jueves, 22 de octubre de 2015

CAZA MAYOR



Me ha costado decidir el título de esta entrada. Pensaba haberla titulado "La escopeta nacional", en honor del añorado Luis García Berlanga, pero, al final, he optado por parafrasear al  propio Artur Mas, para no herir susceptibilidades nacionalistas. He tenido dudas respecto al título, pero no en el homenaje a Berlanga, porque, en esta ocasión, la operación emprendida por la Guardia Civil bajo las órdenes del juez de El Vendrell ha llevado a los calabozos a once réplicas de  aquel Jaume Canivell, el inolvidable personaje encarnado por Saza, catalán como él y mitad víctima llena de ternura, mitad miserable que paga de su bolsillo una montería para tener a tiro y así poder acosar a ministros y otros personajes influyentes y así colocar los porteros automáticos que fabrica en urbanizaciones de nueva construcción.
La película, de 1978, pero situada seis años antes, tiene casi cuarenta años y, sin embargo, refleja a la perfección las corruptelas que, quieren hacernos creer que inevitablemente, se dan entre empresarios y administración. Bien es verdad que hoy no son necesarias las monterías ni el calvario por el que pasa el pobre Canivell. Hoy los modos son mucho menos sutiles pero, quién lo duda, más eficaces. Hoy hay establecida una excelente red de cobradores y unas tarifas fijas que facilitan el cálculo de los sobrecostes de las adjudicaciones. Bien es verdad que, entonces, al no existir los partidos políticos, el "unte" iba directamente a quien tomaba la decisión, todo lo más, algo se quedaba en los bolsillos de la familia del "caudillo". Hoy, parece que la generosidad empresarial es para los partidos políticos y que, a falta de yernos, hermanos y cuñados del sátrapa de El Pardo, algo se queda en los bolsillos y en las cuentas en paraísos fiscales de tesoreros y conseguidores de las tramas recaudadoras.
Dijo ayer el inefable Artur Mas, una especie de Juana de Arco, ni virgen ni santa, que él y su partido son objeto de caza, se supone que de eso que acostumbran llamar "Madrid" y se supone que por su patriotismo y por sus grandes avances en el proceso que lleva a la independencia de Cataluña. Nada que no hayamos visto antes, porque no fueron muy distintas las reacciones del "curita" Camps o la dirección nacional del PP a propósito de Bárcenas, antes de perderle la fe y el silencio. Cuando se pilla a un partido con las manos en la masa, todo se vuelve cacería o causa general. Y es así, porque, en el fondo, Más Rajoy, Cospedal o quien sea, están convencidos de que lo hecho, lo descubierto por los jueces, se ha hecho por el bien del país. Claro está que existe entre ellos una cierta tendencia a confundir los intereses del país con los propios y no es necesario decir que estos partidos necesitan de ese dinero sin olor ni color para marcar las diferencias, acrecentar la desigualdad, con otros partidos menos  elegantes, menos patriotas, con intereses más bajos que los suyos, dispuestos siempre a poner por delante, de la patria y su destino a la gente y sus problema
Habla Mas de caza y no hago sino pensar en todas esas comisiones que, como perdices abatidas y amontonadas, en esa gran cacería de mordidas en que algunos se empeñan en convertir lo público. Se siente víctima el president y, por el contrario, las víctimas son quienes cumplen religiosamente con sus obligaciones fiscales, sin saber que una parte de lo que paga va a parar a las arcas de un partido al que quizá nunca ha votado ni votará o a los bolsillos de algunos de sus dirigentes o sus familias.
No sé por qué Mas interpreta el papel de sorprendido o indignado, porque sabe bien que ese tres por ciento que parece perseguirle -precisamente un porcentaje es lo que le faltó para ganar su plebiscito- es el mismo que Maragall le escupió en la cara en el Parlament de Catalunya hace unos años. En aquella ocasión, CiU era necesaria para resolver la geometría variable que necesitaba Zapatero para sacar adelante su legislatura, Maragall fue obligado a rectificar y la recaudación siguió adelante. Ayer, gracias a la denuncia de una insobornable concejal de ERC de Torredembarra y a la tenacidad de un joven juez de El Vendrell, la necesaria cacería siguió adelante, cobrándose piezas tan señaladas como el presuntamente corrupto tesorero de Convergencia, el también presuntamente corrupto alto cargo de la Generalitat encargado de adjudicar la obra pública y, ya era hora, once empresarios presuntamente corruptores. Caza mayor.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Un gran artículo...

Saludos