martes, 22 de marzo de 2016

¡POBRE EUROPA!


Pobre Europa, sí. Qué lástima de continente, acostumbrado a mirar por encima del hombro a los demás, que, sin embargo, como los viejos leones, sesteando siempre, incapaz ya de moverse con la agilidad que requieren los tiempos, se conforma con rugir y dar zarpazos a quienes tiene cerca, se conforma con aparentar fuerza, en lugar de demostrar astucia.
Pobre Europa que, ante una crisis económica, en lugar de proteger a sus ciudadanos les castiga con recortes y privaciones, en lugar de poner en sus manos los instrumentos para que se defiendan, dejándolos en manos de quienes tienen como único propósito de despojarles de lo que tienen y del que ha sido su modo de vida conseguido después de décadas de lucha y sufrimiento. Pobre Europa, en manos de quienes, a sueldo, asustan a sus ciudadanos para que rehúyan los cambios, para que se mantengan sumisos ante los de siempre, de uno u otro color, siempre a salvo y siempre desconectados delos problemas reales, a cubierto en sus cómodas poltronas.
Pobre Europa que, por la torpeza de su diplomacia y la ambición y la codicia de los "padrinos" de sus gobernantes, consiente regímenes injustos, medievales, que exportan el terror de su ideología a los que, sin esperanza, se aferran a hipotéticas salvaciones, a la justicia que no hallan en esta tierra, en el más allá, dispuestos a morir y matar, no por una vida terrenal mejor, sino por castigar a quienes creen autores de sus desdichas.
Pobre Europa que, como Pilatos, se lava las manos en los escenarios de guerras injustas y cierra sus fronteras a quienes sufren sus consecuencias. Pobre Europa que, de tato mirar hacia otro lado, tiene roto el cuello y los ojos insensibles al dolor. Pobre Europa que sólo sabe pesar medir y contar, pobre Europa que ya es incapaz de sentir, salvo que lo que acontezca en su territorio afecte a quienes han de votar a sus dirigentes. Pobre vieja Europa a punto de morir de éxito, a punto de saltar por los aires por la presión del dolor que produce tanta podredumbre.
Los atentados de esta mañana, hace apenas tres horas, en el aeropuerto y una estación del metro de Bruselas no hacen sino demostrar esto que escribo apresuradamente, cuando escucho que son ya más de veinte quienes han perdido la vida en ellos. Bélgica y concretamente Bruselas se han convertido en el avispero en el que bullen los más extremistas de quienes ven en Europa y en los europeos el origen de los males de quienes creen, porque así se lo han dicho, sus hermanos. Un avispero que la policía belga se ha conformado con aislar sin más. Un avispero el del barrio de Molenbeek, que no vigilan o que no vigilan como deben, del que salieron los aguijones que se clavaron en París, un avispero que de vez en cuando se cierra a cal y canto, mientras el resto de la ciudad y del país se llenan de soldados y policías, regalando a los que envían los aguijones el miedo aparatoso y forzado de los ciudadanos, doblemente víctimas de los terroristas y de quienes recortan sus libertadas a cambio, como hemos podido comprobar.
Es muy probable que los ataques de hoy al aeropuerto y al metro estuviesen ya previstos y que se hayan convertido en la respuesta, venganza, a la detención de Salah Abdeslan, el desertor, o no, quién sabe, de los atentados de París. Pero eso no exculpa, en absoluto, a la policía belga que ha sido incapaz de prever esa reacción, por muy previsto que estuviese previsto, porque no se mete un palo en el avispero para sacar de él a una avispa sin prever las consecuencias.
A ETA no se la derrotó en España con estados de excepción ni torturas, a ETA se la derrotó con escuchas, infiltraciones, inteligencia y, sobre todo, con alternativas. Mientras Europa, especialmente Bélgica, no lo entienda estaremos perdiendo la partida.
Al terror no se le combate con miedo, con el miedo organizado y de uniforme, al terror se le combate con astucia y, sobre todo, con la ley y la normalidad en la mano. No se le combate llenando calles, plazas y estaciones de uniformes, chalecos antibalas y armas, con eso lo único que se consigue y se pretende es maquillar el sonrojo de tan torpes gobernantes. Si no lo entendemos, estaremos dando a quienes recurren al terror la mejor de sus victorias.
Pobre Europa que caes una y otra vez en los viejos errores, cuánto te queda por aprender.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Muy buen artículo...

Saludos