martes, 6 de septiembre de 2016

CIÉNAGA Y FANGO


Llevamos demasiado tiempo chapoteando en aguas estancadas. No me refiero, aunque sería lo más fácil, a la inacción política que en estos nueve meses nos ha llevado dos veces a las urnas, nos ha hecho pasar por dos investiduras frustradas y, si alguien con más generosidad e imaginación de las demostradas hasta ahora no lo remedia, corremos el peligro de tropezar tres veces en esas mismas piedras.
La ciénaga en la que vivimos, esa enorme charca de aguas estancadas y fétidas es la de la corrupción. Una corrupción que se remonta décadas atrás, heredada de unos tiempos, los de la transición, en los que las grandes empresas acarreaban su dinero, en sobres o en de zapatos, a determinados partidos, para que el país en que habían construidos sus negocios no cayese en manos de los sindicatos y el "rojerío".
Era aquella una situación injusta de la que la Alianza Popular de Fraga y la UCD de Suárez eran los grandes beneficiarios. Una situación en la que los partidos de la derecha partían con ventaja frente a un Partido Comunista, que apenas contaba con sus militantes siempre movilizados y las aportaciones de sus élites culturales, y un PSOE seriamente desmovilizado durante el franquismo que necesito de ayuda moral y "de la otra" para recuperar el lugar que ocupaba antes de la dictadura.
De aquellos polvos de entonces vinieron los lodos de ahora, de aquellas aportaciones, para suplir con vallas y anuncios, vienen las Gürtel y púnicas de ahora y, si vienen, es porque aquellas empresas y otras parecidas siguen empeñadas en "proteger" a los partidos con los que se entienden y los protegen como mejor saben, con su dinero.
Hoy las cosas han cambiado. Ya ni las tramas, Gürtel o Púnica, puestas al descubierto y sentadas en el banquillo, les sirven. Hoy la estrategia del capital se ha hecho más sutil. Sutil hasta el punto de haberse "comprado" un partido cortafuegos. Un partido que no es otro que Ciudadanos, el partido "cortafuegos" que emergió a nivel nacional cuando peor estaba en Cataluña, con unos fondos y una militancia de origen incierto, surgido con el único fin de levantar barreras frente a cualquier intento de devolver al PSOE al lugar de la izquierda donde históricamente le corresponde estar y, una vez cercado, tratar de llevarlo al redil de esa "gran coalición" pretendida por la banca y todas esas viejas glorias que tiene o ha tenido a sueldo.,
Ciudadanos es como esas algas que proliferan en las ciénagas, impidiendo que pueda crecer cualquier otra flora y que acaban con el oxígeno que permite la vida y, sobre todo, la diversidad que garantiza la vida. Ciudadanos ha llegado con el único fin de impedir que crezca la izquierda de este país y, por el momento, lo está consiguiendo. Ciudadanos, como un parásito, se suma a cualquier atisbo de pacto para marcar el territorio, para esterilizarlo de modo que no pueda crecer en el nada que lleve a un cambio de estas reglas de juego tan trasnochadas con las que tenemos que lidiar.
Rivera y su partido consiguieron abortar aquel intento, ahora parece que tan lejano, de Pedro Sánchez para formar gobierno. También hizo lo que pudo para dar a Rajoy y su PP un barniz de credibilidad que no tenía, aunque, en este caso, no contó con la soberbia de un Rajoy que, desconfiado, hizo lo imposible para humillar al intrépido líder de Ciudadanos. 
Unos y otros lo han conseguido. Unos y otros, con la inestimable colaboración de la inexperiencia y el ego de quien se creyó más de lo que era, nos han dejado en esa ciénaga inmunda que asesina toda esperanza, angustiados por el futuro y atrapados en el fango.  

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Ciertamente lo de Ciudadanos llama la atención...