Si no hubiésemos visto lo que vimos este pasado sábado, si
el PSOE se hubiese mantenido unido apoyando el NO que defendió Pedro Sánchez
hasta el final, lo que hoy está pasando en San Fernando de Henares, en una sede
judicial que, sin jaulas, evoca a la de aquel tribunal en el que se juzgó a la
cúpula de la mafia siciliana, enfrentaríamos con otro ánimo todo lo que nos
queda por ver y escuchar en el juicio que hoy abre la Audiencia Nacional contra
los treinta y siete dirigentes y colaboradores del PP acusados de lucrarse y
financiar al partido con dinero de todos, con dinero robado de las arcas
públicas.
Si los ciudadanos decentes, los que no toleramos ni
toleraremos nunca la corrupción, venga de quien venga pudiésemos estar seguros
hoy de que Rajoy no va a ser "indultado" políticamente, reelegido
presidente con la abstención del Partido Socialista Obrero Español, depositario
del voto de esos cinco millones y medio de ciudadanos que creyeron, a Pedro
Sánchez ye en Pedro Sánchez en las campañas electorales y los dos procesos de
investidura celebrados desde diciembre pasado... en fin, si el PSOE no se
hubiese suicidado obscenamente ante todos nosotros, asistiríamos al juicio
satisfechos por saber que, en este país, la justicia alcanza al fin a toso,
ricos o pobres, humildes o poderosos, porque "el que la hace, la
paga".
Sin embargo, la situación es bien distinta. Para desgracia y
desesperanza nuestra, quienes ocupan hoy el lugar de los acusados en este
juicio lo afrontarán con la tranquilidad de que seguirán en el gobierno los
amigos por los que tanto se han "sacrificado", con la satisfacción de
saber que su silencio, tan lejano de la locuacidad delatora de Marcos Benavent,
el valenciano yonqui del dinero, ha merecido la pena y que las penas ala
que sean condenados, si lo son, acabarán cumpliéndolas, bajo el paraguas y la
benevolencia de un gobierno "amigo".
Si los dirigentes del PSOE, quienes dieron el sospechoso
golpe de timón del sábado, no nos hubiesen decepcionado como lo han hecho.
quizá, en la campaña de las terceras elecciones generales en un año, si las
hay, asistiríamos al chusco espectáculo de ver como algunos candidatos alternan
el estrado con los escenarios y atriles de los mítines y actos de campaña que
antes montaban las empresas del acusado Francisco Correa.
Sin embargo, no tendremos tanta suerte, porque no nos
dejarán vivir esa paradoja. Sí viviremos, en cambio, otra, la de asistir al
bochorno de ver cómo, sin haberse movido un milímetro de su taimado silencio,
sin haber ofrecido nada a cambio, Rajoy es investido de nuevo presidente ante
un PSOE definitivamente avergonzado y malherido, quizá ya por décadas.
Curiosamente, el dilema no es ahora el de decidir lo que
vaya a hacer PSOE. El dilema lo tienen en la calle Génova 13, en donde deben
estudiar los pros y los contras de dejar morir los plazos para llegar a
esas terceras elecciones en las que probablemente no acudan a las urnas para
votar millones de ciudadanos indignados , en las que, otra vez, cientos de
miles de españoles dispersos por el mundo no podrán ejercer su derecho a
hacerlo por correo, en las que, en definitiva, el PP, los de la Gürtel, la
Púnica, la LONCE, los recortes en educación y sanidad, la de la ley mordaza y
todo lo demás pueda renovar, incluso, su mayoría absoluta.
En fin, no sé si quienes urdieron el desastre socialista de
la semana pasada, en el que ha habido más de un listo y demasiados tontos
útiles, esperaban un resultado tan perfecto para sus intereses, pero, de
momento, parece ya que, pase lo que pase, el semáforo se ha puesto verde,
dejando paso libre al partido de la Gürtel.
1 comentario:
Cuesta abajo y sin frenos...
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