Sería bueno, antes de que esta noche arranque la campaña
electoral, tener muy claro y muy presente qué es este país y qué son, qué
pretenden ser o qué pretenden hacernos creer que son sus políticos. Por
comenzar por lo importante, tenemos que tener claro que la gente de este país
esta y ha estado dividida siempre y casi al cincuenta por ciento entre
izquierdas y derechas, prudentes y atrevidos, creyentes y no creyentes o
egoístas y solidarios. Lo único que desplaza esa raya que nos divide por
mitades, no todas coincidentes, es lo que tiene que ver con la seguridad
económica, el bienestar y la riqueza.
Es en esto último donde más claramente se marcan las
diferencias, donde vemos que nuestra sociedad es una pirámide en la que, nunca
mejor dicho, una minoría descansa sobre el resto o, mejor dicho, las ventajas
de esa minoría descansan sobre el sufrimiento de la mayoría a la que oprime. Y
esa "raya" de la que os hablo, que ha existido siempre, esa cuchilla
que corta la pirámide de lado a lado, separando cada bloque, se ha desplazado ostensiblemente
e los últimos años, llevándose el cemento con que se construyen las escuelas y
los hospitales que necesitan "los de abajo" para levantar los áticos
de los de arriba.
Lo que quiero decir es que, si a la hora de votar es
importante sentirse de izquierdas o de derechas, creyente o ateo, valiente o
miedoso, más importante es saber en qué nivel de la pirámide estamos y por qué.
No pude ser, como hasta ahora, que, llevados por matices ideológicos o morales,
acabemos siendo los tontos útiles que contribuyamos al acarreo del cemento de
los de abajo hasta los de arriba. No puede ser que quienes tienen un trabajo
precario o unos hijos que no lo encuentran, que quienes tienen que dejar la
universidad o acabar sus carreras en el doble de tiempo que quien es de buena
cuna, se queden en casa o, parece imposible, pero ocurre, acaba votando a
quienes les recorta las becas, deja que se deterioren los colegios de todos y
para todos.
No puede ser que quienes pueden permitirse pagar lujosas clínicas
se sirvan del voto de quienes padecen, además de sus enfermedades, las listas
de espera y las carencias de una sanidad pública que quienes defienden los
intereses de la ofensiva minoría tratan de echar abajo para convertirla en algo
así como la vieja beneficencia del franquismo, para entrar a saco y con el
cuchillo entre los dientes en el erial que quedaría con sus clínicas de pago y
sus negocios paralelos.
Cuando dentro de dos semanas y dos días acudamos a las urnas
para depositar nuestro voto debemos tener muy claro en qué lugar de la pirámide
estamos y, casi tanto como eso, debemos repasar nuestra historia reciente,
cerrando las orejas y los ojos a todo lo que puedan decirnos unos y otro en
campaña. Debemos tener presente cuál ha sido el papel de cada partido en lo que
nos ha pasado. No debemos olvidar, y siento decirlo, qué ha hecho el PSOE para
defendernos de la ofensiva que el PP, defensor, con los votos de muchos
ciudadanos, demasiados, de los intereses de unos pocos. Debemos recordar sus apelaciones
a la seguridad jurídica y al "han vivido por encima de sus
posibilidades" o, incluso, al fatalismo, para justificar los desahucios.
Tenemos que tener presente que las primeras reformas laborales, las que
iniciaron la carrera hacia la devaluación del empleo en España, las que
instauraron y consintieron el modelo de becario precario, salieron de gobiernos
y escaños socialistas. Debemos tener muy presente que lo único importante son
los principios y que los dirigentes del PSOE hace ya mucho que arrumbaron los
suyos en el trastero.
Las próximas elecciones probablemente se diriman por una
cara bonita, una coleta o una canción más o menos, un candidato torpón
haciéndose fotos con caza famosos o con bebé en los brazos o la labia de un
señor que sólo suda en los debates, pero no debería ser así. Tampoco sería
bueno que las urnas se llenasen con los votos de quien teme que los otros las
llenen con los suyos. Sería bueno que lo del día 26 no sea una cuestión de
izquierdas o derechas, de abortistas o anti abortistas o de jóvenes y viejos.
Las próximas elecciones deberían ser un asunto de justicia e injusticia, de
bienestar o pobreza. Las próximas elecciones deben volver a ser, aunque sólo
sea por esta vez, una cuestión de principios y de conciencia.
1 comentario:
Muy interesante...
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