¡No, por favor! ¡Es que es todos los días! Se quejaba ayer
Rajoy a su salida del plano del Congreso. Lo dijo, mientras abandonaba a
"paso Rajoy," rodeado de asesores y guardaespaldas, el palacio del
Congreso, a preguntas de una periodista de La Sexta, con cámara y micrófono,
quiso saber su opinión sobre si los restos de Franco deberían salir del Valle
de los Caídos. Lo cierto es que la pregunta daba igual y estoy casi seguro de
que ni siquiera la oyó. Y si daba igual, si le daba igual al presidente, es
porque lo que siente Rajoy por la prensa, salvo con ese pequeño grupo al que,
en terreno neutral, las más de las veces fuera de España, les hace
"confidencias y gracietas" que estos, a cambio, le ríen, lo que
siente es alergia. No hay más que ver su rostro crispado, oír sus balbuceos y
sus miradas de reproche a quienes, como ayer, le deberían haber despejado el
camino.
A Rajoy no le preguntaban por el bochorno que él, su
ministro de Justicia, su secretario de Estado de Interior y su fiscal general
nos estaban haciendo pasar a quienes creemos en el Estado de Derecho y en la
independencia de los distintos poderes que lo sustentan. Pero el, su peculiar
personalidad no le dejaba ver otra cosa que el elefante en el que no quería
pensar y, claro, se sintió desnudo y desató todos sus mecanismos de defensa,
materializados en esa huida ente reproches. Lo que no se le pasó en ningún
momento por la cabeza, nunca ha sido empático, fue ponerse en la piel de
los ciudadanos que "todos los días", laborables o festivos, llueva o
no, haga frío o calor, nos desayunamos con un nuevo escándalo de su gente y no
de simples militantes o concejales de su partido, sino de gente que, como el ex
presidente madrileño Ignacio González, la delegada del gobierno Concepción
Dancausa o el expresidente murciano, accedieron a sus cargos o a las listas que
les llevaron a ellos con su visto bueno, como presidente, bien del
Gobierno o del Partido Popular.
Le concedo que el día de ayer no pintaba bien para él ni
para los suyos. Tenían que explicar muchas cosas, demasiadas. Tenían que
aclarar por qué el fiscal anti corrupción trato de deshacerse, en plena
investigación del caso Lezo, de los fiscales que llevaban meses, incluso años,
investigando codo con codo con el juez Velasco y la Guardia Civil, las
alcantarillas del Canal de Isabel II y todas las ratas que habían anidado en
ellas. Tenían que aclarar por qué el responsable de la Fiscalía Anticorrupción
quiso impedir determinados registros y paralizar determinadas vías de
investigación. Tenían, también, que aclarar por qué se revocó la renovación de
la indómita Fiscal General, Consuelo Madrigal, que no quiso doblegarse a los
nombramientos "sugeridos" por el ministro Catalá en puestos clave
para el futro procesal del PP como, Anticorrupción o la Audiencia Nacional.
Tenía que tratar de aclarar algo que ya está tan meridianamente claro como por
qué se puso al frente de la Fiscalía Anticorrupción a un fiscal que llevaba
diez años en Madrid guardándole las espaldas procesales al PP en todos cuantos
asuntos de dudosa legalidad le habían afectado, archivando, a veces de manera
insólita, asuntos que van, desde la huida de los "guardias" de
Esperanza Aguirre, a otros como aquel tráfico de bolsas con "toallas"
millonarias en Cartagena de Indias.
Deberían haberlo explicado y no lo hicieron. Es más, fue tal
el descaro de todos los comparecientes que uno ya no sabe si fiarse de la
justicia. Todos coincidieron en decir que no se dieron instrucciones a los
fiscales, algo que me permito dudare, pero que no era imprescindible, porque,
como al jardinero enamorado de su rosal favorito, le basta con arrancar las
malas hierbas a su alrededor, le basta con abonar o no el terreno, con poner o
no los medios requeridos en determinados casos, para obtener sólo las flores
deseadas y dejar que se marchiten las otras.
Y, todo, con cara de póker, sin mover una pestaña. Manuel
Valls, ex primer ministro francés no lo habría hecho mejor, Por eso me permito
recomendar a Valls, ahora que ha huido de su partido, el socialista francés,
como las ratas huyen del barco que se hunde, y que el partido de Macron le ha
dado con la puerta en las narices, que estudie afiliarse al PP de Rajoy, Difícilmente
va a encontrar gente más inmoral y falta de escrúpulos como él, con la que
asociase.
Mientras tanto, los españoles, aquí, viendo como la lluvia de su hedionda basura es todos los días.
1 comentario:
No se puede expresar mejor...
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