martes, 21 de junio de 2016

SU MIEDO, NUESTRA ILUSIÓN



¿Quién dijo miedo? Yo lo digo. Yo digo que tienen miedo. Miedo a soltar de entre sus manos a este país al que desde hace ya demasiados años tienen cogido por el cuello Miedo a que, en esa Bruselas que ha dejado de ser sueño para volverse pesadilla, cada vez sea más difícil imponer normas que sólo benefician a unos pocos a costa de todos los muchos que vivimos al sur de sus designios. Tienen miedo a que su pensamiento deje de ser ley y haya que discutirlo entre todos, en lugar de imponerlo desde sus injustas mayorías.
Tienen miedo. Pero no sólo es el PP quien lo tiene., No cabe duda de que, puesto que, si realmente hay un cambio a partir del domingo son ellos los que más tienen perder, son Rajoy y sus maquinarias, como sanguijuelas, de llevarse, ellos y sus amigos, la parte del león de nuestros impuestos y, con ella, nuestros sueños y nuestras aspiraciones de vivir en un mundo más igual y más justo. Tiene miedo el PP, ya viejo y conocido, y lo tiene Ciudadanos, el bastón con que disimular esa evidente cojera que le han dejado tantos años de vicios al caminar, y lo tiene también el PSOE que, desde que González se negó a asumir, en 1996, aquella gran derrota del que fuera el partido del cambio y que, en justicia, era a él a quien realmente le correspondía.
El miedo del PSOE es un miedo distinto. es miedo a dejar de ser en España la única izquierda capaz de gobernar. es el miedo a perder su posición hegemónica, a que la suya sea la única imagen externa de esa izquierda. Miedo a perder el poder que da que te perciban como la única fuerza capaz de mediar entre el poder y las clases populares, un grave error que ya está pagando Pedro Sánchez, porque creerse tal cosa supone ignorar que el poder reside en el pueblo -o la ciudadanía, como queráis- t eso, como estáis viendo, se paga.
Una sabia sentencia dice que no se puede pretender tener razón sólo por haberla tenido. Y ese es el gran problema del PSOE que se le paró el reloj de la autocrítica en tiempos en los que el balance de su gestión, viniendo de donde veníamos, sólo podía ser positivo. Ese y, además del de no haberse empeñado en perseguir en sus filas la limpieza y la honradez que predicaba, el de haberse alejado de la calle, de la gente de verdad, lo que le condujo a no entender en su momento las voces que llegaban de ella, voces que cristalizaron en el 15-M.
Unos y otros se olvidaron de la gente, demasiado preocupados por "su" gente y, por eso, estamos donde estamos, unos y otros. Los unos sufriendo, atemorizados por el suelo que cede bajo sus pies, y los otros, nosotros, deseando que llegue la noche del domingo para ver en que quedan tanto miedo y tanta ilusión juntos. Será interesante ser testigo de esas horas, ver hasta dónde llegan uno y otra, ver en qué queda esta confrontación, esta operación matemática en la que no hay resto posible, porque su miedo es nuestra ilusión, su miedo a que se acaben sus "chollos" es nuestra ilusión por que todo cambie. Un miedo y una ilusión difíciles de ocultar.

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