Desde que ayer Susana Díaz decidió mandar sus huestes a la
batalla y dar el primer paso para salirse con la suya, que no es otra que
defenestrar a Pedro Sánchez de la Secretaría General del PSOE, no hago
otra cosa que preguntarme qué estarán pensando los votantes y, sobre todo, los
militantes del segundo partido de este país que, de la noche a la mañana,
pueden ver, no sólo como sus votos, en contra de lo que les contaron
cuando se lo pidieron, son utilizados para dar continuidad al gobierno de los
recortes y la desigualdad, sino que, además, su partido o el partido al que
votaron se ha roto por la mitad, dejando al descubierto lo más hediondo de sus
vísceras.
Supongo que quienes no hace tanto tiempo eligieron a Pedro
Sánchez como su secretario general de la forma más democrática posible, por
sufragio universal dentro del partido, quienes han visto que, pese a algún
titubeo, éste no ha hecho otra cosa que cumplir con lo ofrecido en su programa
electoral, negándose a consentir con su abstención, que Rajoy pueda salirse con
la suya, quienes llevan tantos meses defendiendo ante amigos y enemigos, en el
trabajo, en tertulias y en las redes que su partido, el PSOE, sigue siendo de
izquierdas, todos ellos, harán algo para defender a su secretario general de
esta canallada, de este verdadero golpe de estado que está sufriendo.
Me pregunto dónde habrán dejado su alma socialista quienes
llevan meses ladrando alrededor de Pedro Sánchez, boicoteando cualquier intento
de acercamiento a la izquierda, cualquier apuesta por reconstruir viejas
mayorías con la izquierda y los nacionalistas. Me pregunto en qué rincón del
desván de sus ideas habrán escondido los años de cárcel y sufrimiento de tantos
militantes, dónde habrán dejado aquel ímpetu redentor de los débiles que, a muchos,
nos hizo sentirnos orgullosos de haberles votado. Me temo que, cuando la
púrpura, los cargos, importan más que los principios, todo eso cabe en
cualquier cajón de la mesa del despacho por el que se pelean.
Sin embargo, de todo lo visto, lo peor es esa manera de
comportarse, fuera de toda lógica, esas prisas que no hacen otra cosa que
confirmar lo más lamentable, que quienes quieren derribar a Sánchez no quieren
enfrentarse a la democracia, al "un militante un voto", aunque sea
delegado, que casi con toda seguridad acabaría dándole la razón al secretario
general. Por eso, contra toda lógica y cuando ya se habían convocado un comité
federal para modificar o no, esto último lo más probable, ese "no es
no" para el que ya está mandatado el secretario general por el último
comité consultado al efecto, Susana Díaz ha movido sus peones, incluido su
padrino, Felipe González, para asaltar Ferraz y mandar al destierro a Sánchez,
antes de que este próximo sábado pueda reunirse el equivalente a la asamblea
del partido.
Había prisas y, cuando hay prisas, se pierden las formas. El
primero en perderlas y hacerlo de forma más lamentable ha sido Felipe González,
que, con la entrevista que dejó grabada desde Chile para la Cadena SER, lanzó
el chupinazo que abrió el portón del corral de los morlacos y que, ya a la
noche, también desde Chile, se tomaba a broma su trastada y la ruina que
amenaza hoy a su partido. Y hubo prisas por parte de Antonio Pradas,
correveidile de Susana Díaz, por destituir a Pedro Sánchez de sus cargos.
También hay, huno, prisas por parte de muchos de los que han carcomido el
prestigio, sobre todo electoral, del PSOE, personajes como el alcalde de Vigo,
Abel Caballero, en desautorizar allá donde ha podido a la dirección federal,
prisas casi de estampida que han dejado el escenario lleno de heridos, de los
que el más grave es el prestigio de un partido que, pase lo que pase, ya nunca
será el mismo ni ocupará el lugar que tuvo.
Demasiadas marrullerías de quienes dicen poner a España por
delante del partido, piensen lo que piensen los militantes que lo componen, del
mismo modo que ponen a España, una abstracción, patriotismo barato, por delante y por encima de
los españoles que son, debieran ser, lo más importante, porque son ellos y no
marcas, empresas o prestigios, lo más importantes. Marrullerías, juego sucio y
malas artes de Susana Díaz, que quiere, sobre todas las cosas, ocupar el sillón
que un día fue de un Felipe González que, en su día, se fue más por soberbia
que por sentido del deber. Marrullerías y juego sucio de quien se quiere más a
si mismo que al partido y a los ciudadanos que dice defender y quiere escamotear las decisiones importantes al sufragio universal, porque sabe que lo que defiende es insostenible.
1 comentario:
De veras acertado. Lo malo es que no dejarán hablar a la militancia.
Que nadie se alegre: "un" PSOE es necesario para que funcione este sistema más o menos democrático. Si hay alternativas, que se planteen. Pero yo no las veo y las urnas parece que tampoco.
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