lunes, 11 de enero de 2016

PÁNICO A LAS URNAS


Desde que la CUP se avino a negociar con Junts pel sí la investidura de Mas, porque durante todo el proceso, no lo olvidemos, Mas ha sido el candidato, me he preguntado que podían tener en común las CUP (Candidaturas de Unidad Popular), constituidas desde las bases, transformadoras y enfrentadas siempre al poder establecido, con el partido que encarna a la burguesía catalana, el mismo partido autoritario que ordenó el desalojo salvaje de la Plaza de Cataluña  en el 15-M, envuelto en hediondos casos de corrupción,  responsable de las primera y más graves privatización de la Sanidad en España y responsable, asimismo, de los primeros y más graves recortes del estado de bienestar en este país del que una minoría mayoritaria de sus ciudadanos quiere o cree que quiere separarse.
Me lo preguntaba y desde la noche del sábado creo tener la respuesta y no es otra que la de que lo único que tienen en común unos y otros es el pánico a las urnas, el miedo a que los ciudadanos vuelvan  a enfrentarse en solitario y "armados" de una única papeleta a la grave decisión de elegir quiénes y para qué formen el parlamento que apruebe las leyes y controle al gobierno que salga de él para los cuatro años que vienen, unas elecciones en las que, como en los juego de naipes tras los descartes, estaría mucho más claro quién es quien y sus verdaderas intenciones, unas elecciones a las que Mas acudiría como un náufrago desesperado a punto de ahogarse en corrupción y las CUP como una hidra de mil cabezas, contradictorias, incoherentes e inconstantes no sólo como organización, sino, en más de una ocasión individualmente.
Qué puede esperarse de una organización que hizo suya la voz de Antonio Baños, que tras semanas de "torear" a Mas con su "NO tranquilo" y al ver que las bases de la misma optaban por un NO claro, anunció su abandono del escaño, cansado de defender aquello en lo que no creía, para, ayer, volver a sentarse en el mismo para dar su SÍ a Carles Puigdemont, tan heredero del Mas al que decían repudiar como el mismo Mas lo ha sido del corrupto Pujol. Inconstancia e incoherencia por parte de quien tenía claro que, de haber unas nuevas elecciones, por las propias normas internas de las CUP no podría volver a ser candidato, perdiendo toda la proyección pública que jamás pensó alcanzar.
Ha sido tan bochornoso el espectáculo dado por unos y otros, la subasta que del gobierno y el bienestar de los catalanes que han hecho unos y otros que, en las encuestas, sólo se salve ERC, más coherente y discreta que Convergencia y las CUP que, dicen, unos y otros se estaban hundiendo en los sondeos. Quizá por eso este acuerdo de última hora, sin luz ni taquígrafos, de espaldas a unas bases cansadas, en el que el presidente investido no es un independiente ni siquiera un republicano, como las CUP parecían dispuestas a aceptar, sino el señalado por el dedo del repudiado Artur Mas.
A ver cuánto dura la componenda, porque la condición que dice haber impuesto tan pintoresca organización de izquierdas equivaldría a poner a la zorra, CDC, a cuidar de las gallinas a las que durante tantos años ha venido esquilmando. Soy tan incapaz de creer que el heredero de Mas vaya a ejecutar un programa social de emergencia, como de que el PSOE de libertad, pero libertad total y sincera, a Pedro Sánchez para que explore las posibilidades de un pacto progresista que le lleve a La Moncloa.
Acabaremos, si no al tiempo, con un gobierno de componendas, de gran coalición, como hoy pide Cebrián, el gran liquidador, mediante el que nuestro país, que aún sigue siendo y por mucho tiempo el de los catalanes, evite esas elecciones a las que tantos que andan diciéndose demócratas, parecen temer tanto.




1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

"El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He aquí por qué siempre se nos escapa el presente"... (Gustave Flaubert)


Saludos