Debo confesar, para comenzar, que no entendí la
comparecencia de Susana Díaz del Comité Director de su partido. Una
comparecencia, ante el máximo órgano del Partido Socialista de Andalucía, hecha
deprisa y corriendo, sin nada que debatir, sin nada que votar, sin nada que
decir, con la única finalidad de aplaudir y dar "calorcito" a la
temeraria y ambiciosa presidenta que, ciega de ambición y muy mal aconsejada
por su colección de jarrones chinos, ha puesto patas arriba un partido con más
de un siglo, un partido que ha resistido clandestinidades, guerras, cárcel,
éxitos de los de morir de éxito y derrotas que, por los enemigos a batir, son
algunas que más dignas que otras. Una convocatoria digna de ese bolivarismo que
tanto dicen odiar, hecha con el único fin de ser aclamada, consolada y
perdonada por el enorme estropicio que acababa de perpetrar en el partido.
Y es que no puede calificarse de otra manera el cerco que de
esa acorazada dimisionaria desplegó en torno y frente a Pedro Sánchez,
condenado de antemano por el único crimen de haber creído que el secretario
general del PSOE era él y no ninguna "gestora" en la sombra formada
por los ya aludidos "jarrones", el grupo mediático propietario del
periódico en cuyo consejo se sienta Rubalcaba, toda una serie de tontos útiles
y los necesarios "tejerillos" de este golpe, encarnados por los
lacayos de la señora Díaz, Antonio Pradas y Verónica Pérez.
Dicen, no seré yo quien lo ponga en duda, que, cuando Susana
Díaz, en plena euforia por aquellos primeros éxitos al frente de los
socialistas andaluces, comenzó a plantearse, inspirada y apoyada por lo más
rancio, lo más viejuno, del PSOE rancio del PSOE, comenzó a conspirar para
buscar a alguien que le mantuviese caliente la silla hasta que, ella,
considerase llegado el momento de trasladarse a la calle Ferraz, en aquellos
momentos en que la vieja dirección, la eterna dirección diría yo, ante todo,
quería frenar el paso a Eduardo Madina y que, cuando le propusieron al joven y
guapo Sánchez, lo que dijo fue "este chico no vale, pero nos vale".
Lo malo, para los conspiradores de entonces y de ahora, es
que, con el tiempo, aquel chico, no sólo valía, sino que no les valía. Y no me
extraña, porque la presidenta andaluza ha sido para Sánchez como una china en
el zapato que le criticaba y apoyaba a partes iguales, a partes iguales, para,
en mi opinión, cuidarse muy mucho que no alcanzase el triunfo electoral que
cortaría los hilos del títere que creían manejar.
Supongo que, para quien tiene un poco de dignidad, debe ser
duro tener que chocar una y otra vez con el muro de una investidura que se le
hacía imposible, atado como estaba de pies y manos, como estaba por todos esos
conspiradores, esa vieja guardia fracasada y sin ganas de dar la cara, para
hacer imposible el acuerdo con Podemos o los nacionalistas, basándose, como
decía ayer Martín Pallín, en un sólo artículo de la constitución, el que atañe
a la unidad de España, y olvidando todos los demás, los que hablan de los vapuleados
derechos y libertades de todos los españoles. Y supongo que Pedro Sánchez y los
suyos no querían asumir el encargo de la trama oculta de este golpe, siempre,
aunque nunca llegue a descubrirse, como en el 23 F, hay una trama oculta que
nunca llega a descubrirse. Y en este caso la trama oculta que ha movido la mano
y el pensamiento de Susana Díaz y sus mentores hay que buscarla en ese ente
perverso que es el IBEX-35, empañado en "ganar y ganar y ganar", que
diría Luis Aragonés, y en acabar con nuestra felicidad, nuestro futuro y quién
sabe si con nuestras vidas.
Sin embargo, no acaba ahí la nómina de estos otros
golpistas, empeñados en traicionar de los votantes del PSOE, dando el gobierno
de nuevo ala ayer silencioso Mariano Rajoy. En esa nómina infame está también
el gripo PRISA que, ayer, combinando sus fuerzas, como Milans del Bosch con
Tejero en el 23-F de 1981, puso el micrófono a Felipe González para desatar la tormenta,
mientras publicaba un insidioso editorial en el que se tachaba al secretario
general socialista, el primero elegido directamente por los militantes, de
"insensato y sin escrúpulos".
Hoy, para rematar este 23-F vergonzante, la encargada de
sacar los tanques ha sido Pepa Bueno que en su programa en la SER ha
entrevistado a un dubitativo y triste Eduardo Madina, primero, y a un cargado
de razones y, por momentos, indignado Josep Borrell, al que no ha podido
aturullar, ni mucho menos callar, en sus críticas contra la torpeza de Susana
Díaz y los suyos y que ha llegado a preguntar a la periodista si le consideraba
gilipollas, aunque sin llegar a decirlo También que, que él sepa, "el
grupo PRISA no puede cesar al secretario general del PSOE.
En fin, ese desgarrar el partido, para, luego, con voz
compungida y ese tono populista y paternalista de Canal Sur, para, luego,
cuando ya era evidente que su 23-F particular y en septiembre había sido una torpeza, ofrecerse
a coserlo, es una falacia que, con un poco de suerte, servirá para que los
militantes del PSOE vuelvan a colocar a su partido donde siempre debió estar,
en la izquierda.