miércoles, 10 de mayo de 2017

LEYENDO ENCUESTAS

Cada vez que aparece una nueva encuesta me asombra un poco más la capacidad de algunos votantes, especialmente los del PP, para convivir con toda es podredumbre que, a otros, a mí al menos, nos vuelve el estómago del revés. Por eso, cada vez que leo una de esas encuestas, me pregunto qué más tiene que pasar para que, en un país gobernado por un partido que tiene o ha tenido a casi un millar de sus militantes y cargos, implicados, investigados, procesados o condenados, dentro o fuera de prisión, entre ellos ex ministros y ex presidentes  autonómicos, elegidos de entre sus filas, qué otro escándalo tiene que aparecer, para que se país en el que la policía y la justicia, día sí y día también, son puestas en entredicho por actuaciones partidistas ordenadas por los cargos políticos que las dirigen en nombre de ese gobierno, qué más tiene que pasar para que una parte importante de los ciudadanos con derecho al voto, uno de cada tres, deje de pensar en votar de nuevo al partid que está detrás de todas esas anomalías democráticas.
La corrupción y todo lo que conlleva avergüenza, nos avergüenza, a quienes creemos en cosas tan peregrinas, al parecer, para los votantes del PP como la democracia o la división de poderes en el Estado. Nos avergüenza y asquea ´bon la misma intensidad que, a otros, les encanta porque les ayuda a mantener los privilegios y prebendas de que disfrutan desde hace tiempo, todo eso que les aleja de quienes ahora trabajan para ellos por salarios miserables, con o sin papeles, esos mismos a los que repudian y culpan de los males del país.
Es la España del enchufe, el amiguismo y la trampa, la que acumula pisos y los alquila en negro, la que es capaz de comprender a todos esos delincuentes que nos gobiernan nos han gobernado, porque, a su manera y en lo que está a su alcance, hacen lo mismo y, si pudiesen seguirían su camino.
Es la España que guarda billetes de 500 en los altillos y, de vez en cuando, cuando algún rumor les asusta los ponen en circulación, comprando lotería o en unos grandes almacenes. La España egoísta que se mira el ombligo y desprecia lo público, porque puede permitirse pagar o que le paguen lo privado, la sanidad y la educación, por ejemplo.
La cosa no va con ellos, la crisis ha sido para ellos una oportunidad de negocio, un mar embravecido en el que muchos han naufragado y a cuyas playas llevan los despojos de tantos y tantos ahogados para que, ellos, los de siempre engordan su patrimonio. Son cada vez menos, poco a poco van dejando de creer en el partido ventajista que les baja los impuestos y "mira para otro lado cuando hay que hacerlo", pero son todavía demasiados.
Por eso, resulta extraño que los potenciales votantes de ese partido sigan a la cabeza de las encuestas. También, que el partido que le permitió seguir en La Moncloa, el PSOE, le siga en las preferencias de los encuestados. Sólo la bisoñez de Podemos la gran esperanza frustrada de la izquierda española y la esperanza de que, en el PSOE, las bases subviertan el orden establecido por el aparato y consigan reponer al frente del partido, ahora con más pasado y más claridad a Pedro Sánchez. Aunque, dios no lo quiera, podría ser que todos esos arribistas, partidarios del espolio de lo público, del imperio del IBEX, de los minijobs "de mierda", del deterioro de lo público, los de las cuentas en Suiza o en cualquier paraíso fiscal, vean en Susana Díaz un seguro de que nada va a cambiar, porque un PSOE cada vez más decolorado en su rojo va a estar ahí para salvar el buen orden y la unidad de eso que nos niegan a los demás y llaman patria.
En cuanto al crecimiento de Ciudadanos, "no problem". Cada vez está más claro que, al menos en las encuestas y en el día a día de los parlamentos, es el mejor banquillo de esos a los que la corrupción ya les acalambra las piernas,
Aun así, no temáis son sólo encuestas, O eso cree Irene Montero, cuya ambición no ha salido nada favorecida en ellas.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Ciertamente las encuestas no reflejan todo...