jueves, 15 de febrero de 2018

PENSAR COMO SE VIVE


Recuerdo haber escuchado al expresidente uruguayo José Mujica justificar su vida humilde, con ese utilitario que tiene casi tantos años como él, esa vivienda cómoda y nada más, esa ropa que vestiría cualquier jubilado de esos que apuran el sol sentados en un banco de cualquier barrio. Fue en una entrevista reciente y lo hizo con una frase tan simple como incontestable: "Hay que vivir como se piensa, porque, si no, se acaba pensando como vive".
Parecería que estaba hablando, no de él, sino de Felipe González, acostumbrado, tras su salida de la política a la vida cómoda y sin privaciones, la vida muelle, que antes se decía, para, a renglón seguido, rodearse de algo más que comodidad, cerca del lujo, y, sobre todo de amistades poco o nada convenientes para quien se empeña en seguir siendo referente para la desamparada izquierda española.
¿Qué queda hoy de aquel hijo de vaquero, de aquel abogado sevillano que cautivó a más de una generación de españoles, que quiso, así lo creímos, que todos viviésemos como él pensaba o que, al menos, eso fue lo que creímos? Me atrevería a decir que poco o nada. Quizá la altivez y la soberbia que siempre le acompañó y le hizo perder su primer debate televisivo con Aznar, porque, como los grandes del fútbol, despreció al contrario y bajó los brazos. Esa que aún aflora en quien, allá donde va, se ve rodeado de una cohorte de serviles allegados que se encargan, más allá de garantizarle una lógica seguridad, de separarles de quienes le creyeron o admiraron,
Hace ya tiempo que González tiene poco o nada que ver con quienes durante tantos años le votamos. Su paladar ha evolucionado y ahora prefiere la adulación del poder. No del poder que se somete a las urnas cada cuatro o más años, sino la del poder heredado o conquistado desde que se controlan la opinión y las finanzas. Comenzó con Jesús de Polanco, un hombre con más sentido común y con los pies más en el suelo que sus herederos y sucesores, para seguir con la cúpula de las grandes empresas, esas que dan poltronas y sueldos casi por nada, siempre que adornes sus consejos de administración y camufles más o menos sus decisiones. También, cómo no, hizo las américas, donde conoció a su gran amigo y patrón Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo, y ya se sabe que para que unos tengan mucho, muchos han tenido que perderlo casi todo.
Hoy, Felipe González que renunció en su momento a formar parte del Consejo de Estado para formar parte de consejos de administración y asesorías disfrazadas de amistad, es amante de esa vida que os decía antes, de los lujos pequeños y grandes. Comparte los gustos de sus amigos y gusta de pescar en alta mar y de amanecer en el campo, rodeado de hectáreas, no las que se han publicado, pero sí bastantes más de las que el hijo de un vaquero podría haber soñado poseer alguna vez. Gusta también de la vida tranquila, de los encuentros a uno y otro lado del mar, aunque aún no ha renunciado a, de vez en cuando, convertirse en la voz de la experiencia, en el habitante del Olimpo de la política que viene a corregir a las insolentes bases de su partido que, también de vez en cuando tienen la osadía de quejarse de su destino.
Acaba de hacerlo al declarar a una televisión que en España no hay corrupción política, sino un descuido generalizado generalizada, Curiosa reflexión de quien, probado y condenado en los tribunales, tuvo bajo su silla el primer gran caso de corrupción política cuando, a través de FILESA, las grandes empresas españolas financiaron mediante facturas falsa el arreón final de la campaña del referéndum sobre la OTAN, una vez que la AP de Fraga le dejó colgado de la brocha frente a su electorado.
Hoy González es muy distinto, entre otras cosas porque ha sucumbido a los encantos del poder real, porque ha probado las mieles de sus lujosas amistades, justo al contrario que el uruguayo José Mujica, porque ha hecho su elección, renunciando a vivir como piensa para pasar a pensar como viven él y sus amigos.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Una interesante reflexión ...