lunes, 14 de marzo de 2016

LA CASA POR EL TEJADO

Asistimos en las últimas semanas a un recrudecimiento de la campaña de acoso por tierra, mar y aire a Podemos, una campaña de acoso que procede de un amplio sector de la prensa de este país y que, a nadie debería escapársele, es una campaña interesada. Vaya eso por delante, pero no por ello hay que dejar de observar el fenómeno político de los últimos años con la seriedad y la mirada crítica que merece.
No podemos caer en el victimismo de los dirigentes del partido que mejor supo rentabilizar el enorme impulso del 15-M, que se difunden como consigna eso, que es una campaña, y en ello se refugian, sin pasar a analizar y corregir los enormes errores que vienen cometiendo, errores de bisoñez, exceso de ambición y, sobre todo, incoherencia, tanto en la definición ideológica, como en la enorme distancia que ponen entre el discurso con que se presentan y su peligroso, por inexplicable, tacticismo.
Me perdonaréis si os confieso que a veces pienso que el fenómeno Podemos en realidad no es otra cosa que una especie trabajo de fin de curso o un juego de rol que ha crecido demasiado y escapa a la capacidad de control de sus creadores. Y, si lo pienso, es porque da la impresión de que algunos de los dirigentes de la formación no están conformes con las cartas que les ha tocado jugar tras el 20-D y que piden un nuevo reparto sin haber medido las verdaderas posibilidades de las que ahora tienen en las manos.
A veces pienso también que el partido al que voté en las autonómicas, fijándome, sobre todo, en el perfil de su candidato, José Manuel López, sigue en su estrategia los pasos de algunos partidos nacionalistas que viven instalados en "el viaje" y que, en realidad, no pretenden llegar a su destino, porque ese destino les va a obligar a convertir en hechos sus promesas. Partidos que se mueven mejor en la reivindicación y la promesa que en la gestión real que le demandan sus votantes. Es más, creo que en un sistema político como el español en el que raro es, si es que lo hay, el año en el que no hay una o más convocatorias electorales y que, a Podemos, en crecimiento todavía y con su estructura aún por asentar, le viene, como a los fugados en una carrera ciclista, practicar la estrategia "la goma" que les permite tirar, avanzar y descansar al mismo tiempo.
Lo malo, como en la escapada ciclista, es medir mal el esfuerzo, quedar descolgado de tus compañeros, en tierra de nadie y acabar siendo atrapado por el pelotón de la casta. Lo malo es, como en las grandes ofensivas militares, llegar tan lejos y tan deprisa, sin consolidar la retaguardia, como para que, al final, el "enemigo" reaccione, corte tus líneas, dejándote en la peor de las posiciones y cercado en tierra de nadie.
Perdonadme si me permito aventurar que es eso lo que le está pasando a Podemos. Un poco de todo,
porque tiene aún muchas cosas que explicar, muchas relaciones que justificar o abandonar y muchas ideas que aclarar. No puede ser, como ha ocurrido con Podemos que, en campaña, opten por limar las aristas de su ideología, hasta convertirla en perfectamente deglutible por los votantes, que, sin embargo, no son capaces de asimilar, de sacar, nada bueno de ella. Lo mismo que esas papillas sin fibra que "se van" tal como llegan de nuestro organismo.
Creo, por último, que Podemos es un partido, en cuyas manos, las circunstancias, no sé si buscadas, han puesto mucho poder, los votos son poder, sin haber desarrollado una estructura fiable con la que gestionarlo. Lo malo, lo peor, es que, en los crecimientos rápidos y poco sostenibles, se producen demasiadas aberraciones y que, éstas, a veces se corrigen también aberrantemente.
Es triste decirlo, sobre todo después de haber puesto tantas ilusiones en ellos, pero Podemos se está construyendo desde el tejado y, eso, no siempre es bueno.

2 comentarios:

Mark de Zabaleta dijo...

Ciertamente les falta organización...


Saludos

Marisa dijo...

Desde aquel manifiesto Mover ficha: convertir la indignación en cambio político; tan solo, han pasado dos años. Son alumnos aventajados (han leído más de dos y tres libros...) son aplicados y, por ello, se les exige, se les exige inmediatez, si no adhesión, coalición en una democracia en la que mi voto no vale lo mismo que el de otro. No creo que sea cuestión de cartas, o repartirse migajas, sino de congruencia.

Un saludo.