martes, 11 de octubre de 2016

DEPRISA, DEPRISA


Dicen de Javier Fernández, el presidente de la gestora que se ha hecho cargo del PSOE tras la forzada dimisión de Pedro Sánchez, que es un hombre calmado, justo y equilibrado. Calmado quizá lo sea, pero, en cuanto a las otras características señaladas, no puedo olvidar que Susana Díaz, la jefa, en el sermoncillo que "soltó" a los suyos en Sevilla, horas antes de su asalto a Ferraz, señaló al que iba a ser el gestor de todos los socialistas, recordando la historia de amor de sus padres, que se conocieron en un campo de concentración antes de casarse y tener un hijo que acabaría siendo presidente de Asturias.
No me puedo olvidar de esas palabras, porque dejaban claro que el aparato que se esconde tras la presidenta andaluza ya le había bendecido con su predilección para el trabajo sucio, no puede ser considerado de otra manera, de torcer la voluntad de votantes y militantes socialistas, para acabar dejando paso libre a Rajoy, el presidente de los recortes y de la brecha social, para un nuevo mandato en la Moncloa.
Y doy fe de que lo está cumpliendo, porque, con ese "manejo de los tiempos" tan propio, dicen, de Mariano Rajoy, está diluyendo, o al menos eso intenta, el debate entre las bases socialistas, bajando la presión, poniendo al partido, como se hace con una olla a presión demasiado caliente, bajo el grifo del tiempo, para poder servir el cocido de la abstención en la mesa de la investidura en el momento más apropiado, no vaya a ser que los nuevos gestores del partido se encuentren con la sorpresa de unos garbanzos deshechos o, por el contrario, demasiado duros, tanto que, como en el comedor de un colegio, acabasen sirviendo de munición para las peleas entre compañeros.
Estamos a veinte días de saber si, finalmente, se celebra la investidura y Rajoy sale de ella presidente o si, por el contrario, se convocan nuevas elecciones. Lo malo es que en esos veinte días pueden pasar y están pasando muchas cosas, dentro y fuera de los tribunales. Está pasando, por ejemplo, que desde Europa ya no se cortan en criticar al gobierno "amigo" de Rajoy, por su desidia a la hora de presentar los presupuestos, ahora que con un PSOE cautivo y derrotado, el asunto es más del PP que nunca, o por sus promesas huecas y sus compromisos incumplidos a la hora de combatir la corrupción tal y como le exigen las reglas de convivencia en Europa.
Estamos a veinte días de que acabe el plazo y, en la Audiencia Nacional, nada, salvo la petición más que utópica de dos de las acusaciones para llevar al propio Rajoy ante los magistrados, nada, ha salido al gusto del PP. No se ha anulado el proceso, se le mantiene como acusado, no se deriva la culpa a las agrupaciones locales que actuaban como recaudadores y, a partir de hoy, comienzan a declarar los testigos que más tienen que ganar si se avienen a colaborar con el tribunal, revelando aspectos ocultos del caso.
Por si fuera poco, ayer, el diario EL MUNDO publico el manual de instrucciones para concejales corruptos, distribuido por el PP entre sus representantes municipales, para disimular los donativos irregulares sin despertar el celo del de por sí poco celoso Tribunal de Cuentas. Todo le viene mal al PP. Todo le está levantándole las alfombras, dejándole desnudo, no ante sus votantes, a los que ya tiene "en el bote", sino ante los votantes y militantes del PSOE, pero, sobre todo, ante los diputados que han de decidir con su voto en el Pleno si se deja gobernar o no a Rajoy.
Javier Fernández está empeñado en camuflar el dilema que existe entre la abstención o el NO, para dejarlo en abstención o hundimiento electoral. No quiere y lo rehúye, el debate interno, por eso no quiere a los barones reunidos y los ha convocado de uno en uno. Y, todo, dejando correr el calendario para que no se pueda resolver el dilema poco a poco y la decisión tengan que tomarla los diputados en apenas unas horas, deprisa, deprisa.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Manipulación en estado puro...