguntado qué sería de ellos, hasta dónde llegaría la insatisfacción creciente que cultivan sus padres en ellos. Los he visto y he temido el momento en el que ese niño que grita y patalea hoy se enfrente a un agente de la autoridad o a alguien más gritón, más fuerte y más malvado que él.
Dimitimos de nuestro papel de padres y lo hacemos porque en lugar de querer a nuestros hijos lo que queremos es que nos quieran. Nos preocupamos de darles todo lo que quieren y podemos darles y pretendemos que sean sus maestros quienes les eduquen, aunque sin, eso sí, reconocerles la autoridad para hacerlo. Por eso está desapareciendo la figura reverencial y referencial que antes era el maestro, un personaje fundamental en la vida de cualquier ciudadano, del que muchos aún guardamos grato recuerdo, pese a algún que otro pescozón. Todo por un sueldo miserable, quizá lo único en que les igualan los de ahora, aunque a veces, como ocurrió ayer en Barcelona con el interino asesinado por su alumno, hacer bien su trabajo, que es entre otras cosas proteger a su clase, les cueste la vida. 
El alumno que ayer acabó con la vida de este profesor es menor d eedad y, por tanto, inimputable. Pero alguien, sus padres, la sociedad, la escuela deberían asumir la responsabilidad de lo que ha pasado. Y no debe bastar con condolencias y minutos de silencio “televisables”. Ni con apenarse de lo que le queda a la familia del autor de la muerte, porque más le queda por sufrir a la de quien sólo quiso cumplir con su obligación.


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lunes, 20 de abril de 2015

NAUFRAGIOS


Lo malo de naufragar es que quedas en manos de quien pueda y te quiera rescatar, lo malo de los naufragios, y más en política, es que ya no quedan islas desiertas a las que llegar ni viernes a los que salvar y civilizar, los malo de naufragar como lo está haciendo el PP es que es demasiado el lastre acumulado a lo largo de estos años y que, ahora, les arrastra hasta el fondo de la Historia. Lo malo de estar a bordo de este PP que se hunde es que en miedo del pánico y la desesperación tus amigos, los que comparten contigo el barco, se convierten en tus peores enemigos.
A estas horas, Rodrigo Rato sabe de sobra de qué hablo, porque a él le ha tocado ser el papel de chivo expiatorio, el cadáver con que entretener el hambre atrasada de los predadores justicieros que infestan las aguas revueltas de la prensa, antes servil y deseosa de sangre que ofrecer a los nuevos amos desde ahora. Rato es ese pasajero enfermo y no demasiado querido que se convierte en el primero que se echa por la borda, cuando el agua de la corrupción y los abusos inunda las bodegas del buque. Lo malo es que hay demasiadas fotos del sacrificado en compañía del capitán, demasiadas paseos por cubierta, demasiadas cenas compartidas y demasiados brindis bajo los flashes, cuando la travesía era tranquila y nadie podía imaginar un final tan trágico.
Ahora todas esas fotos, rotas y desordenadas, van aflorando junto a los despojos de la víctima, fotos que no sólo avergüenzan ahora a quienes aparecen en ella, sino que les ponen en peligro, porque les señalan como cómplices, cuando menos silentes, de todo aquello que acabó señalándole como la primera víctima, el primer señuelo, para tratar de poner a salvo al resto del pasaje.
Y es que por más que ahora pretendan hacernos creer que Rato se cayó por la borda de su ambición, lo cierto es que ha sido el primer lastre  abandonado a su suerte o, incluso, atado de pies y manos, cuando el exceso de botín, el resultado de tanta rapiña, acumulado a bordo, ha convertido el barco en un cascarón lento e ingobernable, en el que quienes están a bordo hace tiempo que han entrado en pánico y corren el peligro de convertirse en causantes de su  propia desgracia.
Hasta aquí la metáfora inspirada por esa otra tragedia, imposible de imaginar sin espanto, ocurrida hace sólo unas horas en medio del Mediterráneo, una tragedia, de cuyos protagonistas quizá nunca conoceremos el rostro, que explica bien a las claras qué, para que unos disfruten de sus riquezas, felices y tranquilos, otros tienen que vivir en el terror o la miseria sin, a veces,  llegar a sobrevivirla.
Sé que la mezcla de ambos asuntos puede parecer frívola. Sin embargo una y otra se complementan y sirven para darse mutuamente explicación, porque, sin esa nueva casta de poderosos que construyen sus riquezas, no con el trabajo, no con sus fábricas o sus tierras o con su habilidad para el comercio, sino arrebatándoselas a los otros con la especulación y el engaño, que ya se confunden, la diferencia entre ricos y pobres, también entre países ricos y países pobres, sería más soportable y, de paso, más fácil de remediar. Y es que las guerras que hoy nos horrorizan tienen las más de las veces su origen en la avidez de quienes esconden lo que acumulan en esos paraísos fiscales donde se mezclan y confunden las fortunas de ex ministros corruptos, dictadores y traficantes de armas, órganos o drogas.
Pero, a lo que iba, el naufragio de ese barco sobrecargado y viejo que es el PP, el capitán Rajoy dio a su hombre de confianza, Montoro, la orden para lanzar contra Rato, que durante tanto tiempo fue la mano derecha de Aznar, todo su maquinaria tramposa, con la complicidad de la prensa incluida, para desviar la atención de una lista, la de los 705, que pasará a la Historia como el mayor traspiés dado por un gobierno de corruptos para poner a salvo su botín, porque haber echado a Rato a los tiburones, lejos de saciarlos, ha atraído, con la sangre y el manoteo de Rato, a otros escualos excitados por el olor de otras posibles  víctimas.
Rato ya está en el agua, a merced, metafórica, de los tiburones, mientras las tertulias de la tele repiten una y otra vez su imagen traspasando el marco de la puerta del coche policial, metáfora a su vez de la línea que separa el prestigio y la gloria del repudio y el escarnio generalizado. El partido de Génova 13 naufraga, ahora sólo queda saber quién se queda, después de las elecciones de mayo, con los restos del naufragio.


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viernes, 17 de abril de 2015

LAS RATAS ABANDONAN A RATO



Hoy, una vez más, me siento avergonzado, si no de mi profesión, sí de cómo se comportan a veces quienes la ejercen o, por precisar más, quienes toman las decisiones en los medios en que se ejerce.
Y si digo esto que hoy me atrevo a decir, horas después del aparatoso registro del domicilio y los despachos y la no menos aparatosa detención del que lo fue todo en política, aquí y fuera de aquí, es porque resulta evidente que se han plegado al juego de los que un día fueron no sólo compañeros sino, además, subordinados en el partido que gobierna este país y que ayer cortó los hilos que aún le sostenían, para arrojarle al fango de los directos televisivos, los telediarios y las portadas de los periódicos en medio mundo, para regocijo de personajes tan dados a la demagogia como Cristina de Kirchner presidenta de Argentina, país que padeció especialmente las recetas y recomendaciones del Fondo Monetario Internacional mientras fue dirigido por Rato.
Confieso que, como preferentista engañado, afortunadamente "amnistiado" tras el arbitraje, me alegré cuando ayer me enteré del registro en el domicilio del responsable de Caja Madrid y de Bankia, del mismo modo que reconozco que reconozco que he deseado con todas mis fuerzas verle algún día en prisión, que lo he deseado y que asó se lo dije, por ejemplo, al entonces director de la sucursal de Caja Madrid, mi sucursal, donde me "vendieron" esas preferentes. Lo deseé con todas mis fuerzas y lo sigo deseando, pero he de decir que así no, que no me gustó ser testigo, cosas del directo, del monumental circo de tres pistas montado ayer.
No era necesario es espectáculo. La investigación sí, el registro también, quizá, incluso, la detención de tan odioso y odiado personaje, pero no así. No había necesidad de convocar a las televisiones de medio mundo para ver como un policía celebraba el rito de hacerle bajar la cabeza para evitar que se la golpease al entrar en el coche. No era necesario el sacrificio ceremonial de quien estuvo a punto de gobernar este país y que, quizá para compensar, acabó dirigiendo el Fondo Monetario Internacional, sin que nunca llegásemos a entender una cosa ni la otra.
Menos mal que en los registros y en la detención de Rato media una orden judicial, porque, de no ser así, podríamos pensar lo peor. Y, la verdad, aun así yo me permito seguir pensándolo, porque, en este país, el periodismo de investigación es, salvo honrosas excepciones, un periodismo de filtraciones. Y todos sabemos o deberíamos saber que las filtraciones son siempre interesadas y, por ello, ahora lo realmente importante es saber quién y por qué ha filtrado, ahora y después de un año de investigación sobre sus cuentas, la presencia de Rodrigo Rato en la nómina de beneficiarios de la amnistía fiscal y que todo o parte de ese dinero que fue legalizado" bajo el manto protector de su antiguo colaborador, Cristóbal Montoro, tenía un origen ilícito y que, por tanto, estaría aprovechando el puente de plata tendido por Hacienda para blanquearlo.
No sé ni sé si acabaré sabiendo a qué responde todo este montaje político y mediático, a la Justicia y la Policía, por una cuestión de higiene, aunque sean instrumentos imprescindibles, suelo dejarlas al margen, lo que sí sé es que con este circo que, al final, ha escapado, creo, al control de quienes lo han montado se ha dado el pistoletazo de salida a la guerra fratricida en la que se va a consumir el PP y de la que nos queda aún mucho por ver. Basta con ver como las ratas están abandonando sin ninguna misericordia al personaje que no hace tanto era una referencia inevitable de lo que los populares habían hecho por España, del que, incluso pudo haber ocupado el lugar que hoy ocupa Rajoy y del que, en apenas unos meses, comenzó a mostrarse su rostro de villano y que, ayer, pasó a estar más cerca de una prisión que del confort de las alfombras del poder. Hoy sus amigos, los cantores de sus hazañas de antaño se convierten, con un oportuno mohín de tristeza o un gesto de bochorno, en sus jueces más severos, Y, todo, porque creen que al PP le conviene.


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jueves, 16 de abril de 2015

COCA COLA TE DA MÁS


Recuerdo de hace muchos años, cuando era un niño, aquella campaña con que Coca Cola lanzó en España su envase doble. Una campaña que jugaba no sólo con la perogrullada que suponía doblar el tamaño de su envase, sino que, además, trataba de superar a su competidora de siempre, Pepsi, que por aquel entonces aún luchaba por el mercado español. Fue más tarde cuando la compañía, tan bien retratada en la maravillosa "Uno, dos, tres" de Billy Wilder, aposto por el buenismo, el amor, la paz y la alegría de vivir. Recuerdo también aquella primera planta embotelladora del Paseo de las Acacias en Madrid, en la que desde la calle podía verse como se llenaban  las botellas.
Eran los años de hacer el amor y no la guerra y su imagen de marca se identificaba demasiado a menudo con el imperialismo yankee. Eran los tiempos de la guerra de Vietnam, primero, y del golpe de la CIA en Chile y los responsables de la marca hicieron lo imposible por distanciarse de imágenes tan hostiles. Y tan buenas fueron aquellas campañas y otras similares y más recientes llevadas a cabo, por ejemplo en Argentina, que la marca se hizo con una pátina de producto ecológico y solidario, casi capaz de dar la felicidad y la alegría con el simple hecho de levantar una chapa o tirar de la anilla de una lata.
Todo perfecto, todo maravilloso, hasta que Coca Cola o sus concesionarias en España enseñaron sus garras empresariales bajo tan suave piel de cordero, desmantelando de la noche a la mañana algunas de sus plantas, entre ellas la de Fuenlabrada en Madrid, dejando en la calle o forzando el traslado a otras territorios de centenares de sus trabajadores, de los que, hasta entonces, se tenía una imagen de casi privilegiados. Fue una decisión ciento por ciento capitalista que trataba de aprovechar la última reforma laboral aprobada por el PP para aligerar su plantilla al menor coste posible, en la que, una vez más, lo que menos contaba era el valor de los puestos de trabajo como bien social y en la que ni el gobierno de la nación, el autonómico o los municipios afectados, al menos en Madrid, no hicieron nada por defender los puestos de trabajo ni la vida familiar de los trabajadores forzados al traslado, la prejubilación o el despido, del mismo modo que prácticamente ninguno de los partidos que podrían perseguir el voto de esos trabajadores hicieron nada por ellos.
Afortunadamente, los trabajadores no se rindieron e impidieron no sólo el desmantelamiento de la planta, pese a la intervención de la policía nacional y municipal y, sobre todo, que su lucha no se olvidara, haciéndose presentes en todas partes y a todas horas, difundiendo, a pesar del gigante contra el que luchaban, sus reivindicaciones y cada una de sus victorias en los tribunales, la última, ayer mismo ante el Supremo que declaró nulo el injusto y desde ayer ilegal ERE que Coca Cola pretendió imponer a su plantilla. Una campaña de resistencia que ha tenido su reflejo en los consumidores, que, como yo mismo, dejamos de consumir sus productos hasta el punto de que comenzó a ser visible la caída del producto en las estanterías de los supermercados, algo en que que sin duda está el origen de la enorme campaña de imagen que la marca ha lanzado en las últimas semanas repintando de rojo sus latas o en esa otra enternecedora a propósito de la adopción y la diversidad familiar
Por último, hay que sacar una gran enseñanza de esta historia, tan negra como el color de alguna de los productos de la marca que ahora intenta reteñir de rojo, y esa enseñanza es la de que la unión de los trabajadores frente a decisiones tan arbitrarias e injustas como ésta y frente al uso de esquiroles por parte de la empresa, unida a la confianza en la justicia, acaba por dar sus frutos. Esa, para quienes estamos abajo. Para la misma empresa que, en contra de aquel eslogan de los sesenta, quiso dar manos de lo que debía a sus trabajadores, la de que, todavía, la avaricia rompe el saco, porque ahora se enfrenta al cumplimiento de una sentencia irrevocable, la de la anulación del ERE y la readmisión de los despedidos en sus puestos, con el consiguiente  pago de los salarios no cobrados por los trabajadores estos largos meses. Toda una lección para unos y otros que debemos tomar como ese más que, muy a su pesar, nos ha dado Coca Cola  en pleno siglo XXI.


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miércoles, 15 de abril de 2015

CRÍMENES PERSONALES


¿Qué más nos queda por saber de Rato? ¿Qué nueva trapacería, que otra inmoralidad hemos de descubrir del hombre que pudo y quiso gobernar este país, de quien pudo haber sido el sucesor de Aznar y que sólo por una rectificación de última hora nunca suficientemente explicada no ocupó el lugar que hoy ocupa el gallego impasible? Nadie en este país ha estado o ha aspirado a tanto para luego caer en el fango más hediondo, nadie como él se ha convertido en blanco de todas las iras de quienes en España llevan ya años, siete o más, sufriendo los zarpazos de la crisis. 
El listado de faltas de quien durante un tiempo fue considerado el padre del milagro económico de Aznar, los cambios que, a la postre, se han revelado como el origen del agravamiento de la crisis que padecemos, es enorme. Por ejemplo, ese comportamiento de niño rico y caprichoso que consigue que le coloquen al frente del Fondo Monetario Internacional y consigue llegar a Washington en buena compañía, para, de repente, despreciar el juguete, pese a que, para conseguirlo se había empeñado el prestigio de nuestro país y de sus, por entonces, dos grandes partidos. Rara inconsistencia para quien se supone que tiene que firmar las recetas aplicables a países en dificultades, siempre acompañadas de reproches a su derroche en gasto social.
Y no sólo eso. También están los gustos zafios revelados por las benditas tarjetas black de Bankia, las tarjetas que han proporcionado a los españoles un cursillo acelerado de la realidad que se vive en las  alturas del poder, gastos muy de película de Esteso, de pub con mucho cuero y moqueta, de whisky en vaso largo y almendras, con poca luz y algún que otro reservado, gustos que, al parecer, compartía con su sucesor en el FMI, Dominique Strauss Kahn, forzado a huir en taxi y con lo puesto, de un lujoso hotel neoyorquino, tras acosar a una camarera.
Sin embargo y nunca me explique por qué, Rato siguió gozando de prestigio, tanto como para ser llamado por su amigo Botín para formar parte de su consejo de asesores, algo que su sucesora al frente del banco se encargó de rectificar en sus primeras horas en el cargo. Un nombramiento más que inexplicable después de su paso por la truculenta presidencia de Bankia, a cuyo saqueo Rato contribuyó como el que más protagonizando su salida a Bolsa y lo más crudo de la estafa de las preferentes.
Está también la arrogancia de quien se permitió criticar, y con razón, cualquier gesto de generosidad con quienes han defraudado al fisco, mientras muy probablemente ya amasaba la negra fortuna que apenas unos años más tarde, en 2012, "legalizó" mediante la amnistía fiscal a medida que su antiguo subordinado, Cristóbal Montoro, hizo aprobar al Congreso.
Ahora hemos sabido de la entrada por la puerta falsa de su dinero, dinero que, dicen, no proviene de sus aventuras en Bankia, ni de esos inexplicables seis millones de euros cobrados de la banca Lazard en un paraíso fiscal tras su salida del FMI, dinero que, al parecer, proviene de negocios familiares. Lo hemos sabido por Vozpópuli que ha publicado que su nombre está en la lista de más de setecientos beneficiarios de la generosa amnistía de Montoro. El mismo Rodrigo Rato que nos hablaba de la obligación de cumplir con el fisco, el mismo Rodrigo Rato que, al ser preguntado por este asunto tuvo ayer el descaro de decir que “es un tema personal y creo que no tengo obligación de hacer declaraciones sobre este asunto".
Y yo que pensaba que Hacienda somos todos. Está claro que en las alturas los delitos y los crímenes se convierten en asuntos personales.
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martes, 14 de abril de 2015

LA TORTUGA REPUBLICANA



Mucho antes de que el verborreico y demagogo Antonio Miguel Carmona, candidato socialista al ayuntamiento madrileño, hablase de tortugas y liebres, mi amigo Luis, un ateneísta republicano, muy galdosiano él, llevaba en su bolsillo una pequeña tortuga tricolor, símbolo, según él, del paso lento pero seguro con que llegará España su tercera república.
Ochenta y cuatro años después de aquel catorce de abril de 1931 en que se proclamó en España aquel tan añorado régimen, el que quiso sacarla de su secular atraso, el que pretendió, y lo pagó con sangre, terminar con esa otra forma de esclavitud que fue el caciquismo, muy similar a la esclavitud que, si no formalmente, sí en la práctica, pervive en el cruel racismo que impera a sus anchas en demasiados rincones del sur de los Estados Unidos, ochenta y cuatro años después el debate sobre la forma de estado que los excesos del rey Juan Carlos y los escándalos ligados a la familia real parece haberse dormido con la llegada al trono de su hijo Felipe o, más que con la llegada, con la inteligente manera de abordar su reinado emprendida por el nuevo rey.
Resulta curioso que así sea precisamente en el momento de mayor efervescencia política del último cuarto de siglo y cuando la participación en política de los desencantados de las viejas formas y de quienes nunca se habían acercado a ella, el debate sobre monarquía o república se haya diluido, más, tras aquel innecesario y arbitrario despliegue de fuerzas de seguridad, supervisado por quien se dice republicana, firmó multas, permitió la retirada, por la fuerza, de banderas republicanas, amparó los golpes a quienes las portaban, algunos ya ancianos, y hoy es candidata pretendidamente centrista del Partido Popular a la presidencia de la Comunidad de Madrid.
Resulta aún más curioso que ese plácido sueño del republicanismo, que parece haber salido, del más apasionante debate abierto en el panorama político español, se dé en un momento en que, salvando las distancias se parece al que se vivió en torno a aquellas municipales de 1931 que, tras ser ganadas por las fuerzas progresistas, llevaron a la proclamación del nuevo régimen y al estallido de la alegría popular en la Puerta del Sol de Madrid.
Hoy siguen enarbolándose banderas tricolores en las marchas ciudadanas. Hoy, muchos ciudadanos adornan sus solapas con insignias republicanas o cambian sus perfiles en las redes por la imagen que encarna la república o lo tiñen con sus colores, pero... y mañana., Mucho me temo que, una vez que las afrentas del viejo rey a los ciudadanos, su despilfarro y el desapego por los ciudadanos y su falta de empatía ante las dificultades por las que atravesaba la mayoría de ellos, los verdaderos problemas han vuelto al primer plano, relegando una vez más el tan aparentemente anhelado debate. Y, si me apuráis, creo que es bueno que eso pase, porque creo que lo primero es lo primero y que las propias contradicciones de un régimen tan anacrónico acabarán por desactivarlo y puede que entonces ni siquiera sea preciso el otrora apasionado debate.
La tortuga republicana camina despacio, pero camina, y además es muy longeva. Así que es mejor solucionar antes otros problemas más vitales de los ciudadanos, porque el resto vendrá solo.


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lunes, 13 de abril de 2015

SERES HUMANOS NORMALES Y MERCANCÍA


Curioso fin de semana éste en el que hemos visto juntos y piropeándose a Barak Obama y Raúl Castro, enemigos acérrimos hasta antes de  ayer, intercambiar elogios y esperanzas en la cumbre de las Américas, después de décadas de bloqueo que han convertido a los cubanos en rehenes del juego sin final mantenido entre  su gobierno y el del "vecino del norte", mientras el venezolano Maduro se quedaba "colgado" de la brocha de su maniqueísmo. 
Pero mucho más curioso si nos paramos a pensar en lo dicho por Mariano Rajoy el sábado dividiendo a los españoles, para los que suponemos que debe gobernar en su conjunto, divididos entre seres humanos normales, se supone que los que les votan, y los otros, los que no lo hacen, a los que en el imaginario de la gente a la que se dirige, los seres humanos normales, les deben estar creciendo a estas horas el rabo y los cuernos demoniacos que lucieron durante los oscuros años del franquismo.
Curioso y terrible porque parece que no nos damos cuenta de lo que supone que un jefe de gobierno obligado -insisto- a velar por todos los ciudadanos convertir en "mutantes" a quienes tienen miradas distintas sobre la solución a los graves problemas que nos asuelan. Curioso, salvo que, como señala uno de los autores de un informe elaborado por catedráticos y profesores de derecho constitucional y penal sobre las llamadas "devoluciones en caliente" que practica  España con Marruecos, se considere a quienes son devueltos como simples mercancías, sin derecho alguno a ser escuchado o protegido.
Está claro que si los ciudadanos españoles con derecho a voto sólo son seres humanos normales en la fría mente de Rajoy si están dispuestos a compartir su ideario, quienes llegan a cualquiera de nuestras fronteras exhaustos, asustados  y hambrientos, huyendo de la miseria o del terror de cualquiera de esas guerras que muy de vez en cuando aparecen en los telediarios no merecen ni siquiera tratamiento de personas, aunque sean "anormales", porque parecen ser considerados por los guardias civiles como fardos de una mercancía indeseada que se devuelve al transportista sin firmar siquiera el albarán.
Los catedráticos y expertos que han firmado el informe aludido dejan claro que en modo alguno la recosida ley de extranjería que pretende "legalizar" las ilegales "devoluciones en caliente" que nunca pasarán el filtro de los tratados internacionales suscritos por España ni, mucho menos, las regla de la Unión Europea, ara las que tan obediente se muestra este gobierno cuando le conviene.
Terrible conclusión que puede extenderse a cualquiera de nosotros, gente anormal, que tenemos la mala suerte de no parecernos al votante ideal, diseñado en los despachos de Génova 13, tan egoísta, sumiso y ambicioso como para no ver lo que está pasando a su alrededor, esa gente que prefiere ver la vida a través de la ventana de los telediarios, las cotizaciones en bolsa o la marcha de la prima de riesgo antes que asomarse a la realidad de las calles de su ciudad. Esa gente que se hace minero a los cuarenta y nueve, aunque sólo sea de papel, para jubilarse a los cincuenta, la que se tranquiliza con un seguro privado y, cuando tiene que recurrir a la sanidad de todos, porque, para ser negocio, el suyo no cubre sus males, mira con aprensión y como si de apestados se tratara al resto de pacientes de los hospitales.
Para esa gente crédula, que vive de cifras y privilegios gobierna el PP, no para los padres que ven como sus hijos pasan hambre cuando se acaba el colegio, no para quienes buscan ropa y comida en los contenedores, no para quienes se han quedado en la calle por no poder pagar una hipoteca que nadie debió hacerles firmar, no. Gobiernan para las personas normales, no para esos fardos que llenan sus almacenes de mano de obra barata, lista para ser vendida a cualquier multinacional  y pagan sus impuestos o se quedan a sus puertas. Lástima para ellos que no puedan privarnos del voto, porque, mientras esté en nuestras manos, la mercancía devuelta pueden llegar a ser ellos.


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viernes, 10 de abril de 2015

DEL ABORTO, LOS DERECHOS Y EL MINISTRO



A veces uno tiene  la impresión de que a algunos políticos, a casi todos los políticos, les da igual ocho que ochenta, de que son una especie de muñecos de ventrílocuo, unas veces el niño Monchito, otras el cuervo Rockefeller, vacíos en sus escaños y despachos y siempre dispuestos a dejarse manipular por su sueños y a mover su boquita, a veces bocota, para, a través de ella, soltar las cosas más peregrinas y contradictorias sin apenas inmutarse.
Otras veces, sobre todo cuando hay unas elecciones por delante, veo el ideario de los partidos como si del frigorífico de un piso de estudiantes se tratase, unas veces lleno de cosas apetitosas pero inútiles y, otras, trágicamente vacío, con algún resto de aquí o de allá, de aspecto nada agradable, cuando no en mal estado, restos con los que, cuando no hay otra cosa, hay que "arreglar" una cena o confeccionar un programa electoral.
Una y otra imagen me las acaba de dar el ministro de Justicia, Alfonso Alonso, sucesor en la defensa de la tan retrógrada postura de Gallardón y, al parecer, llegado al ministerio de Sanidad desde la portavocía popular del Congreso para restaurar la imagen que el iluminado y tramontano ministro, derrochador impenitente en su etapa de alcalde madrileño, había dejado a su paso por el ministerio. Y, si me vinieron, es porque Alonso, con su cara de director de banco, estudiante aprovechado o yerno complaciente, es capaz de interiorizar sin inmutarse uno u otro discurso, una u otra estrategia, según convenga al marketing de su partido.
Este Monchito -y si cito muñecos de José Luis Moreno es porque a este caradura le ha ido muy bien con el PP- tuvo ayer oportunidad de poner a prueba sus dotes haciendo público el volantazo que su partido prepara en el congreso para satisfacer as sector más talibán de sus diputados, a la búsqueda de esa unidad a prueba de los veinticinco que persigue Rajoy de cara a las elecciones. Porque, ni corto ni perezoso, el ministro Alonso se descolgó en Radio Nacional con la idea de que el aborto y por tanto la capacidad de decidir sobre su cuerpo o su propia vida -añado yo- no constituye un derecho, todo para apuntalar la semana que viene la resquebrajada foto de familia de los populares, resquebrajada, no por la situación de pobreza severa en la que viven cada vez más españoles, o por la escandalosa conducta de demasiados de sus compañeros de partido, sino porque una docena de diputados, entre los que estaría Ana Botella de serlo, no están dispuestos a que las mujeres puedan tomar las riendas de su vida.
Alfonso Alonso ha tomado de la nevera esos restos de mantequilla rancia de que os hablo para, con otros de tomate reblandecido y a punto de caer presa del  moho, algo de ajo escuálido, aceite rancio, algún resto do orégano seco y el consabido paquete siempre a mano de una bajada de impuestos, confeccionar un aparente plato de pasta que llevar al festín electoral. 
Eso es lo que les importamos a muchos de nuestros, más bien suyos, políticos. Nada o casi nada. Es para escandalizarse, y sería para darle la espalda al sistema que lo consiente, pero creo que con eso no bastaría. Lo que hizo ayer el ministro a propósito del aborto y los derechos de la mujer es motivo suficiente, no para hacer un corte de mangas al sistema, sino, toso lo contrario, para intervenir en él de la única manera posible que es con nuestro voto, pero con más fuerza y determinación que nunca.


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jueves, 9 de abril de 2015

SUSANITA TIENE UN MARRÓN


A decir verdad, el título de esta entrada lo escribí la misma noche en que Susana Díaz consiguió que su lista fuese la más votada en las pasadas elecciones andaluzas. Lejos de lo que tengo por costumbre, esa misma noche abrí una entrada en mi blog, busqué la foto que me pareció más adecuada, esbocé el primer párrafo y escribí, en mayúsculas como siempre, el título. A estas alturas, ya no recuerdo la foto y, vagamente, podría evocar las primeras líneas de la entrada, pero, de lo que estoy seguro es de que el título era este "Susanita tiene un marrón".
Debo confesar que me dejé llevar por los sesudos análisis, ahora dudo que fuesen desinteresados, de quienes, conforme avanzaba el escrutinio y tras remontar los socialistas sus decepcionantes primeros resultados calificaron de triunfo el mantenimiento de esos 47 escaños con los que, en 2012, Griñán no pudo gobernar en solitario, dejándose abrazar por Izquierda Unida, a la que, apenas tres años más tarde, su sucesora, Susana Díaz, puso las maletas en la puerta, dando fin a un periodo de gobierno durante el cual, en Andalucía, los rigores de la crisis fueron menos para los de abajo. 
Mi primera mirada sobre los resultados fue otra, porque era evidente que, con esos cuarenta y siete escaños que no le dieron a Griñán el gobierno en solitario en el 2012, tampoco podría gobernar ahora.
Pero, como digo, me dejé llevar por los ingenieros del análisis político que pusieron en marcha su maquinaria y arrojaron su cálculo de estructuras basado en la resistencia de algunos materiales que concluyeron que el gobierno de Susana Díaz en solitario, si bien iba a ser inestable, resultaba, de momento, habitable.
Esos analistas comenzaron a explicar que, si bien el resto de partidos no le darían su apoyo pata la primera votación en la investidura, en una segunda, bastaría con que se abstuviesen para devolver a la presidenta las llaves del palacio de San Telmo. Ahora, la fecha de investidura se acerca y la primera premisa se cumple, porque la señora Díaz no va a tener más que los votos de su partido en la primera votación. Lo malo es que, de momento, tampoco tiene compañero de baile para la segunda votación, porque, aunque sería inimaginable el reencuentro, sólo con la abstención o los votos de Izquierda Unida no podría gobernar, y tiene difícil cualquier otra combinación, porque el maltrecho PP es su adversario natural y Podemos, ideológicamente más próximo, al menos eso creo, o Ciudadanos, a menos de dos meses de las municipales y autonómicas, no quieren salir en la foto permitiendo que uno de los partidos a los que responsabilizan de la crisis y todas sus consecuencias formen gobierno en Andalucía. De modo que, aunque Susana Díaz lo lograse, siempre tendría sobre sí la hipoteca de que una moción de censura sería posible.
Por eso Susana Díaz, Susanita, tiene un marrón, porque ambos, Podemos y Ciudadanos, le piden, le exigen, que sus antecesores en la presidencia, José Antonio Griñán y Manuel Chaves, renuncien a sus escaños en el Parlamento y a su aforamiento, dejando el paraguas del Supremo, para someterse a "los caprichos" de la juez Alaya.
Curioso dilema éste en que se ve la presidenta en funciones, porque, pese a toda la tinta que por una falsa apariencia de dignidad y honradez fingida por los partidos para perjudicar a los adversarios, nada ni nadie puede obligar a uno y otro a renunciar a los escaños y el fuero, porque los derechos de sufragio y elección, sólo se pierden como consecuencia de condenas y no todas, de modo que, ahora, el futuro de Susana Díaz y, por añadidura, el del gobierno andaluz, están, no solo en manos de Ciudadanos y Podemos, sino en las de Chaves y Griñán. Pero no sólo eso, porque, entre las condiciones exigidas, por ejemplo, por Podemos está el cambio radical que la formación del 15-M exige en la política de empleo,  vivienda y ante los desahucios a que se comprometa la presidenta. Y es una lástima que andemos enredados en lo que decidan hacer o no hacer dos ciudadanos, por muy Chaves y Griñán que sean, y no en la tragedia de los andaluces eternamente en paro o bajo la amenaza potencial o real de un desahucio.
Como diría, Miguel Ángel Aguilar, veremos. De momento, lo único claro es que aquellos resultados del 29 de marzo no son tan buenos como quisieron hacernos creer y que, por más que lo disimule, Susanita tiene un marrón.


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miércoles, 8 de abril de 2015

UNO DE LOS VEINTICINCO



Daba gloria, que diría mi abuela, de ver a ese medio millar largo de dirigentes y cargos del Partido Popular, encerrados en un local que tenía más de garaje o local de uso común de una comunidad de vecinos, pagado, por cierto y según el juez Ruz, con dinero escamoteado a todos los españoles. Daba gloria ver en primera fila esas piernas de señora bien, perfectamente cruzadas al cincuenta por ciento, para la seducción y el recato,  enfundadas en carísimas medias, entre esos centenares de notables convocados para una especie de misa u homilía en la que, como en las iglesias no cabe la réplica al oficiante que, tras su "ite missa est", dio por cerrada la ceremonia sin conceder a los presentes ni el tiempo de persignarse.
Daba gloria verlos como internos de un estricto colegio religioso, callados y obedientes, los más revoltosos delante, para tenerlos bajo control, y todos deseosos, al menos aparentemente,  de encontrar un punto, una pausa o cualquier interrupción más o menos dramática en las palabras del oficiante, para romper en aplausos o en vivas a la virgen, mientras, sin duda, por las últimas filas, los codazos y cuchicheos, eso sí, discretos, se multiplicaban. Daba gloria verlos, como en misa de doce, esperando la hora del vermú o la comida entre amigos, para soltarse las lenguas, con cuidado siempre de quien podía escuchar, sea el cabo de la guardia civil, el alguacil o periodistas curiosos, deseosos de pillarles en cualquiera de esos enredos tan poco del agrado del convocante.
Sólo uno de los llamados a Madrid tuvo el valor o el descaro de confesar públicamente, al tiempo que adelantaba el resultado del encuentro, que no iba a hacerse presente en la calla Génova y a pedir que "la doctrina" se la hiciesen llegar por correo, porque ya no está “en edad de ir de palmero". Lo dijo el alcalde de Valladolid, habitualmente boquirroto, y no sabemos con qué intención lo dijo, aunque no cuesta nada pensar que, dado que, en líneas generales, adelantó la intención y el contenido de lo que Rajoy diría a los suyos y que, pese al AVE, se hace cuesta arriba eso de "ir a Madrid", prefirió no moverse del despacho. Lo que quizá no fue capaz de calcular, o sí, fue el alcance de sus palabras, que entraron en casi todos los telediarios y que tampoco sabemos cómo sentaron al cantaor, dado el muy escaso sentido del humor de Rajoy, especialmente si es él el protagonista del chiste y su ya conocido rencor, de proporciones casi bíblicas.
Por lo demás, ningún cambio, ninguna crítica, ninguna toma de posición ni, mucho menos, gesto de rebeldía alguno, ni siquiera de la pérfida Aguirre, en momentos en que, y lo entendió bien Rajoy, los maquillado e incompletos "buenos" datos económicos y la también falsa unidad interna son lo único que el Partido Popular puede poner en su escaparate de cara a las próximas elecciones. Por eso Rajoy, en lugar de presentarse ante los suyos con cambios, en lugar de optar entre Cospedal y Arenas, se sentó entre ellos y volvió a lo de siempre, apelando a sus treinta y dos años de militancia en el PP, como un obispo puede aludir a sus años en la iglesia desde que piso por primer vez el seminario, y por eso optó una vez más por esconder los jarrones rotos, en la confianza de que se repararán ellos solos.
Y sobre todo, como cuando se alborotan, les dice una madre a sus niños traviesos, pidió a los suyos que no enredasen, que no perdiesen el tiempo en cosas que no interesan más que a veinticinco. Pues bien, a uno de esos veinticinco, yo, le interesa, y mucho, saber qué es lo que pasa en ese partido que brilla por fuera y se pudre por dentro. Quiero saber quién es el que corta el bacalao y cuánto bacalao esperan cortar, porque tengo la impresión de que, pese a todos los puestos de trabajo de a quinientos al mes, si llegan, y a todas esas altas en la Seguridad Social que apenas duran unos días y que jamás van a garantizar las pensiones, somos muchos más que veinticinco los que queremos saber que está pasando en el PP y cómo van a afrontar el empobrecimiento general de los españoles y las condenas que, sin duda y si es que hay justicia, les caerán  cuando se juzguen los mil y un casos  de corrupción que planean sobre ellos.


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martes, 7 de abril de 2015

UN SÓRDIDO ASUNTO



Lo primero que me viene a la cabeza después de leer cuanto he podido sobre la investigación abierta al ex ministro de Justicia Juan Fernando López Aguilar a propósito de los presuntos malos tratos que, según ha denunciado ésta, sometió a su ex mujer, es que, sea cual sea la verdad, estamos ante un asunto muy sórdido.
Todos sabemos que, cuando en una relación de pareja, matrimonio o no, se acaban el amor o la amistad y cesa la convivencia, los puntos de vista sobre el otro cambian radicalmente, porque, como dijo la dibujante argentina Maitena, "la realidad es un efecto secundario de la falta de cariño" y lo que antes eran peculiaridades o, si me apuráis, rasgos del carácter pasan a ser defectos y defectos graves.
Pero, de ahí a someter a malos tratos a la pareja o denunciarlos falsamente ésta si no se han producido, media un mundo. Un mundo sórdido que, ahora, se va a abrir en canal ante los ojos y, lo que es peor, el morbo de la sociedad.
Y ese mundo sórdido, dada la condición de aforado de que disfruta el eurodiputado denunciado, va a desnudarse en el Tribunal Supremo, después de que un juzgado de Las Palmas, tras escuchar a las partes, decidiera, en lugar de archivarlo, enviar el asunto al alto tribunal. Es lo que pasa cuando los aforados, que en este país son tantos, deciden ejercer el privilegio que la ley les concede de ponerse a cubierto de la justicia ordinaria. Ahora, por ejemplo, los magistrados que se ocupen del asunto van a tener que indagar en la intimidad del que fue ministro de Justicia y al que, sin duda, habrán conocido personalmente.
En mi opinión, López Aguilar debería haber renunciado a su fuero, porque el asunto que le lleva ante la justicia no tiene nada que ver con el ejercicio de sus cargos pasados o actuales, salvo que, como el eurodiputado parece insinuar en sus comunicados la intención de su ex mujer sea la de perjudicar su carrera o amenazarle con causarle no sé qué daños en la misma. Y no sólo eso, para ello va a aportar el testimonio de personas de su entorno dispuestos a demostrar el daño y el sufrimiento que el asunto le está causando.
Lo cierto es que la denuncia, de confirmarse, es tan grave como para que López Aguilar sea apartado del partido y se vea forzado a dejar su escaño en Bruselas, algo que en hoy estudiará la comisión de garantías de su partido, dado el daño que, entre otras cosas, haría a la imagen del partido que quién puso su firma al pie de la ley integral contra la violencia de género fuese condenado con ella, aunque, pensándolo bien, tal cosa sólo hablaría de la grandeza del sistema y, de confirmarse lo denunciado, de las miserias del condenad.
Bien es verdad que la primera denuncia se retiró después de que la denunciante y su hijo mayor, de otra pareja, se retractaran en su testimonio, algo que no debería extrañarnos porque, por las razones que sean, ocurre, incluso en casos que terminan trágicamente. Pero lo cierto es que el asunto ya ha entrado en un punto de no retorno a partir del cual habrá qué dilucidar qué hay de cierto en las acusaciones de maltrato físico, perfectamente descritas en la denuncia, o psicológico, para que eso que llamamos "el peso de la ley" caiga sobre el acusado o, si se demuestran falsas, sobre la denunciante, porque este sórdido asunto ha alcanzado ya una trascendencia pública tras la cual uno y otra van a verse sometidos al escrutinio de todos y. lo que es peor, bajo la mirada morbosa de los medios que todos sabemos.


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lunes, 6 de abril de 2015

DE SU PROPIA MEDICINA



Va a resultar más que interesante ver cómo este presidente pasmarote se enfrenta a un partido, el suyo, que se resquebraja ante la falta de perspectivas de repetir la ocupación del poder de que han disfrutado en los últimos años, pero especialmente desde hace tres. Lo de proclamar con orgullo que se militaba en el PP o que se le votaba nunca ha sido fácil, siempre ha sido algo vergonzante, pero, últimamente comienza a ser una carga demasiado pesada, diría incluso que insoportable. 
Mientras ha habido cuotas de poder que repartir, cargos, sueldos, canonjías y contratos que adjudicar resulta fácil invocar el prietas las filas y conseguir esa piña de voluntades que da la opulencia y esa ausencia de la más mínima crítica que ha permitido a personajes que, como Javier Arenas, han ido de fracaso en fracaso, cada vez más alto en el partido y cada vez con más poder. Y quien dice Javier Arenas, dice también, Carlos Floriano, María Dolores de Cospedal, ahora en desgracia, o, sobre todo, Pedro Arriola, ese ser inexplicable que, como la misa en latín, era más eficaz cuando se escudaba en el misterio.
Ahora que vienen, no sólo mal, sino muy mal dadas, en el PP, como allí donde no hay harina, todo es mohína, sobre todo porque, por primera vez en muchos años bastantes de sus cargos tienen ante sí la puerta de salida y ya se sabe que en la calle hace frío, mucho frío. Por eso no me explico y nunca me explicaré, salvo que Rajoy haya trabajado estos años para lo más negro de la economía neoliberal y especulativa, devaluando la vida y la dignidad de la mayoría de los españoles, para convertirnos en mano de obra dócil, por maniatada y amordazada, y barata. Y no me lo puedo ni me lo podré explicar porque se supone que su propósito es volver a ganar las elecciones y, para ganarlas, necesita el voto de cuantos más ciudadanos mejor y, la verdad, ningún gobierno ha conseguido en democracia tener una nómina de perjudicados y ofendidos como éste.
Rajoy ha dejado a los españoles, que es lo que en realidad es o debería ser España, indefensos y más que desasistidos, tanto que sólo la caridad y esa otra forma de caridad laica que es la solidaridad, que no son, ambas, otra cosa que sucedáneos de la justicia social, han conseguido que la población más perjudicada conserve un mínimo de dignidad. Por eso no entiendo qué ha pretendido o qué pretende hacer Rajoy. Tanto, que a veces he dudado que en el horizonte de Rajoy estuviese convocarlas.
Pero sí, las habrá y las más cercanas están convocadas para dentro de ocho semanas. Por eso las prisas, por eso ese reprise de última hora en gestos y promesas, por eso el carrusel de inauguraciones, de balances positivos exhibición de estadísticas favorables, la última la del paro registrado en marzo, con la que nos van a hartar en los próximos días.
Pero la cosa no va a funcionar, porque la gente ya se ha cansado de promesas incumplidas, de que digan que a quienes no pueden ni pagar impuestos que van a bajárselos, sobre todo teniendo como contrapartida todos los recortes en políticas sociales que son las que acortan los desequilibrios y restituyen el expolio de la riqueza, valor de la fuerza de trabajo incluida, a que nos someten este gobierno por encargo de sus patrones.
Con lo que no contaba Rajoy, probablemente aturdido por las letanías y consejos de Pedro Arriola, es con que el descontento de la sociedad, tradicionalmente abstencionista, encontrase en el impulso del 15-M el interés perdido por la urnas, ni que, también en la derecha, apareciese una nueva marca, la de Ciudadanos, capaz de dar refugio a los cada vez más numerosos decepcionados del PP. No contaba con ello y toda la estructura organizada durante tantos años se desmorona. Y no sólo eso, sino que se desmorona con muy pocas posibilidades de volver a ser lo que fue.
Por eso, al igual que los españoles hemos visto como nuestra vida se desmantelaba, los militantes y cargos del PP están probando de su propia medicina viendo como su bienestar, que lo ha sido a nuestra costa, y su futuro, que corre en sentido contrario al nuestro, tienen los días contados. Mañana, en la primera Junta Nacional convocada por el presidente del PP en dos años,  podrían volar los cuchillos… o no, porque ya se sabe que en el país de los ciegos, el tuerto es el rey y Rajoy ha sabido, al menos hasta ahora, rodearse de gente muda y sin ojos.


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