viernes, 29 de mayo de 2015

MALOS MODOS



Habrá quien piense que son ya demasiadas las entradas que dedico a todo lo que está ocurriendo en política desde que el pasado domingo muchos ciudadanos, hasta entonces callados, decidieron poner su voz y sus votos al servicio de sus deseos de cambio, un cambio angustiosamente necesario desde que los partidos tradicionales, especialmente aquel en el que hasta entonces habíamos confiado y al que habíamos perdonado demasiadas cosas, invocando cada cuatro años a esos monstruos perversos que han sido "el mal menor" y "el voto útil". 
Pues bien, hoy sigo en las mismas, porque el resultado de las elecciones del domingo supone todo un vuelco en la vida de este país, probablemente el más trascendental desde que, en 1982, el PSOE de aquel Felipe González ilusionante arrebató la mayoría a la UCD de Adolfo Suárez para dar comienzo a una transformación de este país desgraciadamente traicionada y cruel y aviesamente "podada" más tarde.
La sacudida de los resultados, especialmente los de Madrid y Barcelona, ha sido tal que algunos la están recibiendo con tanto miedo como ilusión ponen otros en ella. Miedo, precaución o, a veces, soberbia, como la de los responsables de la guardia urbana de Barcelona que abandonan sus cargos para no quedar a las órdenes de la que va a ser alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, la que, hasta hace no tanto, era uno de sus  principales quebraderos de cabeza desde la Plataforma Anti Desahucios.
Se van, en un gesto de descomunal descortesía, sin esperar que se constituya el nuevo ayuntamiento, acusando a Colau de considerarles poco menos que torturadores. Se van porque, dicen, quienes se harán cargo del ayuntamiento barcelonés en los próximos días quieren disolver las unidades anti disturbios de la Guardia Urbana, las mismas que más de una vez actuaron contra la propia alcaldesa y que se significaron en su colaboración con los mossos d’ esquadra en el desalojo del 15-M de la Plaza de Cataluña.
Y, mientras esto sucede en Barcelona, en Madrid el sindicato Comisiones Obreras denuncia que las trituradoras de papel del ayuntamiento están trabajando a tope, especialmente en las áreas de Personal y Urbanismo, dos de las más sensibles a la corrupción y las irregularidades. Dicen los responsables del palacio de Cibeles, tras reconocer el triturado de documentos, que es algo habitual para ahorrar espacio y que -no podía ser de otro modo- queda copia de esos documentos en poder de la intervención De acuerdo, seguro que es así, pero no me digáis que no es sospechoso este furor destructor, este zafarrancho de limpieza y orden en quienes saben que en pocos días tendrán que dejar sus despachos y, sobre todo, este afán en dificultar la tarea del nuevo equipo de gobierno, que ya no encontrará los papeles, sino que tendrá que pedirlos. Una situación en la que no estaría de más la personación de alguna autoridad judicial, para paralizar un proceso más que sospechoso
Son malos modos, muy malos modos, que dejan claras dos cosas. Por un lado las pocas o nulas ganas de colaborar con los nuevos responsables del ayuntamiento u, por otro, esa sensación que transmiten de que algo tienen que esconder y la de que esta gente "resistente" al cambio, en Madrid y Barcelona, nos da motivos para creer que han considerado ambos ayuntamientos como algo de su propiedad.


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jueves, 28 de mayo de 2015

¿A QUÉ TIENEN MIEDO?

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Qué empeño el del partido popular, con la condesa  la cabeza, en extender sus miedos que los tienen y tienen razones para tenerlos,  a toda la ciudadanía. Qué miedo tienen al radicalismo de Ada Coolau o Manuela Carmena, qué miedo tienen a que el dinero que se destina a que la Fórmula 1, en manos de personajes tan siniestros como lo que se juntan con Aznar, recale en Barcelona apenas tres días se destine a que los niños y las niñas de la capital catalana coman decentemente todos los das, qué miedo tienen a que las calles de Madrid vuelvan a limpiarlas trabajadores pagados decentemente por empresarios decentes, qué miedo tienen a que haya huertos urbanos en lugar de torres mastodónticas o centros comerciales que entontecen a jóvenes y no tan jóvenes 
¿No será que el miedo lo tienen a que la parte de todo ese dinero público malgastado que iba a parar a sus bolsillos y los de sus amiguetes, no será que temen que se revisen las cuentas de aquellos tiempos en que las ciudades vivían alegres y confiadas y bastaba con agitar unos aros olímpicos ante sus ojos para que los ciudadanos les diesen sus votos llenos de pasión y ceguera? ¿No será que se va a ir al paro y al carajo toda esa legión de carromeros y nicolases, grandes o pequeños, que florecían a la sombra y al servicio de quienes han llegado a creer que las ciudades, que son de todos, eran una finca más de su propiedad? ¿No será que temen no poder dejar más todos esos carísimos mojones de gusto infame y gusto dudoso que han ido sembrando en las plazas y rotondas de todas las ciudades en que han gobernado, sólo para hacerse una foto y quién sabe su hacer negocio?
Tienen miedo a perder todos esos privilegios y todos esos negocios de los que han vivido y tan bien, a costa de la ruina y la felicidad de muchos ciudadanos. Tienen miedo a que ya no les desmontar todo eso que los ayuntamientos y gobiernos autónomos han levantado durante años para reequilibrar una sociedad que, en manos de los mercados sin límites y sin alma, tiende a la injusticia. Tienen miedo a que ya no les dejen hacer negocio para enriquecer a amigos y familiares con las viviendas compradas o construidas con el dinero de todos para dar techo a precios "sociales" a quienes no podrían tenerlo de otra manera.
Tienen miedo, mucho miedo, a que el chollo en que han vivido durante casi un cuarto de siglo con los votos, eso sí, de una mayoría de ciudadanos hipnotizados y adormecidos y con la abstención reiterada de tantos millares de desengañados que, alejándose de las urnas, han ido votando inconscientemente a quienes les han llevado a esa ciudad dura y sucia en la que ahora viven. Tienen miedo, mucho miedo a que, ahora que han pedido yodo el poder que tenían, los otros, los intrusos bolivarianos, los soviets, los viejos comunistas y sus socios demuestren que otra ciudad, otra sociedad, son posibles y tienen miedo a que los ciudadanos, incluso los que les han votado durante tantos años, descubran que la única ideología atractiva en democracia es la que acerca la justicia y la felicidad a los ciudadanos.

Tienen miedo a que se levanten las alfombras de los despachos en que han vivido encerrados durante tantos años, lejos de los ciudadanos. Tienen miedo a que se revisen sus cuentas y tienen miedo a que se abran ventanas y balcones, para que un aire fresco y distinto se lleve el olor a rancio, a dinero sucio y a cirio trasnochado que han dejado.


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miércoles, 27 de mayo de 2015

QUE SE LA LLEVEN



Anoche, escuchando las palabras de Esperanza Aguirre, mitad bravata, mitad rabieta, colocada por los madrileños en la puerta de salida de la política, me dio por pensar qué hubiese hecho la condesa de haber tenido, como su admirada Margaret Tatcher, una guerra con la que entretener a la plebe, Y no tuve la más mínima duda de que la hubiese emprendido a cañonazos con cualquiera de nuestros vecinos.
No sé en qué pensaba la genuina "dama de hierro" cuando tomó la decisión de reconquistar "a lo grande" unas islas inhóspitas ocupadas por soldaditos en zapatillas, enviados allí por una timba de generales y almirantes alcoholizados, deseosos de distraer a la población cada vez más harta y más consciente de la necesidad de acabar con ellos. Lo que sí sé es en qué piensa "nuestra" condesa, una vez que han pasado unas horas desde la mayor humillación que cabía esperar para quien se creía a salvo de todo y de todos, hasta el punto de haberse puesto enfrente de amigos y enemigos, cegada por una soberbia sin límites basada en no sé qué, porque su única virtud, si es que lo es, es la de ser capaz de ejercer una maldad sin límites. Lo único en que piensa la malvada condesa es en sí misma.
Lo de ayer, un esperpento convocado a espaldas de la dirección nacional de su partido, que bastante tiene con lo suyo, no fue más que intento desesperado de quien ve desmoronarse su mundo y se ve condenada en las urnas por la mayoría de los madrileños a cumplir aquel deseo frustrado de dedicarse a sus nietos, a sus partidas de bridge y a sacar a pasear a "Pecas", lo de ayer, decía, demuestra una vez más que en lo único que piensa la señora Aguirre es en sí misma, por encima de los ciudadanos y por encima, incluso, de su propio partido.
Lo digo, porque nadie puede discutir lo que Madrid, asumido incluso por Ana Botella, se despertó el lunes más de izquierdas de lo que se acostó el sábado. No puede discutirlo ni, mucho menos, puede tratar de torcer la voluntad de los votantes. Nadie en su sano juicio, y no sé ya si ella lo conserva, puede tratar de ponerse al frente de una revolución, después de haber cosechado, tras una campaña con más medios, más apoyos y más atención mediática que nunca, los resultados más desastrosos para el PP madrileño en los últimos años.
Ayer, sin inmutarse, la condesa ofreció el oro y el moro y colmó de halagos a quienes hace sólo tres días mostraba su desprecio y llenaba de insultos. Ayer nos amenazó con las penas del infierno y con un gulag fuera del sistema democrático y de occidente, si Manuela Carmena llegaba al despacho al que ella renuncia, con tal de conservar ese poder, en el que ella y los suyos llevaban un cuarto de siglo revolcándose. Ayer anatemizó y colocó al margen de la democracia a quienes cuentan con el favor de más de medio millón de madrileños entre los que yo mismo me cuento. Ayer, en resumen, la condesa se retrató tal y como es, despótica, ambiciosa y soberbia hasta el punto de no haber querido entender que los madrileños, si es que alguna vez la han querido, ya no la quieren.
Ayer hizo ante las cámaras lo que, me cuentan, hace en privado cuando va de compras, abre todos, se prueba todo, lo desprecinta todo para probárselo en casa, y yo que me he criado tras un mostrador sé lo que es, creyendo que, por ser quien es, tiene derecho a hacerlo, sin querer enterarse de que, luego, el conde, su marido, anda pagando las facturas de lo que se queda y de lo que devuelve.
Esperanza Aguirre, a la que ya llaman Ex peranza, si no la razón ha perdido, y ya hace tiempo, el sentido de la realidad. Por eso, lo único que pido es que alguien se la lleve antes de que cause más destrozos y convierta Madrid en un campo de batalla con tal de salvar su ego y sus intereses, porque, no lo olvidemos, la condesa perdió el domingo muchos votos y, lo que, para ella y los suyos, es aún peor, perdió también los sobres.


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martes, 26 de mayo de 2015

MUJERES


Resulta curioso que los rostros de la victoria y también de la derrota de las elecciones del domingo sean casi todos rostros de mujer. Y eso da pie a que nosotros "los machotes" demos rienda suelta a ese poso de comportamiento sexista que, muy a nuestro pesar, al menos en mi caso, aún llevamos dentro. Lo hemos visto y sin duda lo veremos aún más conforma pasen los días. Y, si no, al tiempo.
Por comenzar por alguien, lo hago conmigo mismo. Yo, como casi todos los que nos hemos educado en el nacional catolicismo, los que, a la vuelta del cole, escuchábamos de fondo los seriales de la radio, tenemos un morbos tendencia a apiadarnos de los que sufren y más si quien sufre es una mujer.
Al menos la cosa era así hasta la noche del domingo, porque os aseguro que no sentí la más mínima piedad por Esperanza -me dicen que ahora es Ex peranza- Aguirre, Rita Barberá, María Dolores de Cospedal, Luisa Fernanda Rudi o Teófila Martínez. No sentí la más mínima traza de piedad y no tuve compasión por ellas. No sé si será porque me estoy reformando o porque eran tantas las afrentas y las cuentas pendientes que había con ellas que lo único que hice fue sumarme al disfrute del regusto que deja la venganza y más su es atrasada y colectiva. 
No sabéis lo que me alegro de no haberme sentido "caballero" ante las damas caídas. No sabéis lo que disfruté con la cara de acelga, con la cara de derrota inesperada que se les puso a estas señoras, acostumbradas a mirar por encima del hombro a sus sumisos colaboradores y a quienes llenados de la emoción que padecen los incondicionales no les dejaron ver la realidad a las pobres. Aunque, ahora que lo pienso no sé, si con esto que acabo de decir estoy cayendo en otra forma de machismo que es la de considerar autoritarias y mandonas a las mujeres que tienen las cosas claras y que en realidad se limitan a ejercer su autoridad desde la firmeza. No sé siquiera si me estaré comportando como como el saliente alcalde de Barcelona, Xavier Trias, para quien la exigencia de Ada Colau, responsable de su derrota, de que deje de firmar contratos millonarios de última hora o su intención de auditar las cuentas del ayuntamiento, le parecen sólo las ganas de ensuciarlo todo de una mujer muy mandona.
Nadie nunca diría de un político, por muy autoritario que sea, que es un mandó, nadie diría que viste así o asá o que va mal peinado. Y sin embargo, de las mujeres, es lo primero que decimos o nos dicen. Baste con recordar la primera entrada en el Congreso de la entonces ministra de Cultura, Carmen Alborch, de la que lo único que pareció importar a los cronistas fue su melena caoba y cómo iba vestida.
Sin embargo, en política, como en cualquier otra faceta de la vida, son muchas y muy brillantes las mujeres que son y que han sido en el mundo y en la machista y patriarcal España, Mujeres como Concepción Arenal, Federica Montseny, Dolores Ibárruri o Carolina Coronado, que tienen y sin duda tendrán continuidad en Ada Colau, Manuela Carmena, Teresa Rodríguez, Mónica Oltra y tantas y tantas otras que ya están o están por llegar a la política española, de las que espero que ya no nos apiademos o a las que dejaremos de considerar mandonas porque, seguro, estarán tanto o más preparadas que sus compañeros. Mujeres que son mujeres en su vida privada, pero que, en la pública, son ni más ni menos que sus compañeros. 
Ada Colau lloró de emoción al comparecer ante las cámaras tras su victoria, la candidata de IU por Madrid, Raquel López, confesó ayer que ha llorado y llorará mucho tras su derrota y, a mi, me encantaría que también los hombres llorasen de emoción o de pena por sus victorias o sus derrotas, que seguro que alguno lo hace, y que, sobre todo, no lo ocultasen para  hacerlo


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lunes, 25 de mayo de 2015

COMO TÚ, PIEDRA PEQUEÑA



Ayer el mapa electoral español se volvió como se vuelve un calcetín y lo más importante de todo lo sucedido, que fue mucho, es que, por primera vez en mucho tiempo, la gente se ha sentido, como en el poema de León Felipe, una piedra pequeña, una piedra pequeña y ligera, como hecha para una honda. Y no sólo eso, por primera vez, la gente no se ha sentido sola, la gente ha hablado con la otra gente y la gente ha vuelto a las urnas con ilusión. Por primera vez en mucho tiempo, la gente ha sentido su fuerza y la ha unido a la de la otra gente, cansada como ella de soportar tanta ignominia, tanto abuso y tanta soberbia. Por primera vez en mucho tiempo, la gente ha caído en la cuenta de que una lluvia de piedras pequeñas es siempre insoportable.
La victoria de ayer, porque, por muy diversos que hayan sido los resultados y por más fragmentado que haya quedado el voto, la derrota y el desmoronamiento del PP siempre será una victoria para la gente, para mi gente, la victoria, digo, es y debe ser una lección para todos estos caciques que como reyezuelos codiciosos han esquilmado lo que es de todos y, peor aún, han arruinado la vida y el futuro de mucha gente. La victoria debe servir para que los de siempre aprendan que amañar debates televisivos, comprar portadas y editoriales de periódicos o meterse en los taxis de la gente no basta para ganar unas elecciones cuando es tanto y durante tanto tiempo lo que se ha robado.
Esperanza Aguirre se dio cuenta, aunque tarde, de que la soberbia y el desprecio hacia sus rivales no habían sido buenos consejeros. Quizá por eso, a última hora ella, el ser más impío que conozco, se fue a misa para hablar con el espíritu santo y pedirle que inspirase a los madrileños a la hora de votar. Y, una de dos, o bien la palomita no existe o bien les inspiró para que el voto de los ciudadanos fuese mayoritariamente a sus, Dicho de otro modo: la palomita le cagó encima.
Resulta curioso que, habiendo apelado, como siempre hacen el PP y muy especialmente Esperanza Aguirre, al voto del miedo, que habiendo tratado de despertar los más bajos instintos y de despertar el odio hacia sus rivales lo que han conseguido ha sido concentrar el afecto ciudadano precisamente en quienes señalaban como objeto de su ira y atraer sobre si mismos, otra vez especialmente la condesa, el odio del resto.
 No sé si fue el espíritu santo quien inspiro a Esperanza Aguirre su campaña, pero si fue así, quedaría claro que la palomita tiene mala idea, porque nadie ha aunado más aversión ni más deseos de verla humillada que la condesa. Aguirre es de esas personas que inspiran conductas y sirven de referencia a los demás, porque basta con no hacer lo que hace o dice para acertar y comportarse como un buen ciudadano. Los madrileños, así en general, han tardado en darse cuenta, pero lo han hecho, hasta el punto de que su otra rival, la exdelegada del gobierno y candidata a presidir la Comunidad de Madrid,
Cristina Cifuentes ha obtenido más votos en el municipio de Madrid que la propia Esperanza, justo los votos que podrían haberle dado otro concejal, lo que habría dejado un resquicio para verla como alcaldesa.
No sé a cuanta gente le habrán alegrado los resultados de Podemos y sus alianza, los del PSOE, los de Compromis en Valencia o los de Ciudadanos. Lo que sí sé es que la gente que se ha alegrado de los resultados del PP, especialmente en Madrid, Valencia, Extremadura o Castilla La Mancha, fueron muchos más, porque habría que incluir a algunos militantes del PP, a los que ver a la condesa, la del caloret o a la del despido en diferido fuera de la política le habrá llenado de alegría.
Ayer, como predijo Emilio Lledó gano la decencia y millones de piedras pequeñas impactaron en las urnas hasta reventarlas desde dentro con millones de votos de la gente decente que ya no está dispuesta a dejarse robar ni humillar como hasta ahora. Piedras pequeñas, gente decente y consciente de su fuerza, contra la que nada pueden la soberbia o el dinero


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viernes, 22 de mayo de 2015

ME PICA Y ME RASCO, CONDESA



Yo, me pico y  me rasco tras conocer lo que Esperanza Aguirre ganó en el años 2013, el año en que se barrió el confeti de ese sueño vacío que fue Eurovegas, el mismo del ERE de Telemadrid, el año en que millares de hogares madrileños se vinieron abajo, el año en que decenas de miles de niños dejaron de comer bien y con "fundamento" en los colegios públicos. El mismo año en que, después del fiasco que supuso el fracaso anunciado de esa ciudad del vicio que, según ella, iba a traer riqueza y miles de puestos de trabajo, después de comprobar que no se iba a cerrar ese negocio humillante y turbio que "estuvimos" a punto de hacer con todo un mafioso,  ese mismo año, nuestra neoliberal condesa, la que una vez dijo que no le daba el sueldo para calentar su casa, en realidad un palacio en el centro de Madrid, ganó trescientos sesenta y nueve mil euros como cazatalentos y otros cinco mil en premiso de juegos de azar.
Me gustaría saber, para no tener que rascarme, qué talentos ha cazado esta señora para cobrar lo que equivale a cuarenta veces el salario mínimo que cobran en un año los trabajadores españoles en el caso de que tuviesen la suerte, desgraciadamente hay que hablar de suerte y no de derecho, de poder trabajar y cobrar por ello. Me gustaría saber, para no sentir picores, qué hace esta señora, para ganar en un solo año, lo que muchos españoles no van a ganar en todos su vida laboral. Me gustaría saberlo, pero me temo que me voy a quedar con las ganas.
Me voy a quedar con las ganas, porque esta señora, pérfida en casi todo, es buena en una cosa, que no es otra que la habilidad de convertirse inmediatamente en víctima, la falta de escrúpulos para hacer borrón y cuenta nueva de todo lo dicho sobre oros, la falta de escrúpulos para agitar ante las cámaras las declaraciones de la renta de otros, exagerándolas incluso, e indignarse cuando aparece la suya, eso pese a que cualquier político que pide el voto a los ciudadanos debería hacer púbicos sus bienes y sus ingresos, para que nadie pueda sorprenderse de conocerlos una vez elegido.
No es decente, de ninguna manera, en quien se pasa el respeto a las normas y a la autoridad por el forro de un cajero, hacer de la aparición de estos datos, un tanto vergonzantes en estos tiempos y más para quien dice querer trabajar para el bien común, un casis belli para llevar ante la Fiscalía General del Estado, por qué no al juzgado de guardia, para evitar las colas quizá, su autobús de campaña cargado de teles, micrófonos y fotógrafos para reclamar la apertura de la investigación que esclarezca la autoría de la filtración de su declaración. No, no, no es decente, como tampoco es decente que vaya amenazando a los ciudadanos en plena campaña de la Renta, con que, si no ganan ellos, los de siempre, la caja común de toso se hundirá y dejará deser solvente
Sabe hacerlo y sabe hacerlo muy bien. Sabe que cualquier cosa que haga o diga va a tener un hueco en los medios. Y no sólo usa sino que abusa de esa circunstancia. Lo que deberían hacer los medios, además de prestar atención a los requerimientos de la condesa, es investigar los datos conocidos ayer y saber en qué consiste tan bien pagada actividad privada. Mientras tanto, mientras no se aclare eso, me picara la curiosidad y tengo derecho a rascarme pensando que tan abultados ingresos son el pago simulado y  diferido de algún que otro favor pasado o futuro.


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jueves, 21 de mayo de 2015

EL COCIDO DE CIUDADANOS


Inventarse un partido no es muy difícil. De hecho a cada convocatoria, sea cual sea su ámbito, se presentan decenas de nuevas formaciones. Unas son obra de iluminados, otras disfrazan los intereses de las "fuerzas vivas" o de los de constructores y/o especuladores, También están as formaciones de los corruptos despechados por sus partidos originales o las de los tránsfugas que una vez catado el poder desmedido que les dan los nuevos socios y "compradores" se niegan a renunciar a él y se "montan" un partido a su medida para seguir subidos al "machito".
Pero existen otros partidos, los que nacen del marketing, los que, en lugar de atraer a los ciudadanos a una idea o in programa, ocupan el espacio dejado por los partidos que, definitivamente, han cansado a sus votantes, aquí cabrían tanto Podemos como Ciudadanos, aunque lo hacen de manera muy distinta.
Tan distinta que uno es un partido desde las bases, nacido de los movimientos surgidos en la calle tras el 15-M y el otro no es más que puro marketing, un partido que da "garantías" a los empresarios y que, en el trabajo de explicar alguna de sus propuestas con detalle, pierden el maquillaje que les cubre y muestran su verdadera piel que no siempre es la que aparentan.
Así como en Podemos o cualquiera de las formaciones que apoya hay personas conocidas y con voz propia, en Ciudadanos es difícil encontrar un nombre distinto al de Albert Rivera, ese señor que hace ocho años pidió desnudo el voto en Cataluña para defender con otras palabras lo mismo que defendía el PP, aunque sólo fuese una leyenda urbana difícil de demostrar cuando, sin prejuicios, se pasan más de dos días en Cataluña, Aun así, el caso es que su mensaje cuajó, al menos allí, y Rivera levaba ya ocho años defendiendo sus tesis en el Parlament de Cataluña con más pena que gloria, cuando, en el momento en el que la aparición de Podemos y su brillante ascenso en las encuestas, iluminó a quien tras fracasar fuera de Cataluña en su primer intento de exportar su marca al resto e España y quedar en dique seco en las últimas elecciones decidió "aprovechar la ola", probando suerte en Andalucía.
Y funcionó. Tanto que sonó la flauta y no por casualidad, porque Ciudadanos, despreciada por lo más granado del parque jurásico de Génova 13, recogió en Andalucía una gran parte del voto aburrido y descontento del PP y algún que otro voto despistado del PSOE, hasta el punto de superar todas las expectativas y convertirle en parte fundamental de la llave del gobierno que pretende Susana Díaz.
Tanto fue el éxito en Andalucía que, como un best seller inesperado que se promociona sin haber imprimido ni mucho menos distribuido ejemplares para la demanda provocada, se lanzó a extender su éxito a municipios y autonomías sin tener siquiera militantes suficientes para hacer sus listas y, claro, sus listas se convirtieron en un coladero para "tapados" o no tan tapados de la ultraderecha xenófoba, quizá atraídos por algunos planteamientos de Rivera respecto a los inmigrantes, a algún que otro imputado atraído por las oportunidades de negocio abiertas ante el poder que sin duda va a tocar Ciudadanos después del domingo, a más de un despistado que no sabía dónde se metía y que, después de conocer lo que iba a tener que defender, decidió renunciar a su candidatura o, sencillamente, como unos cuantos jubilados, conocemos a los que se han atrevido a contarlo, fueron incluidos en las listas sin su consentimiento consciente.
Unos y otros son, según Albert Rivera, garbanzos negros, garbanzos que ya se han retirado, supongo que para no estropear el prometedor cocido, aunque no sólo los garbanzos empeoran o mejoran el sabor de un cocido. Hay más ingredientes y algunos de esos otros ingredientes son los que más me preoupan. Hay garbanzos negros, en efecto. E es lo que pasa cuando se quiere abarcar lo que no se puede apretar, cuando se pesca al arrastre: que entra mucha morralla en la red. Tendremos cocido y, muy probablemente, Ciudadanos repartirá muchas raciones, pero, ojo,  los cocidos son traicioneros. Y más los improvisados y los cocinados por desconocidos. Son traicioneros y pueden resultar más que indigestos, tanto que la digestión del cocido que prepara Rivera puede durar años.


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miércoles, 20 de mayo de 2015

MISERABLES O IMBÉCILES

                                          


Miserables, imbéciles o ambas cosas a la vez. No me cabe duda de que el presidente Rajoy y muchos de sus candidatos son así o, lo que casi es peor, buscan entre sus votantes a los miserables e imbéciles capaces de creer a pies juntillas sus mentiras a pesar de que lo que le están diciendo sus sentidos sea todo lo contrario. No me cabe ninguna duda,
Cómo, si no, puede el presidente del gobierno de un país con el veintitrés por ciento de su población dispuesta a trabajar está en el paro y una gran parte de ellos  además, sin subsidio, cómo, cuando hay millones de hogares en los que no entra un sueldo, puede decir, me pregunto, que ya nadie habla del paro o de la recesión. Sólo un miserable o un imbécil, me respondo.
Más miserable y más imbécil, cuando esa misma mañana su ministro de Exteriores, el inefable García Margallo, había utilizado esa misma mañana el argumento del 23% de parados, para rechazar la cuota de refugiados procedentes de las costas del norte de África que la Unión Europea nos había asignado. Miserable e imbécil, por pensar que eso que les contaba a sus fieles en Pamplona no iba a ir más allá del mitin en que lo dijo ni iba a alimentar chistes, chanzas o, simplemente, la furia de los parados, los padres o los hijos de los parados y tantos y tantos pequeños empresarios, muchos de ellos propietarios de pequeños talleres o comerciantes, indignados por tal falta de sensibilidad hacia sus vidas al borde ya de la desesperación.
También hay que ser, más que imbécil, miserable y muy miserable para hacer lo que hizo Esperanza Aguirre anoche: encerrarse en un plató de televisión, elegido por la condesa, en Telemadrid, claro, con Manuela Carmena y tratar de imponerse a ella usando como basura contra ella las decisiones que tomó como jueza y acusándola poco menos que de favorecer al terrorismo, cuando desde su juzgado no hizo otra cosa que imponer e respeto a los derechos humanos, teniendo en cuenta, quizás, que el objetivo de la ley debería ser acabar con los delitos y no ensañarse con los delincuentes.
Lo hizo durante la mayor parte del debate, devolviendo a la polémica un asunto, el del terrorismo de ETA o de los GRAPO que afortunadamente hace ya años que dejó de ser un problema, pero que el PP echa de menos, porque, con él, agitando sus fantasmas, han ganado demasiadas elecciones, porque, con él, han mantenido distraídos a los madrileños y los valencianos envueltos en banderas y páginas de periódicos, ciegos al saqueo que estaban haciendo de sus impuestos, para llenar sus bolsillos y engrasar la maquinaria de ese fondo buitre en que convirtieron al Partido Popular.
Pero la miserable se quedó con las ganas, porque sus malas artes, sus mentiras, su furia y todas  sus bajezas se estrellaron con la dignidad y la firmeza de su adversaria que serena y de bazos cruzados la dejó con su mano de condesa tendida, cuando, después de gastar toda su munición sin decir una sola palabra sobre Madrid, la candidata Aguirre, tratando sólo de llenar de la basura de que se alimenta, trató de saludarla, buscando una foto que no obtuvo, no sin antes haber sido acusada, serenamente, eso sí, de carecer de cualquier rigor intelectual y de no creerse lo que estaba diciendo.
Con buenas palabras, yo no hubiese sido capaz de tanto comedimiento, la dejó como la imbécil y miserable que es, la que habla para los imbéciles, miserables o ambas cosas a la vez, que los hay, entre los que ella y su partido buscan, ahora deseperadaente, el voto.


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martes, 19 de mayo de 2015

EFECTO CANALLADA



Una vez más y, como le ocurre al escorpión, es su condición, el Gobierno ha mostrado su lado más insolidario, por no decir su cara más dura. Se trataba de dar acogida a quienes sufren cada día en aguas del Mediterráneo la tragedia de dejar atrás sus casas para buscar en Europa la libertad o una vida mejor. Se trataba de recibir en suelo español a unos mil trescientos de los veinte mil refugiados que la UE decidió acoger ayer y el gobierno del PP, por boca de su ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, quien, como a los malos estudiantes, le han parecido demasiados los deberes.
Siempre me ha parecido mentira que un país como el nuestro, que es lo que es gracias a las sucesivas oleadas de población que a lo largo de los siglos nos llegaron desde Europa por el  norte y desde África por nuestras costas del sur, un país que ha mandado a sus hijos al exilio, perseguidos por razones de religión, de política y, cómo no de raza u que los envío a ganarse el pan a América o a la Europa que se levantaba de la última posguerra, se sintiese tan insolidarios con quienes, como sus padres o abuelos sólo buscan el pan, la seguridad y la libertad que no tuvieron en su tierra. Más en una tierra donde campan refranes como el de que "donde comen dos, comen tres".
Sin embargo, la respuesta de nuestro gobierno ha sido egoísta y cobarde. Y para justificarla le ha dicho a Europa que nuestra riqueza, esa que aparece como una guirnalda en todos sus mítines en esta campaña electoral, no es tanta, que sólo es relativa, t les ha dicho también que un veintitrés por ciento de paro es mucho paro, algo que nos esconde en los mismos mítines. Y, cómo no, el gobierno se queja también de que "en su clase" hay niños más altos y más guapos que los españoles. Sólo falta que, como acostumbran, como ya hizo el ministro del Interior, nos inviten a acoger uno o dos de esos refugiados en nuestras casas. 
Algo, esto último, coherente y muy acorde con esa visión ultra liberal que tienen de las cosas que se resume en socializar los problemas y privatizar los éxitos y los beneficios. Porque aquello en que no pueda meterse la cuchara de plata de un conde "lobbista" no resulta interesante a los ojos de quienes entran en política para cambiarse el coche, comprarse un rolex o levantar mansiones  Es más, creo que, si por cada refugiado acogido en España el marido de Esperanza Aguirre se llevase algo, estarían ya en suelo español no sólo los mil trescientos que se nos ha asignado, sino los veinte mil del total y más que hubiere.
Durante años, los populares acusaron al gobierno socialista de Zapatero de generar un efecto llamada para la inmigración ilegal al legalizar la presencia de aquellos que pudieran demostrar arraigo en el país. Evidentemente no tenían razón, porque lo que atraía a todos esos jóvenes trabajadores era el trabajo, a veces en condiciones inhumanas, en la construcción y las grandes obras públicas. El mismo que nos hizo a los españoles creernos "los reyes del mambo", para, cuando cesó la conga de la burbuja inmobiliaria, hundirnos en la miseria, salvo, claro está, los que la provocaron, que cambiaron de negocio y de amigos.
Si lo de Zapatero fue un efecto llamada, lo de García Margallo, ayer, tiene otro nombre y no es otro que "efecto canallada".


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lunes, 18 de mayo de 2015

ENCUESTAS

A menos de una semana para que votemos en las elecciones más cruciales de los últimos años, dicen las encuestas que uno de cada cinco de los consultados no sabe aún qué votará el domingo. Quizá sea ese el único dato creíble de los sondeos y el que, sin duda, servirá de coartada a la empresas del ramo cuando, a última hora del domingo sepamos la verdad al contar las papeletas depositadas en las urnas. Y si lo digo es porque en menos de veinticuatro horas nos han sorprendido con sondeos que dan y quitan mayorías, con la misma tranquilidad con que algunos políticos y demasiado a menudo las portadas de los periódicos dicen una cosa y la contraria.
En Madrid, por ejemplo, los que añoramos esa ciudad feliz y vanguardista de los tiempos de Tierno pasamos en un día de la depresión de ver a la condesa perversa y boquirrota gobernando con el apoyo de Ciudadanos a que nos contasen que Manuela Carmena podría cerrar el paso a esa derecha rancia de misa de doce el domingo y desahucio de ancianos y niños a las ocho de la mañana del lunes, para que, en otras horas veinticuatro, otra encuesta, otro diario, devuelva las cosas a su sitio. Un sube y baja de euforias y depresiones que no nos merecemos.
En mis años de profesión he vivido muchos periodos electorales y he sido testigo, si no de cómo se hacen, sí de cómo se "emplatan" y venden las encuestas, cómo, en las jornadas electorales, se intercambiaban “cromos”, resultados, de los sondeos a pie de urna entre unas y otras encuestadoras. Y es que el tan manido "margen de error" da para cometer muchos errores, las más de las veces intencionados. Mi mejor consejo para estos casos, muy difícil de seguir, es el de no hacer caso de las encuestas, el de que no hay que dejarse llevar por unos datos que, no lo olvidemos, alguien encarga y paga a alguien.
Las únicas encuestas válidas, si es que alguna lo es, son las que lleva a cabo el CIS, sobre una enorme muestra que resulta inaccesible para cualquier empresa privada. Y, aún esas, pueden quedar sesgadas en función del cuestionario y de las opciones de respuesta que se ofrezcan al encuestado. Quizá a las del CIS habría que sumar las que encargan los partidos para consumo interno, una especie de "espejo mágico" que, como el de la madrastra de Blancanieves, les confirma o desmienta que serán los más votados, o no, del reino y les señalan cuándo y cómo "deshacerse" de sus rivales.
Al PP de Esperanza Aguirre se le notó mucho hace una semana que sus "encuestas espejito" decían que no era la condesa la más hermosa, sino que había una juez afable y honrada disputándole el favor de los madrileños. Fue por eso que mandó a sus ballesteros a buscar por todo el reino la flecha con que atravesar el corazón de su rival y a fe que lo intento con saetas amañadas y emponzoñadas que, afortunadamente, se deshicieron al impactar con el prestigio y el buen talante su adversaria, porque, a diferencia del cuento, los ballesteros de la condesa no sólo no perdonaron a su víctima en el bosque, sino que usan una y otra vez sus flecha amañadas en cuantas tertulias visitan "a tanto el chisme" y os aseguro que son muchas las tertulias y muchos sus chismes.
Otro uso perverso de las encuestas es el de influir en la voluntad de los electores, porque no debemos olvidar que hace mucho tiempo que los periodistas dejamos de ser sólo testigos para pasar a ser actores deseosos de influir para modificar la realidad y no digamos quienes "se" compran o alquilan un medio de comunicación para hacerlo. Por eso, algunas encuestas buscan desalentar a los peor parados en ellas, del mismo modo que, a veces, intentan relajar al ganador y espolear al segundo. Esto que os digo no es una tontería, ni mucho menos una novedad, ya en la segunda guerra mundial, creo que en el frente italiano, un oficial del ejército norteamericano ocultó a sus hombres el final de la guerra para evitar ese peligroso relajamiento.
No es que yo pretenda alabar tan inhumana conducta, menos habiendo vidas humanas en juego, pero creo que las encuestas se están utilizando para condicionar el voto ciudadano. No hay más que ver el estrepitoso "despiste" de las encuestadoras británicas, que fueron incapaces de predecir el triunfo conservador y que ahora están siendo investigadas por el órgano supervisor. No. No me gustan estas encuestas ni mucho menos esa "cocina" en la que se maquillan sus resultados. Es más, creo que no sería malo, sino todo lo contrario, prohibir la realización de encuestas y su difusión tanto en periodo electoral como al menos dos semanas. Quizá así seríamos más libres y sinceros en las urnas.  


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jueves, 14 de mayo de 2015

CANDIDATOS



La verdad es que no envidio el papel de los candidatos en estas elecciones. Todos, salvo aquellos a los que les basta con mostrarse como realmente son, se ven obligados a trabajar diariamente en un circo de tres pistas en el que unas vecen reman, otras pedalean y, casi siempre, mienten. No hay más que ver a la candidata al ayuntamiento de Madrid que, pese a presumir de ser la única candidata que se presenta sin disfraz, cada día cambia de uniforme y actividad, a sabiendas de que la prensa, a la que necesita tanto como la prensa necesita de ella, la va a seguir allá donde vaya, como las cantineras y prostitutas seguían a los ejércitos en las viejas guerras.
Cualquier cosa, menos hablar de lo que realmente importa. Cualquier cosa, menos responder a lo que realmente interesa a los ciudadanos, cualquier cosa, menos asumir la responsabilidad que ha tenido y tiene en la generación de ese mar de corrupción que ha acabado siendo la Comunidad de Madrid desde que su lindo pie pisó el capote que algunos madrileños -la mayoría, es verdad, pero ni mucho menos todos- extendieron a su paso.
Decía que es duro el oficio de candidato, pero más de be serlo el de padrino del candidato, obligado, por ejemplo, a bajar al parque a montar en bici con las ahijadas, sobre todo con una que, bien lo sabe él, no pretende otra cosa que "echarle carreras" y que no dudaría en desternillarse de risa ante el más mínimo accidente que pudiera sufrir, y son muchos los que amenazan a quien se aventura sobre una bici con zapatos de suela, pantalones de vestir y corbata. Algo que, a la postre, resulto innecesario, porque Mariano Rajoy se basta y se sobra para ponerse en evidencia con sólo abrir la boca.
Pues bien, frente a todos estos despliegues que organiza esa legión de asesores que levantan del sofá a la candidata para embarcarla en el Retiro y, una vez en tierra, la pasean en bici por la orilla del río, frente a este despliegue, otros candidatos no oponen más que su honradez y su sentido común y pese a ello tienen que soportar las agresiones verbales de defensa marrullero de quien no está dispuesta a dejarse ganar por una juez tan querida como dispuesta a hablar de todo y a aportar, no chucherías y dos huevos duros, si no bastan las chucherías, sino soluciones, quizá pequeñas, siempre discretas, a los problemas de los ciudadanos.
Pongamos que hablo de Madrid, de Esperanza Aguirre y de Manuela Carmena, porque eso es lo que conozco, pero estoy seguro de que esto que os cuento, con otras piruetas, con otros guateques, pasa también en otros lugares. Estoy seguro que en Valencia, en Barcelona, en Sevilla o en A Coruña pasa otro tanto. Y también estoy seguro de que en muchas ciudades, si no en todas, hay candidatos que se llevan los votos de los ciudadanos, simplemente, por la inercia del poder, estoy seguro de que, como en Madrid, hay candidatos tan conocidos como mal valorados y otros, con los que uno se iría a vivir que, sin embargo, no cuentan con el favor de la prensa y quienes controlan los medios, porque tienen poco que ofrecerles, salvo la verdad y la verdad no siempre vende.
No sé dónde estáis ni qué pensáis, pero os pido que, dentro de diez días, no penséis en siglas, sino en caras, en voces, en pensamientos y, sobre todo en trayectorias. Os pido que, esta vez y siempre, no os dejéis arrastrar por los partidos o por la imagen que tengáis de ellos, sino por los candidatos.


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miércoles, 13 de mayo de 2015

JUVENTUD, DIVINO TESORO


Ayer tuve la fortuna de escuchar a un gran poeta, Pablo García Baena, que a sus noventa y tres años regalo a los presentes en el homenaje que se le rendía la lectura de un hermoso poema inédito del libro que prepara, un poema que era en sus contados versos todo un destilado de sabiduría, de vida y de belleza. Fue la culminación de un acto en el que participaron poetas de varias generaciones y en el que a nadie se le pasó por la cabeza negar la capacidad para destilar esa belleza a los nacidos, por ejemplo, antes de la aparición de cualquiera de los grandes movimientos poéticos que en España han sido.
Nadie en su sano juicio se atrevería a proponer tamaña majadería, como nadie se atrevería a renunciar a un tesoro tan vivo como el suyo, porque en poesía, mientras no se borren la tinta con que están impresos los versos en los libros o mientras alguien sea capaz de recordar cualquiera de esos destellos de belleza, palpita la vida. Como palpitan la vida y la sabiduría que da la vida en cualquiera de los millares de hombres y mujeres que dejaron lo mejor de las suyas en las fábricas, las universidades, las calles y las cárceles franquistas para ayudar a traer esa democracia de la que ahora quiere expulsarles un tarambana crecido y pagado de sí mismo.
Me estoy refiriendo, claro, al desliz de Albert Rivera, militante que fue de las Nuevas Generaciones del PP, cuandoafiliarse al PP no es ni era obligatorio y que, a la hora de elaborar el programa económico de su partido busco a un economista liberal, Luis Garicano, que es de esos que tanto gustan a los populares, al que no se le ha ocurrido otra cosa que subir el IVA de los artículos de primera necesidad y bajar el de los lujosos para sacarnos de la crisis. Me estoy refiriendo al que ayer, para justificar su metedura de pata del lunes, nos regaló, para justificar la renovación generacional que pretende, esta otra: "en las empresas, quien lo hace mal se va a la calle, sea jefe o trabajador", algo muy difícil de demostrar, sobre todo porque unos y otros no son cantidades homogéneas, porque son muchos los trabajadores que se van con una mano delante y otra detrás y, si no es así, es por la lucha de todos esos que nacieron antes de la democracia y a él le gustaría arrojar a las tinieblas, y son demasiados los jefes inútiles que, después de hundir empresas, se van a su casa, pero cargados de acciones, bonus, seguros y prebendas. Algo que habrá visto en sus años de trabajo, no tantos, en el servicio jurídico de la Caixa.
Creo que lo que le ha pasado a Rivera es que en su afán de disfrazar su discurso para hacerlo distinto y transversal, para que, como "la peor medicina" de Mary Poppins, lo recubre de ideas presuntamente originales y, en este caso, recurre a levantar un muro generacional, quizá para no hacerlo ideológico, porque Rivera, que vino desnudo al mundo de la política, tiene, como todos, un pasado, que en su caso es comprometedor y vergonzante, porque como dijo alguien ayer, creo que Manuela Carmena, y con acierto, habla de generaciones y de partidos viejos, porque no quiere hablar de la casta en la que estuvo.
Al "campeón" Rivera, deportista en su juventud, le ha pasado lo que a muchos atletas que acaban "rompiéndose" por no haber calentado a tiempo y lo suficiente. A Rivera el éxito le ha venido grande y demasiado pronto, porque su partido unipersonal tiene una sola voz, la suya y tantas entrevistas, tantos mítines y tantos debates dan para cometer muchos errores y los comete.
Menos mal que a Rivera le miman en algunos medios y que el Partido Popular, que le sabe necesario para mantener sus negocios, le da una de cal y otra de arena. Pero alguien debería decirle que la juventud, el divino tesoro de los versos de Rubén Darío, se va para no volver. Cuando a él le pase, ya se encargará de defender, como todos, al menos de boquilla, la eficacia y la decencia en lugar de algo tan efímero y no de absoluta garantía como la juventud.

martes, 12 de mayo de 2015

QUIERO QUE ME MIREN


Ayer, después de una comida y de una sobremesa más deliciosa aún, esperaba el autobús en la calle Toledo, cuando mi amigo y yo comentamos, y no es la primera vez que lo comento con un amigo, la "peculiar" foto que el poeta Luis García Montero ha escogido para las banderolas que anuncian desde las farolas su candidatura por Izquierda Unida a la Comunidad de Madrid. Una foto con la mirada perdida en el cielo, parecida a otras como aquellas en las que, en otros tiempos y otras elecciones, posó Julio Anguita.
No me gustan estos asesores, fotógrafos o arriolas de todo pelaje, que aconsejan a sus candidatos mirar al cielo con ojos brillantes, como "La Asunción" de Murillo, como si esperasen una revelación o un trance místico, en el que se les revelase el camino por el que han de conducirnos para alcanzar la salvación y el paraíso aquí en la tierra. No me gustan, como tampoco me gustan esas otras fotos, tan de moda entre los escritores para las entrevistas impresas o para las solapas de los libros, en las que el pobre autor o la pobre autora, sometidos a la tiranía de modas y tópicos, aparecen siembre con una mano en el mentón, como si la cabeza de un escritor pesase demasiado como para dejarla únicamente sobre los hombros.
¿Son modas, son tópicos? No lo sé. Lo que sé es que lo que espero de un político es que me mire a mí, a ser posible a los ojos, porque, si no desde una foto, pero sí en la vida real, en la cercanía, los ojos de quien te mira, o de quien evita mirarte, lo dicen todo, hasta el punto de que alguien que te sostiene la mirada difícilmente te mentira, lo que no quiere decir que no vaya a hacerte daño, pero difícilmente te mentirá.
Yo quiero que, desde los carteles, los candidatos me miren, a mí y a todos los ciudadanos, que sepan quiénes somos y dónde y cómo estamos, que no tengan una idea equivocada de lo que nos pasa, que no se fíen de lo que les cuentan los carromeros de turno o de lo que le cuentan las dóciles televisiones o periódicos que tienen a sueldo. Quiero que me miren, cosa que no hacen, por ejemplo, quienes han despedido, despiden y despedirán a tantos trabajadores, quienes vendieron las preferentes a tantos y tantos ancianos o gente que, como yo, confiábamos en "nuestra caja de toda la vida". Quiero que me miren y no desde detrás de un pasamontañas, como hacen los policías  cuando muelen a porrazos a todo "bicho viviente", incluso a "los compañeros".
Entiendo que, cualquier mirada desde las banderolas publicitarias, salvo las que buscan el cielo, será siempre por encima del hombro. Y entiendo que eso no es bueno, porque somos orgullosos y no nos gustan esas miradas desde cualquier posición que implique superioridad ¡menudos somos para eso! no le aguantamos los humos a nadie, salvo a Esperanza Aguirre, claro, que ha cogido todos los taxis de Madrid para mirarnos mientas esperamos en el semáforo o caminamos por la aceras, a saber por cuánto dinero, y que está acostumbrada a rebuscar en la vida de sus adversarios "tenemos algo contra éste", como muy bien le enseñó el amigo Granados, que espiaba a sus compañeros para la condesa que ahora le niega, alumna aventajada del hoy encarcelado, que anda hurgando en los asuntos del marido de Manuela Carmena, que, como reputen una encuesta detrás de otra es la candidata mejor valorada, mientras ella queda como la más conocida pero peor valorada por los madrileños.
Me gusta que me miren a los ojos y me gusta mirar a los ojos a la gente, pese a lo que dice la canción de Golpes Bajos, quiero que me miren, pero no desde los taxis, tanto que no cogeré ninguno mientras lleven el careto de la condesa, quiero que me miren a los ojos en la calle y a pie firme.


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lunes, 11 de mayo de 2015

PENSAR EL VOTO

                                          FOTO cuatro.com

Nunca, como el próximo domingo 24 de mayo va a ser necesario pensar y repensar el voto. Nunca, porque nunca como hasta ese día nos vamos a jugar tanto, porque, si hemos de fiarnos de los sondeos, y yo no me fiaría mucho, lo único que dejan claro las encuestas es que los españoles, en conjunto, otra cosa lo son tomados uno a uno, no quieren que vuelva a propiciarse ese baile a dos que nos han hecho bailar desde hace tantos años.
Si digo que tenemos que pensar mucho el voto es porque creo que no podemos comportarnos como hasta hace unos meses, refugiándonos en apuestas seguras y votos útiles, dejando sin oportunidades a partidos pequeños, marginales los llaman los "expertos" que no fueron capaces de ver venir el 15-M, por miedo a que nuestro voto "se perdiera", con lo que los que tampoco queríamos quedarnos en casa hemos contribuido a que el partido socialista, siempre dispuesto a repetir aquello de "he recibido el mensaje" que dijo una vez Felipe González después de salvarse "por los pelos" de perder el gobierno frente a Aznar, se cociera en su propio jugo de hastío, desclasamiento y corrupción, en la España en la que cualquiera podía hacerse rico hinchando burbujas.
Parece que esta vez no va a ser igual, que esta vez los marginales están dentro y que han venido para quedarse. Parece que esta vez, como en aquellas primeras mareas del 15-M, estamos aprendiendo a reconocernos y a contarnos. Parece que ahora vamos siendo conscientes de nuestra fuerza y de lo que podemos conseguir con ella, algo que no se había dado en las últimas dos décadas y que, por primera vez, como en aquellos primeros tiempos de la transición está poniendo nerviosos a los todopoderosos del IBEX-35.
Les pone nerviosos y les obliga a mover los hilos, a releer o, mejor dicho, a que sus dóciles sirvientes nos relean las encuestas, diciéndonos que quizá lo de Podemos no sea para tanto, contándonos eso de que hay mucho voto vergonzante que se oculta en las encuestas, pero que aflorará en las urnas, quizá buscando que muchos votos ilusionados se refugien en la opción útil y segura del PSOE, mucho más fácil de controlar y mucho más útil para sus intereses que cualquier otra aventura más impredecible y difícil de corromper.
Creo que sería prudente no poner demasiada atención a todos estos aulladores que lo que pretenden es asustarnos, hacer que sintamos como propio su miedo o que dudemos de nuestra capacidad de elegir lo que nos conviene o, como mínimo, de la fuerza de nuestra opción. Lo vais a comprobar a lo largo de estas dos semanas que nos quedan de campaña, lo estoy empezando a comprobar hoy mismo.
Por eso mi receta es dejarse llevar por el corazón y, si me apuráis, por el arrojo de una primera intención. Me ocurre en esto como con el trato con las personas, la primera impresión es la que vale. Diréis que es una frivolidad, pero suelo fiarme de un primer contacto para saber a qué atenerme con la gente, especialmente cuando la impresión no es buena. A veces he cambiado de opinión respecto de ese primer rechazo y casi siempre ha sido para equivocarme, porque el primer pálpito era el correcto.
Por eso, mi consejo para este 24 de mayo es el de no acobardarse, tirar "p' alante", porque por más que no digan lo contrario, la decepción, con los otros, ya está garantizada.


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viernes, 8 de mayo de 2015

IMPUDICIA ELECTORAL CENTRAL


Sería puro candor que los dueños del tablero de juego iban a resistirse a retorcer las reglas para expulsar del mismo a quienes podrían poner en peligro su propiedad sobre el instrumento que le permite dictar las normas y repartir las cartas para el juego. Pues bien, en España se encarga de repartir las cartas y de interpretar las normas la Junta Electoral Central y acaba de hacerlo con la impudicia que cabía esperar, retorciendo las normas para dejar fuera del pastel televisivo a los partidos más incómodos, aunque para ello tuviese que dejar fuera a otros como IU, a  modo de "torna" que justifique cuadrar el peso.
El objetivo principal era sacar de los espacios gratuitos de información electoral a Podemos que, pese a la cocina del CIS y a los machacones mensaje de los medios afines al bipartidismo, conserva tras la última encuesta unas buenas expectativas de voto. Y, para ello, se agarraron a la excusa de que el partido salido del 15-M se presenta en coaliciones y con nombres distintos en el territorio nacional, una alambicada justificación que ha forzado a la Junta Electoral Central a dejar también fuera de esos espacios por primera vez a Izquierda Unida, pero no a Ciudadanos que, como Podemos sería nueva en el baile.
Afortunadamente, nada hay más aburrido que los panfletos visuales que elaboran los partidos para los espacios gratuitos que les ceden las televisiones públicas y yo apostaría porque resulta insignificante la influencia que puedan llegar a tener en los votantes. Lo digo porque soy de los que vieron aún con ilusión aquellos primeros "espacios gratuitos", para darse cuenta después de que no había nada que ver en ellos y cambiar de canal después, no digamos ya desde que desde hace 25 años las teles son ya más de dos y, algunas, "de pago".
Tan escandalosa ha sido la decisión de la Junta Electoral Central que se ha visto obligada a atender la reclamación del maltrecho partido de UPyD, dejando fuera también a Ciudadanos, partido que cuenta con las simpatías de PP y PSOE, el primero, porque podría Ciudadanos podría tener la llave que le permitiese conservar el gobierno, ahora en peligro, en casi todas las autonomías, y, el PSOE, porque Ciudadanos ha resultado ser el antídoto perfecto para desactivar la efervescencia con que Podemos le estaría arrebatando la supremacía en la izquierda.
Éste, el de la Junta Electoral Central dando y quitando espacios es el último capítulo del culebrón impúdico con que los poderes políticos y económicos, representados a la perfección por los medios que controla y por los partidos que gobiernan o han gobernado, a los que sientan en sus consejos de administración como pago a los servicios prestados. Un culebrón que pasó del absoluto desprecio e ignorancia del 15-M a la torpe utilización de Podemos para atomizar la izquierda, más tarde a la sorpresa por los resultados de Pablo Iglesias y sus compañeros en las elecciones europeas y, vista la aceptación entre la izquierda tradicionalmente abstencionista de la primera fuerza extraparlamentaria con posibilidades, en una descarada campaña de desprestigio de Podemos o, sino, del silenciamiento más absoluto de sus propuestas.
Son las artimañas del rey de la montaña para mantenerse en lo alto del montículo una vez llegado a él, son los codazos y manotazos dignos de defensas "destroyers" que, como Sergio Ramos, saben que, fuera del área, no son valen tanto, porque hace tiempo los propietarios de las grandes empresas de este país, los bancos, las eléctricas, las petroleras, las grandes constructoras, decidieron que es más fácil controlar a dos partidos, fáciles de sentar a su mesa, que a tres, cuatro o cinco, más difíciles de contentar, por no decir más difíciles de sobornar.
Los intentos del "sistema", el "régimen" o "la casta", como prefiráis, por silenciar a Podemos son impúdicos. Sin embargo, los que creemos que eso no debe ser así, que el cambio es posible, tenemos una fuerza, las de las redes, difícil, si no imposible, de controlar: las redes, nuestro círculo más próximo y la palabra. Yo ya estoy en ello y estoy dispuesto a ser en ello tan impúdico como lo están siendo los que no quieren aflojar el pie que tienen sobre nuestras cabezas. Y espero que los trabajadores de las televisiones púbicas se resistan y den publicidad a cualquier intento de imponer este injusto criterio en la información electoral en los telediarios.


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jueves, 7 de mayo de 2015

PARTIDO POPULAR S.A.



Acabo de escuchar en la SER que la trama PPúnica, la segunda pe es mía, rebañó, este verbo también es mío, quinientos millones de euros de dinero público, sólo en la Comunidad de Madrid y la mayor parte, en plena crisis, o lo que es lo mismo, en menos tiempo del que tuvo la otra trama del PP, la Gúrtel, para rapiñar en Madrid, Galicia, Castilla León y Valencia. Más dinero del que cayó en manos de Francisco Correa y mucho más concentrado en el espacio y el tiempo, lo que da idea de la avidez de Francisco Granados, hortera donde los haya, y su socio y paisano David Marjaliza, hombre éste último de plumas Montblanc y relojes de los que se guardan en la caja fuerte y sólo se ponen en la muñeca para fiestas y recepciones.
Dos señores de pueblo que hoy tienen cuentas en suiza y Singapur y que, según los sindicatos, se llevaron en comisiones y sobrecostes lo mismo que Ignacio González y Esperanza Aguirre recortaron en Sanidad y Educación, aunque la cara la dieron sus consejeros, quinientos millones de euros que sólo pudieron llevarse con la connivencia, por acción u omisión, de la dirección y el gobierno del PP en Madrid. O lo que es lo mismo, sólo pudieron hacerlo con la complicidad de Esperanza Aguirre, quien, pese a su rápida reacción y a sus pucheros ante la prensa, no puede negar, por más que insista en ello, que su hombre de confianza, el sepulturero que enterró la comisión que se supone que investigó en la Asamblea de Madrid, el Tamayazo, por el que el Partido Popular conservo el poder y las llaves de las cajas en la Comunidad de Madrid, después de haber perdido la mayoría absoluta en beneficio del pacto entre PSOE e Izquierda Unida.
Esa es la catadura moral de la gente que rodea a Esperanza Aguirre y cosas como esa nos dan o nos deben dar idea de hasta dónde están dispuestos a llegar los populares y quienes les sostiene, aunque en esto, como en la paradoja del huevo y la gallina, no se sabe quién es el instrumento de quién. Y es que no hay que olvidar que hay empresarios, y los hay de todo tamaño y pelaje, que aceptan pagar, si no son ellos los que proponen el pago, para adherirse a la administración, sea cual sea, como las sanguijuelas clavan las mandíbulas en sus víctimas para alimentarse de su sangre.
Desde que recuperamos la democracia o lo que quiera que sea esto, los partidos han estado recibiendo sin control el dinero de los empresarios que contratan o pretenden contratar con las administraciones, en especial PP, PSOE CiU y PNV, que han sido los que más gobiernos han controlado en la nación, las autonomías, los ayuntamientos y las diputaciones. Lo hacían ya en los años de la transición, con dinero nacional o importado, lo siguieron haciendo mientras hubo barra libre ante la ausencia de una ley de financiación de partidos y lo han seguido haciendo con ella, porque la ley vigente la hicieron ellos y ningún perro en su sano juicio se pone un collar que le apriete.
La excusa de unos y otros ante todos los escándalos que cada día aparecen es que las tramas, son obra de "compañeros" sin escrúpulos, lo acaba de decir Cristina Cifuentes, sin escrúpulos que buscan el enriquecimiento personal. Vana excusa, porque todas estas tramas, por más egoístas y "paletas" que sean y las hay muy egoístas y muy paletas, no serían posibles sin la cobertura que da existencia de esa financiación irregular con del debe y el haber de mordidas y favores que, en el PP y supongo que en otros partidos, ha sido y es una constante.
Tenemos que tener claro que algunos partidos, pero especialmente el Popular, han funcionado y funcionan como sociedades anónimas que venden una cosa a sus electores y otra bien distinta a sus otros clientes, para los que tienen establecidas tarifas, porcentajes, para cada decisión beneficiosa para ellos que tomen.
Los partidos que han venido gobernando este país han funcionado como sociedades anónimas que, para sus ingresos legales y para el poder que justifica las mordidas, para mantener sedes ostentosas, pagar aviones a candidatos, comidas, hoteles, secretarias, carteles, servicios de comunicación y prensa, para pagar tertulianos y para todo lo que diferencia a los partidos "de orden" de los "piojosos" sin experiencia, hace falta ese dineral. Los partidos, especialmente el Partido Popular, son sociedades anónimas y la única oportunidad que tenemos de que dejen de serlo de que dejen de engordar con lo que nos quitan en todas esas tramas oscuras, es dejando de ser sus clientes, dejando de comprar su producto. Es decir, dejando de darles nuestro voto y trabajando para que otros, que quizá no lo vean tan claro, puedan verlo y lo hagan también.


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miércoles, 6 de mayo de 2015

SON COMO SON


Entiendo que debe ser muy duro, a cada paso que das fuera de La Moncloa, en esas visitas de partido que te organizan desde la calle Génova, andar mirando con quien te abrazas, a quien das la mano o con quien te besas. Sobre todo, si el paisaje del paseo que tu querrías triunfal es el campo de minas que, para el PP, ha acabado siendo la Comunidad de Valencia. Abras por donde abras el álbum de "familia" del PP valenciano, los dirigentes nacionales aparecen rodeados de personajes que, como  le dijeron de sus colaboradores hace unos días a Esperanza Aguirre, o están en la cárcel o van camino de ella.
Ayer mientras todavía resonaba en nuestros oídos el eco de ese "...Uno, dos mil, tres mil, quatre mil, cinc mil, sis mil, set mil, vuit mil, nou mil, deu mil, onze mil, dotze mil euros... dos milions de peles" con que Alfonso Rus -treinta y seis años en política, la mayoría en el PP y en la presidencia de la diputación de Valencia- contaba con su hombre de confianza lo que parece ser el resultado de una comisión procedente de alguna recalificación o alguna de esas contratas por las que, según se dice, se cobraba el tres por ciento, ayer, Rajoy, volvió a hacerlo y, ante la evidencia de lo que no puede ocultarse y, según su propio partido, "abochorna", dijo que "somos como somos" y a otra cosa mariposa.
Y lo dijo, porque sabe parea quien habla. Habla para los que han cambiado o esperan vender, una ver recalificado, la huerta o el naranjal de los abuelos por un puñado de billetes de esos que cuenta Rus en la vergonzante grabación, con el que comprar un mercedes, mandar a los chicos a la universidad o, simplemente irse de putas hasta hartarse. Habla para quienes han cambiado su oficio de agricultores por el de albañiles o, con suerte, constructores y, en dos décadas prodigiosas han ganado el dinero "a espuertas", mientras los bloques de apartamentos cubrían el sol y el suelo.
Rajoy sabe muy bien para quien habla. Y no es para ti ni para mí, que me sublevo cuando, mientras preparo mi comida, escucho en la radio sus indecentes tautologías, hasta el punto de arrancar a hablar solo y poner en peligro la integridad de mis dedos. Rajoy sabe que, si no todos, casi todos, llevamos dentro más o menos oculto, un ser egoísta y despreciable, que antes o después se escondería en un coche a contar ese dinero negro de vete a saber qué negocio, si alguna vez se pone a nuestro alcance.
Rajoy sabe que, si nos lo ponen fácil, dejamos de pagar el IVA de las facturas, sabe que más de uno dará la razón a los messis, neymares y ronaldos, si se ponen en huelga para pagar menos impuestos, por los contratos que bertomeus o florentinos hacen de espaldas a Hacienda, porque creemos que valen lo que piden, Rajoy lo sabe y cuenta con que ese monstruo que llevamos dentro es, muchas veces, el que decide el voto.
Rajoy lo dice "hemos cometido errores" pero "somos como somos". Yo os digo lo mismo. Hemos cometido errores como, por ejemplo, votando llevados por el egoísmo o el miedo a quienes cobran sobresueldos, viven en chalés o áticos que un sueldo decente, por alto que sea, no puede pagar, a quienes un mes sí y otro también les toca la lotería, a quienes, a veces, acaban contando "uno, dos mil, tres mil...", a quienes hacen eso o a quienes lo han consentido. Hemos cometido errores, pero somos como somos y, si nos lo proponemos, si vencemos a ese monstruo egoísta que llevamos dentro, podemos cambiar las cosas y mandar muy lejos a todos estos que "son como son".

martes, 5 de mayo de 2015

UN GILIPOLLAS


Si "más vale una vez colorado que ciento amarillo" prefiero ponerme colorado, de vergüenza y de ira, ante la penúltima gilipollez, estoy seguro de que habrá más, del sabiondo candidato del PSOE a la alcaldía de Madrid, porque pretender resucitar en el estanque del Retiro y en el Lago de la Casa de Campo las naumaquias que inventaron los romanos del "pan y circo" y que se realizaban para solaz de reyes y nobles en Aranjuez.
La última naumaquia que se  hizo en España, la filmó Luis Lucia para que Marisol jugase a piratas con sus "amiguitos" en el estanque del parque de "El Capricho", para su película "Un rayo de luz" y, cuando ayer escuché a Carmona, no pude sino imaginarme a Carmona, con un bigote pintado con un tizón y un casco del abuelo, batiéndose desde su barca contra la neocondesa, a la que parece querer parecerse, en los dos grandes estanques públicos de Madrid que perecen haber descubierto, uno y otra, después de décadas de abandono y de haberse convertido en criadero de carpas para que las pesquen los jubilados y quién sabe si los proveedores de algún restaurante chino.
Debo elegir entre ponerme rojo de vergüenza o de ira. Y me puede la ira. La ira de comprobar como el partido al que he votados tantas veces ha elegidos esta vez como candidato a un payaso repelente, uno de esos personajes que cree que el mundo es un plató de televisión, una mesa redonda o una tertulia en las que las "ocurrencias" salen gratis y  se tratan de usted y poniéndose el don por delante personajillos como él o como Francisco Granados, hoy en la cárcel, a la espera de juicio, y  a los que tuve que aguantar discutiendo de aquella manera tan falsa en la SER cada miércoles por la tarde.
No me gusta el personaje. Y me refiero, de los dos, al que sigue en libertad. No me gusta su falsedad. No me gustó verle al lado de Tomás Gómez el día que Pedro Sánchez cerró "por reformas" el partido en Madrid. Se colocó junto a "su amigo", pero buscando con los ojos y la punta del pie la puerta por la que salir corriendo para ponerse a salvo. No me gustó nunca su ambigüedad a la hora de juzgar las megalómanas y falsas promesas de Gallardón o Aguirre a propósito del frustrado Madrid Olímpico o la ciudad del juego, el tabaco y la prostitución que fue el mafioso proyecto Eurovegas.
No me gusta. No puedo con él, presumiendo siempre de sus clases en la universidad ¿quién no las ha dado alguna vez? con sus gafas que quieren ser de intelectual y parecen de zapatero remendón, con todos mis respetos para los cada vez más escasos zapateros, con sus carpetas llenas de papeles y su tableta. No me gusta porque parece –y me da “mal rollo” darle la razón a Aguirre, aunque sólo sea en eso- más que de centro, de derechas.
No me gusta, porque en un Madrid sucio y roto, en el que sólo se hacen cosas si algún amiguete se lleva algo haciéndolas, en un Madrid que pasa hambre y necesidades, en un Madrid en el que sólo se rehabilitan las viviendas su alguna empresa "amiga" se encarga de ellos, en el que se venden las viviendas sociales, construidas o adquiridas para atender a quienes no pueden pagar un alquiler "de mercado", se venden a fondos buitre que disparan los alquileres a un precio muy por debajo del de mercado, no me gusta porque en este Madrid tan deteriorado, lleno de baches, de mierda, de autobuses que no llegan de aceras destrozadas, de árboles que se caen y matan y de calles por barrer, en este Madrid al candidato Carmona sólo se le ocurre organizar naumaquias en sus estanques. No me gusta porque, en mi opinión, parece que compartida por cada vez más madrileños, es un perfecto gilipollas.


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lunes, 4 de mayo de 2015

POPES


Desde que, tras su sorprendente entrada en el Parlamento Europeo, Podemos se constituyó en partido político y empezó a brillar en las encuestas, agrupando tanto a los "hijos" del 15.M cono a gran parte de los desencantados del bipartidismo, decidí que ese nuevo partido tendía mi voto en las municipales y autonómicas que se celebran dentro de veinte días y que, después y dependiendo de su actitud en las instituciones, ayuntamiento y gobierno autonómico, en el caso de Madrid, ya vería.
Mis razones para tal cosa las hallé en la idea de que, votando a Podemos, voto con quienes le dan su voto a Podemos, voto a los que votan a Podemos, una perogrullada que no lo es tanto, porque doy mi voto a quienes, desde la izquierda, quieren que se rompa el bipartidismo que tantos males ha traído a este país, voto para que se forme una cuña capaz de romper esa tarta de dos mitades y unas migajas que ha convertidos nuestros parlamentos en poco más que un trámite que han de pasar, pero sólo un trámite, las intenciones, buenas o malas, del gobierno
Pese a lo anterior, soy de los que piensan que la irrupción de Podemos, con su interpretación de la realidad tan distinta y tan distante de los partidos tradicionales y sus mohosos portavoces, fue de algún modo provocada o primada por los medios de comunicación, especialmente las televisiones y sus tertulias, porque a la derecha económica, creo que no hay otra y es la propietaria de los grandes canales, vio en esos jóvenes profesores universitarios una cuña capaz de desmembrar a la izquierda y proteger así la hegemonía de la derecha.
Bien es verdad que calcularon mal y que la templanza de Pablo Iglesias, su aspecto peculiar, coleta y todo lo demás  superaron todas sus expectativas, porque esos jóvenes, procedentes casi todos de la facultad de Ciencias Políticas, tenían un plan y conocían perfectamente dónde presentar candidatos para hacer sus esfuerzos más rentables y que, tiñendo su mensaje de ambigüedad, podrían hacerse con el voto de los descontentos y desengañados, además de con el voto de quienes por primera vez se acercaban a las urnas, y no en todos los casos por haber sido hasta entonces menores de edad.
Tenían un plan que cumplió, si no superó, todas sus expectativas, un plan elaborado por un núcleo duro, cerrado y perfecto de compañeros de facultad, de amigos, muy parecido a ese otro grupo de compañeros "majos" que todos tuvimos en nuestros años de universidad durante los años, en mi caso los últimos, del franquismo. Grupos de amigos que lideraban siempre uno o dos "popes", término heredado de los teóricos del marxismo, encargados de "movilizar" la facultad, liderando asambleas y huelgas, bien por su "labia", por sus convicciones o por sus, sanas o no, ambiciones.
Pues bien, de todos esas características, si he de elegir una para definir al pope, me quedaría con esa última, con la ambición, sana o no, que es la que impulsa al que la tiene para llegar más lejos y le da fuerzas para resistir los ataques tan habituales que se sufren en el poder. Lo malo es que todas esas características pueden pasar de virtud necesaria a defecto cegador. Y para comprobarlo basta con poner juntos el ego de un pope y de otro.
Eso es, en mi opinión, lo que ha pasado con Juan Carlos Monedero y Pablo Iglesias, que sus egos, más que sus estrategias, han chocado hasta el punto de que han saltado chispas mediáticas entre ellos sin que el almíbar de cartas y panegíricos hayan conseguido apagarlas. Y es que por más que traten de disfrazarlo de diferencia de estrategias, cuando ésta se evidencia, en un medio de comunicación, Radio Cable, sin pararse a pensar en las consecuencias, estamos hablando de ego, de un ego enfermizo.
Un ego, el de Monedero, que se satisface mejor poniendo en pie asambleas con consignas y puños en alto que parándose a diseñar estrategias a medio plazo y desarrollando la capacidad de pacto que, en su justa medida, es tan necesaria para "asaltar los cielos" del poder. Monedero dijo en voz alta lo que pensaba que sus compañeros se estaban equivocando, pero lo dijo halando de ellos como suele hablar de sus adversarios de la casta, porque lo que vale para el universo reducido de la célula en la facultad no vale en el mundo real de los focos, los micrófonos y los titulares.
Que conste que con lo anterior no quiero decantarme por uno o por otro. No escojo a Iglesias frente a Monedero. Si os soy sincero, no me gusta ninguno de los dos, me recuerdan a otro tándem famoso, el de Felipe y Guerra, que ya sabemos en qué han quedado los egos de uno y otro, pero creo que, como decía al principio, pese a mi escaso gusto por los popes, voy a esforzarme en votar a los candidatos, Manuela Carmena y José Manuel López, en mi caso, y por votar a quienes pueden hacer la cuña que está faltando para acabar con ese bipartidismo que tanto daño nos ha hecho a los españoles. Olvidémonos de los popes y hagamos todo lo posible por conocer programas y candidatos, porque los medios van a seguir pendientes de los popes y sus defectos.


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