jueves, 11 de mayo de 2017

ES TODOS LOS DÍAS


¡No, por favor! ¡Es que es todos los días! Se quejaba ayer Rajoy a su salida del plano del Congreso. Lo dijo, mientras abandonaba a "paso Rajoy," rodeado de asesores y guardaespaldas, el palacio del Congreso, a preguntas de una periodista de La Sexta, con cámara y micrófono, quiso saber su opinión sobre si los restos de Franco deberían salir del Valle de los Caídos. Lo cierto es que la pregunta daba igual y estoy casi seguro de que ni siquiera la oyó. Y si daba igual, si le daba igual al presidente, es porque lo que siente Rajoy por la prensa, salvo con ese pequeño grupo al que, en terreno neutral, las más de las veces fuera de España, les hace "confidencias y gracietas" que estos, a cambio, le ríen, lo que siente es alergia. No hay más que ver su rostro crispado, oír sus balbuceos y sus miradas de reproche a quienes, como ayer, le deberían haber despejado el camino.
A Rajoy no le preguntaban por el bochorno que él, su ministro de Justicia, su secretario de Estado de Interior y su fiscal general nos estaban haciendo pasar a quienes creemos en el Estado de Derecho y en la independencia de los distintos poderes que lo sustentan. Pero el, su peculiar personalidad no le dejaba ver otra cosa que el elefante en el que no quería pensar y, claro, se sintió desnudo y desató todos sus mecanismos de defensa, materializados en esa huida ente reproches. Lo que no se le pasó en ningún momento por la cabeza, nunca ha sido empático,  fue ponerse en la piel de los ciudadanos que "todos los días", laborables o festivos, llueva o no, haga frío o calor, nos desayunamos con un nuevo escándalo de su gente y no de simples militantes o concejales de su partido, sino de gente que, como el ex presidente madrileño Ignacio González, la delegada del gobierno Concepción Dancausa o el expresidente murciano, accedieron a sus cargos o a las listas que les llevaron a ellos con su visto bueno, como presidente, bien del Gobierno o del Partido Popular.
Le concedo que el día de ayer no pintaba bien para él ni para los suyos. Tenían que explicar muchas cosas, demasiadas. Tenían que aclarar por qué el fiscal anti corrupción trato de deshacerse, en plena investigación del caso Lezo, de los fiscales que llevaban meses, incluso años, investigando codo con codo con el juez Velasco y la Guardia Civil, las alcantarillas del Canal de Isabel II y todas las ratas que habían anidado en ellas. Tenían que aclarar por qué el responsable de la Fiscalía Anticorrupción quiso impedir determinados registros y paralizar determinadas vías de investigación. Tenían, también, que aclarar por qué se revocó la renovación de la indómita Fiscal General, Consuelo Madrigal, que no quiso doblegarse a los nombramientos "sugeridos" por el ministro Catalá en puestos clave para el futro procesal del PP como, Anticorrupción o la Audiencia Nacional. Tenía que tratar de aclarar algo que ya está tan meridianamente claro como por qué se puso al frente de la Fiscalía Anticorrupción a un fiscal que llevaba diez años en Madrid guardándole las espaldas procesales al PP en todos cuantos asuntos de dudosa legalidad le habían afectado, archivando, a veces de manera insólita, asuntos que van, desde la huida de los "guardias" de Esperanza Aguirre, a otros como aquel tráfico de bolsas con "toallas" millonarias en Cartagena de Indias.
Deberían haberlo explicado y no lo hicieron. Es más, fue tal el descaro de todos los comparecientes que uno ya no sabe si fiarse de la justicia. Todos coincidieron en decir que no se dieron instrucciones a los fiscales, algo que me permito dudare, pero que no era imprescindible, porque, como al jardinero enamorado de su rosal favorito, le basta con arrancar las malas hierbas a su alrededor, le basta con abonar o no el terreno, con poner o no los medios requeridos en determinados casos, para obtener sólo las flores deseadas y dejar que se marchiten las otras.
Y, todo, con cara de póker, sin mover una pestaña. Manuel Valls, ex primer ministro francés no lo habría hecho mejor, Por eso me permito recomendar a Valls, ahora que ha huido de su partido, el socialista francés, como las ratas huyen del barco que se hunde, y que el partido de Macron le ha dado con la puerta en las narices, que estudie afiliarse al PP de Rajoy, Difícilmente va a encontrar gente más inmoral y falta de escrúpulos como él, con la que asociase.
Mientras tanto, los españoles, aquí, viendo como la lluvia de su hedionda basura es todos los días.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

No se puede expresar mejor...