viernes, 6 de octubre de 2017

COGE EL DINERO Y CORRE


¿Quién dijo que iba a ser fácil? ¿Quién dijo que iba a ser gratis? Desde luego, han sido muchos, demasiados. Y han sido muchos los que han guardado silencio o los que, como yo, pensábamos que no iba a pasar nada, que alguien pisaría el freno antes de lanzar por la cuesta de esta quimérica locura que ha sacudido las callas de Cataluña, un tren cargado con más de siete millones de españoles, que lo son a la fuerza o no, con todos sus sueños y sus vidas. Pero no ha sido así. Me había equivocado. La rauxa ha podido con el seny, llevándose por delante años y años de sensatez.
Demasiado incienso y demasiada pólvora en el escenario. Pólvora e incienso que, afortunadamente, son, al menos de momento, sólo metafóricos, pero en todo lo que está sucediendo estos días hay demasiado misticismo, en unos, y demasiada prisa por dinamitarlo todo en otros. Y no hablo de que a un lado estén los místicos y en el otro los incendiarios, no. Están mezclados, distanciados, si no por sus intereses, sí por sus actitudes.
Por desgracia, no es la primera vez que lo escribo ni soy el primero que lo hace, los culpables están enfrentados y revueltos tanto en eso que llaman “Madrid" como en Cataluña. En uno y otro lado están los que han llenado las calles de flamantes banderas rojas y amarillas, la sangre y el fuego, porque, al final, todas las banderas se parecen y, evocando una imagen que me permito robar al poeta mexicano José Emilio Pacheco, no son más que instrumentos con los que tratamos de apresar la libertad que es el viento. En uno y otro lado están quienes han lanzado a la gente a la calle llenos de patriotismo y les mueven intereses parecidos, e poder o la gloria, siempre muy lejos de los de la gente, esa gente a la que, estoy seguro, no le gusta sufrir, no le gusta perder.
Deberíamos fijar en nuestra conciencia algo que, en la vorágine de "los directos" no se ha explicado cómo se debe y eso que no se ha explicado es que la mayor parte de la gente que se ha movilizado en Cataluña lo ha hecho creyendo que España y no Rajoy o el PP era el origen de sus penurias. Se lo han hecho creer personajes como el vicepresidente Junqueras que, ayer mismo nos explicó que en una Cataluña independiente les iría mejor a las mujeres y a los pobres, que la economía crecería y que todo iría mejor. Y lo dijo con ese tono enervante de quien exige suplicando, con ese olor a incienso, con ese misticismo que le lleva a cerrar cada entrevista y sin venir a cuento, explicándonos que es católico practicante, como si eso fuese garantía de cordura o bonhomía o incurriendo en el error de hacerse perdonar por decir lo que, de ser cierto, se sostendría por sí solo.
Sin embargo, de existir, ese dios para el que dicen que trabajó en los sótanos del Vaticano no debía estar ayer de su parte, porque, mientras hablaba para la Sexta, los acontecimientos se precipitaban y el dinero, que no tiene color, le daba la espalda a la Cataluña soñada por él y sus compañeros de aventura, porque, minutos antes del comienzo de su entrevista, el banco Sabadell anunciaba el traslado de su sede a Alicante y Caixa Bank, el mayor banco con sede en el territorio que pretenden declarar independiente anunciaba que entraba en sus planes en sacar su sede de Barcelona. Y es que tanta inquietud asusta, no al dinero sino a sus propietarios que, estaban empezando a mover sus depósitos a destinos más seguros y las acciones de uno y otro se precipitaban en Bolsa.
Fue mano de santo, porque estos movimiento, como los seguidos por otras prestigiosas empresa con base en Cataluña, habían dejado en evidencia al Govern y sus proyectos que, sigilosamente está ya replegando velas y bajando el tono de su discurso mientras, como diría un castizo "visten el santo" del incumplimiento de una promesa forzada y el fracaso, al menos por el momento o tal cual estaba diseñado, de un "proceso" lleno de trampas, a cambio del apoyo de la díscola e intransigente CUP.
El dinero tiene que sentirse cómodo y seguro y en las últimas semanas, la comodidad y la seguridad, en Cataluña, brillan por su ausencia. El dinero no tiene color y es de miedo fácil. Por eso está consiguiendo en pocas horas aquello en que la razón y el seny. han fracasado. Un alivio, pero un triste alivio, porque que esta loca carrera por salir de Cataluña, ese "coge el dinero y corre" que han emprendido el dinero y quienes lo tienen haya sido más eficaz que la razón más que alivio, debería darnos miedo,

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Ciertamente la pela es la pela ...

Saludos