martes, 30 de mayo de 2017

NO SÓLO ES UN CARCA


Durante un tiempo y no sin la ayuda del Grupo Prisa, que día sí y día también le lavaba la cara en sus medios, Alberto Ruiz Gallardón, que fuera escudero de Fraga en Alianza Popular, se hizo pasar por el más culto, el más tolerante y el más “progre" de los inquilinos de Génova 13. Para ello, tenía a su favor su aspecto de eterno jovenzuelo desgarbado, su voz y su deje de "pijito" madrileño y su empeño en quedar bien, siempre que el interlocutor que tuviese enfrente mereciese el esfuerzo de aparentar lo que nunca fue.
Otra cosa es que ese interlocutor fuese un mindundi o alguien del que él no conociese los galones. En ese caso, al hijo de don José María, al yerno del último superviviente de los ministros franquistas, los que se sentaban a la mesa de tantos consejos de ministros en  que se firmaban los "enterado" de tantas penas de muerte, el mismo que fue enterrado hace días entre canticos fascistas, "cara al sol" incluido, sin que el "verso suelto" de la derecha hiciese el más mínimo intento de acallarlos, al ex fiscal, ex presidente de la Comunidad de Madrid, ex alcalde de Madrid y ex ministro de Justicia,  le importaba una "figa" quedar como l más zafio y más déspota de los señoritos.
Un tipo tan culto como Gallardón se esforzó tanto en aparentar que era debiera saber de sobra que no se puede mentir siempre a todo el mundo y que, en algún momento, antes o después, habrían de caer los velos que le ocultaban. Le ocurrió mientras fue ministro de Justicia del primer gobierno Rajoy, unos meses en que puso patas arriba las normas elementales de la justicia, imponiendo unas tasas que dejaban a todos esos mindundis que despreciaba al margen de su derecho a recurrir a los tribunales, y le ocurrió a él, tan cortés y zalamero, según la hora del día, con las "señoras", a la hora de regular el más importante de los derechos que, como mujer, tienen. Ahí le salió el carca, el machista, que tanto tiempo llevaba reprimiendo, "pariendo" una regulación del aborto que, además de devolvernos a lo más oscuro del siglo XIX, no podía considerarse sino un insulto a la madurez y la independencia de las mujeres.
Ese fue el peor de sus momentos. No llegó a entender si midió mal sus fuerzas, si no calculó los riesgos o si llegó a pensar que, echándose al monte de la intolerancia, escalaría posiciones en su partido y lograría por fin el favor de lo más montaraz de sus votantes, nada conformes con sus veleidades y su compadreo con sus enemigos naturales. Lo cierto es que cayó en desgracia y que el siempre práctico Mariano Rajoy le dejo caer, para dar su despacho a Rafael Catalá, al que encargó reforzar los muros de contención y los sumideros del edificio del Estado, para soportar el temporal judicial que se les viene encima.
Les va a hacer falta toda esa obra de pocería y albañilería, porque cada día que pasa conocemos un escándalo más un "negociete" más de quienes nos apretaban el cinturón y la mordaza, mientras se reservaban el derecho a embolsarse mordidas, pelotazos y plusvalías que mandaban a "hacer turismo" a Panamá o a Suiza. Lo estamos viendo con todos los que han sido algo en el gobierno y en el Partido Popular de Madrid, lo estamos viendo con Francisco Granados, los hermanos González, Ignacio y Pablo, con los diputados de Cifuenets que han tenido que dejar sus escaños, por su mala cabeza, su moral distraída y esa endeble mayoría conseguida en la Asamblea con la ayuda de Ciudadanos que, con la misma política que el PP, le va minando el terreno y, poco a poco y forzando esas dimisiones, se va quedando con su clientela.
Lo que no sabíamos, aunque algunos lo sospechábamos por su faraónica M-30, por sus carísimas y siempre frustradas aventuras olímpicas, por su traslado del ayuntamiento a ese “calatravazo” sin Calatrava, puentes ni raíles, en que se ha convertido por su sobrecoste el Palacio de Comunicaciones de Cibeles, es que Gallardón también tenía la mano tonta para el dinero. Acabamos de saberlo por el contenido de las conversaciones grabadas a los implicados en la operación Lezo, en las que Ignacio González Habla con el ex ministro Acebes, de Gallardón en Sudamérica recogiendo el fruto de sus "travesuras" cuando estuvo, antes que el propio González, al frente del Canal de Isabel II.
Lo que parece dejar claro la conversación registrada por la Guardia Civil es que Gallardón habría sido paciente a la hora de recoger la cosecha que había regado con las aguas del Canal en Panamá, algo que me da que pensar sobre la existencia de otros posibles huertos cultivados en América a cuenta de todas las sobredimensionadas obras que emprendió "el verso suelto del PP" allá donde fue a parar con sus huesos.
En resumidas cuentas, si de algo estoy seguro es de que Gallardón es más parecido a sus compañeros de partido de lo que le gusta aparentar y que, aunque a muchos les sorpresa, no sólo es un carca.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Ciertamente en todas partes cuecen habas ...