jueves, 6 de octubre de 2016

LAS PUERTAS GIRATORIAS JUDICIALES DEL PP


Lo que sentí ayer, al enterarme de que el PP pedía la anulación del juicio recién abierto por la trama Gürtel, fue una mezcla casi perfecta de sorpresa, indignación y vergüenza. Una sensación de hastío, asco y cansancio, al comprobar que quienes gobiernan, aunque sea en funciones, y pretenden seguir gobernando este país se creen por encima del bien y del mal, están tan seguros de su impunidad que no les importa volcar los cubos de la basura -habría otra forma aún más cruda de decirlo- sobre la justicia y, de paso, sobre todos nosotros.
La sensación que tuve es la de que este país se ha quedado huérfano de defensores, con un PSOE de rodillas y a sus pies, descuartizado y malamente recosido, un partido-esperanza, Podemos, desquiciado en su esquizofrenia, vendiendo una y otra vez las pieles de osos que aún no ha cazado, y una prensa esclava de sus amos, que no son otros que los fondos de inversión que les rescataron de la resaca de sus borracheras multimediáticas. Y, ya se sabe, el dinero siempre se coloca de la parte del dinero.
No me gusta lo que veo y no me gusta lo que siento. No me gusta esa soberbia ciega de quienes nos quieren llevar a unas terceras elecciones a la espera de mejorar su botín, como tampoco me gusta la arrogancia de quienes creen que se harían con los despojos de un PSOE descuartizado, sin pensar que la alternativa elegida por la mayor parte de los disconformes y decepcionados suele ser siempre la abstención.
Con este panorama y ante la perspectiva de que del juicio por el caso de corrupción más grave que ha llegado a los tribunales en este país, salgan condenas para algunos de sus dirigentes sentados en el banquillo o que haya encausados que quieren mejorar su condición recelando la parte de la trama aún oculta, el PP ha tirado de manual y, abusando del carácter garantista de nuestras leyes, pretende irse otra vez "de rositas", como ya se fue de rositas hace dos décadas, en el "caso Naseiro", después de que todos conociésemos la transcripción de unas conversaciones grabadas a un concejal valenciano, en la que se repartían, tan obscenamente como años después lo haría Alfonso Rus, las mordidas y comisiones cobradas a constructores y contratistas.
Pretenden que, como los tres monos sabios de la mística japonesa, después de ver y oír, sigamos con la boca cerrada y aceptemos la triquiñuela de su defensa, ejercida por el letrado Jesús Santos, que ayer pidió la anulación del juicio, alegando que las escuchas autorizadas por Garzón, pero solicitadas por los fiscales y la policía, a los implicados entonces detenidos y sus abogados eran ilegales, algo que ya intentó el PP, sin conseguir, como pretendía, desmontar todo el proceso por esta causa. Pero, por pedir, que no quede. Aunque, con ello, se pongan otra vez del lado de su odiado Luis Bárcenas que, ante la negra perspectiva de ser condenado, intenta, a la desesperada, anular el juicio.
Lo más curioso y que nadie ha dejado de señalar es que el abogado que puso voz a la petición del PP ante el tribunal fue Jesús Santos, antiguo teniente fiscal en la Audiencia, al que recuerdo del brazo de Baltasar Garzón, al que ayer atacó sin piedad, instruyendo causas contra ETA, en las que más de una vez se emplearon métodos parecidos a los que ahora pretende usar como excusa para la anulación.
Qué curioso resulta que dos piezas clave de la guerra contra el juez Garzón, verdadero artífice de la causa contra el PP. el ex juez Javier Gómez de Liaño y, ahora, el ex fiscal Jesús Santos, hayan sido piezas importantes en la Audiencia Nacional y hayan sido compañeros de Garzón. Se ve que los hay que no se conforman con la dignidad y el sueldo de la carrera judicial y fiscal y saltan al otro lado del estrado, donde su nombre y su prestigio garantizan buenos clientes y mejores minutas. Además, hay jueces que se dejan adular y regalar por el PP y publican en sus mediosy luego hay que recusarlos para que no torpedeen los casos abiertos contra su partido "amigo".  Está claro que, también en este campo, el PP tiene las puertas giratorias bien engrasadas.