jueves, 31 de marzo de 2016

QUIÉN PUSO MÁS


A la espera de comprobar por fin si el paseo y la larga entrevista de ayer fueron una representación, como insinúan algunos, sin especificar si sainete o drama, una cosa está clara: algo está cambiando. Lo que queda por averiguar es si queda tiempo para consolidar ese acercamiento aparente, un tiempo que, hasta ahora, los responsables de encontrar el acuerdo parecen haber desperdiciado.
El problema, no pequeño, es que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, PSOE y Podemos, no acudieron a la línea de salida en las mejores condiciones. El socialista, presionado por el egoísmo y las malas artes de sus barones, con el freno de mano echado, con el ojo izquierdo y la oreja correspondiente tapados y el cuello rígido, atado en un arnés que le impedía ver y escuchar cualquier propuesta procedente de ese lado, y, por si fuera poco, con el freno de mano clavado hasta el último diente, mientras que, en el otro lado, Pablo Iglesias, al volante de Podemos, llegó al veintiuno de diciembre pasado de vueltas y creyéndose eso de que les había faltado una semana de campaña para conseguir el "sorpasso" soñado por Anguita y conseguir más escaños que el PSOE.
Lo que les ocurrió a unos y otros, especialmente a Iglesias y los barones es que, de tanto invocar a sus votantes, se olvidaron de que el electorado, salvo el día que se presenta ante las urnas, es un ser vivo que lee y escucha que se informa y piensa y al que no le son ajenas las cosas que se dicen o se hacen más allá del programa que los partidos llevaron a las urnas y que, con más o menos conformidad, les "compramos" ese día.
Ocurre que, en esas condiciones, Pedro Sánchez llega a mitad de carrera, que es donde se supone que estamos, con dificultades de alcanzar la meta de la que parece ser su última carrera, más después de haber recogido en el camino a Albert Rivera y el peso muerto de su acuerdo, mientras que Iglesias se ve con dos ruedas fueras, colgando en el precipicio de las encuestas, después de haber ido perdiendo en lo que va de carrera importantes piezas de su coche. Unas circunstancias, cuando hay un país que gobernar, que forzarían a declarar nula la carrera, forzando una nueva salida, en la que ya no estarían tan claros sus números. 
Por eso tuvo tanta importancia la reunión de ayer. Uno y otros han visto que esta, no otra, es su mejor oportunidad. Sánchez, porque sólo puede salir con vida del empeño si sale presidente de gobierno, e Iglesias, porque ve como, día a día.  se debilita su opción electoral, más si, además de mostrar en su partido lo que más castiga el electorado, la desunión, amén de haberse por su intransigencia forzada como el obstáculo que impediría un gobierno de izquierda.
Ayer, más allá de los mcguffins con que se empeñó en distraernos, la historia del baloncesto español regalada a Sánchez y su renuncia a una vicepresidencia que nunca tuvo, porque, tal y como se la adjudicó, era poco menos que inaceptable, quedó en evidencia la necesidad de pactar, ese "temblor de piernas", como lo ha bautizado Fernando Garea, que, si no me equivoco y ojalá no me equivoque, les llevará al acuerdo que desaloje definitivamente a Rajoy de La Moncloa.
Al discurso de Iglesias, que, como los cantantes de merengue, machistas redomados de voz más que afeminada, dice lo contrario de lo que expresa su afable tono de voz, le traicionaron las notas que en su libreta, captadas por una cámara de Cuatro, hablaban de otras cesiones mucho más significativas en asuntos hasta ahora irrenunciables del ideario-programa de Podemos, cesiones en cuanto al ritmo de disminución del déficit, reforma fiscal, gasto público o reforma laboral, mucho más posibilistas y menos ambiciosas que en su discurso público.
Ayer mismo, hablando con una amiga, debatíamos sobre quién puso más, quien cedió más en la cita de ayer. Yo, en contra de lo que ella pensaba, sostuve que fue Pablo Iglesias el que cedió más, el que puso más, porque partía de más arriba, del absoluto, y, a la vista de lo visto, ha rebajado más sus pretensiones.
Lo malo es que, si, como en la canción de Víctor Manuel, fracasa la relación, será porque en ella pesaría también mucho la existencia de un tercero: Albert Rivera.





miércoles, 30 de marzo de 2016

LA NATURALEZA DEL ESCORPIÓN


Cuenta una vieja fábula, sabia como todas, que, estando una rana descansando en la orilla de un río, se le acercó un escorpión que humilde y amable le pidió cruzar el río subido a su espalda. La rana, entre sorprendida y desconfiada, le dijo al escorpión que no estaba dispuesta a hacerlo porque, si accedía al trato, el escorpión aprovecharía a la circunstancia para clavarle el aguijón y matarla, a lo que el escorpión replicó que, de hacerlo, al clavarle el aguijón, él también moriría ahogado en el río. Mal que bien, el escorpión acabó convenciendo a la rana y, cuando estaban en plena travesía, en medio del río, clavó su mortal agujón en la cabeza de la rana que, sorprendida, le dijo ¿por qué lo has hecho, no ves que ahora te ahogarás en el río y moriremos los dos? Fue entonces cuando el venenoso pasajero contestó a la rana "lo sé, pero no lo he podido evitar, es mi naturaleza".
La de Esperanza Aguirre parece también la condición del escorpión, porque nadie quiere echársela a la espalda para cruzarle el río. Nadie se fía y se pone al alcance de su aguijón, ese que tantas veces ha clavado en el lomo de ciudadanos, socios y colaboradores. Han sido tantos sus aguijonazos que nadie quiere cruzarle el río. Tantos, que, pese a las evidentes ganas. nadie, ni siquiera Ciudadanos y no por falta de ganas, quiso echársela a la espalda para llevarla a la alcaldía de Madrid.
Ella, es su naturaleza, no lo entendió. Por eso se ha venido mostrando tan rabiosa, tan soberbia y tan malencarada a lo largo de estos primeros meses de ayuntamiento. Por eso, día sí y día no, lanzaba inútilmente su estilete contra la hoy alcaldesa, hasta que cansada de tanto esfuerzo inútil, cansada de que su acoso a la siempre serena Manuela Carmena, y a la vista de que haberla convertido en su única enemiga no hacía sino reforzar el cariño ciudadano a la ex jueza, parece haber decidido concentrar la pelea, no en la que ya es, para muchos madrileños, "Manuela", sino en quienes la apoyan.
Por eso se empeña en hacer ver que sus relaciones con ella han mejorado, más cuando parece que van a mejor, por diplomacia o sólo por estrategia, las de la alcaldesa y la presidenta del gobierno regional, Cristina Cifuentes, que tiene más de araña paciente que de rabioso escorpión, Y es que está claro que la señora Aguirre, doña Esperanza, necesita enemigos para existir y los necesita de uno en uno. Por eso, a punto de perder el poder en el PP madrileño, la condesa parece decidida a concentrar su odio en su rival ene l partido, dejando para mejor ocasión su enfrentamiento frontal con Carmena.
Sin embargo, esa especie de tregua no es tal, porque a sabiendas de que las acusaciones de pasado comunista, a sabiendas de que pintar cuernos y rabo tan encantadora señora, a sabiendas de que poner en duda la solidez moral e intelectual de quien, lejos de lo que ella práctica, no parece moverse por la ambición, parece que lo que ahora toca es pintarla como una respetable y simpática ancianita a la que todos manipulan.
Por eso, el cerco a sus concejales, especialmente a Guillermo Zapata, a pie o en coche. Por eso la cruzada contra Rita Maestre y, por eso, la histriónica espantada de ayer, con que Aguirre, con todos sus concejales, protestó contra la ausencia de Manuela Carmena y su aliada Purificación Causapié irrumpiendo en la rueda de prensa en la que ambas presentaban la Oficina Antifraude que PSOE y Ahora Madrid han puesto en marcha, una iniciativa que el candidato socialista Carmona llevaba en su programa electoral y que nada ha gustado a PP o Ciudadanos.
La alcaldesa, tras la "representación de Aguirre, no dudo en disculparse y, quizá por eso, su rival en las elecciones, la que se quedó con su hipócrita mano tendida, tras calumniarla durante un debate televisivo, no dudó en achacar el mal gesto de la alcaldesa al abandonar el pleno a la manipulación de la portavoz socialista. 
Sé que no soy quien para dar consejos a nadie y menos a alguien que se muestra siempre tan serena y ecuánime como Manuela Carmena, pero yo me cuidaría de la afabilidad y las sonrisas de Esperanza Aguirre, yo me pondría a cubierto de su actitud maternal, porque no tardará en lanzarle su aguijón venenoso. Hacerlo, está en su naturaleza y sus amables palabras, sus consejos, son sólo estrategia.

martes, 29 de marzo de 2016

¿ARGANDA, DÓNDE ESTÁ ARGANDA?


De no ser porque nos tiene demasiado acostumbrados al cinismo y el descaro, más de uno, con no poca caridad, hubiésemos pensado que, al portavoz del Partido Popular en el Congreso, Rafael -me niego a llamar "Rafa" a alguien por el que no siento la más mínima simpatía- Hernando, la pregunta sobre el último chanchullo de su partido, esta vez en la madrileña Arganda, le había pillado cansado o descolocado por las recientes vacaciones.
La incómoda pregunta, incómoda para cualquier otro que no fuese el descarado diputado, se refería a la última hebra descubierta de la trama Gürtel, una hebra que lleva a las cuentas de ese ayuntamiento mientras estuvo en manos del PP y que pone de manifiesto, una vez más, las trampas de que se valía el partido de este hooligan de la política para financiar sueldos, campañas y algún que otro bolsillo a costa de los impuestos y tasas de los ciudadanos.
Nada nuevo porque el método, dejar que las empresas beneficiarias de contratos y recalificaciones del ayuntamiento pagasen las cuentas de cabalgatas, fiestas y acontecimientos deportivos, amén de algún que otro gasto electoral, a cambio, claro, de convertirse en adjudicatarios de contratos municipales convenientemente amañados o "troceados" para ponerlos a salvo del control que marcan las leyes.
Nada nuevo, porque es el esquema repetido en media España, en esa media España que poco a poco fue cayendo en las manos del PP y de otros partidos como el PP, dando como resultado que en este país sean ya varios miles y no dos ni tres los investigados por delitos asociados a la corrupción y miles también los millones de euros malgastados o directamente robados de las arcas públicas.
Pero a Rafael Hernando, este señor de Guadalajara que en los tiempos de la transición coqueteó con la extrema derecha que golpeaba y mataba a los demócratas, que entró en la política profesional muy joven y, como muchos otros extremistas, de la mano del que fuera ministro de Franco Manuel Fraga, no le cabe. como a su mentor el Estado, la geografía nacional en la cabeza. O al menos eso dijo para salir del paso como pudo de los asuntos de Arganda que no son sino otro descosido en el raído traje de la decencia y la eficaz gestión de las que tanto ha presumido un partido, el suyo, al que, a cada paso que da, se le escapan las entrañas podridas por las costuras.
Lo de Arganda es una pieza más, la última, del puzle que están completando unos cuantos jueces decentes, con la ayuda de funcionarios, policías y guardias civiles de probada profesionalidad, un puzle en el que emerge un retrato nada favorecedor del partido que ha gobernado y aún gobierna gran parte de los municipios de España.
Rafael Hernando no tiene toda la geografía española en la cabeza, pero seguro que sí está al tanto del vergonzante acuerdo firmado entre la dirección nacional del partido, de la que forma parte, y la casi totalidad de los concejales del ayuntamiento de Valencia, investigados por blanqueo, a los que los de Génova han ofrecido una salida "profesional" que les permita seguir cobrando el sueldo, quedándose en el grupo popular como independientes, un artificio que deja el grupo popular sin concejales del PP y fuera del control de la gestora del partido nombrada por la misma dirección nacional que ahora la "puentea".
A Rafael Hernando, que nació, vivió su airada juventud y dio los primeros pasos de su carrera política en Guadalajara y que ahora es diputado por Almería, no le cabe el Estado en la cabeza o, al menos, "todos y cada uno de los territorios de España", pero se agarra a un clavo ardiendo, el del formalista calificativo de "supuesto" para salvar la cara del partido que le viene dando de comer desde hace treinta y cinco años.
Hernando no sabe qué pasa en Arganda, tampoco sabe cuántos habitantes tiene y, a lo peor, ni siquiera sabe dónde está el municipio madrileño. Creo que haría muy bien en preguntar a su compañero de partido y ex presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, quien, parece que por una extraña carambola -es sarcasmo, claro- tiene un ático, lujoso y hortera, en la malagueña Estepona.

lunes, 28 de marzo de 2016

PAN ENSANGRENTADO


Vaya por delante, una vez más, que no soy creyente, ni siquiera agnóstico, y que soy incapaz de sentir ningún respeto por una institución, la iglesia católica, incapaz como tal de deshacerse de tanta riqueza acumulada a lo largo de los siglos, para conectar ponerse al mismo nivel de los que sufren e intentar entenderles sin ánimo de conducirles "al rebaño" y defenderles de lo que unas veces son guerras, otras, dictaduras, y, siempre, injusticias como esta terrible crisis que asuela Europa.
No hay que negar, sin embargo, que, de vez en cuando, la opinión de alguno de sus dirigentes, más si se trata de la del papa, conmueve o debiera conmover a la opinión pública mundial, siempre que los medios de comunicación, claro, dejen de mirar a sus amos y se ocupen, más allá de sus intereses, de analizar las verdaderas causas de lo que está, nos está, pasando, porque, no hay que olvidarlo, en este mundo en que vivimos hoy, más que nunca, un estornudo en cualquier lugar del mundo se convierte en pulmonía en el otro extremo del mundo.
Escribo esto pensando en la poca difusión que se ha dado a las palabras de Jorge Mario Bergoglio en el coliseo romano durante el vía crucis del jueves santo, señalando a los fabricantes de armas como verdaderos responsables de tanto dolor como sufren hoy las víctimas de todo lo que hipócritamente llamamos conflictos: muertos, heridos, huérfanos y refugiados que día a día se asoman cansinamente a nuestros televisores y que, desde hace meses, cansados de tanto dolor sin esperanza, nos incomodan llamando a nuestras puertas, en las playas de Grecia, Italia o la misma España.
Dijo el papa Francisco que el pan que dan a sus hijos está ensangrentado y, aunque en la comodidad y el lujo de las mansiones en las que viven y en los caros colegios y universidades en los que se educan para seguir los pasos de sus padres no lleguen a enterarse, no van a dejar de ser ciertas las palabras de Francisco, porque en cada refugiado, en cada muerto, en cada herido podría encontrarse la traza de los negocios paternos, del mismo modo que en cada terrorista desesperado que, empujado por los que le prometen el paraíso y el perdón, también se podría encontrar esa siniestra traza.
Tiene razón Francisco, porque, de un tiempo a esta parte, los fabricantes de armas creen haber dado con la fórmula mágica para engrandecer aún más su negocio y que no es otra que la guerra "limpia", entiéndase para las grandes potencias, la guerra desde el aire. la guerra de "videojuegos", en la que no hay seres humanos, sino figuras que se mueven y los edificios se transforman en figuras geométricas de las que no importa que estén repletas de mujeres, niños o heridos y se convierten en objetivos que desaparecen detrás de una diana.
En esas guerras sin víctimas del primer mundo, guerras de las que no vuelven cadáveres en bolsas negras, dentro de cajas cubiertas por banderas, hay otras muchas víctimas, las que lo pierden todo y tienen que huir con lo puesto, las que se quedan sin padres, si escuelas y sin juegos para crecer en medio de los escombros, con metralla, balas y bombas como juguetes, víctimas que aún no sabemos en qué van a quedar y que van a sentir por los países que mandaron los aviones y las bombas origen de su "no futuro" y su desgracia.
Los fabricantes de armas y los gobiernos que se las compran, invirtiendo en bombas, misiles y aviones, lo que no son capaces de invertir en desarrollo e igualdad, los que no quieren ver la sangre de los suyos y se limitan a alterar el que hasta no hace mucho era, heredado de la guerra fría, el difícil tablero del próximo oriente, los que deshicieron los ejércitos de Libia e Irak, dejando sus armas, mandos  y pertrechos en manos del fanatismo, los que hacen negocios con la venta del petróleo que queda en sus manos y vendiéndoles más armas y más repuestos, los que dejan en la miseria y el terror a la mayoría de los ciudadanos que sólo quieren vivir y dejar vivir... esos fabricantes y mercaderes de armas y esos gobiernos son los que proporcionan la coartada a quienes siembran el terror en la vieja Europa, en Irak o en Peshawar, superándose en horror y dejando en evidencia a la alegre y confiada policía belga y a los medios de comunicación occidentales que no cuentan con el mismo interés los muertos que dejan sin nombre, porque los consideran ajenos.
Tuvo razón el papa, dejando a un lado la habitual hipocresía de la iglesia y dejándonos en su alocución del Coliseum una imagen para la reflexión, la del pan ensangrentado que los fabricantes de armas, los mercaderes del terror, dan a sus hijos.

martes, 22 de marzo de 2016

¡POBRE EUROPA!


Pobre Europa, sí. Qué lástima de continente, acostumbrado a mirar por encima del hombro a los demás, que, sin embargo, como los viejos leones, sesteando siempre, incapaz ya de moverse con la agilidad que requieren los tiempos, se conforma con rugir y dar zarpazos a quienes tiene cerca, se conforma con aparentar fuerza, en lugar de demostrar astucia.
Pobre Europa que, ante una crisis económica, en lugar de proteger a sus ciudadanos les castiga con recortes y privaciones, en lugar de poner en sus manos los instrumentos para que se defiendan, dejándolos en manos de quienes tienen como único propósito de despojarles de lo que tienen y del que ha sido su modo de vida conseguido después de décadas de lucha y sufrimiento. Pobre Europa, en manos de quienes, a sueldo, asustan a sus ciudadanos para que rehúyan los cambios, para que se mantengan sumisos ante los de siempre, de uno u otro color, siempre a salvo y siempre desconectados delos problemas reales, a cubierto en sus cómodas poltronas.
Pobre Europa que, por la torpeza de su diplomacia y la ambición y la codicia de los "padrinos" de sus gobernantes, consiente regímenes injustos, medievales, que exportan el terror de su ideología a los que, sin esperanza, se aferran a hipotéticas salvaciones, a la justicia que no hallan en esta tierra, en el más allá, dispuestos a morir y matar, no por una vida terrenal mejor, sino por castigar a quienes creen autores de sus desdichas.
Pobre Europa que, como Pilatos, se lava las manos en los escenarios de guerras injustas y cierra sus fronteras a quienes sufren sus consecuencias. Pobre Europa que, de tato mirar hacia otro lado, tiene roto el cuello y los ojos insensibles al dolor. Pobre Europa que sólo sabe pesar medir y contar, pobre Europa que ya es incapaz de sentir, salvo que lo que acontezca en su territorio afecte a quienes han de votar a sus dirigentes. Pobre vieja Europa a punto de morir de éxito, a punto de saltar por los aires por la presión del dolor que produce tanta podredumbre.
Los atentados de esta mañana, hace apenas tres horas, en el aeropuerto y una estación del metro de Bruselas no hacen sino demostrar esto que escribo apresuradamente, cuando escucho que son ya más de veinte quienes han perdido la vida en ellos. Bélgica y concretamente Bruselas se han convertido en el avispero en el que bullen los más extremistas de quienes ven en Europa y en los europeos el origen de los males de quienes creen, porque así se lo han dicho, sus hermanos. Un avispero que la policía belga se ha conformado con aislar sin más. Un avispero el del barrio de Molenbeek, que no vigilan o que no vigilan como deben, del que salieron los aguijones que se clavaron en París, un avispero que de vez en cuando se cierra a cal y canto, mientras el resto de la ciudad y del país se llenan de soldados y policías, regalando a los que envían los aguijones el miedo aparatoso y forzado de los ciudadanos, doblemente víctimas de los terroristas y de quienes recortan sus libertadas a cambio, como hemos podido comprobar.
Es muy probable que los ataques de hoy al aeropuerto y al metro estuviesen ya previstos y que se hayan convertido en la respuesta, venganza, a la detención de Salah Abdeslan, el desertor, o no, quién sabe, de los atentados de París. Pero eso no exculpa, en absoluto, a la policía belga que ha sido incapaz de prever esa reacción, por muy previsto que estuviese previsto, porque no se mete un palo en el avispero para sacar de él a una avispa sin prever las consecuencias.
A ETA no se la derrotó en España con estados de excepción ni torturas, a ETA se la derrotó con escuchas, infiltraciones, inteligencia y, sobre todo, con alternativas. Mientras Europa, especialmente Bélgica, no lo entienda estaremos perdiendo la partida.
Al terror no se le combate con miedo, con el miedo organizado y de uniforme, al terror se le combate con astucia y, sobre todo, con la ley y la normalidad en la mano. No se le combate llenando calles, plazas y estaciones de uniformes, chalecos antibalas y armas, con eso lo único que se consigue y se pretende es maquillar el sonrojo de tan torpes gobernantes. Si no lo entendemos, estaremos dando a quienes recurren al terror la mejor de sus victorias.
Pobre Europa que caes una y otra vez en los viejos errores, cuánto te queda por aprender.

lunes, 21 de marzo de 2016

LA TRACA DE RITA



Este año, si es que las ha visto, Rita Barberá se ha tenido que conformar con ver las fallas desde las calles y plazas, a ras de suelo, como una valenciana más. Este año ha dejado de ser la gran anfitriona, la que compartía el balcón del ayuntamiento con sus compañeros y "proveedores", para convertirse en el ninot más buscado y fotografiado por los visitantes, porque Rita, la alcaldesa de España, como la llamó Rajoy, es ahora el símbolo, el personaje más icónico de la corrupción, no sólo en Valencia sino en España entera.
En la foto de José Jordán, que publica EL PAÍS,, de la falla  de la calle Periodista Azzati, puede verse a una amenazante Rita troglodita arrastrando a un asustado  Mariano Rajoy a la caverna y tal parece que eso que han reflejado los artistas falleros en el monumento de madera y cartón es lo que está pasando en realidad, porque, por lo que ha contado hoy la Cadena SER, con la connivencia del propio PP, que se ha prestado a través de su vicesecretario de organización, Fernando Martínez Maillo, a darles carta de naturaleza, la ex alcaldesa de Valencia está acribillando a sus compañeros de ayuntamiento y de partido con mensajes  a través de cualquier medio en los que les amenaza de las consecuencias que tendría para ellos no participar de su estrategia de defensa.
Está claro que tan aguerrida señora, que lo ha sido todo o casi todo en el Partido Popular en Valencia y en Madrid, tiene o al menos tenía el carné número tres del partido tras Manuel Fraga y José María Aznar, no está dispuesta a pagar en solitario las consecuencias de todas las irregularidades que, cada vez está más claro, cometió en ese casi cuarto de siglo que estuvo al frente del consistorio valenciano y que, para evitarlo está dispuesta a morir matando.
A nadie puede sorprenderle que lo haga, porque quien, al parecer, se ha servido de métodos mafiosos para llenar las arcas de su partido y algún que otro bolsillo más, quien está acostumbrada a loa lujos más hedonistas, al comer y al beber buenos y caros, a los regalos y a los viajes, a tanto lujo y boato, esté preparada para el martirio en solitario. Lo curioso es que lo que, para cualquier hijo de vecino, serían amenazas intolerables, para otros, no son más que manifestaciones del fuerte carácter de Rita.
Yo, que más bien me inclino por lo primero, creo que sería bueno hacérselos llegar a un juez para que fuese él, con su autoridad y conocimiento de la ley quien decidiese si esta señora está interfiriendo en el esclarecimiento de lo que pasó con el dinero de los valencianos. Triquiñuelas de quien tiene a muchos de sus compañeros, como al Rajoy de la falla, cogidos por el pelo para llevarles a rastras a su terreno.
No sé qué pensarán los amenazados. aunque, por lo escuchado a Martínez Maillo, que reconoce la existencia de los mensajes, su tono y los problemas legales de la señora Barberá, parece que no han gustado demasiado, pero que, sin embargo, no piensan actuar contra ella y que, al hacerlos públicos, pretenden que la propia Rita ponga fin a tan compulsiva práctica, Yo, como ciudadano que paga sus impuestos y ve como estos se malversan y despilfarran, querría ver si la tenue senadora -no creo que sus escasos pasos por él dejen huella en el Senado- tirase de la manta como parece sugerir y contase todo lo que sabe de todos, Me encantaría escuchar esa traca final mientras el ninot de Rita arde en el fuego de los tribunales. Quizás así, sólo así, lleguen a saber muchos ciudadanos a quienes han estado votando durante tantos años.

viernes, 18 de marzo de 2016

LAS TORPES PALOMAS EUROPEAS


Hoy, como cada mañana he abierto en mi muro en facebook una ventana al humor más negro, a la ironía y a la denuncia del grafitero británico Banksy y la imagen escogida hoy es a de unas orondas y, por qué no, sucias palomas presionando con pancartas a un pájaro "distinto", más hermoso, más ágil y, sin duda, más hábil e inteligente que ellas, para que salga de su territorio, para no repartir con él las migas de que se alimenta en los parques y calles de las cómodas ciudades de Europa.
La imagen da que pensar y basta que ver a esas palomas "obesas" de tan acostumbradas como están a la vida fácil, envejecidas, asustadizas, torpes e imprudentes, a las que cualquier gorrioncillo les quita la comida en un descuido, cualquier jilguero o gorrioncillo de canto más agradable que su monótono zureo, degeneradas, con el músculo atrofiado y la sangre envejecida de no tener que buscarse la vida, como hacen sus pequeños rivales.
Las palomas de la vieja Europa son tan viejas como ella y viven demasiado ensimismadas como para darse cuenta de que necesitan la sangre nueva, la agilidad y las habilidades de quienes viene de lejos, huyendo de los rigores del invierno o de los depredadores que les hacen imposible la vida en su lugar de origen. Prefieren mostrarse orgullosas y amenazarles con su envergadura, sin darse cuenta de que es su mismo tamaño es el que las hace lentas y torpes, incapaces de reaccionar con presteza ante las verdaderas amenazas, demasiado conformistas con la vida aburrida que les garantizas las migajas de quienes, en el fondo, las desprecian y amenazan.
De alguna manera, es lo que ocurre a ras de suelo en los parques o en las aceras está pasando en realidad con los orondos europeos, algunos de los cuales son incapaces ya de sentir solidaridad, conmoverse o, simplemente, dejar vivir a quienes vienen aquí a eso, a buscar la vida que, allá donde nacieron, se les niega. Para nuestra desgracia, pudimos verlo hace dos o tres días en las plazas de Madrid o Barcelona. pudimos asistir a su enorme desprecio hacia los indigentes que, con mayor o menor dignidad, al fin y al cabo, la dignidad y su derecho a perderla es lo único que les queda, pedían en la Plaza Mayor de Madrid o la Plaza Real de Barcelona.
Allí arrojaron sus monedas al suelo para ver cómo corrían y se echaban al suelo a recogerlas, como se arrojan los cacahuetes a los monos para ver cómo se alborotan. Vimos también como quemaban sus billetes ante sus narices o como las obligaban a una obscena tabla de gimnasia recompensada con unas pocas monedas que no acabarían en forma de cerveza en los estómagos de tan rubios y altos europeos.
Fueron lo peor de lo peor, recién llegados de Holanda, como lo fueron sus "colegas" ingleses en Barcelona. Hicieron, hacían, como explicó al día siguiente el profesor de filosofía jubilado que se enfrentó a ellos, lo que está en los manuales del fascismo, en la teoría del más puro y duro nazismo: despreciarles y anularles para no sentirles como ellos, para alejar de sus rubias cabezas cualquier asomo de compasión o solidaridad. Y lo hicieron porque, después, una vez anulados, despojados de sus rasgos humanos, resulta mucho más fácil expulsarles o encerrarles.
Pero, si eso es terrible, más lo es que, cuando apareció la Policía, nacional por supuesto, se limitase a sacar de la Plaza Mayor a las mujeres ofendidas, en lugar de identificar a los energúmenos que las ofendieron y, con ellas, a nosotros, de paso. 
Fue un bochornoso espectáculo, al que pusieron colofón los policías. Un espectáculo en el que sólo encuentro el consuelo de pensar que las indigentes "hicieron caja". Un espectáculo que se convierte en metáfora de lo que, horas después, han hecho los dirigentes europeos con la gestión de la crisis de los refugiados, gente que lo está pasando aún peor que las mendigas de la Plaza Mayor, gente que viene a nuestra vieja Europa buscando una nueva vida, gente que nos trae sus ganas de luchar por esa nueva vida, gente que nos trae sus capacidades, su cultura, su sangre nueva y distinta, gente que nos trae los mejor que tiene, sus niños, gente a la que, como las palomas, asustamos y arrojamos batiendo las alas de nuestras odiosas leyes a medida que ni siquiera respetan las leyes y que dejan muy claro que las palomas europeas, gordas y torpes, se van a morir de esa opulencia que no están dispuestas a compartir con otros.

jueves, 17 de marzo de 2016

SON COMO LOS DEMÁS


Hace ya tiempo que escribí en este blog, cuando aún creía en Podemos, que. si les votaba y lo hice en las elecciones locales y autonómicas de mayo de 2015, lo haría para votar a la gente que les votase, porque creía que este país necesitaba una sacudida que sólo la gente que se movilizó en torno al 15-M le podía proporcionar. Del mismo recuerdo que también dije que no me gustaban Pablo Iglesias ni el "culto a la personalidad" que flotaba en torno a él. Hoy añado, entonces no me atrevía, que tampoco me gustan su "buenismo" ni sus modos dentro del partido, más propios de un reyezuelo que de quien pretende alcanzar la felicidad para los ciudadanos, que ese debiera ser y por desgracia no lo es el fin último de cualquier político.
Tampoco me gustaban, ni me gustan, las liturgias ni los gestos, siempre exagerados, con que Iglesias y sus compañeros adornaban cada uno de sus actos o sus comparecencias. Esas ruedas de prensa con la "guardia pretoriana" formada a espaldas del líder, esos abrazos interminables, esa imagen que nos dan, más propia de futbolistas a punto de jugar una final, mientras entonan canciones ya trasnochadas a falta de un himno propio, ese entrelazarse sobre un escenario, esos besos, todos esos gestos me han dado siempre mucho que pensar y. últimamente, también me hacen desconfiar de sus intenciones.
Uno, que tiene ya muchos años y que, en los tiempos de facultad allá por los estertores de Franco y el franquismo, se acercó a la clandestinidad ha desarrollado un sexto sentido que le lleva a desconfiar del líder, de esos personajes que, cuando llegaban a nuestras reuniones clandestinas o a las asambleas, traían siempre una consigna o unos planes que no habíamos discutido entre todos y que venían de no se sabe dónde, para que todos los ejecutásemos. Y es que, en ese tiempo, quienes teníamos eso que llamaban "inquietudes" nos dividíamos en dos clases: los "organizados" y los que no lo estábamos.
De aquellos días recuerdo a dos de esos popes, primos, por cierto, a los que luego reconocí en algún cargo de la administración, mucho más "centrados" que entonces. Supongo que era lo que tocaba, que no cabía esperar otra cosa y que, al fin y al cabo, la sociedad necesita de gente "organizada", con sus ideas claras o aclaradas y sus ambiciones, capaz de mover la pesada maquinaria que, a su vez, mueva a la sociedad. Pero, insisto, a mí no me gustó y sigue sin gustarme, porque no me gusta el poder y, mucho menos, en mis manos o en manos de quien conozco.
Esa rémora que arrastro desde entones es la que, como digo, me hace desconfiar de todo aquel que lo tiene, el poder, o lo pretende. Y es ese estigma que me pone en guardia ante personajes como Pablo Iglesias, tan seguro de sí mismo y tan incoherente y contradictorio, tan cariñoso y tan duro al mismo tiempo, capaz de besar en la boca al sumiso, como de apuñalar en las sombras de la noche a quien no sirve o no le sirve.
Muchos me diréis que es eso lo que hay, que esas son las habas que cuecen en todos los partidos y en todas las instituciones que recorre el poder. De acuerdo, pero ellos nos habían querido convencer de que eran distintos, de que no tenían ni uno de esos gestos, tan obscenos, que abundan en los partidos de la casta. Me duró poco la ilusión, ya no les vote en las generales, y me alegro de haberlo hecho, porque haber dado mi voto a Alberto Garzón, no sé si a Izquierda Unida, me ha permitido contemplar con una cierta distancia y, por qué no decirlo, con, si no objetividad sí con el desapego suficiente para reconocer sus graves defectos.
Iglesias, que, creo, no tiene por encima quien le de consignas o le dicte planes, ha caído en todos y cada uno de los pecados de los que acusa al resto de partidos: ha obrado en beneficio de sus propios intereses, o al menos eso cree, ha intrigado dentro y fuera de su partido, ha fingido y finge amistades inexistentes, habla de amor y resuelve con dureza, dice una cosa y piensa la contraria, promete una cosa y hace otra y dice querer asaltar los cielos para nosotros y se va a tener que conformar con una triste buhardillita , aunque cerca del poder, eso sí.
Nos dijeron que eran distintos, que con ellos iba a entrar aire fresco en la política y, ahora, contemplo con pena que, en el fondo, son como los demás.

miércoles, 16 de marzo de 2016

LOS LAVADEROS DEL PP


Así como siempre se tuvo a Andalucía como un granero de votos para el socialismo, Valencia lo había sido, entre la debacle del socialista Joan Lerma y la del popular Alberto Fabra, para el PP. Y no sólo eso, porque Valencia ha sido, además, una de las mayores fuentes de ingresos para el partido de la calle Génova y un bastión siempre leal a sus dirigentes. Pero las tornas han cambiado y, hoy, más de uno querría haber borrado de su biografía los días pasados en Valencia, las adhesiones recibidas en sus plazas de toros o en sus puertos y todos esos elogios repartidos a quienes se ven hoy delante de los jueces a la espera de sentarse en el banquillo de los acusados.
La corrupción, en casi toda España, pero especialmente en la Comunidad Valenciana, tiene, si no su origen, sí su apogeo, en la España que iba tan bien de Aznar, esa en la que no se ataban los perros con longanizas, pero se arrancaban naranjos y se levantaban bloques de apartamentos. La España de esa Ley del Suelo que dio barra libre a los ayuntamientos para urbanizar todo lo no estuviese calificado expresamente como "no urbanizable", dando lugar a una enfermiza simbiosis entre ayuntamientos y promotores, con los bancos y las cajas de ahorro, como colaboradores necesarios para todas esas aberraciones urbanísticas y medioambientales que han transformado para mal y para siempre la faz de nuestros campos y costas.
De aquellos tiempos viene la recién perdida hegemonía del PP en Valencia, también en Madrid, que aparentando crear riqueza y administrarla con brillantez, en realidad estaba vendiendo las joyas de la familia, arruinando paisajes y huertas, sembrando pueblos y ciudades de edificios de viviendas y apartamentos de segunda residencia y "regalando" a los vecinos de cada pueblo y ciudad ostentosas infraestructuras culturales y deportivas, hoy en desuso, imposibles de mantener activas, más en época de crisis, porque, de cada ladrillo y cada paletada de cemento que se colocaba, el partido gobernante y quienes tomaban las decisiones en su nombre se llevaban una parte del coste final.
Mientras hubo burbuja inmobiliaria, todo fue coser y cantar, porque todo lo saqueado se repercutía en el coste y el coste lo podían pagar quienes disfrutaban de las vacas gordas de la opulencia, una época en la que, cuentan, se brindaba en las bodas por los benditos planes urbanísticos que enriquecían a unos y a otros y sembraban de prosperidad, efímera, pero prosperidad a la región. Pero esa burbuja explotó y quienes trabajaban en la construcción o en las industrias o comercios auxiliares se quedaron en la calle o colgados de una hipoteca que, en el mejor de los casos, vampirizaba todos los ingresos de la familia. Una situación que afectó también a los ayuntamientos y les forzó a cambiar su fuente de ingresos, llevándola a las contratas de servicios a las que oportunamente se habían mudado ya sus amigos los constructores. A eso se dedicaron desde entonces, a cobrar mordidas y comisiones por cada trabajo encargad o cada obra pública construida, en las que, a base de rebajar la calidad de los materiales, aumentar los costes o ambas cosas a la vez, obtenían margen suficiente para aumentar las ganancias del adjudicatario, sacar la dádiva para el partido y llenar los bolsillos de concejales y alcaldes. Y es que el truco es ese. Los gestores, alcaldes, etc,, "recaudan" para su partido y, al igual que los directivos en la empres privada, se llevan sus correspondientes "bonus", de tal manera que, al final so se sabe si el partido es un instrumento para poder tomar decisiones que les permitan llevarse esos preciados "bonus", siempre a costa de los ciudadanos, todo en negro y todo con el riesgo de que algún insatisfecho tire de la manta y "cante la gallina".
Y tanto era y ha sido lo saqueado que el dinero negro revienta en las cajas fuertes ocultas tras los cuadros. Pero, claro, todo en negro, todo dinero inutilizable en una contabilidad fiscalizada, como lo es la correspondiente a los gastos electorales de un partido. Pero las elecciones son, en la dinámica interna de los partidos y para nuestra desgracia, su principal razón de ser, por lo que, para estar bien representados, con mayoría absoluta a ser posible, en los parlamentos nacionales y autonómicos, los ayuntamientos y las diputaciones, había que echar el resto, sacando todo ese dinero de la ciénaga o contratando escenarios, megafonías, teloneros, transportes y publicidad, muy por debajo del precio de mercado a empresas "amigas" a las que luego se compensaba con adjudicaciones de contratas "a la medida".
Ayer, con el levantamiento de una parte del sumario de la "Operación Taula", supimos un poco más del descaro con que, como ejemplo práctico, de lo que digo se obtenía y se lavaba el dinero de la maquinaria electoral del Partido Popular. Un descaro que lleva a Rita Barberá y a sus concejales investigados, nueve nada menos, a negarse a dimitir, ridiculizar y menoscabar la labor del juez y los investigadores y a regañar, cuando no a amenazar, a la prensa. También ayer, después de la penosa rueda de prensa de Rita Barberá y de mensajes contradictorios de Rajoy y "los jóvenes" del partido, éste decidió abrir xpediente a la ex alcaldesa y a sus nueve concejales investigados y lo hizo contradiciendo la aparente tranquilidad invocada por Rajoy, lo que deja claro que la autoridad del presidente ya no es la que era o que Rita sabe algo que tiene al rey del "dontancredismo" más que acogotado.
Y es que el PP tenía, si es que ya no la tiene todavía, una de las ciénagas en las que recolectaba su dinero negro y en Rita Barberá, autoritaria como pocas y, por tanto y por más que lo desmienta, al tanto de todo lo que aparece en el sumario, una de las responsables del lavado de tanto dinero negro como se ha captado.
Debería saber la ex alcaldesa que, aunque haya lavado más blanco que nadie, hay demasiados cercos en su colada.

martes, 15 de marzo de 2016

ASUNTO DE FAMILIA


Unas grabaciones policiales, ordenadas por el juez que instruye el sumario de la Operación Taula, a la ex concejala de Cultura del PP en Valencia, María José Alcón, la del rostro patético, y quién no, mientras era conducida en coche al calabozo, una mujer muy de la confianza de la ex alcaldesa Rita Barberá, y casada con el ex teniente de alcalde Alfonso Grau, que también la tuvo, hasta que llegó la triste hora de adjudicar los "marrones" municipales, ponen en entredicho la honradez y credibilidad de la senadora menos rentable de la democracia española, puesto que deja al descubierto, con todos sus pelos, señales e intenciones la escandalosa operación de blanqueo, previa a las pasadas elecciones municipales y autonómicas, por la que concejales populares y altos cargos en el ayuntamiento que dirigió Barberá intercambiaron mil euros de sus cuentas corrientes por dos flamantes billetes de quinientos euros de los muchos que atesoraba "en negro” el PP valenciano.
La señora Alcón en una conversación con su hijo Vicente, grabada por el juez, le contó que el partido le había dado esos dos billetes de quinientos euros a cambio de una transferencia equivalente, en concepto de donativo a una cuenta del partido, en un claro ejemplo de lo que las unidades policiales encargadas de investigar la corrupción llaman "pitufeo". Lo más curioso y peligroso para el futuro del PP y la propia Alcón es que la concejala advierte a su hijo que su partido "ha hecho una trampa", lo que le priva de la coartada de la buena fe o la ignorancia, porque revela que en todo momento ella fue consciente de lo irregular del asunto.
Supongo que hay que sólo una madre o alguien que está muy seguro de su impunidad se confiesa tan abiertamente ante su hijo y por teléfono, porque cuando, al tomar conciencia del volumen del dinero blanqueado, Vicente pregunta a su madre si el partido tiene tantos billetes de quinientos euros, ésta le dice que sí, que es dinero de empresas del partido, de empresas, de comisiones, de corrupciones... y que es un dinero que el partido no puede aflorar en sus cuentas. En la misma conversación, María José Alcón, cuya principal virtud no parece ser la prudencia da detalles a su hijo de quien le entregó los polémicos billetes, para devolver esa cantidad impoluta y perfectamente reutilizable en gastos tan fiscalizados, al menos teóricamente, como lo son los de una campaña electoral.
Y si Alcón señala a Mari Carmen García Fuster, la secretaria del grupo municipal, como responsable de entregar el dinero, días después, Alfonso Grau, su compañero en la vida y el partido, imputado en el caso Noos por las declaraciones de la propia alcaldesa Barberá y hoy en el banquillo en Palma de Mallorca, le dice en otra conversación posterior que también figura en el sumario, que se da de baja de un partido, el PP, en el del PP en el que se castiga a los inocentes, suponemos que lo dice por él, para tapar el culo a los verdaderos culpables, suponemos que esto lo dice por Rita Barberá.
Está claro que lo de la corrupción, según el hijo de Alcón, lo único que funciona en España, es un asunto de familia, en el que se confiesa en los teléfonos lo que no se quiere o no se puede decir a las claras, ante un juez o, por ejemplo, en los cumpleaños, la cena de Nochebuena o la comida de Año Nuevo. Y está claro que, bajo el manto de unidad y protección con que los partidos, como algunas familias protegen a sus miembros, destilan hiel y veneno de los peores, dispuestos a aflorar como aflora el dinero negro cuando toca. Basta con tener paciencia y prestar oídos a conversaciones tan jugosas que unas veces recogen los jueces en las escuchas que ordenan y otras entregan en el juzgado ex suegros despechados, como es el caso del hippie, ex yonqui del dinero, Marcos Benavent.
Son asuntos de familia, sin comillas, porque, si la familia en cuestión las llevase, como las lleva el sobrenombre de la Mafia, la omertá, la ley del silencio que castiga con la muerte a quienes la violan, callaría muchas bocas por activa o por pasiva.

Afortunadamente, la familia de la que hablamos no ha llegada esos extremos, Aunque, al paso que vamos, quién sabe lo que nos queda por ver.

lunes, 14 de marzo de 2016

LA CASA POR EL TEJADO

Asistimos en las últimas semanas a un recrudecimiento de la campaña de acoso por tierra, mar y aire a Podemos, una campaña de acoso que procede de un amplio sector de la prensa de este país y que, a nadie debería escapársele, es una campaña interesada. Vaya eso por delante, pero no por ello hay que dejar de observar el fenómeno político de los últimos años con la seriedad y la mirada crítica que merece.
No podemos caer en el victimismo de los dirigentes del partido que mejor supo rentabilizar el enorme impulso del 15-M, que se difunden como consigna eso, que es una campaña, y en ello se refugian, sin pasar a analizar y corregir los enormes errores que vienen cometiendo, errores de bisoñez, exceso de ambición y, sobre todo, incoherencia, tanto en la definición ideológica, como en la enorme distancia que ponen entre el discurso con que se presentan y su peligroso, por inexplicable, tacticismo.
Me perdonaréis si os confieso que a veces pienso que el fenómeno Podemos en realidad no es otra cosa que una especie trabajo de fin de curso o un juego de rol que ha crecido demasiado y escapa a la capacidad de control de sus creadores. Y, si lo pienso, es porque da la impresión de que algunos de los dirigentes de la formación no están conformes con las cartas que les ha tocado jugar tras el 20-D y que piden un nuevo reparto sin haber medido las verdaderas posibilidades de las que ahora tienen en las manos.
A veces pienso también que el partido al que voté en las autonómicas, fijándome, sobre todo, en el perfil de su candidato, José Manuel López, sigue en su estrategia los pasos de algunos partidos nacionalistas que viven instalados en "el viaje" y que, en realidad, no pretenden llegar a su destino, porque ese destino les va a obligar a convertir en hechos sus promesas. Partidos que se mueven mejor en la reivindicación y la promesa que en la gestión real que le demandan sus votantes. Es más, creo que en un sistema político como el español en el que raro es, si es que lo hay, el año en el que no hay una o más convocatorias electorales y que, a Podemos, en crecimiento todavía y con su estructura aún por asentar, le viene, como a los fugados en una carrera ciclista, practicar la estrategia "la goma" que les permite tirar, avanzar y descansar al mismo tiempo.
Lo malo, como en la escapada ciclista, es medir mal el esfuerzo, quedar descolgado de tus compañeros, en tierra de nadie y acabar siendo atrapado por el pelotón de la casta. Lo malo es, como en las grandes ofensivas militares, llegar tan lejos y tan deprisa, sin consolidar la retaguardia, como para que, al final, el "enemigo" reaccione, corte tus líneas, dejándote en la peor de las posiciones y cercado en tierra de nadie.
Perdonadme si me permito aventurar que es eso lo que le está pasando a Podemos. Un poco de todo,
porque tiene aún muchas cosas que explicar, muchas relaciones que justificar o abandonar y muchas ideas que aclarar. No puede ser, como ha ocurrido con Podemos que, en campaña, opten por limar las aristas de su ideología, hasta convertirla en perfectamente deglutible por los votantes, que, sin embargo, no son capaces de asimilar, de sacar, nada bueno de ella. Lo mismo que esas papillas sin fibra que "se van" tal como llegan de nuestro organismo.
Creo, por último, que Podemos es un partido, en cuyas manos, las circunstancias, no sé si buscadas, han puesto mucho poder, los votos son poder, sin haber desarrollado una estructura fiable con la que gestionarlo. Lo malo, lo peor, es que, en los crecimientos rápidos y poco sostenibles, se producen demasiadas aberraciones y que, éstas, a veces se corrigen también aberrantemente.
Es triste decirlo, sobre todo después de haber puesto tantas ilusiones en ellos, pero Podemos se está construyendo desde el tejado y, eso, no siempre es bueno.

viernes, 11 de marzo de 2016

COMO PERRO SIN COLLAR


En un momento tan crítico como el que vivimos en España, en un momento tan crucial como el que vive Europa, tratando de quitarse de encima refugiados, inmigrantes económicos, pensionistas y parados con derecho a subsidio, en un momento en el que lo único que parece importar es el éxito económico de papel, el que se puede resumir en un balance de cuentas, sin alma y sin corazón. el gobierno en funciones, como un tumor maligno, pretende seguir subsistiendo en nuestras vidas sin el más mínimo control, arrasando todo lo que quede a su alcance, sean derechos, fortunas o salud.
Es increíble la arrogancia y el desprecio con que este gobierno trata a los ciudadanos y aquellos que ostentan su legítima representación- Es increíble su contumacia en pensar que el poder es algo de su propiedad, algo que, como repetían las pesetas de Franco para convertirlo en dogma, les viene "por la gracia de dios", olvidando que, en democracia, el pueblo es soberano y de él emana cualquier poder.
El arrogante anuncio del gobierno Rajoy, no encuentro un adjetivo que le defina mejor, de que no se someterá al control del nuevo parlamento, inútil quizá para dar paso a un nuevo gobierno, pero con legitimidad plena para exigir al que está en funciones la rendición de cuentas ante los ciudadanos a los que representan, esa ·machada", tan propia de quien sigue sin creer en la democracia, no puede quedar sin respuesta. El parlamento ha de movilizarse para exigir que los tribunales se pronuncien con urgencia y pongan en su sitio a tan díscolo ejecutivo.
Tratar como tratan Rajoy y sus ministros de disponer a sus anchas del BOE, para hacer y deshacer sin que nadie les pida cuentas es una aberración propia de las dictaduras. No quiero ni imaginarme qué pasaría si España se viese en el trance de enviar tropas de combate a cualquiera de los escenarios de guerra que, desgraciadamente, hay abiertos en el mundo ¿tendríamos que aceptar sin rechistar lo que decidiese un personaje de moralidad tan dudosa como el ministro Morenés? Qué pasaría si Cristóbal Montoro decidiese dejar de pagar, por ejemplo, los sueldos de los funcionarios en los meses pares ¿habría que aguantarse y administrar mejor cada paga? 
No hay que ir tan lejos, porque el gobierno ha dado ya muestras de hasta dónde está dispuesto a llegar en su arrogancia. No hay más que ver lo que ha ocurrido con la hedionda papelera ENCE que apesta Pontevedra y ensucia su ría. El gobierno aprobó "de tapadillo" ampliar su licencia por un periodo de tiempo que escapa, no ya al mandato del propio gobierno, sino a las propias vidas de los ministros y los ciudadanos de Pontevedra. Dicen los que entienden que en esta turbia operación existen intereses ocultos y que la extensión de la licencia para su funcionamiento era condición previa a una operación de compraventa de tan contaminante industria y, claro, bien puede perderse el derecho a disfrutar con honores de la tierra de adopción a cambio del cariño de amigos poderosos que, ahora o en diferido, sepan agradecer los favores.
Tampoco puede ser que, como ya escribí hace unos días, un jefe de Gobierno en funciones ponga su firma, en claro desacuerdo con la mayoría del parlamento elegido en diciembre, al pie de un acuerdo que pretende la ilegal expulsión de los miles de refugiados sirios y afganos que han llegado a suelo europeo. No puede ser que se hurte ese debate a las cámaras, porque de lo que estamos hablando es de vidas humanas, vidas que hoy nacen y mueren en las aguas del Mediterráneo o en medio del barro, al pie de una alambrada, y que pueden perderse en el mar o en la larga travesía a través de cualquier otra vía alternativa que establezcan las mafias. Me extrañaría que los representantes de un pueblo que se conmueve con un parto a la orilla de una autovía madrileña, atendido por guardias civiles, consientan que decenas de niños nazcan, malvivan y mueran, en medio del barro junto a una frontera que no podrán cruzar.
Mucho menos sera de fiar a ña hora de negociar y asumir nuevos recortes de Europa el mismo gobierno que tan salvajemente impuso los que padecenos  Tenemos un gobierno que es ahora mismo como un perro sin collar y sin control del que se puede esperar todo, desde que destroce nuestro sofá, y orine en los rincones, hasta que nos muerda rabioso la mano de quien le paga y al que debe sumisión y respeto.

jueves, 10 de marzo de 2016

EL MECCANO EN EL JARDÍN


Asistí anoche al homenaje que unos cuantos amigos hicimos al viejo y querido Néstor Lombardi, un anciano tierno picarón o picarón anciano y tierno, como prefiráis. La excusa del homenaje, que se encargó de organizar y convocar otro amigo, Rodolfo Serrano, no era otra que la publicación en España, Néstor es argentino de La Plata, de un precioso poemario, Néstor diría lindo, con lo mejor de su caudalosa creatividad. 
Entre esos poemas, que desprenden un evocador aroma a esos viejos periódicos que, siendo un niño, descubrí en el desván de la casa de los abuelos en el pueblo, trufaba Néstor historias que recordaban esas fabulas morales, tan del gusto de aquellos tiempos que de algún modo fueron también los suyos, y, entre ellas, llamó mi atención una, en la que el protagonista era un viejo meccano, ese juguete de construcción creado en Liverpool al borde del nacimiento del siglo XX, lleno de tiras y placas de metal, ruedas, tuercas, tornillos, arandelas, ejes y poleas de metal, con el que los niños podíamos, en mi casa uno hubo, dejar volar nuestra imaginación creando grúas, vehículos edificios, puentes o robots.
Hoy el Meccano, ese juguete que llevó a tantos niños hacia la ingeniería, sigue existiendo el de hoy ya no es el mismo, porque las normas comunitarias para proteger la integridad de los niños se llevan muy mal con las tuercas y los tornillos y, sobre todo, con el metal que se oxida y esa pintura roja que tanto se descascarillaba.
Pues bien, el viejo Néstor contaba en una de esas fábulas morales cómo en una familia, sospecho que era la suya, a uno de los dos hijos le regalaron un meccano que guardaba celosamente de los anhelos de su hermano, que siempre le pedía jugar con él. El egoísmo del propietario era tal, según Néstor, que cuando se cansaba del juguete lo guardaba en su caja -ay, las cajas del Meccano- y lo escondía creo que en lo alto de un armario, que es donde los hermanos mayores esconden sus tesoros, fuera del alcance de los pequeños. Pero, tal era la pasión que el pequeño ponía en el juguete, que un día, a solas, lo buscó, lo encontró y se hizo con él para jugar a su antojo y hasta el hastío. Cuando éste, el hastío, llegó al pequeño ladronzuelo -con razón, claro, que yo he ido detrás de un primogénito y se lo que se siente- enterró minuciosamente todas y cada una de las piezas en el jardín y puso a buen recaudo la sugerente caja, con lo que el juguete dejo de existir para él y para su "legítimo" dueño, pasando a ser algo así como un secreto tesoro.
En la fábula de Néstor, la carga moral estaba en la mala gestión de la autoridad paterna que no quiso intervenir para forzar la generosidad de quien yo imagino primogénito, porque, así se justificó, los adultos no deben intervenir en las cosas de los niños, lo que supuso una hipoteca imposible de saldar a la hora de exigir al pequeño que el meccano apareciera. Sin embargo, mi moraleja es bien distinta y aprovecho la fábula del viejo Lombardi para afear la conducta de nuestros partidos o, al menos, la de sus líderes que se esfuerzan en no compartir el tesoro de sus escaños o en enterrar la posible mayoría en el jardín del pacto imposible, donde cada una de las piezas que los ciudadanos hemos puesto en sus manos se llenarán de herrumbre y quedarán inservibles para el juego. Los barones del PSOE, con sus condiciones excluyentes, Podemos con su intransigencia de niño caprichoso, Albert Rivera, enredado en las faldas de mamá banca y el PP, escondiendo sus cajas A, B y C, hijas del privilegio del poder, escondidas en el armario, odiados, ensoberbecidos e insensibles siempre a lo que piden los ciudadanos, son incapaces de construir nada con este "juguete" que hemos puesto en sus manos 
Creo que el mejor destino de las piezas de un meccano no está en el altillo de un armario o bajo la tierra húmeda de un jardín. Su mejor destino está en manos de quienes sean capaces de darles vida.

miércoles, 9 de marzo de 2016

VERGÜENZA DE EUROPA


Aún recuerdo con qué ilusión recibí mi pasaporte europeo. Después de haber vivido mis primeros veinte años en dictadura, me hacía sentirme importante, ciudadano de una democracia, con los mismos derechos que todos esos viajeros que en el cine, también en la realidad, invocaban su origen para pedir amparo en cuanto se sentían en apuros. Ser ciudadano de Europa, llevar en el bolsillo esa cartilla de tapas del color del vino de Borgoña, era, para mí, un sueño cumplido, un sueño que me llenaba de orgullo.
Votar cada cuatro años en las elecciones europeas para conformar el parlamento que elaboraría las leyes que nos daríamos los europeos era, para mí, al principio, un deber y un honor. Un deber y un honor que comenzaron a desvanecerse en cuanto pude ver que cada partido llenaba las listas con que concurría a esos comicios con los desechos de la política nacional, con personajes díscolos a los que mandaban al destierro o con personajes a los que premiaba con vacaciones más que bien pagadas en la tierra de la cerveza con el compromiso de asistir a las tediosas reuniones de una inmensa asamblea en la que la inmensidad de la sala y a traducción simultánea difícilmente captan la atención de la prensa nacional.
Los españoles fuimos despertando del sueño europeo, primero entre bostezos de aburrimiento, luego con la desidia del que no entiende porque no se le explica y, finalmente, con el resentimiento y el desconcierto de quien es maltratado por aquel a quien se ha querido mucho. Tanto, que, ahora, una vez que hemos recibido las coces de los recortes y hemos padecido el rigor de la austeridad, atados de pies y manos, sin poder defendernos, somos muchos los que vemos, en esa Europa con la que un día soñamos, la fuente de casi todos nuestros males.
Lo peor de todo es que la democracia y el progreso que, al principio, lo justificaban todo, se han ido pervirtiendo y diluyendo hasta desaparecer prácticamente. Lo peor es que Europa, que, desde hace siglos, ha crecido a costa del saqueo y el sufrimiento de terceros, Europa que ha explotado y explota las riquezas de África, Europa, que se bebe ansiosamente el petróleo y el gas del norte de África y el Próximo Oriente, Europa, que no duda en agitar avisperos o apoyar a quien lo hace, para sacar partido de las dictaduras tiránicas resultantes, se desentiende ahora de las víctimas de su codicia.
Europa que, por acción u omisión, deja a millones de seres humanos en medio de la guerra o el hambre, se niega ahora a acogerlos.
Europa que ha sufrido guerras terribles, las últimas el pasado siglo, con decenas de millones de muertos entre sus hijos, no encuentra ahora el tiempo, el espacio ni el dinero para recoger a quienes huyen de hambres y guerras tan terribles o más que las que la asolaron no hace tanto tiempo. Europa, a la que se le llena la boca a la hora de hablar de derechos y obligaciones, no quiere pobres ni, mucho menos, dolientes en sus campos y ciudades. A Europa se le ha helado el corazón y, atrincherada en el miedo al terrorismo y la pérdida de identidad, cierra la puerta y levanta alambradas, o paga para que otros las levanten, con las que apartar a los millones de seres humanos que llaman a sus puertas.
Europa que se dice cuna de la civilización y la democracia, no está dispuesta a tender una mano a los que sufren, pero sí a pagar a Turquía para que los enjaule. Europa va a pagar miles de millones de euros para que, aún no sabemos cómo, se expulse de su suelo a los que lo han pisado después de largas y penosas travesías en el mar helado que hoy baña sus costas. Europa va a devolverlos a Turquía, saltándose sus propias leyes, saltándose el sacrosanto deber de asilo, a cambio de dinero y de la promesa de eximir a sus ciudadanos de la necesidad de visado, ha acordado con Turquía, un país de dudoso pedigrí democrático, que devolverá allí a quienes han llegado a sus playas. Europa acaba de legalizar la deportación masiva, lo que ayer yo mismo definía como devolución en caliente de proporciones industriales, para que Turquía selecciones ¿despioje y desinfecte? a quienes serán luego acogidos como refugiados,
Hoy me siento asqueado de que eso se haga en mi nombre, de que Europa se salte sus propias leyes para que Merkel y quien no es Merkel ganen sus elecciones. Hoy siento vergüenza de Europa y devolvería con los ojos bajos ese pasaporte que con tanta ilusión y orgullo recibi.

martes, 8 de marzo de 2016

OTRA VEZ OCHO DE MARZO

Otra vez ocho de marzo y, de nuevo, las mismas reivindicaciones, los mismos derechos incumplidos, la misma desigualdad, la misma injusticia. Aún recuerdo aquellos años de mi infancia en los que, en plena dictadura, la mujer, la pata quebrada y en casa, era una máquina de parir y crear hijos, una máquina de limpiar, barrer, fregar, lavar y cocinar, a la que, si salía, también le correspondía hace alguna "faena" fuera de casa y, siempre, atender los deseos del rey de la casa, que, para ello se había convertido con el matrimonio en el "reposo del guerrero". Hace de eso ya medio siglo y, sin embargo, mucho de eso que os digo sigue siendo una realidad sangrante.
En una época como la que vivimos, la mujer suele ser la primera que pierde en la familia su puesto de trabajo "decente", con un salario más o menos digno, seguridad social y pagas, para pasar a la legión clandestina de asistentas que, de casa en casa, y así completar, ahora en negro, los ingresos dejados de percibir. En unos años en los que la fuerza de trabajo se ha devaluado, en lo que ha caído de modo cruel el precio de cada hora trabajada en el mercado, el trabajo de las mujeres lo ha hecho mucho más que el de los hombres, hasta niveles en los que la mensualidad se convierte casi en una afrenta, en un insulto. Y, cuando ya nadie tiene trabajo en el hogar, es la mujer la que limpia culos o friega escaleras para llevar algo que comer.
Vivimos unos tiempos muy duros que son más duros para las mujeres, porque, casi siempre, los hijos y la casa son más de la madre que del padre. Unos tiempos en los que las niñas tienen muchas más posibilidades de acabar con una escoba, un trapo o un puchero en sus manos que los niños, tiempos en que se les sigue enseñando a someterse y callar. Unos tiempos en los que, ante las dificultades, para, por ejemplo, estudiar en la universidad, quienes se quedan a este lado del obstáculo son casi siempre ellas. Unos tiempos en los que las becas, el ariete con el que echar abajo esos muros, están dejando de fluir, apartándolas de ese "ascensor social" que, al menos hasta hace poco, habían sido los estudios superiores.
Y, eso, si se es español con todos los derechos, porque las otras, las que han venido a España a ganar un sueño, las que hoy, como ayer las españolas iban a Francia, Alemania o Suiza, vienen a nuestro país a ganar un sueño, a dar estudios a sus hijos aquí, o a pagarles una carrera y una casa allí, ellas, lo tienen mucho más difícil.  Y no es difícil verlas, reventadas de trabajar, cruzando Madrid o cualquier otra gran ciudad en el metro, cansadas, tristes muchas veces, para llegar a una cama en una habitación de una casa compartida, en la que, a veces, tiene que sufrir los abusos de cualquier compañero o del propio marido ebrio, corriendo el riesgo indeseado de sumar otro hijo a la prole o el de someterse a un aborto que no siempre se lleva a cabo en las mejores condiciones.
Y eso me lleva a otro asunto, el de la salud, el del derecho a estar enfermo, que a las mujeres no siempre se les reconoce, porque su trabajo es más inseguro y porque faltar uno o más días al trabajo puede llegar a suponer una quiebra en esos sueños por los que luchan estas mujeres que, haga frío o calor, cuidan a los niños o a los padres de otros como no pueden cuidar de los suyos. Doble castigo el de ser mujer y trabajadora, que se convierte en triple si esa mujer es, trabajadora en un país extraño que no le reconoce todos sus derechos y en un castigo infinito, al que sólo una mujer puede sobrevivir, si, además de todo lo anterior, la mujer, con sus hijos, huye de una guerra o del terror que se apodera de su tierra y se convierte ella misma en hogar y refugio de su prole.
Es ocho de marzo, un día, no para celebrar, sino para reivindicar un respeto y una igualdad que, por desgracia, aún están muy lejos.

lunes, 7 de marzo de 2016

EN GRECIA COMO AQUÍ ENTONCES


Este fin de semana he tenido noticia por boca de mi ex mujer de que, en los años cincuenta, miles de los españoles, la mayoría andaluces, que llegaban a Barcelona, huyendo del hambre que asolaba media España, eran detenidos por la Policía en la misma Estación de Francia y conducidos a la montaña de Montjuic, donde eran recluidos en el Pabellón de las Misiones, a la espera de reunir el contingente suficiente para fletar un tren en que devolverlos, deportarlos, de nuevo al sur.
Su delito, llegar a Barcelona, la Alemania dentro de España entonces, en busca de una vida mejor sin tener un trabajo, un domicilio o una familia que respondiese por ellos. Ese y el de haber tenido que huir de una España en ruinas tras la aún reciente Guerra Civil, por la que algunos habían quedado marcados y sin pan, para buscar ese pan y un futuro en una nueva tierra lejos de las camisas azules, lejos del cacique, de los curas, del rencor y de las palizas en el cuartelillo de la Guardia Civil.
Algunos, con suerte, eran rescatados por familiares ya establecidos, en los mismos andenes de la Estación de Francia, a otros la suerte les llegaba con retraso y el rescate se producía en el mismo Pabellón de las Misiones, equivalente entonces a lo que hoy sería un Centro de internamiento de extranjeros, esas cárceles sin condena, en el que los "sin papeles" de hoy esperan también a ser expulsados del paraíso.
No sabía yo de la existencia en España, allá por los años en que nací, de esos centros de reclusión, no de acogida, en los que es fácil imaginar las condiciones de confort e higiene que tenían que soportar los internos, lo mismo que el rancho que se veían obligados s compartir en una España hambrienta. Y eso, en manos de instituciones que nada tienen que ver con la Organizaciones no Gubernamentales o los voluntarios que atienden hoy, al menos en los primeros momentos de su llegada, a quienes llegan a las costas o las fronteras europeas.
Hoy, en Cataluña son millones los catalanes de origen andaluz, murciano o extremeño, hijos algunos de aquellos que pasaron por Montjuic, lo mismo que en Madrid u otras grandes ciudades son millones quienes llegaron con sus maletas de madera y cartón llenas de harapos y sueños en busca de una vida mejor. Por eso duele, me duele, que el presidente de un gobierno en funciones, que ya no representa a la mayoría de quienes votamos en diciembre acuda a Bruselas a poner su firma en nuestro nombre al pie de un acuerdo que cierra las puertas a quienes llaman a nuestra puerta, huyendo del hambre y las guerras que, casi siempre, tienen su origen en la torpeza y la avaricia de nuestros gobiernos.
Lo que va a firmar Rajoy en nuestro nombre es lo que imponen los gobiernos cuasi fascistas del Este y el Norte de la Unión Europea. Lo que va a firmar en nuestro nombre supone la sumisión a quienes no han querido cumplir las normas de la Unión, una sumisión vergonzante, sobre todo si se compara con la firmeza mostrada con España y Grecia en el cumplimiento de los objetivos de déficit que nos han sido impuestos. Lo que va a firmar Rajoy es un doble castigo a Grecia, quizá también a España, que tendrá que repartir sus dificultades y su miseria con quienes lleguen a sus islas, huyendo de las guerras y el terror de Siria, Iraq o Afganistán o del hambre que irradian, sin que sus socios asuman el deber humanitario de acogerlos.
Yo supe este fin de semana de la existencia del siniestro Pabellón de las Misiones de Montjuic, lo supe por mi ex mujer, barcelonesa de padres andaluces, que a su vez lo supo hace días por uno de sus hermanos que le habló del "rescate" de unos familiares de aquella reclusión. Lo he sabido hace dos días, aunque era fácil imaginar que algo así era posible en aquella España. Lo que era inimaginable o al menos debería serlo es que, en la opípara Unión Europea, Grecia se vea hoy como la España de entonces.

viernes, 4 de marzo de 2016

NO ES UN JUEGO DE TRONOS


Por más que insista Pablo Iglesias, en la vida no todo es ganar o morir, no todo es blanco o negro. La vida real, la que nos ha tocado a casi todos, está llena de tonos grises y pardos. La vida no es, como piensa Iglesias, el escaparate en el que vive. En la vida real, en la nuestra, hay almacenes que barrer, estanterías que limpiar y basura que sacar todos los días.
Pablo Iglesias se va a la cama, día sí, día no, convencido de que, en unas cada vez menos hipotéticas nuevas elecciones, Podemos "sorpassaría" al PSOE, pero, no sólo las encuestas le quitan o le dan la razón, también un día sí y otro no, sino que aun en el caso de que fuese así, la izquierda desencantada se dejaría tantos votos en el camino que muy probablemente ni siquiera reproduciría el escenario en el que, todavía hoy, es posible un gobierno de progreso, como le recordó ayer Manuela Carmena.
Él sabe que, hasta que saque todos los conejos y palomas de su chistera, hasta que no encienda todas sus bengalas y lance todos sus cohetes, su camino irá en ascenso, pero debería saber también que llegará un día en que ya no le quede nada en el sombrero. Un día en el que el beso a un diputado ya no sorprenda, en el que las rastas ya no asusten ni siquiera a la rancia Villalobos, un día en el que llevar un niño al pleno -por cierto, dónde estaba ayer el bebé de Bescansa- ya no dé que hablar y ni siquiera cause impresión. Un día, en fin, en el que habrá que remangarse y participar, un día en el que habrá que someterse al desgaste de acertar o equivocarse y que eso tenga consecuencias.
Ahora, en lugar de facilitar con la abstención de Podemos y sus mareas la creación de un gobierno de progreso, un gobierno que destierre para siempre de la política española a un personaje tan nefasto como lo es Mariano Rajoy, parece que va a tirar la llave al estanque para llevarnos a unas nuevas e inciertas elecciones ¡qué lástima que esas elecciones n o se hubiesen celebrado dos semanas después de las de diciembre y nos pillen un poco cansados, un poco desengañados y, a muchos, algo más que asqueados! Qué lástima, porque a más de uno les apetezca más pasearse por la playa o por el campo que acercarse al colegio electoral a votar otra vez y podemos perder el efecto que la participación ha tenido siempre en los triunfos de la izquierda.
Pero no sólo eso está en juego. También podemos perder ya mismo los gobiernos de progreso que las pasadas elecciones y las consiguientes negociaciones han dejado en las grandes ciudades y no pocas comunidades autónomas. Puede ocurrir que, como las fichas de un dominó, vayan cayendo uno tras otro esos gobiernos que tanto han ilusionado a vecinos y ciudadanos cansados de tanto abuso y tanta corrupción que, por una cuestión de estrategia, por un cálculo errado del fogoso Iglesias y los suyos, podrían volver a caer sobre nuestras cabezas.
Si eso llegase a pasar, creo que serían muchos los que, a unos y otros, no se lo perdonarían jamás, de modo que, ni tan siquiera,  de hacerse realidad los más alambicados cálculos sobre trasvase de votos les darían escaños suficientes para cambiar las cosas, porque a la vista está y ya trabaja para ello, que Albert Rivera puede llevarse muchos votos que, incluso en diciembre, fueron del PP, convirtiéndole en más decisorio, si no en fundamental para la formación de un nuevo gobierno, con lo que, en julio, podríamos asistir a la investidura del líder de Ciudadanos.
Todo esto lo han hecho, lo están haciendo posible unos y otros desde lo que llamamos izquierda, con su ancestral instinto sectario y suicida. Pero, aun siendo eso cierto, no hay que olvidar que quienes pusieron la primera piedra para el desencuentro de las fuerzas de progreso fueron los guardianes de las esencias del suelo patrio en que se han convertido los llamados barones del PSOE y eso que más de uno se ha beneficiado, para alcanzar el gobierno que ahora ocupan, de los votos de aquellos a los que anatematizaron para impedir un pacto entre el aprendiz de brujo que se les ha descontrolado y el aprendiz de Anguita que les ha recordado inoportunamente su pasado,
Pero por más que lo crea Iglesias, por más que en esto haya intrigas, odios y venganzas, eso no es un juego de tronos, es algo mucho más serio, porque se trata de nuestras vidas ¡ Por favor, tratadlas con cariño!



jueves, 3 de marzo de 2016

MEJOR, MENEALLO


Yo, que en cierto modo viví abducido por la idea de que había cosas que era mejor no saber, no decir, no investigar, hoy miro con horror aquellos días en los que poco a poco fuimos conociendo los detalles de un horrendo crimen de estado, un crimen sólo comparable a los peores de la dictadura argentina que "desapareció" a tantos y tantos jóvenes en las cloacas de sus cuarteles. Como en el gabinete de Freud, los fantasmas y los "pecados", si no se expían, antes o después, acaban por salir a la luz. Y el fantasma de la desaparición y muerte de Lasa y Zabala nunca fue expiado del todo, Por eso, hay asuntos que es mejor no meneallos y uno de ellos es el del terrorismo, sea del color que sea, porque hay tantos fantasmas a uno y otro lado, son tan horribles los crímenes cometidos en uno y otro lado, que, en cuanto se invocan, se abren todas las heridas, algunas aún difíciles de cicatrizar.
Hizo mal Pedro Sánchez en usar las alusiones al terrorismo para atacar a Pablo Iglesias. Hizo mal en usar la torpe ironía de recomendarle a Arnaldo Otegi como ministro del Interior. Cayó, como el peor de los manipuladores del PP, en parar el reloj de la memoria a su voluntad. Otegi, ha salido de prisión después de haber cumplido seis años, todos y cada uno de los días que le impusieron por el delito de reorganizar Batasuna en nombre de ETA y nunca sabremos cuánta de esa paz de la que disfrutamos ahora se debe a esa reorganización castigada.
Yo, como Pablo Iglesias, con el que, como sabéis, no suelo coincidir, me alegré de la salida de Otegi de la cárcel, aunque, quizá por prejuicios, no me atreva a calificarle de preso político. Fue por eso que me pareció una bajeza el intento de Sánchez de descalificar a Iglesias con este asunto ante la falta de argumentos en materia económica o social, anta el aparente desinterés del candidato socialista en restituir el Estado de Bienestar, ante la falta de argumentos y su clara preferencia por las mentirosas cifras de la macroeconomía sobre el dolor de quienes sufren la crisis. Me pareció una bajeza y no me sorprendió que un fogoso Iglesias le mentase la cal viva que afloro en un paraje de la sierra alicantina cubriendo los cuerpos de estos dos desaparecidos.
No es bueno convocar, como hizo Pedro Sánchez, a ningún fantasma, porque lo único cierto es que los fantasmas nunca vienen solos, siempre traen de la mano a otros fantasmas. Y tratar de colocar a quien dices buscar como socio junto a quienes causaron, y afortunadamente ya no lo causan, tanto daño a tanta gente en este país, no parece una buena estrategia De hecho, aunque "cosas veredes, amigo Sancho", creo que con esa alusión tiro al mar la llave que abría la puerta al pacto y, por tanto, a la salvación de su carrera política,
Tampoco hizo bien Pablo Iglesias en ser tan explícito en su respuesta. La sutileza es un arma cuyo efecto disuasorio perdura en el tiempo mientras no se explicita y fue tal la deflagración provocada por su invocación de la cal viva, no de los GAL, sino de la Guardia Civil, que demolió puentes y fortines. Iglesias habló sin medida de un tiempo que no vivió en primera persona y que, como digo despierta demasiado rencor. Sin embargo, creo que, en el fondo, fue bueno que alguien lo hiciera, porque la forma de exorcizar los fantasmas, como los traumas de Freud, es sacarlos a la luz. Y creo que fue bueno que ayer y aún hoy se hable de Lasa y Zabala, de los GAL, del terrorismo de Estado, de aquel Felipe González, que, como Rajoy de la corrupción en su partido, dijo no saber nada de aquello, pero, sin embargo, acompañó a Barrionuevo a la puerta de la prisión a la que entró como condenado.
Algunos no lo recuerdan o lo recuerdan confusamente y otros ni siquiera lo sabían. Por eso el escalofrío que ayer recorrió el Congreso y más de un hogar es bueno. por eso, aunque haya quien piense lo contrario, es mejor meneallo, porque es Historia, negra, pero Historia, de España.

miércoles, 2 de marzo de 2016

PARA CONVENCIDOS

El discurso de investidura que ayer pronunció Pedro Sánchez ante el pleno del Congreso no fue nada ilusionante. Apenas sirvió para convencer a los convencidos, a los militantes más entusiastas de su partido, esos que el pasado fin de semana respaldaron su, a mi modo de ver vergonzante, acuerdo con Ciudadanos. Ni siquiera creo que haya satisfecho a una parte importante de sus votantes, porque los que hubiesen aceptado tan ominosas condiciones ya le dieron su voto en diciembre a los de Rivera.
Es triste, pero es así, porque no creo que haya muchos votantes del PSOE que no se definan como de izquierdas y, sin embargo, en lo económico, que es lo que más preocupa ahora a la mayoría de los españoles, lo firmado con Ciudadanos no es en absoluto de izquierdas, por no decir directamente que directamente es de derechas, de la peor derecha, esa que ha impuesto la economía especulativa y va camino de acabar con el mundo que algunos hemos conocido y ya empezamos a añorar.
El discurso de Pedro Sánchez, con más arrogancia, eso sí, estaba más cerca del último Zapatero que del primer Felipe, aquel que en 1982 consiguió nuestro entusiasmo y le sirvió para conseguir nuestro en la imprescindible transformación de este país en otro, que, unos años después, desgraciadamente, el mismo González se esforzó en desmontar. Por eso, estoy convencido de que el discurso de Sánchez sólo pudo convencer ayer a quienes ya estaban convencidos.
El hipotético socio de los socialistas, Rivera, que espero que no duré como tal más allá del viernes, se ha esforzado y se esfuerza en maquillar sus formas, pero, en el fondo, tiene los dientes más afilados, incluso, que el propio PP, porque Albert Rivera, no lo olvidemos, es el elegido por las empresas del IBEX 35, las que apenas cotizan por sus beneficios, las que subcontratan para que sean otros los que explotan a los que deberían ser sus trabajadores. Rivera es el elegido para tomar en España el relevo de una derecha, el PP, rancia y carcomida por la corrupción, y es Pedro Sánchez quien, en lugar de intentar gobernar con la izquierda y con los nacionalistas, se ha echado en brazos del peor heredero del capitalismo.
Hoy le toca a Rajoy defender lo indefendible. Le toca intentar demostrar que él, el que ha llevado a España cuarenta años atrás, el que ha dejado desprotegidos s los trabajadores en paro, el que condena a nuestros jóvenes  a la miseria y la emigración, el que sangra las pensiones de nuestros jubilados haciéndoles pagar sus medicamentos y el IVA, el que ganaba elecciones pagándose las campañas y los mítines con los colegios de nuestros hijos, el que blinda a los corruptos y da escaños a quienes hacen negocios por ahí usando en vano el nombre de nuestro país, el que pone al frente de nuestros ministerios a quienes como Guindos o Morenés, tienen intereses propios... ese lamentable personaje que ayer masticaba no sé qué, quizá nuestro desprecio, es quien quiere demostrarnos que tiene la solución a nuestros problemas, a todos esos problemas que él mismo ha creado o agudizado.
También le toca demostrar a Pablo Iglesias que Podemos es algo más que un NO, algo más que un ariete con el que derribar a quien nos oprime. Tiene que demostrar que "quiere". Tiene que demostrar que es consciente de que ahora no es el momento de asaltar el cielo, consciente de que ese cielo que todos buscamos podemos alcanzarlo entre todos. De todos modos, supongo que lo que hoy toca es, todavía, el aspaviento, el sacar pecho e hinchar el plumaje, y espero que, después de dar su voto negativo a Sánchez o, incluso, ya mismo, unos y otros, no el PP, claro, están hablando ya para que no haya que ir a unas nuevas elecciones que no sabemos qué resultado arrojarán.
El discurso de ayer de Sánchez, no sé si ilusionante o de ilusionista, sólo puede convencer, como digo, a quienes ya están convencidos y los apoyos que le ha dado su acuerdo con Ciudadanos se han quedado en eso, en Ciudadanos. Pero para gobernar necesita más apoyos y, esos, están en la izquierda y si los quiere tiene que darles algo más que buenas palabras, que recubren, como el caramelo de una píldora, los grilletes de la economía más salvaje.

martes, 1 de marzo de 2016

SPOTLIGHT


Que "Spotlight", una película más allá del estrellato, aunque con magníficos intérpretes, dirigida por Tom McCarthy, actor y guionista antes que fraile, se hiciese con el óscar a la mejor película del año fue para mí la mejor noticia de ayer lunes y lo fue, porque me parece una película imprescindible, de esas "basada en hechos reales", que, a mí al menos, me reconcilia con la que ha sido mi profesión durante un cuarto de siglo y coloca el foco que le da nombre sobre uno de las grandes lacras de la sociedad, como lo es el hecho de que aquellos a los que durante siglos la sociedad biempensante o, al menos, bienintencionada ha encomendado la formación de sus hijos hayan abusado de ellos, con su aliento sucio, con sus manos sudorosas o lo que es peor aún, con su silencio cómplice.
La historia que cuenta "Spotlight", con la dureza de lo que ha sido y sigue siendo una realidad onerosa sucedió en Boston, la capital del catolicismo norteamericano, pero podía haber ocurrido en la católica Irlanda, en Italia, Francia o en la España, la "tierra de María" de nuestros pecados, y no es otra que la del equipo de investigación de un periódico, el Boston Globe, un equipo de esos que, en la era de los twitter, los vídeos tomados con el móvil, los comunicados, sin replica posible y las ruedas de prensa sin preguntas, ya no resultan rentables, al que la llegada de un nuevo director, de esos que leen su periódico o, en su caso, escuchan su radio, pone sobre a trabajar sobre un asunto tan turbio como viejo y manido, pero con un nuevo enfoque, el que le permite tomar el hecho de no provenir de la autocomplaciente y asustadiza sociedad bostoniana.
Es precisamente ese enfoque, que cumple con una de las premisas del buen periodismo, preguntarse el porqué de que sucedan las cosas lleva al desenmascaramiento -y no reviento ningún final, porque, insisto, todo lo que se cuenta en la película sucedió en realidad- de la jerarquía de la iglesia católica en Massachusetts que, durante décadas, en lugar de apartar a los sacerdotes pederastas de los niños, se dedicó a trasladarlos o esconderlos temporalmente, forzando además mediante presiones y dinero el silencio de las familias de las víctimas.
Contra viento y marea, usando las mejores armas con que cuenta un periodista, que no son otras que la documentación y los archivos del periódico, los contactos de su agenda, la curiosidad, mezclada al cincuenta por ciento con la tenacidad imprescindible, la astucia y, sobre todo, la capacidad de trabajo, mezclada al cincuenta por ciento con la tenacidad, el teléfono,  y las suelas de sus zapatos, el equipo Spotlight, arropado por el director del Globe, se toma su tiempo hasta trazar el mapa de los abusos en la diócesis de Boston, usando los testimonios de algunas de las víctimas, el impulso de quienes saben que mantenerse en la denuncia es lo único que les queda y, paradójicamente, los propios anuarios de la diócesis, en los que se refleja con la minuciosidad de un viejo almacenero cada uno de los cambios de destino o bajas a los que, alegando inexistentes enfermedades, se sometía a los curas denunciados. 
El principal mérito de esta película, a la que la bendición del óscar llevará muy lejos, no al cineclub de los maristas, claro, es que no cabalga sobre el morbo, sino sobre datos fehacientes y que, en ella, lo único escandaloso es la frialdad y la naturalidad con que la sociedad asume aquello que debería ser arrancado de raíz de su jardín. Ese y la elegancia y eficacia con que se trata una de las peores miserias de nuestra biempensante y complaciente sociedad.
Otra gran enseñanza que encierra esta historia es el hecho de todos los elementos que dieron pie a esta brillante investigación estuvieron en uno u otro momento en manos del periódico, sin que por presiones, por desidia o por falta de apoyo no cuajaron, no permitieron formar ese horrendo puzle que pintó un lamentable retrato de la comunidad católica de Boston que, por vergüenza, por miedo, por vergüenza o por complicidad, permitieron que centenares de niños sufrieran los abusos de quienes deberían haber velado por ellos.
Al final, la lista de los ochenta y siete curas pederastas revelada por el Boston Globe y la evidencia de que el arzobispo sabía de su existencia y los amparaba, desato una cadena interminable de denuncias que se extendió a todos los rincones del universo católico y también en el tiempo -Hoy, los maristas de Barcelona, por poner un ejemplo- llevó al traslado del arzobispo Law, hoy "refugiado" en Roma y mereció el Pulitzer para el equipo Spotlight del Boston Globe. El óscar hará sin duda que muchos de los que han quedado marcados por haber padecido estos horribles abusos en su infancia se atrevan a salir del cajón en que los ha encerrado la iglesia.