lunes, 6 de febrero de 2017

FASCINACIÓN POR LA PROPAGANDA


Vivimos malos tiempos para la verdad y la razón. Cada día, cada hora, a cada minuto se nos presiona desde uno y otro lado para aturdirnos. La publicidad forma parte de nuestras vidas en el salón de casa, a través de las imágenes de pantalla de nuestro televisor o martilleando desde los altavoces nuestros oídos, en la calle en vallas y carteles, en nuestro teléfono no tan listo o no para quienes se creen tan listos... en todas partes y desde todas partes, por todos los medios, la publicidad trata de sustituir en nuestro cerebro las ideas y los razonamientos que llevan a ellas por sensaciones que no siempre se corresponden con la realidad.
En política, los políticos, lo saben muy bien. Por eso, de toso su entorno, de eso que dicen "staff", el responsable de comunicación, el "publicista" lo llamaría yo, se convierte en la pieza clave de todo lo demás. Y, de alguna manera, lo es, porque es quien "viste" nuestros deseos para transmitirlos a esos que llaman "los ciudadanos", pero que, por desgracia, sólo suelen interesar como electores. También ese responsable de comunicación y su equipo se ocupan de disfrazar lo que sus jefes, quienes les dan el salario cada mes, hacen mal o a regañadientes, de "vestir el muñeco", vamos.
Por eso, hace ya más de una década, y de esos polvos vienen estos lodos, el Partido Popular disfrazó sus ansias por volver al gobierno para hacer los que viene haciendo en estos últimos cinco años. Y la disfrazo de recogida de firmas, de boicot al cava y al fuet catalanes, haciendo creer a la gente sencilla que el deseo de más autonomía por parte de los catalanes recogido en el estatuto legalmente aprobado era una afrenta contra la integridad de su nación. Y lo hizo sin pararse a pensar en las consecuencias o, lo que sería peor, sin que las consecuencias le importasen lo más mínimo.
Ahora, trece años después, el "problema" catalán se ha agudizado, los discursos y diatribas se han enconado y gran parte de los catalanes están convencidos de que todo lo malo que les ocurre es por culpa del "estado español" y de que la única solución es la independencia. Así que, después de tanto tiempo, el problema se ha convertido casi en irresoluble y el enconamiento no podía ser peor, pero, eso sí, el PP lleva cinco años en el gobierno.
Mientras tanto, en el PSOE, que empezó este viaje en el gobierno, en los dos gobiernos, el de Cataluña y el de España, por dejarse llevar por las encuestas, por dejarse arrastrar por el torbellino de encuestas y opiniones tan volátiles e imprecisas como sabemos, fue diluyendo su credo federalista para hacer una política seguidisita de la de PP que, sin darle el resultado apetecido, nadie como el autor original para interpretar una milonga, acabó erosionando al PSC para dejarle en partido casi testimonial.
En "el otro lado", el partido que sacó al PSC del gobierno de la Generalitat, agobiado por todo lo que se estaba conociendo sobre su corrupción y la de alguno de sus dirigentes, entre ellos el gran patriarca Jordi Pujol, volvió a seguir v la táctica de éste defendiéndose tras los símbolos de los envites de la Justicia, envolviéndose en la senyera, ahora estelada, y reclamando como suyo el apoyo de todos los independentistas 
A partir de ahí ese diálogo de sordos que no arregla nada y que aleja cada vez más a la gente de buena voluntad de Cataluña y fuera de Cataluña a la que nada se le ha perdido, salvo el dinero de sus impuestos en las cuentas de CiU. Hoy, después de ese largo tira y afloja al que nos han abocado Mas y su "conversión" al independentismo y el silencio tóxico de un presidente del gobierno de España que se vuelve de espaldas a los problemas hasta que se diluyen o nos revientan en la cara a todos.
Donald Trump tiene como consejero áulico a un periodista de esos que no permiten que la verdad les estropee un reportaje y, por lo que parece, Mas, que hoy se sienta en el banquillo junto a Joana Ortega e Irene Rigau, debe tener otro propagandista de igual calibre muy cerca de él. Alguien que desde las sombras ha coreografiado esa procesión cívica que ha seguido a Artur Mas hasta las escaleras que conducen al banquillo de su martirio,
Lo han conseguido, porque ya no se habla de lo que nos “venden", de lo que los catalanes y los españoles nos estamos jugando sino de lo que aparece en su fascinante propaganda., aunque sea a costa de dar día libre a los funcionarios que deberían trabajar para los catalanes o de tener esperandomás de media hora a algo tan serio en democracia como lo es un tribunal.